Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1994

 

LA DISPUTA UNION EUROPEA-ESTADOS UNIDOS EN EL MARCO DE LA RONDA URUGUAY DEL GATT.

 

El 15 de diciembre de 1993 a las 19:35 hs. de la ciudad de Ginebra, Peter Sutherland, director general del GATT (Acuerdo General de Tarifas y Comercio), dio el martillazo que sellaba el consenso, poniendo así punto final a la Ronda Uruguay, la octava y definitiva ronda de negociaciones comerciales multilaterales de ese organismo iniciada el 20 de setiembre de 1986 en Punta del Este. El acuerdo pudo alcanzarse no sin antes solucionar la ardua disputa comercial final entablada en ese marco entre los Estados Unidos y la CE (UE), que durante todo 1993 ocupó el centro de dichas negociaciones, así como la atención de los analistas económicos internacionales. En especial, en lo relativo a la UE, la importancia del impacto que los cambios en discusión implicaban para toda su economía, e incluso para su cultura, determinó la instalación del debate sobre el tema que, junto con el del desempleo, resultaron ser los más importantes del año a nivel comunitario.

Para ahondar en las características y resultados de dicha disputa vale la pena hacer primero una breve reseña de los objetivos que se propuso la ronda. Digamos entonces que, con la mira puesta en las metas fundacionales del GATT (la liberalización total del comercio mundial de bienes y servicios, y el establecimiento de un ambiente comercial seguro), la Ronda Uruguay dividió en un principio su tarea en las siguientes esferas: aranceles, medidas no arancelarias, productos tropicales, productos obtenidos de la explotación de recursos naturales, textiles y vestido, agricultura, subvenciones, salvaguardias, derechos de propiedad intelectual, medidas respecto de inversiones relacionadas al comercio, revisiones de los artículos del GATT, de su procedimiento de resolución de controversias, de los acuerdos de la Ronda Tokyo y del propio funcionamiento del GATT.

Con el correr de las conversaciones se fueron definiendo distintos sectores de negociación. Entre estos sectores, algunos de los más conflictivos en los que se establecieron metas fueron los de la agricultura (eliminación de subsidios agrícolas), dumping (leyes antidumping), solución de disputas (mecanismo), compras gubernamentales (apertura a la competencia extranjera), acceso al mercado (mejora de condiciones), servicios (liberalización), subsidios industriales (reglas sobre limitación o prohibición), bienes culturales (liberalización) y textiles (eliminación de trabas y cuotas).

Volviendo al tema específico de la disputa Estados Unidos-UE, tenemos que, en particular, fue el capítulo agrícola el que concitó las mayores discusiones entre ambas partes, discusiones que casi hacen naufragar la totalidad del acuerdo. En ese sentido, para analizar la marcha de las negociaciones finales de este año relativas a este sector, conviene remontarse al 20 de diciembre de 1991. Ese día, el entonces director general del GATT, el suizo Arthur Dunkel, presentó su Proyecto de Acta Final, basado en lo tratado hasta entonces, que contemplaba una amplia liberalización en todos los sectores. Sin embargo, en enero de 1992 la Comunidad declaró que el capítulo sobre agricultura resultaba inaceptable. Como se sabe, la posición de la Comunidad al respecto era básicamente la de Francia, que procuraba mantener los subsidios a las exportaciones de su fuerte sector agrícola. Este país debía, sin embargo, lidiar internamente con Alemania (tradicional exportadora, para la cual una guerra comercial con los Estados Unidos hubiera resultado muy perjudicial), y con el peso que representaba y aún representa para la UE el dedicarle el 70 % del presupuesto a esa clase de subsidios. En oposición a la política francesa (comunitaria) se hallaban entre otros los Estados Unidos, país que subsidia sus exportaciones agrícolas para poder competir con los productos europeos, y el Grupo de Cairns, grupo compuesto por aquellos países que no subsidian sus producciones ni sus exportaciones (entre los que se encuentran Argentina, Chile, Australia y Tailandia), que ejercía presión para lograr la más amplia liberalización posible, conforme al espíritu del GATT.

En este marco, el 20 de noviembre de 1992, Estados Unidos y la CE concluyen el Blair House Agreement que contemplaba introducir algunas modificaciones que debilitaban el texto agrícola del Acta Dunkel:

- Bajaba del 24% al 21 % el volumen de productos agrícolas que debían eliminarse del sistema de subsidios a la exportación en el término de seis años.

- Aceptaba mecanismos de apoyo a la producción (subsidios) en beneficio de la CE y Estados Unidos.

