Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1994

"TENDENCIAS ECONOMICAS INDESEABLES

O LA INSENSIBILIDAD DEL MODELO"

Abog. Ruben Alberto GENEYRO (*)

(*) Abogado, Especialista en Integración Latinoamericana

"Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa y lo mejor que imagina.

Los hombres sin ideales son cuantitativos, pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor."

(EL HOMBRE MEDIOCRE, José Ingenieros)

Al iniciarse el año 1993, todas las voces se alzaron con una consigna fundamental: COMBATIR LA POBREZA, tanto los organismos internacionales como la mayoría de los gobiernos latinoamericanos coincidían en la necesidad de comenzar a dar respuesta a los problemas sociales derivados de los "distintos ajustes".

Lamentablemente, el año 1994 comienza con la misma consigna, pero con el agravante de que los indicadores sociales demuestran un retroceso y los hechos, derivados de ello, han dejado sus marcas.

De allí, que los aspectos sociales de América Latina y el Caribe siguen siendo unos de los más importantes "temas pendientes" dentro de esta nueva etapa democrática caracterizada por las políticas de ajuste estructural.

LA POBREZA: UNA "CARACTERISTICA" COMUN.

La tendencia más clara que se ha observado en la región, durante el año 1993, es el aumento significativo de la POBREZA. Ha sido el rasgo distintivo para la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños.

La profundización del modelo neoconservador por gran parte de los gobiernos, ha demostrado a través de los números, y más allá de las interpretaciones, que las importantes mejorías de las variables macroeconómicas no han tenido un correlato positivo y directo sobre todos los sectores de la población. Sino, que en mayor medida, el modelo, ha abierto una brecha más profunda - dado el "tipo de desarrollo" perseguido - entre las desigualdades de la sociedad latinoamericana. Desde esa perspectiva, hoy resalta con gran nitidez, la existencia de una SOCIEDAD DUAL como producto de un esquema económico que genera exclusión.

Lo más notorio es que a estas conclusiones, también han arribado casi todos los informes elaborados por los organismos internacionales, que fueron los que "vendieron" las bondades del modelo seguido; y quienes, actualmente ponen en duda la posibilidad de su continuidad dado el marco de crisis social que se comenzó a vislumbrar.

Así, el Banco Mundial expresa: "Será posible mantener las reformas estructurales de los últimos diez años y evitar una vuelta atrás solamente si se reduce la pobreza y mejoran las condiciones de vida de los pobres" (1).

Más allá llega la CEPAL, que ha venido advirtiendo sobre la necesidad de lograr una transformación productiva con equidad: "Queda, al mismo tiempo, la certeza de la prontitud que requieren las acciones de emergencia y de las políticas sociales a fin de evitar deterioros mayores como la alteración de los precarios equilibrios sociales existentes o la posibilidad de que puedan verse afectadas las bases del libre juego democrático..." (2).

Lo expresado, sin dudas, da lugar a una importante cantidad de conclusiones, pero veamos el por qué de este fenómeno.

"LOS NUMEROS" - "LAS INTERPRETACIONES"

Las cifras estimadas por los organismos internacionales, sobre el número de personas que en América Latina y el Caribe se pueden considerar bajo la línea de pobreza, se acercan a los 200 millones de personas. Es decir, aproximadamente el 46% de nuestra población tiene sus necesidades básicas insatisfechas. Lo cual da un alarmante punto de partida para el análisis.

Las características más sobresalientes de estos índices de pobreza, son:

- el crecimiento económico ha sido acompañado de mejoras modestas de los índices de pobreza, mientras que los retrocesos en los períodos recesivos o de estancamiento económico han sido significativamente mayores.

- La pobreza es hoy predominantemente urbana en lo que respecta a volúmenes de población afectada, no obstante que en muchos países la incidencia y severidad de la misma es mayor en el medio rural.

- En los comienzos de la presente década, los porcentajes de población que no satisfacen sus necesidades básicas difieren, entre los países, menos que a comienzos de los ochenta. Aunque esto, no oculta la heterogeneidad de la pobreza en la región (3).

