Departamento de Medio Oriente

 

Coordinadores: Sandra de Rose, Pedro Brieger

 

Presentación

Estados Unidos y el Medio Oriente (Terceras Jornadas de Medio Oriente)

 

Entre el 9 y 10 de noviembre de 2000 se realizó una de las actividades más importantes del Departamento de Medio Oriente (DEMO) del IRI, las Terceras Jornadas de Medio Oriente, convocadas alrededor del eje “Estados Unidos y el Medio Oriente después de la Guerra del Golfo”.  Estas Terceras Jornadas marcan la continuidad con las Primeras y Segundas Jornadas que se realizaron en 1997 y 1998, lo que permite instalarlas en la comunidad científica de la Argentina y el mundo como un referente más para los estudios del Medio Oriente.  Cabe la pena destacar que en América Latina existen solamente tres centros de estudios sobre el Medio Oriente; en México en El Colegio de México, en Cuba el Centro de Estudios de Asia y Medio Oriente (CEAMO) y en la Argentina el DEMO del IRI.

Si las Primeras Jornadas en 1997 fueron más que nada una mesa redonda con invitados especiales, y en las Segundas de 1998 ya se presentaron varias ponencias, las del año 2000 representan un salto cuantitativo y cualitativo.  Además de la importante presencia de investigadores argentinos de varias provincias, por primera vez participaron –o enviaron ponencias- investigadores de Alemania, Egipto, Estados Unidos y el Reino Unido, lo que marca la importancia que le asignaron en su agenda académica.  En total, estuvieron representadas las Universidades de Michigan, California, New York, del Middle East Peace Education Program- Atlanta (de EEUU), Jena (Alemania), el National Center for Middle East Studies (Egipto) y la Fundación Al-Khoei (Reino Unido).  Los investigadores argentinos llegaron principalmente de la Universidades de La Plata, la Universidad de Buenos Aires, Universidad de El Salvador, Universidad Nacional de Salta y la Universidad Católica de Salta.  Dada la diversidad y cantidad de ponencias presentadas (20) sobre la compleja relación entre Estados Unidos y el Medio Oriente se decidió dividir los trabajos por afinidad temática. 

La primera mesa estuvo conformada por las ponencias relativas a “Estados Unidos y su relación con el Conflicto Palestino-Israelí”.

Elías Tuma,  profesor emérito de  la Universidad de California y autor de varios libros sobre el Medio Oriente (“Peace making and the inmoral war.  Arabas and Jews in the Middle East”, “The economic case for Palestine” y “Economic and political change in the Middle East”), en su trabajo “EEUU y el conflicto árabe-israelí” partió de la hipótesis de que la política de la primera potencia mundial estuvo, de manera predecible, a favor de Israel, ayudando a que Israel pudiera lograr sus objetivos a expensas de los palestinos.  A pesar de este elemento de análisis, Tuma considera que sin la intervención de Estados Unidos las pérdidas árabes en las guerras con Israel hubieran sido mayores y sus éxitos menores.  Para comprender el apoyo estadounidense a Israel Tuma parte del sentimiento de “culpa” existente en Occidente respecto del Holocausto judío y la misma creación del Estado de Israel como “replay” del drama de la construcción de Estados Unidos como república en América.  De allí se desprende, según Tuma, lo predecible de la política exterior de Washington aunque la Casa Blanca ayuda a Israel a cumplimentar sus objetivos mientras mantiene una relación amistosa con la mayoría de los regímenes árabes, incluyendo la Autoridad Nacional Palestina.  Tuma considera que el establecimiento de lo que denomina “seudo-Estado Palestino” no hubiera sido posible sin la intervención de Estados Unidos ya que ninguna otra potencia occidental podría ejercer su influencia de manera decisiva.

