Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1995

 

Las relaciones externas de Argentina con

América del Norte en 1994: más continuidad que cambios.

 

El objetivo de este trabajo es analizar las relaciones internacionales de Argentina con América del Norte durante 1994. Para ello partimos del concepto que entiende por política exterior "el área particular de la acción político- gubernamental que abarca tres dimensiones analíticamente separables -político-diplomática, militar-estratégica y económica- y que se proyecta al ámbito externo frente a una amplia gama de actores e instituciones gubernamentales y no gubernamentales, tanto en el plano bilateral como en el multilateral"1. Es por ello que identificaremos los principales acontecimientos políticos, económicos y militares transcurridos durante ese período y avanzaremos reflexiones sobre distintas estrategias de negociación empleadas por el gobierno argentino. Finalmente, haremos referencia a la posible evolución de la política exterior de Menem hacia la región en estudio, a partir de su segundo mandato.

Por último, resta señalar -tal como lo manifestáramos en nuestro primer "Anuario"-, que la administración justicialista planteó desde su inicio una política exterior en clave económica que guardaba un lugar de privilegio para las relaciones bilaterales con los Estados Unidos. Esta situación no presenta cambios significativos a lo largo de 1994. Consecuentemente, el espacio de análisis otorgado en este artículo a los vínculos con Estados Unidos es considerablemente mayor al que ocupan las relaciones con México y Canadá.

a- Las cuestiones político-diplomáticas.

En lo que a las relaciones argentino-canadienses respecta, el año 1994 estuvo signado por hechos de relevancia en el área político-diplomática. En efecto, la visita del presidente Menem a Ottawa junto a un importante grupo de industriales argentinos señala, en primer lugar, el alto perfil político de la relación, (debe recordarse que el último presidente argentino que visitó el Canadá fue el Dr. Arturo Frondizi en 1961), y en segundo término, el lugar de privilegio que tienen las cuestiones económicas en la agenda bilateral.

En este sentido, dos hechos cobran relevancia: la confirmación en el mes de diciembre de la visita a Buenos Aires del primer ministro canadiense Crethien- por primera vez en la historia de las relaciones bilaterales- y la circunstancia de que el nuevo embajador canadiense, Robert Clark, haya sido uno de los más importantes negociadores del NAFTA por Canadá.

Los hechos de referencia demuestran una clara voluntad política en el sentido de estrechar los vínculos diplomáticos, circunstancias que hacen presuponer que 1995 implicará una profundización de aquellas tendencias.

En un sentido inverso, las relaciones argentino-mexicanas han mantenido un bajo perfil -prácticamente en todos sus aspectos-, en comparación con las sostenidas con el Canadá y los Estados Unidos. Salvo los encuentros del presidente Menem con el embajador mexicano en Buenos Aires, para brindar apoyo por las muertes de importantes candidatos políticos, no se registran hechos destacables en el marco político de la relación bilateral.

Por el contrario la devualuación, del peso mexicano el 20 de diciembre y la consecuente debacle financiera, motivó una rápida y eficiente acción el ministro Cavallo en el sentido de diferenciar la situación y la marcha de la economía argentina respecto de la mexicana, en un claro intento por frenar las consecuencias negativas aquella medida sobre la Argentina.

Consideración especial merece la Cumbre de Miami. A raíz de la convocatoria hecha por el presidente Bill Clinton, 34 presidentes y jefes de gobierno americanos elegidos democráticamente fueron invitados a la reunión. La agenda incluyó temas como el narcotráfico, el desarrollo sostenible, el acceso a la educación, la protección del medio ambiente, la desregulación de los mercados, el fortalecimiento de la OEA y en especial, el libre comercio en el hemisferio y las medidas de fomento de aquél. Aún cuando la iniciativa de convocatoria de la cumbre fue un hecho destacable desde una perspectiva política, no puede soslayarse la gran expectativa generada en torno a la negociación de una zona de libre comercio en América; como tampoco que este aspecto responde a una concepción de política exterior en la cual la política doméstica y la exterior constituyen dos caras de una misma moneda. Así entonces, siendo el objetivo principal de la administración Clinton, la recuperación económica y la competitividad de los Estados Unidos, el libre comercio se erige en instrumento válido para el logro de dicha recuperación. Más aún, si recordamos la Iniciativa de las Américas lanzada por el presidente Bush, podemos afirmar que los acuerdos comerciales constituyen el fruto de una concepción política comercial y económica trazada, la cual representa el diseño bipartidista de política exterior estadounidense en el marco económico de la post-guerra fría.