Si tomamos en cuenta las cifras de los países más afectados, las interpretaciones deberían llevarnos a una profunda relfexión y a un replanteo de fondo. Por ejemplo, en Brasil, según datos elaborados por el Instituto de Investigación Económica Aplicada dependiente del Ministerio de Planificación, el 21% de la población (alrededor de 32 millones de personas) vive en la indigencia, diferenciándola dentro del casi 50% de la población en situación de pobreza. El caso de Haití es el más extremo de la región, ya que el 74% de la población vive en estado de "pobreza absoluta".

Uno de los indicadores que mayor claridad genera para determinar el por qué de estos niveles de pobreza es la DISTRIBUCION DEL INGRESO en América Latina. El 20% más carenciado de la población recibe aproximadamente el 4% del ingreso. Y si tomamos en cuenta, que este indicador, históricamente refleja la justicia social de un país o región, podemos observar que estamos muy atrasados con ciertos "temas pendientes".

Por otra parte, las diferencias de ingresos son mucho más notorias dentro de cada país, encontrando sociedades con indicadores totalmente opuestos. En Brasil, Río Grande do Sul tiene indicadores sociales comparables con Portugal o Corea, mientras que Paraiba se asemeja a Kenya.

El entonces candidato oficialista en Chile, Eduardo Frei, reconocía al visitar la comuna de San Joaquín a sólo 3 Km de pleno centro de Santiago: "Esta es una comuna muy pobre, incluso hay sectores que viven bajo condiciones extremas de pobreza y nos chocan las diferencias entre los que gozan de la prosperidad y los que todavía permanecen en la extrema pobreza" (4).

Por ello, notamos que la redistribución de los ingresos debe modificarse, y por vías más directas que las hasta hoy utilizadas, ya que estos indicadores surgen de un contexto, en general, de mayor estabilidad macroeconómica con pautas de crecimiento.

Más allá de los beneficios que genera a los más pobres la reducción de los desequilibrios macroeconómicos (a los que son mucho más vulnerables) y en particular la inflación por ser uno de los impuestos más regresivos (aunque sin dejar de mencionar la regresividad de los sistemas tributarios de la región), debemos tener en cuenta lo que surge de los índices mencionados, con la política macroeconómica no obtendremos todos los objetivos sociales o de redistribución necesarios para mejorar la situación de la mayoría de la población.

Otros dos factores tienen fundamental trascendencia para explicar la situación actual de la pobreza y la desigualdad en la distribución. Son la EDUCACION y el EMPLEO.

En la actualidad es indiscutible la necesidad de poseer una fuerza laboral capacitada, para aspirar a una estrategia de desarrollo exitosa que le permita competir internacionalmente, para ello basta analizar los indicadores de los "tigres asiáticos". Así, a través de una fuerza laboral dinámica y productiva, se podrá competir, elevar los salarios y el nivel de vida, y por consiguiente, reducir la pobreza y la desigualdad social.

Por ello, es opinión compartida, que existe una relación casi directa entre el nivel de educación y las posibilidades de un ingreso más digno y en consecuencia una mayor probabilidad de satisfacer las necesidades básicas.

Si bien, esto tiene un correlato con las estadísticas de los países Latinoamericanos y Caribeños, a partir de este "nuevo modelo económico-social", pueden comenzar a observarse ciertas tendencias para destacar.

Según datos obtenidos de estudios de la CEPAL, en los países con mayor rezago en materia educacional, entre el 70% y 75% de la población económicamente activa (P.E.A.), tiene menos de 10 años de instrucción, mientras que en los más avanzados ese porcentaje es inferior al 50%. Lo más alentador es que los niveles de instrucción entre los jóvenes ocupados es mayor.

