Departamento de Relaciones Económicas Internacionales

Presentación

 

Estructura económica internacional.

Efectuando una evaluación preliminar de la Economía, y desagregando este  análisis por bloque mundial, partimos de la premisa que EEUU fue el país que más creció en los años ‘90, mientras que en 1999 el bloque europeo creció a la mitad de la tasa de crecimiento estadounidense. Por lo que con este contexto, sumado al hecho palpable y concreto que determina la debilidad manifiesta del euro frente al dólar, el liderazgo económico de EEUU parecía no tener discusión tampoco durante el año 2000.

Enfocando el análisis descriptivo de lo general a lo particular, podemos precisar que América del Norte (con EEUU y Canadá como más claros representantes) contribuyó en un 40 % al Producto Bruto Mundial (“riqueza mundial”), el bloque europeo (incluyendo países de Europa occidental que no forman parte del patrón euro como Gran Bretaña) contribuyó también en un 40 % con el producido mundial, Japón representó un 16 % de la riqueza en el orden mundial, mientras que los países del Sudeste asiático, de Europa del Este y de América Latina colaboraron con un 4 % del PBI mundial.

Del 4 % referido con anterioridad, América Latina contribuyó a ese guarismo en un 40 % (es decir el 1,6 % del producido mundial), Europa del Este (Europa emergente) en un 30 % (es decir un 1,2 % de la riqueza mundial), y los países del Sudeste asiático en un 30% (es decir un 1,2 % del PBI mundial). Dentro del bloque de América Latina y tomando en forma particular a América del Sur, Brasil contribuyó al 50 % de lo producido en la región, Argentina al 10 %, y Chile en un 2 % del total regional. De lo expuesto, surge con nitidez que lo producido por Argentina representó sólo un 0,16 % de la riqueza mundial, lo que demuestra consecuentemente la insignificante participación de nuestro país en el contexto económico mundial, ubicándose en el vagón de cola perteneciente a la categoría de los países subdesarrollados, periféricos o en vías de desarrollo.

Si pretendemos explicar con rigurosidad el comportamiento de la Economía mundial durante el año 2000, es imposible perder de vista y considerar prioritario, el funcionamiento de la Economía estadounidense durante este período.

En el inicio del año, algunos expertos pronosticaban una ínfima desaceleración en los Estados Unidos, que le permitiría a Europa crecer en forma paralela al país de América del Norte. También se aventuraba una leve recuperación de Japón (todavía la segunda Economía del mundo) aunque todavía lejos de la tasa de crecimiento de EEUU y de países europeos como Alemania, Francia y el Reino Unido. Por otra parte, también se creyó en una revitalización de las Economías emergentes de los países asiáticos, considerando como prioritario y preeminente en el análisis de la región el caso de China que podía aventurar un crecimiento similar o análogo al de los países centrales (aunque se dude del grado de representatividad de las estadísticas oficiales). Este conjunto de postulados, tuvo atisbos de aciertos parciales en su concepción.

La producción mundial alcanzó en promedio un aumento del PBI real positivo, y las naciones avanzadas de América del Norte, Europa y el Sudeste Asiático siguieron en franco crecimiento. Las Empresas multinacionales fueron importantes actores en la escena internacional, mientras que las economías mixtas, y no el más puro capitalismo de “laissez-faire”, fueron en forma dominante el parámetro de la organización económica. La mayoría de las decisiones sobre asignación de recursos económicos escasos, fueron tomadas por Empresas cuyo objetivo principal era la producción de ganancias, a través de la competencia entre sí en el orden local e internacional. La estabilidad macroeconómica fue prioridad para los gobiernos y los respectivos bancos centrales. La política impositiva y presupuestaria se constituyó en un instrumento relevante, para tratar de atenuar la desigualdad de oportunidades y resultados, producto del mecanismo de la economía de mercado y de competencia de precios. Complementariamente, aumentó la expectativa de vida de la población en casi todo el mundo.

La mayor parte de la recuperación mundial, estuvo apoyada en el persistente crecimiento de la economía estadounidense, por lo que una amenaza a la prosperidad y al crecimiento en EEUU lo es también a la prosperidad mundial.

Dentro de un análisis real de la economía de EEUU, el cambio tecnológico y el aumento de la productividad determinaron las bases del crecimiento norteamericano durante el año 2000. En el sistema de precios de la economía norteamericana no existe poder de imposición de los mismos, ya que es altamente flexible. Es decir que a nivel global, la economía no tiene poder para aumentar los precios, salvo la imposición o influencia del cambio real.