En el plano de las relaciones bilaterales con relación a la Cumbre, la administración Menem trabajó desde temprano en la determinación de la agenda. Ya en marzo de 1994 se desarrollaron conversaciones informales entre funcionarios argentinos y estadounidenses. El embajador Charles Gillespie, coordinador del Departamento de Estado para la Reunión Cumbre y el embajador argentino en Washington, Raúl Granillo Ocampo discutieron aspectos de la agenda a confeccionarse.

Aún cuando la propuesta argentina de poner en marcha una zona de libre comercio para el año 1996 no prosperó, la fecha decidida en la cumbre a los fines de la liberalización comercial, (año 2005), puede considerarse un logro importante, logro que por otra parte contó con el decidido apoyo canadiense.

b- Las cuestiones económicas.

Las relaciones económicas bilaterales de Argentina con Estados Unidos no sufrieron cambios significativos si las comparamos con lo acontecido hasta 1993 inclusive. En este sentido se mantienen dos supuestos políticos básicos:

* desde la perspectiva del gobierno argentino, la búsqueda de una sólida relación económica con los Estados Unidos que involucre inversiones, comercio y finanzas continúa siendo uno de los principales impulsos de la política de alineamiento;

* desde la perspectiva del gobierno norteamericano, en cambio, las presiones a las que estuvo y está sometida la Argentina, respecto de cuestiones vinculadas al comercio -propiedad intelectual, aumento de frecuencia de vuelos, subsidios agrícolas, correos- son parte de la política comercial global de los Estados Unidos y no fruto de una política especialmente diseñada para la República Argentina. Las causas que impulsaron la elaboración de dicha política global están estrechamente ligadas a la economía doméstica norteamericana en su conjunto y, especialmente, con su déficit fiscal y su déficit comercial. Esta situación implica escasas posibilidades de cambios significativos -al menos en el mediano plazo- en los contenidos de la política económica internacional de los Estados Unidos.

En este contexto, las relaciones económicas de Argentina con Estados Unidos durante 1994 estuvieron signadas por las disputas comerciales. La más controvertida fue, indudablemente, la cuestión de la protección de la propiedad intelectual, en especial referida al tema del patentamiento medicinal.

La discusión en torno a las cuestiones de propiedad intelectual no constituyen un dato nuevo en el ámbito de las relaciones internacionales. Sin embargo, el caso específico del patentamiento de productos medicinales se jerarquizó como tema de la agenda bilateral con los Estados Unidos a partir de 1989, coincidiendo con la llegada de Menem al poder2.

Una lectura política superficial sobre la forma en que el PEN condujo la búsqueda de una nueva Ley de Patentes, la hace aparecer como una concesión más a las exigencias norteamericanas. Sin embargo, si nos remontamos en el tiempo y analizamos las disputas entre distintos funcionarios del Ejecutivo (pro y anti patentamiento) y la diferencia entre el discurso oficial ante los Estados Unidos y las acciones emprendidas a nivel doméstico, podemos detectar que no existía una voluntad unánime de aprobar una ley de patentes a imagen y semejanza de los requerimientos norteamericanos tal como lo presupone una política de alineamiento automático.

Si bien el Presidente Menem manifestó en numerosas ocasiones su voluntad de complacer al gobierno norteamericano permitió, a su vez, la creación de nuevos espacios políticos que facilitaron la acción de quienes no compartían enteramente su opinión. Pareciera ser, al menos desde nuestra perspectiva, que esta estrategia de negociación no fue casual. Ella permitió dilatar el tratamiento de la ley hasta el momento oportuno evitando, a su vez, las sanciones comerciales con las que Estados Unidos amenazó en reiteradas ocasiones.

Algunos ejemplos dan sustento a esta interpretación de los hechos. Uno de los pocos funcionarios que se manifestó públicamente en contra del patentamiento fue Eduardo Bauzá, por entonces a cargo de la cartera de Salud y Acción Social. En 1991, ya en carácter de Secretario General de la Presidencia, envió el Proyecto de Ley a la Cámara de Diputados, donde cualquier sanción dependía de intrincadas negociaciones entre el oficialismo y la oposición, y no al Senado donde el gobierno contaba con la posibilidad de lograr una rápida sanción. Después de varios meses en Diputados concluyó el plazo parlamentario, motivando el pase del Proyecto al Senado. Al parecer el objetivo de Bauzá se había cumplido. El transcurso del tiempo permitió el surgimiento de alternativas políticas interesantes. A partir de 1993 un grupo de parlamentarios manifestó su intención de plantear un "linkage" con la política de subsidios practicada por el gobierno norteamericano. Por otra parte, la Cámara Alta estableció a partir de junio de 1993 un sistema de audiencias públicas que se prolongó a lo largo de 1994, permitiendo la consulta a todos los sectores que, de una u otra manera, pudieran verse afectados por la aprobación de una nueva ley de patentes. En este sentido, el cuerpo de Senadores fue asesorado técnicamente permitiendo una comprensión acabada de las múltiples aristas involucradas en la sanción de la nueva ley de patentes. Además en el transcurso de este período el parlamento argentino, al igual que el norteamericano, aprobó las disposiciones de la Ronda Uruguay y la creación de la O.M.C. Cabe destacar que las propuestas para propiedad intelectual surgidas del G.A.T.T. son más flexibles -por lo menos en lo que se refiere a períodos de transición- que las exigencias norteamericanas. En este sentido el congreso nacional pudo amparar su posición en la legislación internacional sobre el tema.