Ahora bien, en la relación: Nivel de educación/Acceso al empleo/Ingresos, es muy singular la situación. Según CEPAL: "En general, en los países donde la incidencia promedio de pobreza es alta y correlativamente los niveles medios de instrucción son bajos, tanto los ingresos como el porcentaje de pobres dentro de la P.E.A. ocupada, están estrechamente asociados a los años de estudio. Por el contrario, en los países con mayores niveles de calificación de su fuerza de trabajo y menores índices de pobreza, las disparidades de ingreso e incidencia de pobreza entre estratos educacionales son menores. Así por ejemplo, los ocupados con hasta 5 años de instrucción tienen en Guatemala y Honduras incidencias de pobreza de 60% y 70% respectivamente, en tanto entre los con 10 y más años aquellas se reducen a 9% y 21%. En cambio, en Chile, que representa un caso opuesto, no hay diferencias significativas de ingreso y de pobreza entre los ocupados con hasta 5 años y de entre 6 y 9 años de instrucción; la incidencia de pobreza es en ambos casos de 40%, mientras que en el grupo de 10 y más años de instrucción el porcentaje de pobres sólo se reuce a 18%" (5).

Estas cifras nos llevan a dos primeras conclusiones. Una, los altos niveles de instrucción actualmente requeridos para obtener ocupaciones que permitan abandonar la situación de pobreza, y por consiguiente el importante grado de inversión educativa que es necesario realizar. La otra, las diferencias educacionales influyen sobre el tipo de acceso al empleo, pero al parecer en algunos países "más avanzados" no hacen variar significativamente el ingreso.

Esta situación se da en un marco preocupante según Sebastián Edwards (representante del Banco Mundial para América Latina): "El cuadro es pésimo. En 1980 la región invertía 180 dólares por alumno primario al año. Ahora invierte 118. En los EE.UU. el monto llega a 5.500 dólares. Sólo por repetición de grado de los alumnos, la región pierde 3.000 millones de dólares al año. Estamos sugiriendo mejora salarial al docente, aumento de la educación científico-técnica y sistemas de capacitación períodica o recurrente para trabajadores" (6).

Por todo lo mencionado, creemos en la necesidad de generar en toda la región un debate profundo sobre la incidencia de la educación para aspirar a un mejor desarrollo y por sobre todo, un desarrollo equitativo.

Para ello deberán tenerse en cuenta experiencias y estudios relativos a la problemática educacional, que entre otras cosas nos indican:

* La inversión en educación primaria tiene una tasa de rentabilidad, tanto privada como social, particularmente elevada.

* La rentabilidad social de la educación primaria fue superior a la de la educación secundaria, en gran parte de los países latinoamericanos.

* La matrícula primaria neta en América Latina (1989) fue del 87%, en los países asiáticos del 100%.

* La matrícula secundaria en la región fue del 50% (Chile 75%, Argentina 74%, Brasil 39%, Guatemala 21%). En Corea del Sur fue del 86%.

* La matrícula terciaria en Latinoamerica era del 18% (Argentina 41%, Chile 19%, Brasil 11%, Jamaica 5%); mientras que en Corea llegaba al 38%.

* La menor inversión en escuela primaria, ha afectado a insumos importantes de la educación, como:

- sueldos de los maestros

- disponibilidad de libros de textos

- se redujo el financiamiento preescolar

* El acceso a la educación temprana y preescolar es insuficiente en Latinoamerica.

* La calidad media de la educación primaria, en la región, es muy mala.

* En América Latina la desatención de la escuela primaria contrasta con grandes subsidios a la educación superior, con los consiguientes efectos regresivos en materia de distribución, ya que implica la reducción de recursos disponibles para los pobres.

Por último, el ingreso es hoy otro factor determinante para lograr ciertos niveles de educación; y en términos generales, se puede observar que el conocimiento tiene un grado mayor de concentración que el ingreso. Razón por la cual, sin una decidida acción que mejore las condiciones de acceso de los sectores menos favorecidos, a la educación, los efectos redistributivos de la misma no serán eficientes.

Otro de los aspectos principales para la explicación de los actuales índices de pobreza en la región, surge del mercado de trabajo.

En este, la gran incidencia del sector informal es una de las tendencias más firmes, y necesarias de erradicar para buscar una mayor productividad como medio para luchar contra la pobreza.

