Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1996 Departamento de

 

DEPARTAMENTO DE ASIA Y EL PACIFICO 

 

Presentación:

Pablo Martín Pinto

 

 Documentos y Cronología:

Jorge Rafael Di Masi (Coordinador), María Gabriela Quijano, Mariana Heredia, María de los Angeles Arturi, María Marta Trabucco, Constanza Loustau, Diego Capelli

 

Presentación

En años recientes, la región del Pacífico Asiático muestra signos evidentes de la consolidación de las tendencias profundas que presumiblemente caracterizarán su integración al orden emergente.

La desintegración de las condiciones subyacentes en el orden regional que resultaba de la estabilidad hegemónica de la Guerra Fría, no ha pasado desapercibida en el Pacífico Asiático, donde la confrontación Este-Oeste presentaba una de sus expresiones más paradigmáticas.

Durante 1995 las relaciones intra-regionales se manifestaron a lo largo de distintos niveles de quiebre, resultando en una superposición de relaciones dialécticas. Para una mejor comprensión de los fenómenos del área, intentaremos describir en forma analítica esa serie de relaciones dialécticas que se presentan en forma simultánea: cooperación-confrontación, regionalismo-subregionalismo, economía-seguridad.

 

El Eje Cooperación-Confrontación:

 

En la esfera de la cooperación, 1995 se insinuaba como el año en que quedaría en evidencia el resurgimiento de Japón como potencia regional. Por un lado, la iniciativa del Primer Ministro malayo Mahathir Mohamad de creación del foro regional exclusivamente asiático, el East Asia Economic Caucus, alcanzó un punto en el cual la respuesta de la diplomacia japonesa resultaba clave para su concreción definitiva. A su vez, las negociaciones en torno al conflicto comercial con los EE.UU. convirtieron a Japón en centro de atención regional, ya que podía apreciarse un cambio de actitud de este país con respecto a los márgenes de tolerancia de la presión norteamericana (gaiatsu, es el término utilizado en idioma japonés), que caracterizó la resolución de contiendas similares en el pasado.

La firma del acuerdo comercial en el sector automotriz y de autopartes en junio de 1995, dejó sin efecto los reclamos recíprocos de ambos países ante la WTO (sigla en inglés de la Organización Mundial de Comercio); inmediatamente después de firmado el acuerdo, los negociadores por ambas partes, M. Kantor por EE.UU. y R. Hashimoto por Japón, brindaron en la conferencia de prensa interpretaciones contradictorias del alcance del compromiso, sugiriendo que se trataba de lo que se denomina un "face-saving agreement", concretado inmediatamente antes del vencimiento de los plazos para la entrada en vigencia de las represalias con que EE.UU. había amenazado a Japón.

La lectura del proceso muestra a los EE.UU. más preocupado por forzar el acceso a los mercados externos para sus productos que por el sostenimiento de los principios de libertad comercial, mientras que Japón emergió del conflicto con su dignidad prácticamente intacta ya que pudo hacer frente a las amenazas americanas sin capitulación aparente. En el entendimiento de los observadores, la negociación contribuyó a sostener la imagen interna del Ministro de Industria y Comercio Internacional (MITI) del Japón, Hashimoto Ryutaro, quien en enero de 1996 resultaría electo Primer Ministro del Japón por la coalición gobernante, en el resonado comeback del LDP a la cabeza de la misma, luego de la renuncia del socialista Murayama Tomiichi. La atención brindada en la región a este conflicto resulta justificada por la enorme influencia que la confrontación entre sistemas económicos claramente diferenciados tiene en las restantes economías de la región.

La contienda EE.UU.-Japón en materia de acceso a los mercados encuentra un paralelo en los conflictos que la economía norteamericana tiene con otros países asiáticos, particularmente China y Corea del Sur. En lo que respecta a Corea del Sur, en septiembre de 1995 e inmediatamente después de que el conflicto comercial entre EE.UU. y Japón llegara a su fin, se concretó un acuerdo entre Washington y Seúl en torno al acceso al mercado automotriz coreano. Este acuerdo también se negoció bajo la amenaza de llevar la contienda ante la WTO, hecho que preocupaba al gobierno del Presidente Kim Young Sam porque una eventual resolución negativa en Ginebra hubiera conducido a la apertura forzosa del mercado automotriz doméstico, exponiendo a Corea a una eventual invasión de automóviles japoneses.