El desarrollo de los acontecimientos hasta el presente (mayo 1995) confirma que el resultado será una ley intermedia entre las demandas del gobierno norteamericano y la posición de los laboratorios nacionales. La nueva ley de patentes es un caso atípico dentro de la política de alineamiento automático que caracteriza a otros temas de la agenda bilateral.

En el área de privatizaciones también aparecieron controversias que agruparon al Cavallo y Cheek por una parte, y a un grupo de senadores por la otra. En este caso la disputa se concentró en el proyecto de ley de privatización de correo.

Según la interpretación del Ministro y el Embajador dicho proyecto era criticable en tres puntos:

* favorecía la consolidación de un monopolio entre las empresas de correos privados locales;

* limitaba la participación de empresas extranjeras en la privatización de Encotesa perjudicando los intereses de empresas norteamericanas como la Federal Express;

* prohibía a la policía detener, demorar o secuestrar vehículos que transporten cartas o encomiendas durante su recorrido sin que medie orden judicial.

Las nuevas coincidencias entre el Ministro de Economía y el Embajador provocaron la irritación del Senado que discutió la posibilidad de que el Poder Ejecutivo solicitara a Cheek la ratificación o rectificación de sus dichos sobre el proyecto de ley de Correo que había obtenido la media sanción en la Cámara Alta.

El radicalismo dejó planteada su disconformidad con el proyecto por cuanto consideraron que aquel era oligopólico y pernicioso para las pequeñas y medianas empresas y para la libertad de comercio. La sesión finalmente fue distendida gracias a la acción de los senadores moderados.

En el marco de las visitas de alto rango, se destaca la realizada por el Secretario de Comercio de los Estados Unidos, Ronald Brown, quien llegó a Buenos Aires en junio de 1994. En esta ocasión el funcionario manifestó que Argentina era considerada " un gran mercado emergente" y pronosticó que si se mantenía la apertura y las privatizaciones, serían grandes las inversiones que se movilizarían hacia el país. Por otra parte, fiel a los principios de la actual política comercial norteamericana, reclamó una rápida sanción de la ley de patentes medicinales.3

Ya en 1993 el saldo comercial crecientemente negativo se transformó en uno de los principales temas de la agenda bilateral, motivando una ardua labor diplomática del Embajador Granillo Ocampo que no logró mejorar la situación durante ese año. En este marco la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales elaboró el "Plan de Promoción de Comercio e Inversiones. Estados Unidos 1994" que tenía por objeto revertir el déficit comercial en el corto plazo.

En junio de 1994 comenzaron las negociaciones técnicas entre Argentina y Estados Unidos para tratar de equilibrar la balanza comercial. A pesar de ello, la relación comercial entre nuestro país y los Estados Unidos continuó registrando un fuerte déficit para el lado argentino. Datos provisorios indican que las importaciones argentinas durante 1994 se aproximaron a los 4.500 millones de dólares, mientras que las exportaciones se ubicaron en aproximadamente 1700 millones de dólares. Sin embargo a pesar del rojo en la balanza comercial es importante notar que las exportaciones nacionales subieron durante ese año el 43%. 4

c- Las cuestiones estratégico-militares.

La dimensión estratégico-militar ocupó, a lo largo de 1994, un lugar destacado en el marco de las relaciones de Argentina con los Estados Unidos. En este contexto el reequipamiento de la Fuerza Aérea, la venta de aviones argentinos a Washington y la desregulación y privatización de las empresas del área constituyeron un capítulo interesante de esta dimensión. En él tienen espacio distintas estrategias de negociación, a la vez que se entremezclan intereses domésticos e internacionales. La evolución de este conjunto de acontecimientos estuvo estrechamente ligado al proceso decisorio sobre la desactivación del misil Cóndor II, en la medida en que tanto la compra de los Skyhawk como la venta del Pampa, fueron pensadas por la Fuerza Aérea y el gobierno argentino como posibles recompensas ante el fin del Proyecto Cóndor.

