Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1995

 

PRESENTACION

 

Como coordinadores del Departamento de Europa del Instituto de Relaciones Internacionales, es para nosotros una gran satisfacción presentar la sección Europa del Anuario Internacional 1995 del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, que viene a dar continuidad a la tarea comenzada el año pasado con el Anuario Internacional 1994, cuya tan buena acogida nos alentó sobremanera para seguir adelante con este nuevo emprendimiento.

Constituye además un privilegio muy grande poder reencontrarnos con nuestros lectores para brindarles -tal como lo hiciéramos el año próximo pasado- una modesta pero -esperamos- útil síntesis cronológica y documental, incluyendo comentarios, de lo acontecido durante el año 1994 en la GRAN EUROPA post-cortina de hierro, realizado por los coordinadores del Departamento.

En este número les ofrecemos las cronologías de 1994 de la Unión Europea, realizado por Rafael Daló; Europa Occidental, realizado por Helena Peralta Calvo y Guillermo Tempesta; Europa del Este, realizada por Alejandro Simonoff; la ex Yugoslavia, realizada por Claudio Capdeville; las Repúblicas Bálticas, realizadas por Isabel Stanganelli y los países Ex- Unión Soviética, realizada por Alejandro Simonoff. En la sección Documentos adjuntamos versiones no oficiales traducidas al español de los Comunicados Finales de las Cumbres de Corfú y Essen del Consejo Europeo, traducidos por Guillermo Tempesta y Helena Peralta Calvo, respectivamente; el Comunicado de la reunión de la Otan y la Declaración de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación Europea, traducido por Tamara Halajczuk. Asimismo, incorporamos breves comentarios de lo ocurrido en la Unión Europea y en Europa Oriental y la Federación Rusa, realizados por Guillermo Tempesta y Alejandro Simonoff.

Durante el año 1994 hemos realizados las siguientes conferencias: "La Política Exterior de Italia" a cargo del Sr. Embajador de esa república en nuestro país, Guiseppe María Borga (4/5/94), "La participación de los jóvenes y las mujeres", a cargo del Sr. Ministro de la Embajada del Reino de Suecia en la Argentina, Herald Erdmberg (7/4/94) y "La transición de los países del este Europeo" por el Dr. Peter Gey de la Fundación Ebert (3/11/94).

Unión Europea 1994: El inicio de una difícil transición

El año 1994 marca como pocos otros en la historia de cuatro décadas de integración europea, el inicio de una nueva etapa, signada por la incertidumbre de resolver el dilema planteado ante la necesidad de seguir adelante con la profundización de la unión económica y financiera y la unión política por un lado, pero por el otro, el desafío de adaptar las instituciones del mismo Tratado de Maastricht a la ampliación que insoslayablemente sobrevendrá con el inicio del próximo siglo, tal como ha sido decidido en Copenhague 1993.

Con la incorporación en el año 1994 de Austria, Suecia y Finlandia -Noruega el otro candidato frustró por propia voluntad su ingreso- la Unión Europea pasó de 12 a 15 miembros, debiéndose rever la composición de los órganos comunitarios a fin de acoger a los nuevos socios. La sensación que quedó después de esto es que con esta ampliación el actual esquema institucional comunitario ha llegado a los límites de sus posibilidades. Con las nuevas adhesiones que llegarán -fundamentalmente a través de los países de Europa del Este- se verá si el esquema vigente basado en la supranacionalidad podrá subsistir, o dejará paso a un marco institucional con un sesgo intergubernamental más marcado. Esta cuestión, entre otras, es la que se decidirá en la conferencia intergubernamental convocada para 1996, a fin de rever las instituciones con miras a la ampliación del número de miembros de cara al siglo veintiuno.