El Dr. Markus Kaim, del departamento de Ciencia Política de la Universidad Friederich Schiller de Jena, Alemania, y autor del libro “Zwischen globaler Hegemonie und regionaler Begrenzung. Die amerikanische Politik im arabisch-israelischen Konflikt” presentó la ponencia “El rol de Estados Unidos en el proceso de paz de Madrid desde un acercamiento conceptual”.  Según Kaim, los acuerdos de paz de Madrid estuvieron dominados desde su comienzo en 1991 por la potencia extrarregional más importante, esto es, Estados Unidos, a pesar de que la Unión Soviética/Rusia era el segundo co-sponsor oficial de la conferencia internacional.  Kaim sostiene que Estados Unidos es la única potencia que tiene el poder financiero y político con capacidad de garantizar que las partes en conflicto lleguen a un compromiso y permitan establecer un sistema de seguridad en la región.  No sólo que Washington ofrece seguridad a Israel, sino que también puede garantizársela a los productores de petróleo, las monarquías conservadoras del Golfo Arábigo-Pérsico, especialmente Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Arabes.  Dado que Kaim utiliza el análisis del modelo del rol sistémico considera que Estados Unidos asume el rol de Facilitator que se basa en el hecho de que las partes en conflicto aceptan para negociar la fórmula “Paz por Tierras” y que, efectivamente pueden y quieren llegar a un acuerdo bilateral.  En este caso, Kaim considera que los costos políticos de su intervención, para Estados Unidos, son menores.  En caso de que las partes no pueden llegar a ningún acuerdo -como en las negociaciones entre Israel y Siria (1991-1996) porque muestran intransigencia por razones domésticas o no aceptan más la fórmula básica del proceso de paz de Madrid- entonces, la Casa Blanca asumiría el rol de Broker.  En este caso utilizaría el método de “la zanahoria y el garrote”, ofreciéndose como puente avanzando propuestas, como el plan de que Israel se retirara del 13.1 % de Cisjordania y Gaza. Si el proceso está al borde de sucumbir Kaim considera que Estados Unidos se presenta en su rol de Stabilizer, estructurando un orden regional que no pueda ser amenazado por ningún Estado, grupo o poder extrarregional.  Un último rol sería el de Security Guard que lo asumiría la Casa Blanca en caso de serias amenazas contra Israel o en caso de que Irán o Irak utilizaran Armas de Destrucción Masiva.

La licenciada en historia y miembro del DEMO, Sandra de Rose, en su ponencia “El acuerdo de Camp David” analizó la mediación norteamericana durante la segunda gestión de Bill Clinton y, principalmente, durante las últimas negociaciones de paz entre israelíes y palestinos.  De Rose considera que estas mediaciones no tuvieron los efectos deseados y tampoco se logró imponer una paz entre las partes. Por el contrario, considera que Estados Unidos no ha podido unificar intereses, no ha podido frenar las acciones unilaterales palestinas e israelíes  y no ha podido revertir o extirpar estas realidades de ambas sociedades. Su trabajo se dedica al análisis de las propuestas presentadas por las partes en conflicto, inclusive las de Estados Unidos, y las acciones unilaterales israelíes y palestinas y cúal fue la reacción de la administración norteamericana ante ellas.

De Rose sostiene que las acciones unilaterales israelíes consistieron en la construcción y expansión de los asentamientos en Jerusalén Oriental y otros territorios ocupados, superando las 50.000 viviendas. Solamente en Jerusalén Oriental durante 1997 – 1998, Israel construyó unas 12.074 viviendas. El 88% de las viviendas construidas fueron dedicadas a colonos judíos (realizadas por medio de la construcción pública y otorgadas bajo subvención estatal) mientras que el 12% restante fueron construidas por los palestinos (por medio de la construcción privada).

Según De Rose la confiscación de tierras palestinas en Jerusalén Oriental y demás territorios ocupados palestinos constituyó otra acción unilateral en perjuicio del proceso de paz y que la mayoría de las confiscaciones fueron realizadas para dirigir "el crecimiento natural de los asentamientos. Además, que durante toda la gestión de Benjamín Netaniahu se confiscó el 94,6% de lo que se expropió en veinte años de ocupación.

Entre las acciones unilaterales palestinas la más importante fue la intención de Yasser Arafat de declarar de manera unilateral el Estado Palestino, la más perturbadora de las acciones para Estados Unidos. Sin embargo, la amenaza de Arafat, en agosto de 1998, ha sido muy útil para sentar en la mesa de negociación a Benjamín Netaniahu y destrabar el proceso de paz. 