En mayo de 1992 el Brigadier José Antonio Juliá, había anunciado que nuestro país compraría a los Estados Unidos cuarenta cazabombarderos Skyhawk A4M para reemplazar algunas de las máquinas perdidas en Malvinas y que los mismos comenzarían a llegar al país en pocos meses. A partir de ese momento mucha agua pasaría bajo el puente y la operación tropezaría con un número importante de inconvenientes.

Desde una perspectiva internacional el mayor problema lo crearon los británicos -quienes no cesaron en sus presiones sobre Washington para evitar que los aviones llegaran a la Argentina con radares de última generación -y, en el ámbito latinoamericano, los chilenos- que argumentaron que esta compra afectaría el equilibrio militar en la región-.

La Fuerza Aérea tenía -y las tendrá hasta que los aviones no estén en vuelo- importantes razones para solicitar que se concretara la compra de los Skyhawk.

Hasta 1982 existía un equilibrio considerable entre las Fuerzas Aéreas de los países limítrofes (fundamentalmente con Chile y Brasil), pero después de Malvinas la Aeronáutica Argentina perdió el 50% de los aviones de combate y gran cantidad de pilotos que, además, eran instructores. De esta manera se generó un gran desequilibrio con nuestros vecinos mientras que, por otra parte, las carencias presupuestarias y la falta de aviones imposibilitaron que los pilotos cumplieran con un número mínimo de horas de vuelo necesarios para un adecuado adiestramiento destinado, tanto a recuperar los recursos humanos perdidos durante el conflicto como a mantener los actuales.

De acuerdo con estas necesidades durante 1993 los esfuerzos del gobierno argentino estuvieron dirigidos a lograr que los aviones lleguen, y si es posible equipados con radares de última generación. En este sentido, tanto el Presidente como el Ministro Camilión y el embajador Granillo Ocampo han insistido ante las autoridades de Washington para que ignoren las presiones británicas. Sobre finales del año, el último de los funcionarios declaró su confianza en la resolución del problema afirmando que las negociaciones entre Argentina y Estados Unidos permitirán "en un plazo razonable de tiempo, obtener los aviones con el equipamiento al que estamos aspirando"5.

Efectivamente a lo largo de 1994 las negociaciones se cerraron. Los aviones serán reequipados en nuestro país por la empresa americana Lockheed, que ha sido adjudicataria de una concesión a tal fin en el Area Material Córdoba.

Uno de los desarrollos tecnológicos más ambiciosos de la Fuerza Aérea Argentina es el avión de entrenamiento IA-63 Pampa. En este marco las relaciones bilaterales en el ámbito estratégico-militar volvieron a involucrar a los aviadores argentinos a través de un gran desafío: tratar de ganar una pequeña parte del mercado norteamericano de aviones.

La Fuerza Aérea de los Estados Unidos planificó la compra de 711 aviones de entrenamiento y para ello llamó a una licitación en la que sólo podían participar empresas estadounidenses, debido a la ley de compra nacional vigente en los Estados Unidos. Por tal motivo, se trabajó para conseguir una empresa americana que actúe como contratista. La asociación se concretó con Vought Aircraft que invirtió 50 millones de dólares en el proyecto.

Por otra parte, para poder participar de esta licitación el avión tuvo que ser adaptado a las exigencias americanas y por ello en este ámbito se lo conoce como Pampa 2000. La administración Menem acompañó a la Fuerza Aérea Argentina en su intento de concretar la operación. Esta actitud se sustentaba en cuestiones técnicas -la calidad del avión- y políticas, pues se partía de la base que habiendo reorientado las políticas misilística y nuclear, entre otras, era hora de recibir algún tipo de concesión por parte de los Estados Unidos.

La decepción por el fracaso de la operación y por la forma en que el Pentágono dio la noticia fueron un fuerte golpe para el gobierno argentino. "El avión Pampa fue retirado de la licitación por presentar deficiencias técnicas". Estas declaraciones, que de hecho significan una disminución de la performance del avión en el resto de mercado internacional, desataron algunas discusiones entre el Ministro de Defensa Oscar Camilión y el Canciller Di Tella, quienes se acusaban mutuamente por no haber negociado adecuadamente con Washington. El viejo intento de "linkage" del Brigadier Juliá, retomado luego por el Presidente y por Camilión, había llegado a su fin. La muerte del Cóndor no era intercambiable por la venta del Pampa.6

Otro acontecimiento relevante en el ámbito estratégico-militar lo constituye la firma -diciembre de 1994- del contrato de concesión con la empresa norteamericana "Lockheed Aircraft" para la remodelación de la planta cordobesa "Area Material Córdoba", estimándose una inversión total de 200 millones de dólares. Esta misma empresa, tal como lo señalamos anteriormente, también participará de la modernización y reequipamiento de los aviones Skyhawk A4M. Un punto importante del acuerdo con la empresa norteamericana es que se comprometió a mantener los 2300 puestos de trabajo existentes en la antigua empresa estatal.7

Asimismo, las visitas de alto rango ocuparon un lugar destacado en el marco de las relaciones estratégico-militares.