Pero sin duda la definición institucional requerirá como paso previo la toma de una decisión política sobre una cuestión esencialmente económica que se proyecta con toda nitidez en la Europa post-cortina de hierro: żlos fuertes desequilibrios económicos producirán una desaceleración de la unión económica y financiera prevista originalmente para -a más tardar- 1999, o por el contrario seguirá el proceso pero con diversas velocidades entre los socios? Y aquí existe un debate abierto en el cual los países se alinean a una u otro posición según estén de uno u otro lado de este nuevo muro europeo. Mientras Francia y Alemania parecen participar de la idea de una Europa con una, dos o hasta tres velocidades, o de una Europa de "geometría variable" (Ver cronología UE del 1-4/9), los españoles e italianos prefieren retrasar la salida del tren europeo con tal de no correr el riesgo de no poder abordarlo a tiempo. Este claro-oscuro se ha puesto de evidencia este año 1994 con un dramatismo no visto antes.

De todas maneras, la ingeniería política y social en Europa -como en cualquier lugar del mundo- resulta una actividad que genera sus riesgos, como quedó comprobado en el sinuoso proceso de ratificación de Maastricht. Máxime cuando como se ve en la actualidad, el ciudadano del común parece -olvidando los muchos frutos generados a partir de la integración europea- cargar las tintas a la Comunidad por los problemas que no encuentran solución a ese nivel -y menos a nivel nacional- como el desempleo crónico, la inmigración y la cuestión ambiental. Esto puede producir tormentas de verano en las cuales la ira de los europeos puede pulverizar el proyecto tecnocrático más sofisticado. En este sentido, durante el año 1994, contra todo pronóstico se produjo el No noruego -como señalamos- y en las elecciones europarlametarias si bien las fuerzas pro-comunitarias tradicionales conservaron su espacio, se produjo una avance fuerte de los antieuropeístas.

A pesar de los desafíos que se avecinan, es importante rescatar de todo esto que, durante el año 1994, se ha confirmado el compromiso de abrir las puertas comunitarias hacia el Este -efectivizado en las cumbres de Corfú y Essen- lo que constituye un hecho positivo que beneficia no solamente a Europa sino a la comunidad internacional en su conjunto, en cuanto sienta las bases de la estabilidad política de aquel continente. Con todo, los modos y formas de incorporación -insitimos- quedarán recién fijados en la conferencia de 1996 mencionada, y condicionados a que los candidatos estén en grado de cumplir con los compromisos comunitarios correspondientes (Corfú 26/6/94).

Como paso previo a tal incorporación, en el año 1994 se ha avanzado en materia de defensa y seguridad con el lanzamiento de la "Asociación para la Paz", que ofrece a los países del ex- Pacto de Varsovia la posibilidad cooperar con la OTAN, despejando el terreno de una futura incorporación a ese organismo.

En otro aspecto de interés para nuestro país, un breve comentario merece la posición de la Unión Europea en relación al Mercosur. Como hemos puesto de relieve en otra ocasión,(1) la UE por propia experiencia vital ve con buenos ojos y aún alienta los procesos de integración regional. De manera que no puede causar sorpresa la consideración especial que le ha ofrecido al Mercosur, que se proyecta como un proceso realista y a la vez promisorio, al punto de considerarlo el partner privilegiado en Sud América, como lo demuestra la voluntad expresada en la cumbre de Essen de negociar una "asociación interregional" que deberá constituirse entre los años 2001 y 2005. (V. Comunicados de Corfú y Essen). No cabe duda que la consolidación del Mercosur permitirá avanzar con más agilidad en la cooperación aún en temas difíciles para las dos regiones como es la política agraria.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que durante 1994 se produjo el retiro de Jacques Delors de la presidencia de la Comisión. Está fuera de discusión que Delors ha sido por diez años un batallador incansable por los ideales comunitarios, y el principal artífice de la transformación de la Comunidad Económica Europea en la Unión Europea actual, con todo lo que esas distintas expresiones conllevan. Quién puede dudar que su reemplazante, a partir de Enero de 1995, el luxemburgués Jacques Santer tendrá que hacer un gran esfuerzo para emular a su predecesor.