La paralización del proceso de paz repercutió en un incremento al respaldo de los movimientos islámicos como Hamas o Jihad Islámica y la Autoridad Palestina, después de que Israel desplegara sus tropas en Hebrón, no llevó a cabo las detenciones de activistas islámicos ni el cierre de instituciones educativas religiosas dirigidas por los movimientos islámicos, tal como se había acordado en Oslo II Anexo VII. Por el contrario, Arafat liberó a numerosos activistas de Hamas. Lejos de respetar los compromisos, De Rose sostiene que el líder palestino invitó a Hamas y a Jihad Islámica a participar en una conferencia organizada en Gaza, a mediados de agosto de 1997 con el fin de representar todos los "sueños y aspiraciones" del pueblo palestino.

Con respecto a la decisión de Arafat de crear unilateralmente el Estado Palestino, Estados Unidos fue claro a la hora de señalar que se oponía a toda medida unilateral, incluyendo la decisión de crear un Estado. Hasta el momento, señala De Rose, Estados Unidos ha logrado frenar la decisión de Arafat a pesar del fuerte consenso que tiene esta medida dentro de la sociedad palestina.

El Embajador Hassan Issa, Director del “National Center for Middle East Studies” de El Cairo (Egipto) presentó la ponencia  “La política exterior de Estados Unidos en el Medio Oriente con especial énfasis en su relación con Egipto y el conflicto árabe-israelí”.   Según Issa la política general de cualquier país es la de servir a sus intereses; en el caso de Estados Unidos -y sus intereses en el Medio Oriente- esto significa en primer lugar la seguridad de Israel en el área y asegurar el suministro del petróleo del Golfo.  En este marco considera que aquellos que diseñan la política exterior de Estados Unidos visualizan como parte esencial de todo análisis la invencibilidad militar de Israel, la ineficacia (o inferioridad) árabe y sus divisiones nacionales o de feudos y no consideran que estas variables puedan cambiar.  Para preservar sus intereses Estados Unidos históricamente se basó en la creación de aliados militares como Israel, Irán, Turquía o Grecia con el objetivo de neutralizar el militarismo árabe (Siria y Egipto) y de separar a los árabes de sus políticas petroleras.  Partiendo de estos principios, Issa analiza la relación actual entre Estados Unidos y Egipto considerando que El Cairo reconoce el liderazgo global de Washington pero que Estados Unidos no termina de comprender los intereses egipcios que están estrechamente vinculados a lo que suceda en la esfera árabe, africana, musulmana y del Mediterráneo.  Tomando la importancia de Egipto en la región Issa sostiene que política, estratégica y militarmente es vital para los intereses de los Estados Unidos, que su país no puede ser un mero intermediario de iniciativas ajenas ni debe ser visto tomado sólo para ejercer presiones sobre los palestinos en sus relaciones con Israel.

Por último, Silvia Yozia  y Pablo Esliman (Universidad Católica de Salta) en “Estados Unidos y su relación con el conflicto Palestino-Israelí” analizaron "La Intifada" y las campañas terroristas islámicas e israelíes en el marco de la caída del muro de Berlín (fin del bipolarismo), la nueva realidad surgida en la región tras la Guerra del Golfo y el liderazgo del presidente Bill Clinton argumentando el " Soft Power" como una forma de influencia que no se fundamenta en mecanismos militares sino en el poder económico y cultural que ha venido a reemplazarlo.  Según Yozia y Esliman en el contexto árabe-israelí, la política estadounidense, aunque deseosa de una negociación directa con los palestinos e israelíes se había mostrado incapaz debido a las presiones internas, por una resolución justa del conflicto

La segunda mesa estuvo concentrada en el análisis de “La relación entre Estados Unidos e Irak”.  Ilise Cohen, Directora del Middle East Peace Education Program de la ciudad de Atlanta, en Estados Unidos, presentó la ponencia “El impacto de una política amarga entre dos viejos aliado, Estados Unidos e Irak”.

Cohen parte de la estrecha relación que tenían ambos países en la década del ochenta mientras Irak estaba en guerra con Irán para pasar después a analizar el efecto de las sanciones dispuestas por las Naciones Unidas contra el régimen de Saddam Hussein, desde las sanciones económicas hasta los nocivos efectos de la radioactividad, remanente de la Guerra del Golfo y la utilización de armas con uranio empobrecido.  Diez años después de la Guerra según UNICEF en Irak han muerto cerca de un millón de personas y 5 mil niños menores de 5 años mueren cada mes por causa de las sanciones.  Para ratificar sus datos Cohen cita la renuncia de Dennis Halliday quien coordinara la ayuda humanitaria a Irak desde su cargo en Naciones Unidas y de Hans Van Sponeck otro alto funcionario de la ONU que estuvo en Irak y que ambos renunciaron a sus cargos en protesta por la continuación de las sanciones contra Bagdad.  Cohen también cita los dichos de Madelaine Albright que en 1996 en un programa de televisión justificó las sanciones aún con el precio de la muerte de 500 mil niños.  Cohen sostiene que sólo cuando cesen las sanciones se podrá comenzar un proceso de paz que reconozca los derechos de todos los pueblos de la región.