* En noviembre viajó a los Estados Unidos el Teniente General Martín Balza, Jefe de Ejército argentino, quien se entrevistó con autoridades norteamericanas y realizó visitas a unidades militares.

* El 19 de noviembre de 1994 llegó a Buenos Aires William Perry, Secretario de Defensa de los Estados Unidos. La visita fue parte de la primera gira del funcionario americano por América Latina. Se entrevistó con el Presidente Menem, con los Ministros Camilión y Di Tella y con los integrantes del Estado Mayor Conjunto.

El funcionario llegó preparado para escuchar los pedidos de equipamiento que abarcaban desde vehículos blindados para transporte de personal hasta helicópteros, incluyendo sistemas electrónicos, radares, sistemas de armas antitanques y misiles antiaéreos. Sin embargo, su objetivo central, por entonces, era interiorizarse sobre las cualidades técnicas de los dos aviones de entrenamiento que competían en la licitación internacional: el Tucano (brasilero) y el Pampa (argentino). Además, como es habitual en los funcionarios norteamericanos, participó en la defensa de los interés económicos de las empresas privadas de los Estados Unidos. En esta ocasión, junto a H. T. Bowling, titular de Lockheed, impulsó la firma del contrato para la concesión del Area Material Córdoba.

En el ámbito de la seguridad colectiva, Perry agradeció la participación argentina en las OMP, haciendo especial énfasis a los casos de Haití y Croacia. Asimismo, criticó públicamente a las actuales instituciones de cooperación interamericana como el TIAR y la OEA, que en su opinión, han mostrado no tener capacidad para resolver las crisis regionales.8

* También visitó nuestro país el Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos, Gordon R. Sullivan, quien vino acompañado por el Jefe del Comando Sur con base en Panamá, General de División George Crocker. Esta visita, iniciada el 10 de diciembre, fue definida como protocolar y de conocimiento de las Fuerzas Armadas argentinas y en reciprocidad de la visita hecha el mes anterior por el General Martín Balza a los Estados Unidos.

El titular del Ejército argentino incluyó en la agenda elaborada para el visitante una exposición sobre el despliegue de tropas argentinas en las OMP organizadas por Naciones Unidas. Ambos funcionarios analizaron la organización de la XXI Conferencia de Ejércitos Americanos que se realizaría en la Argentina.9

El presidente Menem en 1993 había instruido al entonces Secretario de Medios, Raúl Burzaco, para que propusiera al Secretario General de Naciones Unidas, Boutros Boutros Ghali, la creación de un cuerpo internacional de voluntarios para prestar ayuda en situaciones de emergencia causadas por desastres naturales o conflictos armados, llamado "Cascos Blancos".

La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la propuesta de Menem el 20 de diciembre de 1994. Para la Cancillería argentina la iniciativa de los "Cascos Blancos" llena un vacío en el marco de las actividades operacionales del sistema de las Naciones Unidas, y contribuye a movilizar su potencial en favor del desarrollo preventivo y de la rehabilitación para el desarrollo.10

Esta iniciativa argentina contó con el claro apoyo de la administración Clinton. El presidente norteamericano afirmó ante la Asamblea General de ONU "es hora de que los miembros de esta Asamblea consideren seriamente la propuesta el Presidente Menem de crear un cuerpo civil para responder con rapidez a las crisis humanitarias".11

Con relación a México, el levantamiento armado en Chiapas de enero de 1994, conducido por el "Ejército Zapatista de Liberación Nacional", despertó versiones sobre la participación de distintos grupos argentinos en el conflicto . Así en marzo, el gobierno mexicano habría enviado una delegación militar- policial para obtener " información" en la Argentina sobre métodos aplicados en nuestro país durante la década del 70 contra grupos subversivos. Asimismo, ex- militares y militares retirados estarían asesorando a colegas mexicanos en la propia zona del conflicto. Por otra parte circularon versiones sobre la existencia de miembros de grupos guerrilleros -como el ERP y Montoneros-, que estarían brindando apoyo al EZLN.