La Federación Rusa y Europa Oriental 1994: Recomposición y Ambigüedades ante el escenario de la Postguerra Fría

Tras el dislocamiento del bloque soviético y la disolución de la URSS, la Federación Rusa se había mostrado en los años precedentes en un franco retroceso en su hegemonía regional. Muchos son los índices que indican un cambio de esta tendencia. La problemática chechena se inscribe dentro de ella. La progresiva recomposición del poder regional les ha permitido a los dirigentes rusos, por el momento, detener el proceso de desintegración que parece arrastrar a la misma Federación como a la URSS a principios de esta década.

La incorporación de Georgia, a principios de año, a su órbita militar, va en esa dirección, y su integración a la cada vez más fantasmagórica Comunidad de Estados Independientes.

La disputa por el control de la Flota del Mar Negro con Ucrania a mediados de año, producto de los intentos secesionistas de la población mayoritariamente rusa de Crimea, le permitieron tener el control de gran parte de esta Flota ganando una pulseada importante en ese terreno. Incluso, con los Acuerdos Nucleares firmados en enero, la puesta a término del poder atómico ucranio fue beneficioso, gracias al apoyo norteamericano.

Otro punto es el lugar privilegiado que logró obtener en la Asociación para la Paz (APP), también gracias a la acción de los EEUU, estableciéndole un status de "primus inter pares" en la relación de la OTAN con respecto a la región oriental de Europa. Esta era la única fórmula posible para que los hombres del Kremlin aceptaran la propuesta.

Estos mismos hombres, con Yeltsin a la cabeza, no tienen definido el rol que Rusia debe jugar en Europa Oriental, sobre todo si sus aspiraciones la pueden llevar a un aislamiento del proceso de integración europea.

Las presiones internas por una especie de vocación imperial son muy fuertes por el ascenso de los grupos nacionalistas en las elecciones y los escasos éxitos de la economía de mercado, reflejado en la continua caída del PBI y del ingreso per capita. Estos elementos políticos y económicos podrían dar consenso a esta vocación aunque con serias limitaciones en el proceso de integración cosa que los dirigentes moscovitas saben muy bien.

Muestra de estas ambiguedades son también las posturas cambiantes del gobierno ruso en temas singularmente complejos, como el caso de la ex- Yugoslavia o el conflicto de EEUU con Corea del Norte, que se reflejan no sólo en las declaraciones sino también en los organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU y el Consejo de Seguridad y Cooperación Europea, donde pasan de la afinidad con las potencias occidentales a su enfrentamiento, cosa inédita desde el fin de la Guerra Fría.

Un dato alentador es el retiro de tropas de las repúblicas bálticas, aunque fuera a regañadientes, signo también de la ambiguedad de la que hablamos.

Sus pretenciones imperiales van en contra de sus deseos de integrarse a la Gran Europa del Atlántico a los Urales, y esto lo saben propios y extraños.

Para el conjunto de Europa Oriental se observa que a medida que la Federación Rusa recupera su capacidad política y militar, estos intentan acelerar su paso hacia la integración con Europa Occidental en la Unión Europea, la APP, etc.

Aquí la economía de mercado, salvo casos aislados, ha producidouna profunda transformación de las estructuras económicas y sociales y generó un rechazo por parte de la población. Este aspecto se refleja en el ascenso al poder de grupos ex comunistas (como en el caso de Polonia o Hungría) que se muestran como una forma más humanizada del traspaso a una economía capitalista como la actual que los grupos neo liberales que tomaron el poder tras la disolución del bloque soviético.

Un párrafo especial merece la situación de la ex- Yugoeslavia en donde la inacción de todas las grandes potencias (debido a la falta de objetivos estratégicos y económicos en la zona) agraba a cada momento la situación de los pobladores de la región debido a la feroz lucha que allí tiene lugar y cuya intervención podría detener el conflicto.

Como evaluación global de 1994 podríamos resumir la situación del siguiente modo: es un año de recomposición de antiguas fuerzas, frente a una nueva realidad, la de la pos Guerra Fría.

Guillermo Tempesta y Alejandro Simonoff

Coordinadores