La Profesora de Historia de la Universidad Nacional de Salta,  Susana Isabel Adamo, presentó la ponencia “Consecuencias socio-económicas en el pueblo iraquí por el régimen de sanciones” donde analiza la región del Golfo Pérsico y las consecuencias post-bélicas en la población iraquí, dado que las sanciones impuestas a Irak, impactan gravemente en aquella produciendo su deterioro físico y espiritual.  Según Adamo, un hecho significativo en la década del ochenta fue el crecimiento del nivel de vida de Irak, como ocurrió con la mayoría de los países exportadores de petróleo.  Dentro del marco de un estado represivo, su pueblo se benefició con medidas dirigidas a todo el tejido social que había mejorado su situación, permitiéndole incrementar su capacidad de absorción de bienes y presentándose como un mercado muy prometedor.  Sin embargo, afirma la profesora de Salta, en la década del noventa, inmerso en los aterradores costos directos e indirectos por el régimen de sanciones impuestas a Irak, que van desde la muerte y desnutrición de los niños, pasando por el analfabetismo y desestructuración familiar, en la población se han instalado condiciones de vida del siglo XIX con consecuencias nefastas para su futuro.

El Doctor Carl Max Kortepeter, profesor de historia de la Universidad de New York presentó la ponencia “Ganadores y perdedores en la Guerra del Golfo” para comprender el balance de poder en el Medio Oriente, antes de la Guerra del Golfo, la formación de coaliciones,  los problemas durante la misma y las consecuencias a largo plazo después de finalizada. Kortepeter señala que existe una relación ambigua entre Irak, Irán y otros países de la región respecto de Estados Unidos y los gobiernos de los países que fueron potencias coloniales.  

La tercera mesa estuvo centrada en la relación entre “Estados Unidos y los movimientos islámicos”.  El Dr. Alejandro Bartolleti, de la Universidad Nacional de La Plata analizó el fenómeno de la democracia en su trabajo “Democracia, ¿un valor universal?” desde el derrumbe de los gobiernos de corte comunista que gobernaban los países de Europa del Este y el Golpe de Estado del año 1991 en la ex-URSS que aparejó la desaparición del sistema político hegemónico que gobernaba en ella.  Esto, sostiene Bartolleti, favoreció para que la democracia, que ya había comenzado a instalarse en las diferentes regiones del mundo, ampliara su universo.  Tanto era el entusiasmo de sus sostenedores y tanta la confianza en que sus bondades beneficiarían a todos los estados que la adoptasen, que fue elevada a la categoría de "valor universal" por las potencias occidentales.

Respecto del Medio Oriente Bartolleti considera que siempre estuvo plagado de características que lo distinguen de otras áreas del mundo, y esta vez no fue la excepción, ya que la perdida de hegemonía política de la URSS sobre sus ex-países aliados, como su desguace territorial o el dinamismo que adoptó la democracia para imponerse en los diferentes estados a nivel mundial, le ha sido totalmente ajena, y ni siquiera hubo cambios en las élites gobernantes.  Tal hecho se repitió aún después de la Guerra del Golfo, por lo tanto, Bartolleti examinó en qué grado la democratización de la vida política ha sido una variable de cambio asumida por las élites gobernantes o un condicionante externo y si este elemento ejerce alguna influencia en las posiciones que adoptan los gobernantes de estos países y los Estados Occidentales (EE.UU. y Europa Occidental) respecto de promover una mayor libertad política, incentivar la constitución de partidos políticos independientes, estimular el diálogo con los movimientos religiosos, favorecer la alternancia en el poder o pregonar a favor de elecciones democráticas y libres