Sin embargo, estas versiones no generaron ningún tipo de malestar a nivel de las relaciones argentino-mexicanas. Tanto la Cancillería argentina como el Ministerio de Defensa, se limitaron a manifestar que de ninguna manera las actividades denunciadas se desarrollaban con el visto bueno del gobierno argentino.

Conclusiones

Una evaluación de las relaciones de Argentina con América del Norte durante 1994 muestra una clara tendencia de continuidad en las principales líneas de política exterior iniciadas en 1989 por la administración Menem. En este sentido, los vínculos con Washington siguieron ocupando un lugar de privilegio en el contexto general de los asuntos externos de nuestro país y los temas económicos se ubicaron en un punto destacado de la agenda exterior.

Por otra parte, pero siempre en el marco de la continuidad, las acciones emprendidas por la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, a lo largo de 1994, dejaron en claro que este país continúa privilegiando los temas comerciales y que el gobierno norteamericano asumirá la defensa de los intereses de las empresas privadas de ese origen, toda vez que lo considere necesario. La llegada de Cheek a nuestro país en junio de 1993 había despertado expectativas de cambio. Quienes conocían a fondo el microcosmos de la relación bilateral, aseguraban que el nuevo Embajador desarrollaría una diplomacia más tranquila y callada con menor grado de exposición que la que había llevado Terence Todman. Sin embargo, la diferencia de estilo entre uno y otro se desdibujaron a la hora de los negocios. Los intereses comerciales norteamericanos son prioritarios en la agenda externa de ese país, y por tanto generan políticas globales que se aplican sobre el conjunto de los actores internacionales, prácticamente sin distinción. No existe lugar entonces para diferenciar a Todman y a Cheek en este rubro, como tampoco se podrían establecer diferencias entre la gestión de Carla Hills y la de Mickey Kantor.

Otro ejemplo de continuidad -siempre comparando con lo hecho desde 1989- aparece en el marco de las relaciones con México y Canadá. Argentina no tiene hacia estos países una política exterior tan activa como la que mantiene con los Estados Unidos. Además, en función de los estrechos vínculos comerciales existentes entre los tres estados de América del Norte, los temas de la agenda bilateral con México y Canadá son principalmente económicos, incluyendo tanto aspectos comerciales como inversiones. Sin embargo las mencionadas relaciones económicas son un reflejo de los acuerdos alcanzados con los Estados Unidos, o en su defecto son acuerdos económicos que surgen en relación con las actuales características de la economía internacional, pero, de ninguna manera son -al menos hasta el presente- fruto de una política específica hacia Canadá y/o México. A pesar de ello un estudio más puntual, nos permite afirmar, tal como se demuestra en este trabajo, que en las relaciones con Canadá se han efectuado avances importantes en orden a alcanzar una relación más fluída y con un perfil político más alto.

Sin dejar de tener en cuenta el contexto general caracterizado por la continuidad de las grandes líneas de política exterior, durante 1994 aparecen algunos cambios incipientes que, de consolidarse pueden convertirse en importantes elementos de análisis para el futuro de las relaciones de nuestro país con América del Norte. Dichos cambios se generan tanto, a partir de situaciones domésticas como de modificaciones producidas al interior de los otros tres estados involucrados en la relación.

Una de las primeras cuestiones a considerar es la nueva realidad política al interior de los Estados Unidos. Las elecciones parlamentarias de noviembre de 1994 que implicaron un duro revés para el gobierno demócrata.

La mayoría republicana de ambas Cámaras del Congreso a partir de enero de 1995 ( acontecimiento que no se producía desde 1954) implica posibles cambios de dirección tanto en la política interna como en la política exterior norteamericana. El triunfo de la derecha neoconservadora, en el interior de los Estados Unidos ha generado una disputa que supera la discusión política y la oposición a Clinton, abarcando cuestiones filosóficas. En realidad están en debate los propios valores norteamericanos, la forma de vida de esta sociedad y el rol del Estado y los políticos frente a la realidad económico-social norteamericana de fin de siglo. Embarcados en la idea de un " Nuevo contrato con América", los republicanos representados por la figura de Newt Gingrich, destacan entre sus propuestas el abandono definitivo del estado de Bienestar, la disminución de los impuestos y una fuerte política contra la inmigración. Los demócratas con su tradicional mezcla de liberalismo político y keynesianismo económico, se niegan al abandono de las políticas sociales características de los estados de bienestar.

En nuestra opinión si esta disputa se resuelve a favor de la derecha neoconsevadora asistiremos a un rediseño estructural de la sociedad norteamericana. En síntesis nos encontraríamos frente a la formulación de un nuevo proyecto nacional norteamericano que reemplazaría definitivamente al inaugurado por Roosevelt en 1933.