La calidad de riesgo crediticio de los Estados Unidos, lo convirtió en una virtual “aspiradora de fondos”, con el consiguiente fortalecimiento de la moneda norteamericana en referencia al euro y al yen con motivo del importante aumento de la productividad ya descripto. El resultado del sector externo de EEUU es producto del diferencial de tasa de interés con respecto a Europa y Japón, que provocó la atracción del flujo de fondos señalado. Estados Unidos pagó una mayor tasa de interés porque tiene un nivel de productividad que se lo permitió, mientras que a Europa y Japón les convino prestar extrafrontera a EEUU por la diferencia de tasa en cuestión.

El superávit fiscal norteamericano motivó la creciente amortización y rescate de deuda, y cambió la composición del activo que respalda el dólar americano. Los títulos emitidos por el sector público estadounidense tendieron a desaparecer, lo que provocó un mayor impulso para el aumento del crédito privado.     

En referencia al mercado laboral, el desempleo en EEUU bajó en los primeros meses del año al 4 % (la tasa de desempleo más baja en 30 años), mientras que subieron los salarios y la cantidad de horas trabajadas; sin embargo, la fuerza laboral creció con mayor lentitud debido al fenómeno demográfico. Puntualmente, en abril del 2000 alcanzó el tan deseado pleno empleo (aislando en el análisis el componente de la tasa natural o estructural de desempleo de una economía), alcanzando en este mes la tasa de desempleo el nivel del 3,9 % (fruto de la expansión económica de casi diez años). Se crearon 340.000 puestos laborales, lo que hizo retroceder el desempleo del 4,1 % al 3,9 % ( la última vez que la tasa de desempleo fue del 4 %, aconteció en Enero de 1970 con el final del auge productivo por la guerra de Vietnam). No obstante esto, la suba de salarios quedó rezagada en referencia al aumento del índice de productividad, induciendo a la baja el costo laboral por unidad, y limitando el ámbito de acción de una eventual presión inflacionaria.

El aumento de la productividad y una economía en crecimiento e impregnada de solidez, no motivó otra consecuencia que el fortalecimiento de la moneda local (el dólar) y la debilidad relativa de otras monedas representativas (como el euro y el yen).

Es hora de detallar y analizar el “talón de Aquiles” de la primer economía mundial : una balanza comercial deficitaria, un importante nivel de endeudamiento con el resto del mundo (por el diferencial de tasa de interés ya mencionado, y para financiar el saldo negativo de la ecuación comercial referida) que alcanzó el valor de 2,3 billones de dólares, una tendencia declinante del nivel de ahorro (con una perspectiva consumista en alza), un aumento del ingreso de los consumidores norteamericanos (con el consecuente aumento desmedido de las importaciones), y la limitación de las exportaciones estadounidenses al Asia (por la leve e insuficiente recuperación de estas economías emergentes), constituyeron un “cocktail” que el tiempo juzgará si será explosivo. Este país debe al resto al mundo en términos relativos un 20 % del valor de su PBI, mientras que el déficit comercial alcanzó comparativamente un 4 % de su PBI. A pesar del creciente superávit fiscal, la tasa de ahorro nacional fue insuficiente para compensar las necesidades de inversión de EEUU, de manera que fue indispensable un déficit de la balanza comercial para cubrir esta brecha. Contrariamente a esto, el nivel de producción industrial aumentó a razón del 7 % anual y con una inflación controlada (con excepción del mes de Setiembre del 2000  en donde tendió al 1 %), con un crecimiento de la economía estadounidense que osciló entre el 5 % y el 6 % anual (con el record del 7,6 % en el primer trimestre del 2000), y con un aumento de la productividad de la economía a un nivel del 4 % anual.

A pesar del aterrizaje y la desaceleración de la economía de los EEUU  en el último tramo del año (por una baja en la inversión y el gasto público), además de la merma en la creación de puestos de trabajo, y de la caída o freno del nivel de producción industrial, la tasa de desempleo osciló eventualmente hasta fin de año en una brecha de 3,9 - 4,1 % (retrocediendo curiosamente el nivel de trabajo flexible, y aumentando la sensación de seguridad en el empleo por parte de la población estadounidense).

Como contraste de lo expuesto, el bloque europeo se caracteriza por haber alcanzado la convergencia y la homogeneización a través de un esfuerzo fiscal importante (sobre todo de los integrantes de la Unión Europea), que provocó la liberalización de ahorros y una baja estructural de la tasa de interés. Sin embargo, Europa no tiene la flexibilidad de precios de la Economía estadounidense, poseyendo además una malla de protección social (“Estado de bienestar”) que impulsa hacia arriba la tasa de desempleo que osciló en el 9 % promedio. Tampoco alcanzó el nivel de productividad de la economía real norteamericana (que utiliza al máximo el potencial de recursos productivos, y que aplica tecnología de punta con destino de inversión), aunque la evolución del empleo en Europa fue importante en el año 2000 en términos generales. El bloque europeo creció en el orden del 2 – 3 % anual en su agregado, manifestándose además una debilidad del euro frente al dólar potenciada por la insuficiente productividad.