- Introducía mecanismos diferenciales que permitieran mantener la protección a algunos productos reduciendo la de otros.

- Introducía la denominada "cláusula de paz", norma que impide la aplicación de contramedidas sobre los productos exportados, en el tiempo de vigencia del acuerdo.

- Incluía un arreglo sobre limitación de la superficie cultivada con oleaginosas en la CE.

Francia se opuso terminantemente al acuerdo firmado por la Comisión, amenazando con vetar su aprobación en el Consejo de la CE y de hacer fracasar la Ronda Uruguay si dicho texto no era revisado. Esto dio lugar a lo largo de todo 1993 a una prolongada serie de reuniones entre los representantes comerciales de ambas partes, que no concluyeron sino hasta horas antes de la expiración del plazo de la ronda. Los hombres que encabezaron todo este complejo proceso de negociaciones fueron el Comisario para Comercio Exterior León Brittan (sucesor de Franz Andriessen, "decapitado" por presión francesa luego de que estampara su firma en el Blair House) y el Comisionado de Agricultura René Steichen, por el lado de la Comunidad, en tanto el representante para Comercio Exterior Mickey Kantor y el Secretario de Agricultura Mike Espy defendieron la posición norteamericana.

En un principio los Estados Unidos se mostraron inflexibles en la modificación del Blair House. Por otro lado, la mayor parte del Grupo de Cairns pasó no sólo a oponerse a modificar el Blair House, sino a intentar defender al Acta Dunkel de los cambios que éste le imponía. En ese sentido Argentina sostuvo que, por ejemplo mientras los beneficios derivados del Acta Dunkel para nuestro país se estimaban en 600 millones de dólares anuales, con el Blair House los mismos se veían reducidos a 200 millones. Se alegaba, además, en ese ámbito, el hecho de que los subsidios dados por muchos países europeos a cada vaca lechera fuesen más altos que el ingreso por cápita de la mitad de la población mundial.

No obstante, sobre el final de las negociaciones, la presión de la UE surtió sus efectos y consiguió nuevos beneficios. Estos se plasmaron en una nueva versión del Blair House (a la que se le dio en llamar Blair House II), que incluía las siguientes concesiones norteamericanas:

- Mientras el Blair House bajaba el nivel de la reducción a los subsidios a la exportación del 24 % (Acta Dunkel) al 21 % en un plazo de seis años y sobre la base de las toneladas producidas entre 1986 y 1990 (17 millones), la nueva versión seguía manteniendo la reducción del 21 % pero sobre el período 1991-1992 (20 millones de toneladas), además de exceptuar los productos en stock (25 millones de toneladas que podrán ser vendidas sin el recorte del 21 %).

- Tales cambios pasaban a otorgar a Europa un suplemento adicional de exportaciones subvencionadas durante los seis años, de 8.116 millones de toneladas de trigo y harina, 102.000 toneladas de queso, 44.000 de otros lácteos, 362.000 de carne bovina, 253.000 de pollos, 16.000 de huevos y 156.000 toneladas de tabaco.

- Europa obtenía que el cálculo del mínimo de acceso al mercado (un porcentaje del 3 al 5 % del consumo) se establezca mediante el "método de agregación" (globalización en grandes categorías de productos) y no "producto por producto", lo que recorta oportunidades de penetración de productos externos a su mercado.

- Extensión de la "cláusula de paz" a dos años después de la vigencia del acuerdo (de seis años se pasa a ocho años).

- Aplicación de un mecanismo que hace más lenta la reducción de los subsidios (una curva más lenta en los primeros años).

A cambio de su "gesto de buena voluntad" los norteamericanos exigieron, en terrenos distintos, la reducción a cero de las tarifas para acero, madera y pulpa de papel, así como una baja para semiconductores y metales no ferrosos.

En cuanto a los demás sectores, el camino hacia un posible acuerdo había quedado allanado en julio con la firma, en el marco de una reunión del Grupo de los 7, del llamado "acuerdo cuadrilateral" (Estados Unidos, Japón, Canadá, CE), que incluía la eliminación de recargos aduaneros sobre una larga lista de productos. Sin embargo, en varios aspectos específicos aún persistía una dura pugna, a la cual la solución en el área agrícola invitaba a poner fin.