Las estadísticas determinaban que dentro del mercado laboral, en 1980, el 19% correspondía al sector informal, en 1990 ese porcentaje se incrementó al 24% (aproximadamente 28 millones de personas). Esta situación se ve agravada por dos instrumentos muy característicos de los actuales planes de ajuste: por un lado, el retiro voluntario que se ha constituído en la herramienta para amortiguar la conflictividad de estas políticas en el empleo público y la reconversión de los grandes grupos económicos, llevando a aumentar el número de cuentapropistas, a una mayor precarización laboral y en muchos casos a la desocupación. El otro mecanismo lo genera el empleo temporario, que significa trabajadores más baratos para las empresas pero, a su vez, generando un perfil de trabajador con destino incierto y sin acceso seguro a los beneficios sociales.

Esta característica del incremento de la informalidad (concentrada básicamente en el comercio y los servicios); se da en un contexto - que, según las cifras de CEPAL; podría describirse en los siguientes puntos que relacionan la inserción laboral con la pobreza:

1) En países con una población predominantemente rural y donde la pobreza supera el 50% (como Bolivia, Guatemala y Honduras), en el medio urbano, la pobreza en la población ocupada sin calificación técnico-profesional es superior al 40%. En el medio rural, cerca del 50% de los ocupados son campesinos (no asalariados) con incidencias de pobreza superiores al 70%. Los asalariados no profesionales ni técnicos, representan un 30% de la P.E.A. ocupada y con incidencias de pobreza similares. Los profesionales, técnicos y empresarios no llegan al 2% del empleo rural.

2) En el resto de los países, el grueso de la P.E.A. ocupada es asalariada. La P.E.A. ocupada urbana, en países como Brasil - Colombia - Costa Rica - Chile - Panamá - Uruguay y Venezuela, tiene un porcentaje entre 40% y 50% de asalariados no profesionales ni técnicos (sector público y privado). La incidencia de pobreza es similar y en algunos casos superior al promedio de la P.E.A. ocupada.

- Este grupo de asalariados, pero en establecimientos de menos de 5 ocupados, y en el servicio doméstico representan entre el 15% y 25% de la P.E.A. ocupada, con incidencias de pobreza de las más elevadas.

- En países como Brasil o Chile han aparecido incidencias del 10% o más, entre profesionales y técnicos tanto del sector público como del privado.

El perfil descripto no contempla dos grupos en los que la incidencia de pobreza es mayor al promedio de la P.E.A. ocupada. Por un lado, los inactivos remunerados (jubilados y pensionados) con una situación muy problemática y sobre todo cuando llegan a representar entre el 10% y 25% del ingreso total de los hogares urbanos.

El otro grupo lo representan los desocupados. El desempleo es actualmente otra de las problemáticas que debe enfrentar Latinoamérica, y de necesaria acción gubernamental para combatir la pobreza, y en particular atacando al desempleo urbano.

Los casos más extremos podrían situarse en Haití con un 80% de la población adulta desocupada, o en Nicaragua con una tasa del 60%, países en los que existe un problema político, social y económico de profundas raíces. Pero en materia de desocupación, es particularmente llamativa la situación de Argentina, como para tomar uno de los países que si cumple con "los deberes".

Pese a los excelentes números logrados a nivel macroeconómico (inflación, crecimiento, productividad), la situación producida por el desempleo es hoy uno de los puntos más críticos a resolver.

Los datos del Ministerio de Trabajo para 1992 determinaban que cada dos argentinos que trabajaban, uno carecía de ocupación plena, Las cifras eran: 63,3% de la P.E.A.(8 millones de personas) tenían ocupación estable; el 30,6% (4 millones) estaban subocupados (trabajan 3 horas semanales, tienen un empleoo precario como los cuentapropistas pobres, empleados domésticos, trabajadores rurales eventuales...) y un 6,1% estaban desocupados (772.000).

En 1993 la tasa de desocupación para los principales centros urbanos, en el mes de mayo, alcanzó al 9,9% de la P.E.A.. Según los últimos datos, en el mes de octubre la tasa de desocupación llegaba al 9,3% (1.350.000 personas).