El profesor de Historia de la Universidad de Buenos Aires, Enrique M. Herszkowich, presentó la ponencia “El islamismo en Palestina, nacionalismo, política y religión” partiendo de la presunción de que la nación no es algo dado y pre-existente, sino que es un producto histórico, es decir, fruto de un período concreto para reconocer que el nacionalismo no surge de la homogeneidad de una cultura anterior, sino que refleja la necesidad de dicha homogeneidad, y entonces, la impone.   El resurgir islamista, asegura Herszkowich, depende de los sermones islamistas que se daban en el idioma de las masas ya que la "ortodoxia" religiosa no es continuidad con el pasado, sino una reacción contra la modernidad.  La "ortodoxia" reacciona contra fenómenos que son nuevos, como la cada vez mayor brecha entre ricos y pobres, la ausencia de lazos de cohesión social que reclama una nueva "comunidad imaginada".

Pero al igual que los nacionalistas, los "ortodoxos" también son selectivos a la hora de elegir vínculos con el pasado o entre los hombres. Tanta similitud con el fenómeno nacionalista, se debe a que en realidad el islamismo, al igual que aquel, también implica un programa político. En su trabajo analiza el resurgir islamista en Palestina desde la década del ochenta como una nueva estrategia política frente a los proyectos nacionales fracasados. Rastrea los diferentes proyectos y sus limitaciones, hasta llegar a este programa que, mediante un discurso religioso, pretende alcanzar objetivos políticos concretos, terrenales y específicamente nacionales.

En el trabajo se analiza la trayectoria del nacionalismo palestino en forma paralela a la de los movimientos islamistas, a fin de establecer entre ambos vínculos de similitud, diferencias, o interdependencias y el aparente auge de los movimientos islamistas en Palestina desde la década del ochenta, estableciendo las relaciones pertinentes con los movimientos anteriores dentro de Palestina, con el devenir del nacionalismo en la región, con los estados árabes vecinos, y con las ideologías Sutra-nacionales (panarabismo, panislamismo) que pudieron influir en ellos.

El islamismo –sostiene Herszkowich- no puede reducirse a una cuestión meramente religiosa. En primer lugar, porque no se trata de la prédica de una nueva religión de valores universales (en tiempo y espacio), sino de un determinado discurso que reacciona ante situaciones político-sociales concretas e históricas. En segundo lugar, porque el islamismo no constituye un cuerpo de doctrinas y dogmas unívoco, sino que existen en su interior grandes diferencias que corresponden también a las mencionadas realidades.  Pero no sólo existen diferencias entre los diversos grupos islamistas, sino también dentro del discurso de cada uno de ellos. Si  Hamas reprocha a la OLP el diálogo con el enemigo, la organización nacionalista ya había acusado a la Hermandad Musulmana por los encuentros mantenidos con sionistas y norteamericanos como el del líder Al-Zahar que se entrevistó en 1988 con el entonces ministro de defensa israelí Ytzhak Rabin. Por otra parte, cuando los grupos religiosos siempre habían rechazado su ingreso a la OLP mientras participaran de ella las fuerzas de "izquierda", es con estas fuerzas (FPLP, FDLP) que Hamas puede operar en conjunto para oponerse al proceso de paz. El renunciamiento más claro es la aceptación del líder de Hamas, Ahmed Yassin, de una Palestina de dimensiones reducidas (que aunque sea un pronunciamiento meramente táctico marca un cambio en el discurso tradicional).

La similitud con el fenómeno nacionalista, se debe a que en realidad el islamismo, al igual que aquel, también implica un programa político. El islamismo palestino como estrategia política comenzó a ser utilizado al fracasar el panarabismo y el nacionalismo secular que no pudieron, a lo largo de demasiados años solucionar los problemas concretos de la población palestina. No resolvieron ni las dificultades económicas, ni el analfabetismo, ni la inflación, ni la demanda de participación política; sumado al desprestigio de una OLP manchada de graves sospechas de corrupción.

Pero antes de imponerse como alternativa válida, los islamistas palestinos deberán resolver algunas cuestiones. Además de las contradicciones internas señaladas, deberán definir por ejemplo una posición frente a la democracia. Por el momento pueden relegarla frente a la prioridad de la lucha armada, pero pronto el propio pueblo palestino les exigirá una definición. Deberán aclarar también sus planes para la población no musulmana de Palestina, sobre todo la población cristiana. Además, el éxito de los islamistas dependerá de la medida en que los palestinos deseen una identidad islámica que tenga prioridad sobre la nacional, y de la habilidad para orientar los sentimientos de la población.