En cuanto a China, las relaciones comerciales sino-americanas giraron hasta 1995 en torno a las contiendas por la protección de los derechos de propiedad intelectual, y las condiciones exigidas por los EE.UU. para brindar su apoyo al ingreso de China como miembro fundador de la WTO. Sin embargo, en este mismo año, las relaciones comerciales se vieron inscriptas en un espectro mayor de conflictividad en las áreas políticas y de seguridad -particularmente por los juegos militares chinos en el Estrecho de Taiwán y las pruebas de misiles de alcance intermedio, la construcción de estructuras militares en las Islas Spratly cuya soberanía es reclamada por otros seis países asiáticos1 y las operaciones en el Mar del Sur de China- y que se extiende al área de derechos humanos, donde una vez más el gobierno de Clinton amenazó con la revocación del tratamiento comercial de nación más favorecida para China, en virtud de las denuncias por sistemáticas violaciones a los derechos humanos en éste país.

El punto más alto del enfrentamiento se produjo hacia mediados de año, cuando a la par de la actividad pro-taiwanesa del Congreso, el gobierno norteamericano otorgó al Presidente Lee Teng-Hui de Taiwán autorización para ingresar al territorio de los EE.UU. para concurrir a una celebración en su alma mater, la Universidad de Cornell. Pekín reaccionó enérgicamente, y acusó a la administración de Clinton por su complicidad con Taiwán, y por provocar un conflicto internacional mayúsculo, al contribuir a la ruptura del aislacionismo internacional de Taiwán, sentando las bases para su eventual independencia, hecho que no sería tolerado por el gobierno chino. China veía en la decisión de Clinton de permitir la visita de Lee como una contradicción flagrante con su aceptación del principio político de "una sola China". La susceptibilidad China respecto de Taiwán se veía agravada por la convocatoria a elecciones presidenciales en este país para 1996. Hacia mediados de junio, en medio de fuertes hostilidades recíprocas, el gobierno de China retiró su embajador de EE.UU.. Luego veremos como estos desarrollos recientes cobraron notable importancia en la definición de las políticas de seguridad en la región del Pacífico Asiático.

 

 

Iniciativas para la Cooperación Regional en el Pacífico Asiático:

 

En 1995 se esperaba que, por primera vez, las relaciones comerciales entre los países asiáticos superaron al comercio de Asia con el resto del mundo: de acuerdo al informe de la Organización Mundial del Comercio, las exportaciones intra-regionales de Asia alcanzaron el 48,5% del total de las exportaciones de estas economías, creciendo del 41,9% que representaban en 1990. El informe da cuenta que el crecimiento fue impulsado por el cambio de dirección del comercio japonés hacia Asia en general, y hacia China en particular.2 A pesar del alto grado de interconexión entre las economías del Pacífico Asiático, se considera que el nivel de institucionalización de las iniciativas de cooperación a escala regional.

El Anexo 1 (ver sección Documentos), que acompaña, ilustra algunas de estas iniciativas para la cooperación. Estas organizaciones tienen una naturaleza y composición sumamente heterogéneas; este último hecho puede apreciarse con claridad en ese diagrama. Entre las organizaciones de alcance regional, para diferenciarlas de aquellas consideradas sub-regionales, se destaca APEC, cuyos desarrollos recientes analizaremos en el apartado siguiente.

 

El Foro de Cooperación Económica del Pacífico Asiático (APEC)

 

APEC ha demostrado desde su constitución que resulta una de las iniciativas de cooperación económica más relevantes no sólo para sus países miembros, sino para la evolución del régimen multilateral de comercio todo. APEC ha dado pasos significativos desde su origen en Canberra en 1989, cuando era interpretada como una propuesta conservadora por parte de las economías miembros de la región del Pacífico Asiático, a la luz de un orden que se vislumbraba como negativo para su inserción, tanto individual como colectiva. Desde 1993 en Seattle, y particularmente en 1994 en Bogor, APEC adquirió un cariz diferenciado a partir de la adopción de la meta de liberalización del comercio y la inversión a escala regional en el año 2020, bajo el principio rector de "regionalismo abierto". Sin perjuicio de ello, un análisis pormenorizado de las posiciones de los representantes de las economías miembros de APEC nos demuestra que existen interpretaciones encontradas respecto del alcance y contenido de la iniciativa; una clara manifestación de ello puede apreciarse de la redacción de las sugerencias del Grupo de Personas Eminentes de APEC (EPG), donde en virtud de las diferentes concepciones de sus integrantes se decidió dejar abiertas las opciones para la liberalización entre las fórmulas incondicionales o condicionales que surgen de los artículos 1 y 24 de la carta del GATT respectivamente.