En la Unión Europea, el promedio de la relación del gasto público en función del PBI representó un 45 %, mientras que en EEUU fue del 30 %. Además Estados Unidos tiene atributos que Europa no tiene : sindicatos débiles y mercados laborales desregulados, una regulación de la actividad económica transparente, una cultura de negocios legalista, una relativa apertura en cuanto a su política de inmigración, y un sistema de educación de orden superior, además de una economía altamente innovadora.

Si la economía de EEUU no merma o cede en su expansión, el dólar seguirá robustecido en detrimento del euro, pues la Unión Europea tiene un “techo” más bajo de crecimiento. Por esta situación, los intentos del Banco Central Europeo por impulsar el euro hacia arriba fueron circunstanciales, ineficientes y de tono coyuntural.

En cuanto a la depresión y a la desaceleración experimentadas por EEUU en el último trimestre del 2000, Europa no fue la excepción, ya que la actividad industrial y el nivel de crecimiento en la zona del euro tendieron también a la baja.

También se observó una suba en la inflación anual (rondando el 2 %), debido al aumento de los precios del petróleo y a la baja tasa de cambio del euro en relación al dólar, lo que estimuló al Banco Central Europeo a subir la tasa de interés en reiteradas oportunidades, en respuesta a la eventualidad de una presión inflacionaria (llegando la tasa de interés al 4,75 % en los últimos meses del año).

El éxodo del flujo de fondos o de inversiones hacia un destino más seguro como EEUU, se constituyó también en otro perjuicio hacia la región europea.

Analizando el mercado laboral, se observó en el bloque europeo durante el 2000, una mayor tendencia a la flexibilización laboral (en oposición a lo presentado en EEUU), además de que la tasa de desempleo fue más del doble que la registrada en el país de América del Norte (con un desempleo en valores absolutos de casi 11,9 millones de personas ).

En cuanto a Japón, cuya economía es la segunda a nivel mundial, su situación es altamente compleja: una tasa de interés que tendió a cero, el destino de inversión hacia sectores que no brindaron retorno alguno, una pirámide poblacional invertida por la edad avanzada de su gente, el intento persistente de destrucción de riqueza (capital o inversión) para aumentar la rentabilidad (ya que no se pudo bajar voluntariamente la tasa de interés para reactivar la economía), una tasa de desempleo análoga a la de EEUU pero con tendencia en alza, una disminución operada de la capacidad de ahorro de la población, una balanza de pagos altamente deficitaria, y con una inseguridad evidente en el empleo (perdió vigencia el concepto de “empleo para toda la vida”). Todo este conglomerado de características de la economía japonesa, no hace más que reafirmar que técnicamente se encuentra en una virtual “trampa de liquidez Keynesiana”. El déficit fiscal de Japón alcanzó en valores comparativos el 8 % de su PBI (debido a la política fiscal expansiva), mientras que en la Unión Europea este valor no superó en forma agregada el 2,5 % (debido a la restricción del Tratado de Maastricht que fija como tope máximo el 3 %) ; y EEUU, por otra parte , gozó de un superávit fiscal  en pleno crecimiento. Por todo lo expuesto, Japón se ha salido del equilibrio económico estacionario.

Luego de esta evaluación del contexto económico mundial, a través del análisis de las principales economías, son varios los interrogantes en cuanto a las perspectivas para el 2001: ¿ se avecina una temporada recesiva?, ¿ un problema en los mercados emergentes puede desestabilizar las paridades cambiarias de Europa y América Latina?, ¿ se avizora un estancamiento económico persistente ?, ¿ podrá mostrar el euro cierta solidez ante una debilidad de la economía estadounidense ?, ¿ se producirá a nivel mundial una burbuja económica, o simplemente un recalentamiento y una reactivación de crecimiento sostenido ?,¿ podrá Europa igualar el crecimiento económico de EEUU ?, ¿ seguirá vigente la tendencia actual del retiro parcial del Estado de la economía, el saneamiento de las cuentas públicas, y el cierre de la brecha fiscal?. Sólo el transcurso del tiempo resolverá estos interrogantes.......

 

Tendencias del Comercio Internacional.

 

En el mundo se ha desalentado el modelo económico de crecimiento hacia adentro, estimulando y fomentándose el de crecimiento hacia fuera (o extrafrontera) típico de los países del Sudeste asiático. El comercio internacional actual suplanta al movimiento físico de factores. Sin embargo, no todos los países del mundo pueden tener un modelo de desarrollo hacia afuera. El grado de integración económica es inverso al grado de escala de movimiento de factores. En el MERCOSUR hay intercambio de productos pero no de factores (al igual que en el NAFTA).