El cientista política de la Universidad de Buenos Aires, Matías Dabenne presentó la ponencia “La legitimidad en el Estado iraní, debate acerca de la legitimidad y las instituciones en el Irán post-revolucionario”

Este trabajo intenta reflejar en un análisis teórico crítico de tres períodos de la historia contemporánea de Irán: de 1963 a 1979, de 1979 a 1989 y de 1989 a 2000, en donde se conforman diferentes configuraciones de Estado y el concepto de Legitimidad desde el rol que cumple en la emergencia y movilización de actores políticos y sociales, siempre en el marco de estas tres configuraciones de Estado. El eje del trabajo sostiene que desde la asunción de Mohamed Jatami al Poder Ejecutivo del Estado existe una tendencia en focalizar la legitimidad de las relaciones de poder y de autoridad en el Sistema Institucional Iraní, como ámbito tangible, en contraparte a la legitimidad islámica.

Dabbene se pregunta porqué hubo necesidad de presentar la nueva Constitución desde la legitimidad dual de las instituciones seculares occidentales por un lado y la regencia por instituciones paralelas por el otro.  La respuesta a estas preguntas las ofrece la coyuntura post-revolucionaria. El único referente de conformación de un Estado Islámico se remonta a la "Edad de Oro" de la civilización islámica en donde las características materiales y estructurales de la sociedad posibilitaban la conformación del mismo. En el Irán post-revolucionario, el contexto material y estructural es muy distinto. Por lo tanto se puede entender la imposibilidad de implementar y de conformar en su totalidad ese ideal de Estado Islámico. Es necesario el mantenimiento de la estructura estatal anterior. El desarrollo del nivel económico, como nivel de suma importancia y enmarcado en esta conformación de sociedad es el ámbito en donde se han ejercido fuertes presiones por mantener determinadas fuentes de institucionalidad que permiten y dan legitimidad oficial al Bazar, como sector de gran poder en el Irán pre-revolucionario.

Las instituciones emergentes de la Revolución Islámica de Irán fueron diseñadas para mantener el control del clero shiíta sobre la población iraní. La estructura del Estado incorpora una nueva institución el "Velayat-e-Faqih" o gobierno del Doctor de la Ley que tiene el poder final de cualquier decisión. Mientras se espera la llegada del Mesías (o duodécimo imán cuyo retorno anunciaría el fin de los tiempos), el clero shiíta fue el responsable de hacer respetar las leyes y preceptos religiosos y también, asegurar que ninguna de las disposiciones constitucionales o leyes que se sancionen degrade la sharia. Esta teoría, convertida en doctrina de Estado, es –según Dabbene- la base de la Constitución iraní.

El Profesor de Historia Juan Aníbal Edgardo González presentó la ponencia “Los movimientos islámicos, Estados Unidos y las democracias a medida”.  González sostiene que Estados Unidos después de la caída de los socialismos reales se convierte en el Gendarme del Mundo, y uno de sus principales argumentos políticos es la defensa de la Democracia en el Mundo. En este contexto en Medio Oriente su principal enemigo son los movimientos islámicos pero, al mismo tiempo es aliado de estados árabes seudo democrático o con "Democracia a Medida", caso Arabia Saudita.

Planteada esta aparente paradoja, González busca las razones que tiene Estados Unidos por las cuales acepta estados musulmanes donde el Corán es su ley fundamental y al mismo tiempo transforma a los movimientos islámicos en su gran enemigo. Para tal fin propone mostrar como en todos aquellos estados donde no existen gobiernos elegidos por el pueblo se incentivan "democracias" cargadas de valores occidentales, pues lo que se busca es una aculturación y el mantenimiento del Estado–Nación, concepción de Estado no existente en el Mundo Árabe–Islámico.  Por otra parte, explicar cómo el Islam busca un lugar en este “Nuevo Orden Internacional”, generando políticas acordes con la coyuntura internacional que vive, como en el caso de Argelia, donde el Frente Islámico de Salvación (FIS) obtuvo la mayoría en las elecciones.  También demostrar cómo para Estados Unidos el fin justifica los medios que sólo tienen una razón, destruir o tener a un enemigo para demostrar al mundo su poder y de este modo transformarse en gendarme del Mundo.