Como expresáramos en la introducción, durante 1995 se habían creado grandes expectativas en torno a la responsabilidad de Japón como anfitrión de la Séptima Reunión Ministerial de APEC y de la Tercera Reunión Informal de Líderes de las Economías de APEC, debiendo llevar a este organismo a transformar los compromisos de Bogor en acciones concretas que permitan la definitiva construcción de la comunidad de economías del Asia-Pacífico, como envisionaban los líderes regionales en 1993. Si bien las expectativas iniciales no fueron cubiertas por las reuniones de Osaka, el saldo de las mismas no puede considerarse negativo. Las negociaciones previas en torno a los alcances de la "Agenda de Acción", centro de la convocatoria de la reunión, hicieron temer por la continuidad de la organización, principalmente a partir del quiebre entre economías asiáticas, encabezadas por Japón, China y Corea del Sur, que proponían un tratamiento diferenciado para ciertos sectores de sus economías, y los países occidentales, liderados por Australia, Canadá y EE.UU. que entendían que la exclusión de cualquier sector de la agenda regional significaba nulificar en forma absoluta el espíritu de los compromisos alcanzados en las reuniones anteriores de APEC.

El gobierno australiano jugó un papel relevante en las discusiones sobre los principios gobernantes de la "Agenda de Acción para la Liberalización del Comercio y la Inversión", finalmente aprobada en Osaka. Australia militó activamente en contra de la posición japonesa, que pretendía excluir del compromiso de liberalización comercial a los denominados "sectores sensitivos" de las economías, en particular el sector agropecuario. El Ministro de Comercio Australiano Bob McMullan expresó públicamente la oposición de su país a firmar cualquier acuerdo en Osaka que excluyera al sector agropecuario; los representantes de Canadá, Tailandia y EE.UU. se manifestaron en similares términos.3

Finalmente la reunión de Osaka, que se vio conmovida por la repentina ausencia del Presidente norteamericano W. Clinton, aportó una solución de compromiso entre las posiciones encontradas, que resulta evidente en los principios gobernantes del régimen de liberalización regional. Conforme a la redacción dada por los líderes en Osaka, "En la Agenda de Acción, [los líderes de las economías de APEC] hemos acordado establecer un conjunto de principios fundamentales para guiar la búsqueda de nuestra liberalización y facilitación: comprensibilidad; consistencia con la WTO; comparabilidad; no discriminación; transparencia; estabilidad, comienzo simultáneo, proceso continuo y cronogramas diferenciados; flexibilidad; y cooperación". (Ver Documentos)

 

Organismos Regionales y Sub-regionales:

 

1995 marca un hito en la historia de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN): en la reunión ministerial de julio, llevada a cabo en Brunei Darusalam se incorporó Vietnam, convirtiéndose en el séptimo miembro de la organización, que se había gestado 28 años antes precisamente como reaseguro para la contención de la amenaza comunista en la región, identificada con este país.4 En la misma reunión de Brunei, Burma -cuyo régimen militar había liberado de su arresto domiciliario de seis años a la principal dirigente opositora Aung San Suu Kyi- accedió al Tratado de Amistad y Cooperación de ASEAN de 1976, lo que se considera el paso previo a su incorporación al agrupamiento. Al mismo tiempo Camboya acompañó a Laos en carácter de observador del organismo, sugiriendo que probablemente ASEAN se extienda hasta abarcar 10 miembros, incluyendo a todos los territorios de la antigua Indochina antes de fin de siglo. Los ministros también acordaron reducir el plazo para la creación de la Zona de Libre Comercio de ASEAN (AFTA), del año 2003 originalmente previsto al año 2000; AFTA, con más de 420 millones de habitantes, se convertiría en un agrupamiento comercial mayor que Europa o América del Norte.

En el campo de la seguridad regional, en julio de 1994 en Bangkok, se estableció el ASEAN Regional Forum (ARF), como un desprendimiento de las Conferencias Post-Ministeriales de ASEAN (ASEAN-PMC). El ARF es un foro de Ministros de Relaciones Exteriores para la discusión de problemas regionales de política y seguridad. Está compuesto por los siete miembros de ASEAN (Vietnam participaba del ARF aún antes de su incorporación a ASEAN), los seis participantes de ASEAN-PMC (EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la Unión Europea y Japón), y la inclusión de Corea del Sur, Camboya, Laos, China, Rusia y Papua Nueva Guinea. El ARF se ha convertido en la primera oportunidad histórica para que las grandes potencias planetarias se reúnan en la discusión de un dispositivo de seguridad regional para la región del Pacífico Asiático, en un ambiente caracterizado por el fin de las confrontaciones de la Guerra Fría. En julio de 1995, a partir del curso que habían tomado los problemas de seguridad regional en Asia, producto del despliegue militar y las detonaciones nucleares chinas, la escalada en la confrontación de China con sus vecinos y los conflictos territoriales, la reunión del ARF presentaba una oportunidad inmejorable para enfatizar la búsqueda de soluciones multilaterales a los problemas de la seguridad regional.