Mucha agua pasará bajo el puente. Deberemos ver si la solidez que presenta el sector neoconservador se prolonga en el tiempo o si como pasó en épocas de Reagan, la función de gobierno los desgasta y desarticula, generando un mayor espacio político para los sectores moderados del partido republicano. Por el momento poseen un factor de poder importantísimo: aprueban el presupuesto y limitan a la administración Clinton a través de una fuerte oposición parlamentaria. Una sola cosa queda en claro si este sector está dispuesto a disminuír la protección social de los propios ciudadanos norteamericanos, pocas expectativas quedan con respecto a la generación de una política económica internacional solidaria con el desarrollo y de mayor flexibilidad comercial.

En cuanto a Canadá y a las relaciones bilaterales con nuestro país, la situación presenta matices particulares dentro de las generalidades apuntadas precedentemente. En primer lugar, no existen problemas domésticos de importancia que puedan generar situaciones como las apuntadas respecto de los Estados Unidos, básicamente por el hecho de que el sistema parlamentario gobierna el país canadiense. Asimismo la tradición histórica del Canadá y su condición de potencia media han permitido que las relaciones bilaterales con la Argentina -aún cuando no hayan sido fluídas- encontraran puntos comunes para la cooperación en lugar del conflicto.

En este sentido, cabe recordar que Canadá ha sido pionero en lo que a Misiones de Paz se refiere. Nuestro país por su parte, ha intensificado su presencia internacional enviando argentinos quienes, bajo el mando de las Naciones Unidas, intentan llevar paz y esperanza a las regiones más remotas del mundo. En no pocas ocasiones argentinos y canadienses han compartido destinos comunes.

Otro elemento a tener en cuenta en el análisis de la relación Argentina-Canadá es el ingreso de Canadá a la OEA en 1990. La participación canadiense en el foro americano de alguna manera implica un reconocimiento de importancia hacia la región. América Latina ya no se agota en México. Puede afirmarse que desde entonces la relación del país bilingüe con América Latina se intensificó, considerándose hoy a la Argentina -en la percepción de algunos funcionarios diplomáticos canadienses- como el candidato más interesante de América del Sur. 12

Por otra parte, la defensa del multilateralismo en las negociaciones internacionales y el respeto por el derecho internacional han encontrado a la Argentina y al Canadá unidos frente a problemas comunes: la lucha por la liberalización del comercio mundial -en especial por el problema de los subsidios a la producción agrícola; el apoyo a la conformación del cuerpo de Cascos Blancos, de próximo tratamiento ante el ECOSOC; la cooperación en temas de pesca; el apoyo al gobierno constitucional de HAITI y la cooperación en los foros de seguridad internacional- aún cuando en este punto fueron determinantes las acciones del gobierno nacional tendientes a participar de los Organismos de Control Internacionales.

Sin embargo 1994 puede señalarse como el punto de inflexión en un intento por estrechar los vínculos bilaterales, elevando el perfil político y comercial de la relación.

Muestra de ello es la circunstancia de que por primera vez en la historia de ambos países, un primer ministro canadiense visitó la Argentina. En efecto, diciembre de 1994 fue la fecha de confirmación de la presencia de Crethien en nuestro país para enero de 1995. Asimismo la visita del presidente Menem a Canadá puso fin a más de treinta años de ausencia de visitas argentinas de tan alto rango a aquél país.

Por otra parte, el intercambio de personalidades del área de comercio internacional, fue el marco de apoyo político al cada vez más interesante intercambio comercial e importante sector de inversiones canadienses en la Argentina.

Estos datos permiten afirmar que el futuro inmediato de las relaciones argentino-canadienses implicará un acercamiento cada vez mayor entre Buenos Aires y Ottawa y donde el más alto perfil de la relación estará ubicado en las áreas político-económicas.

En el marco específico de las relaciones bilaterales Argentina-Estados Unidos durante 1994 aparecen algunos indicios de cambio significativos.