De las cifras mencionadas se pueden esbozar tres primeras conclusiones en materia de empleo en Argentina, pero que pueden extenderse a gran parte de los países de la región:

a.- La situación no es coyuntural, ya que en los últimos 15 años hubo un descenso de la ocupación (sobre todo en el sector industrial) y un aumento del empleo precario; pero la situación en el marco de los actuales procesos de transformación, ha empeorado.

b.- La subocupación es un rasgo distintivo de la estructura ocupacional.

c.- La inversión productiva continúa siendo insuficiente para transformar el mercado laboral, ya que estas cifras surgen dentro de una cierta estabilidad de precios y con un aumento del nivel de actividad (desde 1991 la producción industrial crece casi constantemente).

Un aspecto de trascendencia, dentro de esta temática, lo constituye la desocupación juvenil. Esta tiene una tasa superior a la promedio, pese a los mayores niveles de instrucción de los jóvenes. Afecta proporcionalmente más a las áreas urbanas, a las mujeres y al tramo entre 15 y 19 años.

La situación es preocupante cuando esta fuerza de trabajo es sobre todo urbana y con tendencia a aumentar en dicho sentido. Por otra parte, sin políticas específicas para el sector, se calcula que a fin de siglo la tasa de desocupación juvenil, en la región, podría llegar al 12% (cerca de 6,5 millones de jóvenes) (7).

Reiteramos un concepto, pese a poseer mayores condiciones educativas, esto hoy no les asegura un acceso a empleos de calidad.

Sin dudas, la desocupación es una de las formas en que el tejido social puede destruirse y mucho más cuando se lo relaciona con la problemática de la inmigración. Ello, sin dejar de observar que la situación se encuentra enmarcada en los actuales procesos de integración.

De esa forma, la inmigración deberá ser objeto de una política global evitando convertir, a los migrantes internos y a los de países vecinos, en chivos expiatorios de los efectos de los programas económicos, como es en el caso de la desocupación.

Y dentro de esa política global está la mencionada a los procesos de integración. No pueden las políticas gubernamentales pretender, como en el caso del Mercosur, llegar a una libre circulación de la mano de obra sin antes llevar adelante una perfil poblacional serio y que evite principalmente la explotación de los trabajadores inmigrantes.

Por último, algunas apreciaciones vertidas por el economista Jorge Schvarzer (8), sobre el presente modelo socio-económmico, bien pueden sintetizar esta descripción sobre la situación de la pobreza y el mercado laboral:

- "La estrategia económica aplicada en los últimos años tendió, con enorme energía, a reducir el empleo existente."

- "En todo informe que presentan a los organismos financieros internacionales, las autoridades exhiben esos resultados como muestra de su disposición a reducir el déficit público vía el recorte de empleos..."

- "Otra faceta de esa misma estrategia se sintió en el sector privado, y sobre todo en la industria, donde la presión de la apertura obligó a cerrar plantas productivas o a reducir lo más posible el personal para bajar costos".

- "La desocupación tiende a crecer. Solo una economía muy dinámica podría haber absorbido esa masa de expulsados".

- "La conclusión es simple: nunca hubo tantos pobres como ahora, nunca los pobres fueron tan pobres como ahora. Ninguno de los dos resultados son casuales sino la consecuencia ineluctable del ajuste. Este modelo es tan coherente en su estructura como socialemente perverso en su aplicación".

Al parecer, los números le dan la razón.

OTROS INDICADORES

Algunos indicadores que reflejan el nivel de desarrollo humano en la región, nos vuelven a demostrar la existencia de grandes inequidades.

De gran importancia son los relativos a la salud de los latinoamercanos, que nos reafirman la heterogeneidad entre los países y sobre todo entre las distintas regiones de un mismo país.

Si bien la tasa de fecundidad ha sido menor a la estimada, la misma ha decrecido en forma desigual, y así en los países más pobres (Bolivia, Haití, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay), el promedio se acerca a los 5 hijos por madre. Esto tiene graves consecuencias sociales y existe una correlación profunda entre fecundidad y escolaridad, como así también con el origen étnico.

"La dinámica demográfica cumple una función importante en la reproducción de la pobreza desde dos puntos de vista: en forma directa por la alta tasa de fecundidad y crecimiento de la población pobre e, indirectamente, porque estos hechos favorecen la permanencia de los hijos en condiciones de vida similares a la de sus padres, por la transmisión intergeneracional de la pobreza" (9).