 El docente e investigador de FLACSO y la UBA, Khatchik Der Ghougassian, presentó la ponencia “El (nuevo) rostro de mi enemigo: Estados Unidos y el integrismo”.  Allí explica cómo 1979 marca la entrada del islamismo en las relaciones internacionales por dos acontecimientos: el triunfo de la Revolución Islámica en Irán y la resistencia a la invasión soviética de Afganistán. La reacción de Estados Unidos a los acontecimientos fue contradictoria. El Islam revolucionario de Irán se transformó en la mayor fuente de amenaza, mientras que los Mudjahidín afganos recibieron apoyo financiero y ayuda militar de Washington. Después del triunfo en la Guerra del Golfo, la administración de Bush quiso aprovechar de la oportunidad creada en el Medio Oriente para definir el Nuevo Orden Mundial, término que usó por primera vez refiriéndose a la necesidad de poner fin a los conflictos y empezar una nueva época de paz y cooperación. Irán, por lo tanto, mantenía su importancia aunque como opositor a la hegemonía estadounidense, y "enemigo" del Proceso de Paz cuyo discurso había creado el esquema –artificial- del "partido de guerra" y del "partido de paz". No por casualidad, entonces, la administración de Clinton adoptó la estrategia de la "doble contención" a Irak e Irán, ambos calificados como "estados paria", hasta que quedó demostrado la inutilidad de la medida.

La primera parte del trabajo explica las razones de la postura contradictoria de Estados Unidos con respecto al fenómeno del Islam radical en su período de inicio y expansión. En la segunda parte existe una visión comparativa entre el integrismo shiíta y sunnita, lo que  permite comprender las posibles expresiones que tomará este último y porqué Estados Unidos no logra definir claramente la nueva amenaza  recurriendo a esquemas globalizadores. Der Ghougassian sostiene que hay que subrayar los peligros de la repetición de los errores del pasado en este proceso de determinar el rostro del enemigo, y las consecuencias negativas que tendrán tanto para la definición de las amenazas reales, como para la elaboración de una postura que ayudaría a brindar mayor estabilidad en vez de conflicto.

La cuarta mesa estuvo dedicada al tema “Estados Unidos y el Medio Oriente”. El licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires, Matías Lobos, presentó una ponencia titulada “La política exterior norteamericana en el Medio Oriente: coherencia y previsibilidad”  Partiendo del pensamiento político norteamericano que siempre ha sostenido el deseo de luchar por un orden global fundamentado en la democracia, el libre comercio y el derecho internacional Lobos analiza los objetivos y estrategias de la política internacional norteamericana.  Explica como la Casa Blanca ha oscilado entre dos posturas contradictorias. Por un lado, actúa como faro para el resto de la humanidad, perfeccionando el sistema político democrático en el interior de su nación y asumiendo una política internacional aislacionista. Por el otro, asume la premisa de que Estados Unidos debe asegurar el desarrollo de las democracias en todo el planeta. El intervencionismo norteamericano se justificaba por un mandato imperativo moral superior, por el cual debía actuar como “cruzados” en esta defensa universal de la democracia y el respeto a los derechos humanos.  Así, Lobos expone los objetivos que son considerados intereses nacionales vitales por los dirigentes estadounidenses: la prevención de eventuales ataques con armas de destrucción masiva a su territorio, la consolidación de un equilibrio geoestratégico entre las potencias de Eurasia  y  el suministro regular de producción petrolera a precios estables y razonables.  De esta manera se puede comprender la lógica de la política internacional norteamericana trasladada a un ámbito regional como es el Medio Oriente considerado una zona central para la defensa de los intereses nacionales vitales de Washington.   Finalmente, Lobos intenta determinar las razones que convierten al accionar político internacional norteamericano en un hecho previsible y coherente desde la perspectiva de la combinación de idealismo y realismo en los fundamentos de la política internacional de Estados Unidos.