No se produjeron cambios sustanciales en la política de subsidios de la Unión Europea, ya que este bloque destinó el 9 % del presupuesto asignado, a políticas agropecuarias para subsidiar a sus productores (a pesar del discurso oficial que plantea una mayor integración entre los bloques del Mercosur y la Unión Europea). La Unión Europea representó durante el año 2000 un 20 % del comercio mundial, al igual que los Estados Unidos.   

En Marzo del 2000 comenzaron en Ginebra, las negociaciones para continuar el proceso de reformas del comercio internacional de productos agropecuarios y servicios en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Se observó una tendencia marcada a lograr una liberalización del comercio internacional, aunque existen discrepancias en el contexto internacional acerca de los efectos de la globalización, el comercio, y la emergente interdependencia de las economías.

La guerra de subsidios a las exportaciones en la que cayeron EEUU y la Unión Europea hacia fines de la década del ’80, sumado a un contexto de precios bajos, excedente de productos, y elevadas transferencias presupuestarias al sector, generaron por esos años la necesidad imperiosa de incorporar el tema de la agricultura dentro de la agenda multilateral de comercio.

El hecho de apegarse al proteccionismo bajo la excusa de la multifuncionalidad de la agricultura por parte de la Unión Europea, Corea, Japón y otros países, además de  la inclusión de temas como la protección del medio ambiente, los estándares laborales, biotecnología, y la carencia de liderazgo de los principales actores, ponen en evidencia las restricciones y los obstáculos a que está sometido el proceso de liberalización del comercio agropecuario internacional.

La agricultura estadounidense es el producto de un sistema integral de subsidios y mecanismos de apoyo al productor. Estos programas abarcan subsidios directos a los precios e ingresos, limitaciones de acceso a su mercado y subsidios a las exportaciones, que justifican la existencia de elevados niveles de protección en la agricultura estadounidense, y los atisbos fundados de mero proteccionismo inmersos en ella.

Los roces manifiestos entre los bloques regionales, motivó un pedido de la Unión Europea para aplicar sanciones comerciales a EEUU en forma de compensación pecuniaria o multa. La disputa entre estos dos bloques viene de hace años, y es debido a exenciones impositivas que el gobierno de Estados Unidos otorga a las Empresas de su país que exportan al viejo continente (estos estímulos son interpretados como subsidios). Sin embargo, se busca evitar una confrontación total, ya que esto iría en desmedro de las relaciones bilaterales y del comercio entre las dos mayores potencias económicas del mundo.

    

      

Perspectiva de los Organismos multilaterales de crédito.

 

En cuanto a la situación de los organismos multilaterales de crédito, siguieron acentuándose las críticas referidas a sus roles, facultades y funciones. El Fondo Monetario Internacional sólo puede asesorar, no obligar a los gobiernos a tomar medidas, ni opinar para “crear” la crisis que está tratando de evitar. Los programas fomentados por el FMI fueron estructuralmente erróneos, dejando de lado temas centrales como las altas tasas de interés así como el problema de las deudas del sector privado.

En lo atinente a los roles del Fondo, los economistas propugnan variadas concepciones: mientras algunos solicitan se amplíen los poderes del organismo para ayudar a las economías en crisis, convirtiéndolo en un valedero prestamista de última instancia, siendo garante de créditos extranjeros, y hasta supervisando los movimientos internacionales de capitales; otros sin embargo, apoyan la idea de recortar sus funciones y limitarlas al cumplimiento de un objetivo de origen : la asistencia financiera de corto plazo.

Tampoco el Banco Mundial, cumple eficientemente el papel de ayudar y asistir a los países pobres a través de programas de asistencia y fomento.

Las falencias referenciadas de estos organismos internacionales, sumadas a la responsabilidad concreta de los mismos en las sucesivas crisis financieras de  los últimos tiempos (como la imputación directa al FMI por su manejo de la crisis asiática de 1997), además del peligro de desfinanciamiento  inducido por parte de ciertos países centrales molestos (sobre todo EEUU), avizoran un futuro de incertidumbre e inestabilidad para estos organismos multilaterales de crédito, que se ven imposibilitados de justificar su existencia, su razón de ser y su accionar. ¿ El fracaso en el “test” o cumbre otoñal de Praga habrá marcado el principio del fin ?....

 

Dra. Ana Cecilia Broitman; Dr. Gustavo Daniel Di Paolo

Coordinadores del Departamento de Relaciones Económicas Internacionales