Por otra parte, la fecundidad en familias pobres estimula el crecimiento de dos problemas complejos: el trabajo infantil y la fecundidad temprana.

La insatisfacción de las demandas de salud y educación para esta población es base fundamental del círculo vicioso de la pobreza.

El mismo cuadro de situación surge de las tasas de mortalidad infantil que presenta grandes diferencias según los grupos sociales. Para ello basta un ejemplo.

En Chile, en reducciones indígenas, la tasa de mortalidad infantil era de 45 por mil, mientras el valor nacional era de 17 por mil y en los barrios más acomodados de Santiago apenas sobrepasaba el 10 por mil.

Si bien hubo progresos en cuanto a la nutrición, todavía queda mucho por hacer ya que la mala nutrición tiene una tasa del 14%, lo cual determina que 10 millones de niños menores de 5 años sigan mal nutridos en América Latina. Y los programas de nutrición no significan, en promedio, ni el 0,25% del P.B.I..

Para finalizar este "ajustado" panorama sobre aspectos relativos al desarrollo humano en los países latinoamericanos y caribeños, debemos citar algunas otras cifras ejemplificativas: el 42% de nuestra población no tiene acceso a instalaciones sanitarias, alrededor del 30% carece de electricidad mientras que el 45% de la red vial está deteriorada.

Por estas razones, el Banco Mundial estimó que América Latina para poder satisfacer sus necesidades básicas y proveer de agua potable, electricidad, desagües cloacales, caminos seguros, etc, a su población, necesita 6 millones de dólares por hora, es decir 1.000 millones por semana. Pero los recursos no sobran, ni siempre son eficientemente utilizados y muchas otras veces tienen destinos diferentes que cubrir las necesidades básicas insatisfechas. Para ello, vale mencionar que el B.I.D. (principal fuente de crédito de la región) aporta 7.000 millones al año, que la inversión de capitales -calculados en 57.000 millones en el año 1992 y un poco menor en 1993- se destinaron mayoritariamente a la especulación y que en gran parte de los países los fondos obtenidos por las privatizaciones tuvieron dos objetivos principales: pagar las deudas externas y cerrar las cuentas públicas.

UN CONTINENTE MAS VIOLENTO.

El desarrollo de la problemática social en América Latina genera, por la magnitud y significación del problema, la necesidad de una mayor extensión de cada concepto vertido. Pero bajo la consigna de resaltar los aspectos sobresalientes, es que destacamos los temas relevantes: POBREZA - DISTIRBUCION DESIGUAL - EDUCUACION - PRECARIZACION DEL EMPLEO Y DESOCUPACION - INEQUIDAD EN EL DESARROLLO HUMANO - INFRAESTRUCTURA.

Otros muchos indicadores sociales podrían citarse, pero sólo uno más es de nuetros interés destacar: el vinculado con el crecimiento de la VIOLENCIA en la sociedad latinoamericana. Que, obviamente, responde al tipo de convivencia que genera esta sociedad dual, que trasciende a las estadísticas para ser parte de la realidad cotidiana.

La creciente marginalidad está estrechamente vinculada a este problema. La falta de posibilidades para superar las pésimas condiciones de vida de gran parte de la población acarrea grandes conflictos sociales. Esta "cultura del hambre" (como se denomina en Brasil) da lugar a que los "excluídos", se desolidarisen de los valores de la sociedad global y busquen una solución individual.

Las situaciones de países como Colombia (en el cual el homicidio es la principal causa de muerte; sólo en Bogotá, en los primeros 9 meses del año 93 fueron asesinadas 6.000 personas. Para los colombianos el uso de la fuerza no es monopolio del Estado, y así surgen grupos como los "sicarios", compuestos por jóvenes de estratos bajos que forman bandas y que han sido organizadas por los narcotraficantes para la ejecución de atentados); Brasil (según las cifras, en menos de la mitad geográfica fueron muertas 60 personas por día sin contar las víctimas de accidentes de tránsito. En Río de Janeiro, entre enero y fines de julio, hubo 4.670 asesinatos. En San Pablo, con 2,5 millones de niños que viven en la calle, los escuadrones de la muerte se multiplican. Hoy existe una profunda investigación dentro de la policía, por la participación de algunos de sus miembros en hechos delictivos). Haití sigue mostrando facetas terribles, como lo marca el terrorismo de Estado (según O.N.U., los escuadrones parapoliciales han matado a 3.000 opositores en 20 meses y la policía no investiga ni protege a los ciudadanos).