El Departamento de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales presentó un trabajo colectivo de Leonardo Balamaceda, Pedro Brieger y Carmen Sfrégola titulado “Estados Unidos y la contención dual”.  En este trabajo se parte de la desaparición de la Unión Soviética como única superpotencia capaz de desafiar el poder de Estados Unidos en el Medio Oriente ya que esto creó las condiciones necesarias para que la administración Clinton enfrentara el desafío de asegurar la estabilidad del Medio Oriente en un nuevo marco regional y mundial.  En este trabajo se analiza la política exterior de Estados Unidos hacia Irán e Irak en la década de los 90, denominada política de "contención dual". La elaboración de este nuevo concepto fue fruto de las premisas presentadas por Martín Indyk, asesor para asuntos del Cercano Oriente del gobierno de Bill Clinton y finalmente maduradas por el Asesor en Asuntos de Seguridad Nacional, Anthony Lake. Según este nuevo concepto, dado que tanto Irán como Irak son regímenes hostiles a los intereses norteamericanos, la estrategia del Departamento de Estado debe consistir en debilitar simultáneamente la capacidad política, económica y nuclear de ambos países. La política de "contención dual" representa una ruptura conceptual con la estrategia anterior de la Casa Blanca que tenia como objetivo –según las circunstancias- fortalecer a un país para contrarrestar al otro.  Desde la idea original de George Kennan, que planteaba contener el avance de la Unión Soviética, se examina cómo fue reeditada esta estrategia que se encuentra dirigida a contener a ambos estados del Golfo arábigo-pérsico.

La licenciada  Miriam Liliana Jaime de la Universidad Nacional de Salta presentó la ponencia “Estados Unidos y la seguridad regional después de la crisis del Golfo” analizando la dinámica regional en relación a la posible conformación de "una estructura de seguridad", integrada por Estados Unidos y países del Medio Oriente. Asimismo,  plantea el orden de posguerra, lo cual puede significar incluir medidas de control de armas en la región y la emergencia de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial que no puede directamente ordenar el fin de las disputas locales. Después de la invasión iraquí a Kuwait y la posterior guerra del Golfo, se ha llevado la "cuestión de la seguridad en el Medio Oriente" a la cumbre de la discusión internacional. Estados Unidos ve como necesidad urgente la conformación en el área de una estructura de seguridad regional, para mantener la estabilidad futura. Esta idea fue planteada a principios de septiembre de 1990, por el Secretario de Estado James A. Baker, en un testimonio ante el Congreso estadounidense.

Varias ideas tentativas, desde entonces, fueron surgiendo en el círculo de la política exterior de Estados Unidos, con respecto al posible establecimiento de un sistema de seguridad ya que éste requeriría no solamente la participación de los actores locales, que defienden sus propios intereses, sino también la intervención de varios otros que puedan contribuir de manera positiva al establecimiento de un estable sistema regional

Cecilia Carolina Delaney de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador presentó el trabajo “Cuestionamientos a la total obsolescencia de los enfoques del realismo clásico al abordaje del conflicto de Medio Oriente”.  Este trabajo está orientado por el afán de elucidación de los conceptos que implica el abordaje analítico del conflicto árabe–israelí desde una doble perspectiva que no redunde sólo en una posición discursiva respecto "de" Medio Oriente sino también que dé cuenta de las singularidades y regularidades susceptibles de observar tanto en la génesis y desarrollo del conflicto así como las características de la estructura que sirve de marco a esta dinámica.  De acuerdo al marco formulado para el análisis se realiza una breve esquematización del reparto de fuerzas a nivel del sistema y del subsistema (el Medio Oriente) y del rol jugado por los Estados Unidos y de la Unión Europea en relación al conflicto.  Delaney también aborda la temporalidad o permanencia de las alianzas establecidas así también como el rol que juega la ideología en el curso del conflicto y en el equilibrio general de la región dado que ésta debe ser contemplada en función de su capacidad de vehiculizar apoyos y promover políticas concretas (ideas – fuerza) y no meramente como una panacea susceptible de incluir una amalgama de conceptualizaciones y percepciones disímiles o simplistas. En este punto contempla el caso del sionismo y del nacionalismo árabe con el objeto de discernir el carácter homogéneo o heterogéneo del subsistema y su relación con el sistema en cuanto a esta característica.

Desde el Departamento de Medio Oriente se intenta estimular el estudio de la región y es de esperar que las próximas Cuartas Jornadas de Medio Oriente de 2002 cuenten con una  progresiva participación de académicos nacionales y extranjeros.

 

Pedro Brieger

Coordinador del Departamento de Medio Oriente