En lo que respecta al sector de las medidas antidumping, Estados Unidos pretendía once enmiendas al Acta Dunkel. Los norteamericanos buscaban imponer básicamente dos cosas: un mecanismo de revisión ("standard of review") que limitara a los paneles del GATT a la mera función de evaluar las investigaciones nacionales, e involucrar en los procesos antidumping a todos los países que entraran en la fabricación de un producto ("circunvention"). Finalmente sólo se aceptaron cuatro de las once enmiendas propuestas. Mientras el "standard of review" fue respaldado con atenuaciones (los paneles del GATT "determinarán si el establecimiento de los hechos por las autoridades fue correcto y si su evaluación es objetiva y no sospechosa de error"), la "circunvention" no fue admitida (será el Comité antidumping del GATT o de la futura OMC el que juzgará sobre este tema).

En el sector textil se acordó finalmente una eliminación gradual en los próximos diez años de la intrincada red de cuotas y restricciones al comercio. La aprobación de este punto por la Unión Europea fue acompañada de una asignación de 452 millones de dólares de los fondos de cohesión europeos a Portugal, para amortiguar el impacto del tratado sobre su industria textil clave.

En otras áreas conflictivas, como la audiovisual, la financiera y marítima del sector servicios y la de la aeronáutica civil, en las que aparecían diferencias profundas, no se adoptó una resolución final sino que se aplicó la "fórmula del paraguas" por la cual los Estados Unidos y la UE "acordaron estar en desacuerdo", de manera de evitar así el fracaso de toda la ronda. Esto significaba que si bien los sectores mencionados no eran excluidos del acuerdo, la lucha continuaría más allá del límite fijado del 15 de diciembre. La novedad del aplazamiento fue recibida con euforia en París, sin embargo, quedó fijado un cronograma para la solución de las mencionadas controversias: seis meses para arreglar las diferencias en el sector de los servicios financieros, un año para la aeronáutica civil y "lo más pronto posible" para audiovisuales y servicios marítimos. Estos temas deberán estar resueltos antes de que comience la aplicación del Acta Final, el 1 de enero de 1995.

En ese período de tiempo, la UE procurará, en el terreno audiovisual, enmendar los artículos 2, 19 y 25 del texto de servicios para exigir "la adopción de medidas protectoras de los valores culturales del Estado miembro ya sea a nivel nacional, regional o subnacional, cuando estén adversamente afectados por el proceso de liberalización". Como se dijo en otros términos, "la defensa del patrimonio cultural europeo (en especial de su industria cinematográfica) en contra del imperialismo yanqui". Los norteamericanos por su parte pelearán por cuatro puntos, la no restricción a los programas de televisión estadounidenses, la no aplicación de la actual legislación de "preferencia comunitaria" en radiodifusión a nuevas técnicas de comunicación, la extensión del impuesto europeo a los cassettes vírgenes (destinado a los artistas) a los cassettes y videocasetes norteamericanos (con la intención de que una parte de esa tasa vaya a los Estados Unidos), y la no restricción a su acceso a los canales de video a pedido.

En lo que respecta a los otros puntos señalados como problemáticos la disputa por los servicios financieros estará dada principalmente entre Estados Unidos y Japón, en tanto que será Francia quien procurará defender sus subsidios a la industria aeronáutica (en especial a la producción del Airbus).

Quedan, por lo visto, numerosos puntos pendientes antes de la entrada en vigencia del acuerdo, a los que habrá que agregar el Proceso de Verificación y Ajuste, en el que se examinarán nuevas ofertas de apertura y concesiones bilaterales de acceso a mercado y que continuará hasta el 31 de marzo de 1994, días antes del 12 de abril cuando en la cumbre de Marruecos se firmará el Acta Final de la Ronda Uruguay. Resta también la aprobación del Congreso de los Estados Unidos y de algunos países en los que hubo fuertes resistencias al Acta Final, como Japón, Corea del Sur y la India, que se estima serán de todos modos alcanzadas.

Se puede afirmar hoy que si bien la Ronda Uruguay no ha logrado todos los objetivos que se propuso en su momento (especialmente si se tienen en cuenta las modificaciones sucesivas del Acta Dunkel acordadas entre Estados Unidos y la UE), el acuerdo alcanzado tendrá una importancia económica y política fundamental en los años por venir, no sólo para la UE sino para toda la comunidad internacional en general. Podemos entonces, terminar este artículo con la enumeración de algunos de sus principales resultados y consecuencias, haciendo hincapié en aquellos que involucran más de cerca a la UE:

- El acuerdo sienta las bases de una mayor apertura de mercados manufactureros y agrícolas y fija reglas estables para el comercio internacional.