En primer lugar, para esta época se puso en evidencia que comenzábamos a transitar un período donde el conflicto comercial sería uno de los principales ejes de las relaciones externas entre ambos países. Producidos importantes acuerdos políticos y económicos en el marco del alineamiento, en el futuro de la relación bilateral aparecen temas comerciales que enfrentarán los intereses argentinos a los norteamericanos. En este sentido es importante señalar que el gobierno argentino se ha guardado un margen de disputa en defensa de los intereses comerciales nacionales que no se dió con otros temas de la agenda bilateral. Concedió parcialmente en el tema de patentes medicinales, se mantuvo firme en sus reclamos contra los subsidios agrícolas, no aceptó las demandas norteamericanas sobre aumento de las frecuencias de vuelo, continúa las negociaciones con el objetivo de abrir el mercado norteamericano para las carnes argentinas y mantiene pendiente la resolución del tema correos. El gobierno norteamericano por su parte, ha mantenido indelebles sus demandas. Por tanto este panorama impone para Argentina una ardua tarea diplomática donde la prudencia, las negociaciones inteligentes y una gran profesionalidad, se convertirán en armas de uso cotidiano para los hacedores de nuestra política externa. Utilizarlas adecuadamente y aprovechar al máximo el contexto macro político positivo generado en el marco del alineamiento, son los desafíos que enfrenta la Cancillería Argentina a partir de 1995.

Un segundo cambio se vincula con la forma y el estilo para hacer política exterior. En trabajos anteriores señalamos que las líneas establecidas por la actual política exterior no eran en su esencia criticable, al menos en el marco restrictivo (tanto político como económico) de los primeros años de gobierno. Pero la forma en que se implementaba la política de acercamiento con los Estados Unidos era exagerada y aparecía rodeada de un áurea de fanatismo provocando efectos no deseados. Advertíamos también, que parecía existir un deseo de sobreactuación en algunos hacedores de política exterior o una búsqueda de protagonismo internacional que, en ocasiones, resultaba perjudicial para las acciones diplomáticas argentinas. Esta situación se ha modificado considerablemente. Desde 1994 se detecta un menor nivel de exposición de la diplomacia argentina, fundamentalmente del Canciller Di Tella, mientras que expresiones poco felices al estilo de "relaciones carnales" han desaparecido de la escena política. Este cambio resulta apropiado para afrontar los grandes desafíos de la diplomacia argentina mencionados en el párrafo anterior y que, a nuestro entender, constituyen el campo de acción de la Cancillería a partir de 1995.

Una tercer diferencia aparece en el ámbito doméstico y al interior del propio partido gobernante. A partir de 1994 se ve más claramente las disidencias entre algunos legisladores oficialistas y el Ministro Cavallo que defiende, junto a Di Tella, la continuidad y profundización de la política de acercamiento a Washington. En ocasiones estas disputas (que abarcan temas propios y ajenos a la relación con los Estados Unidos) se han mantenido a través de decisiones y votos, tal el caso de la ley de patentes. En otros se han dejado planteadas independientemente de los resultados. Lo cierto es que ya no existe el consenso generalizado de los primeros años y muy probablemente, con el transcurrir de la democracia y su respectiva consolidación la aparición de posturas distintas entre el Legislativo y el Ejecutivo se convierta en una práctica cotidiana que, de hecho, irá aumentando la incidencia del Congreso en distintos procesos decisorios vinculados a la política exterior.

Notas:

1 RUSSELL, Roberto, Política Exterior y toma de decisiones en América Latina: aspectos comparativos y consideraciones teóricas, en Edición preparada por RUSSELL, Roberto "Política Exterior y toma de decisiones en América Latina", GEL, Bs.As. 1990, pág.255.

2 Para un análisis de la evolución de la cuestión de las patentes medicinales en la relación bilateral con los Estados Unidos entre 1989 y 1993, ver BUSSO, Anabella Menem y Estados Unidos: un nuevo rumbo en la política exterior argentina, en la obra de Varios Autores "La Política exterior del Gobierno de Menem.Seguimiento y reflexiones al promediar su mandato", CERIR, Rosario, 1994, pág 53.

3 Diario Clarín, Buenos Aires 27 de marzo de 1995, pág. 19.

4 Diario Clarín, Buenos Aires 7 de abril de 1995, pág. 4.

5 Diario Clarín, Buenos Aires 15 de noviembre de 1993.

6 Para mayor información sobre la descalificación del Pampa 2000 en las pruebas efectuadas por la Fuerza Aérea norteamericana ver Diarios La Nación y Clarín desde el 26 de noviembre al 11 de diciembre de 1994.

7 Ver Diario Clarín, Bs. As. 21 de noviembre de 1994.

8 Ver Diario Clarín, Bs. As. 21 de noviembre de 1994.

9 Clarín, Buenos Aires 11 de diciembre de 1994.

10 Opinión sostenida por el Canciller Guido Di Tella ante la Sesión Plenaria de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social, Copenhague, 10 de marzo de 1995.

11 Diario Clarín, Buenos Aires 21 de diciembre de 1994.

12 Entrevista a Perry Calderwood -Primer Secretario y Cónsul de la Embajada Canadiense-, Buenos Aires, 9 de junio de 1995.

Nora C. Luzi

Coordinadora