Todos estos signos del incremento de la violencia, enmarcados en una sociedad que pierde valores de solidaridad y excluye a una porción significativa de sus ciudadanos, determinan que América Latina deba enfrentar peligros, tan difíciles de resolver, como lo es una latente desintegración social.

 

 

ALGUNAS CONCLUSIONES.

El panorama social de la región tiene un signo de interrogación, principalmente por la profundización de las desigualdades en un marco de mejora macroeconómica. Pero, a su vez, esta situación demuestra claramente que se está eligiendo un camino equivocado para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.

No dudamos que la primera meta a cumplir es un mayor y más rápido crecimiento, pero esto sólo no alcanza para hacer de latinoamerica un continente más justo o equitativo. Y en esto vale el ejemplo chileno, que con una economía que desde 1984 viene en expansión a una tasa media superior a 6 puntos anuales, tiene en la actualidad a 4 millones de pobres sobre una población de 13 millones de habitantes. Por ello es que el presidente electo, Eduardo Frei, sostenía: "...nuestro gran desafío. Ver si este desarrollo y esta modernidad son compatibles con todo el país y no solamente con un grupo del país. Si no logramos ese cambio, aunque sea a largo plazo, la democracia no es viable" (10).

Por esto, la necesidad de contar con herramientas adecuadas para lograr una estrategia a corto plazo para los problemas actuales de los grupos más postergados.

Esas herramientas básicamente se centran en dos aspectos:

* un detallado "mapa social", consecuencia de estadísticas nuevas (ya que esta es una de las falencias de casi todos los países de la región); y

* programas sociales focalizados, como la mejor metodología para subsanar cuestiones concretas de la población afectada.

Tanto la CEPAL como el Banco Mundial, han venido planteando la necesidad de una mejor utilización de los recursos, y sobre todo a través de programas focalizados como medio para reducir la pobreza.

Esto mismo a surgido de la Declaración de Bahía (Cumbre de los presidentes iberoamericanso), que admitiendo la existencia de los costos sociales derivados de los programas de ajuste estructural, ha reconocido el papel de las políticas gubernamentales y de la cooperación multilateral en la corrección de tendencias económicas indeseables.

Por su parte, la estrategia a mediano y largo plazo debe centralizarse en un aspecto central: privilegiar la calidad de los recursos humanos en la región y para ello, el único instrumento viable lo constituye la EDUCACION.

DETERMINAR COMO PRIMORDIAL EL ASPECTO EDUCATIVO, ES EL PUNTO DE PARTIDA PARA UN DESARROLLO MAS EQUITATIVO EN LA REGION, COMO ASI TAMBIEN ASUMIR QUE SE PUEDE, SIMULTANEAMENTE, CRECER Y DISTRIBUIR.-

Notas

(1) BANCO MUNDIAL; "AMERICA LATINA Y EL CARIBE - Diez años después de la crisis de la deuda", Noviembre de 1993.

(2) CEPAL; "Renovadas orientaciones y tendencias de los programas de compensación social en la región", Noviembre de 1992

(3) CEPAL; El perfil de la pobreza en América Latina a comienzo de los años 90. Noviembre 1992

(4) Clarín, 6-9-93 Realidad en luces y sombras.

(5) CEPAL,ob. cit., "El perfil...".

(6) Clarín, 28-12-93

(7) CEPAL, "Población, equidad y transformación productiva"; setiembre 1993.

(8) Clarín, 16-9-93 "Este modelo expulsa gente"

(9) CEPAL; ob. cit. "Población...".

(10) Clarín, 7 de septiembre de 1993