- Se estima que se producirá un aumento de entre 200 y 300 mil millones de dólares por año en el flujo del comercio mundial en los diez años posteriores a 1995. De esta manera el ingreso global se incrementará en más del 1 % del PBI.

- Las nuevas reglas obligarán a reducir los subsidios a las exportaciones agropecuarias en un 36 % en términos presupuestarios y en un 21 % en volumen. Los subsidios internos también deberán reducirse el 20 % y se convertirán en aranceles todas las barreras no arancelarias.

- Se incorpora por primera vez a la agricultura en el marco normativo del comercio internacional. Esta exclusión fue lo que permitió que Europa pasara, entre 1970 y 1990, de ser importadora neta de productos primarios sin valor agregado a ser una fuerte exportadora mundial.

- No se alcanza una liberalización total del comercio pero, además del sector agrícola, pasan a ser regulados por la normativa comercial internacional los sectores de servicios, textiles y propiedad intelectual, permitiéndose así los reclamos y propuestas tendientes a lograr una liberalización progresiva.

- Reducción general de aranceles aduaneros. Las tarifas industriales no agropecuarias pasan del 5 % al 3 %.

- Se crea la OMC (Organización Mundial de Comercio) que reemplaza al GATT, surgido en 1947 como un acuerdo provisorio, pero que permaneció 46 años como el único instrumento internacional de regulación del comercio mundial.

- Creación del GATS (Acuerdo General de Comercio en Servicios).

- Fortalecimiento institucional del sistema multilateral y control del florecimiento de los bloques comerciales (que pueden ser aceptados si no crean nuevas barreras tarifarias ni elevan las existentes).

- Las resoluciones del mecanismo de solución de controversias tendrán el carácter de obligatorias (no se podrán aplicar sólo si son rechazadas por unanimidad por los 117 países).

- Fortalecimiento del sistema de solución de controversias, hecho que favorece a los países menos poderosos.

- La Ronda Uruguay no pudo eliminar totalmente las restricciones, conflictos y trampas del comercio mundial. En ese sentido, el comercio libre aparece como un ideal a alcanzar mediante aproximaciones sucesivas.

- Un fracaso de Ronda Uruguay hubiera complicado las relaciones entre los Estados Unidos y la UE. Una guerra comercial entre ambos habría provocado seguramente un derrumbe bursátil y una crisis institucional en el seno de la UE.

- Si bien la conexión entre mayor liberalización y menor desempleo no está probada (téngase en cuenta el caso de la UE, a nivel interno), se supone que un aumento de la actividad económica derivada del incremento del comercio puede ayudar a la superación de la recesión y al crecimiento del empleo.

- Los principales triunfadores económicos del acuerdo han sido Europa y Estados Unidos. En la tabla de aumento de ingreso esperado por región, la UE figura primera con 61 mil millones de dólares, seguida por el ex bloque soviético (ex URSS, Europa del Este, Cuba, Mongolia y China) con 37 mil millones y Estados Unidos con 36 mil millones. A su vez, distinguiendo los beneficiarios en cada sector, en agricultura la UE está primera con 30 mil millones de dólares, en textiles son los Estados Unidos los primeros (22 mil millones), mientras que en servicios el orden es ex bloque soviético, UE y US con 13 mil, 7 mil y 2 mil millones respectivamente.

- Los grandes ganadores políticos resultaron ser el primer ministro francés Eduard Balladur (en camino hacia la presidencia), el presidente norteamericano Bill Clinton y el director general del GATT Peter Sutherland, el irlandés para quien el logro del acuerdo constituyó un éxito personal y profesional (se transformará ahora en el jefe de la más poderosa OMC). Sutherland había asumido su cargo con la fama de haber lanzado la primera gran batalla contra los monopolios estatales de telecomunicaciones y aeronavegación de la UE, desde su cargo de comisionado para la competencia, puesto que le permitió lidiar con "la interna" comunitaria desde un lugar privilegiado.

- La Comisión gana prestigio como defensora de los intereses europeos.

- Los opositores al acuerdo sostienen que el proceso liberalizador beneficiará más a las grandes empresas multinacionales que a las nacionales de cada país, a la vez que generará una depreciación de la mano de obra a nivel mundial.

- La UE no pudo ser derrotada y pudo mantener las medidas proteccionistas, promovidas por Gran Bretaña, Francia y España y tendientes a favorecer antiguos territorios de esas ex metrópolis en el Caribe y Africa, respecto del banano, producto fundamental en las exportaciones de algunos países latinoamericanos como Honduras y Ecuador.

 

Rafael Daló