Sin embargo, tanto ASEAN, respecto del área de su influencia, como el ARF en el marco regional, han resultado incapaces tanto para elaborar un mecanismo regional de seguridad colectiva, por un lado, como para canalizar los conflictos territoriales y militares entre sus miembros. La resolución de estos conflictos sigue dependiendo casi exclusivamente de la buena voluntad de los participantes de someter los temas a consideración de sus socios regionales. Ello queda demostrado con la presentación del Ministro de Relaciones Exteriores de China, Qian Qichen, en la reunión de Brunei, por la que al tiempo que reafirmaba la soberanía China sobre el archipiélago de las Islas Spratly, sugería que China podría reconocer los protocolos internacionales como la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, como base para negociar las diferencias.

En junio de 1995, veintinueve naciones del Océano Indico, desde Sudáfrica, pasando por los países del Golfo e India, hasta Singapur, se reunieron en Perth, Australia, en respuesta a la convocatoria de la India, Sudáfrica y el país anfitrión para la discusión de problemas de seguridad regional. Los concurrentes tomaron precauciones para evitar el tratamiento de los conflictos bilaterales en la reunión, con el objetivo de mantener afuera las históricas tensiones entre la India y Pakistán, que hubieran empañado la conferencia. A pesar de que había sido convocada en torno a temas de seguridad regional, la reunión se concentró en iniciativas de índole económica.

En su décimo aniversario, la Asociación de las Naciones del Sur de Asia para la Cooperación Regional (SAARC), dio un nuevo paso en la concreción de su propio espacio comercial común (el Acuerdo Comercial Preferencial del Sur de Asia, o SAPTA), con la ratificación del tratado por parte de la India. Al mismo el gobierno de Nueva Delhi propuso la creación de una zona de libre comercio en el Sur de Asia, e inició gestiones para acercar a la región a los desarrollos integrativos existentes en el Este Asiático. Los líderes de Asia del Sur aspiran a que la integración económica actúe como marco de contención de los enfrentamientos que han caracterizado su historia reciente. Hasta la fecha, las intenciones integradoras han resultado ineficaces para contrarrestar los ataques terroristas por enfrentamientos étnicos en el sub-continente indio, en Cachemira, y en Sri Lanka. (Ver Cronología para una descripción pormenorizada de los principales enfrentamientos entre autoridades y fuerzas rebeldes)

Los líderes del Foro del Pacífico Sur se reunieron en Papua Nueva Guinea en septiembre de 1995, y criticaron fuertemente al gobierno francés de Chirac por la reanudación de los ensayos nucleares en el Atolón de Mururoa. La controversia por los ensayos nucleares franceses, sumados a las explosiones experimentales subterráneas de China, continuó hasta fin de año, y puso en tela de juicio la argumentación esgrimida por los partidarios de la extensión indefinida del Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT) en la conferencia celebrada en el mismo año ya que, según los opositores, quedó demostrado que la extensión incondicional del acuerdo liberó a las potencias nucleares de todo compromiso para poder perseguir su propia agenda independiente en la materia.

Para Australia, el año 1995 se presentó como un año activo en su agenda internacional: encabezado por su Ministro de Relaciones Exteriores, Gareth Evans, el gobierno australiano adoptó un rol activo con el objetivo de ser tenido en cuenta más seriamente como un integrante de la región asiática; por cierto que las cifras del comercio australiano con Asia respaldan la posición (Ver sección Documentos). A pesar de ello los esfuerzos australianos recibieron un fuerte revés cuando, a instancias del gobierno malayo, Australia fue excluida de la convocatoria a la cumbre Europa-Asia que se celebrará a principios de 1996. En cuanto a APEC, iniciativa que encuentra sus orígenes en una convocatoria australiana de 1989, el gobierno de Paul Keating continuó jugando un rol decisivo en las discusiones previas a la adopción de la Agenda de Acción para la liberalización del comercio y la inversión, como relatáramos oportunamente.

Por su parte Nueva Zelanda también profundizó su vinculación comercial con Asia. Las relaciones con Australia se vieron empañadas por la lentitud en la resolución de los problemas comerciales como el mutuo reconocimiento de los certificados profesionales, la constitución de un mercado único en materia de aviación comercial, la reducción de la lista de servicios comerciales excluidos del comercio libre, y la armonización de los acuerdos impositivos para compañías. Sin embargo ambos países confirmaron su alianza comercial en el Acuerdo Comercial para una Relación Económica más próxima entre Australia y Nueva Zelanda (ANZCERTA).

 

Nuevas Pautas de Organización de la Seguridad Regional

 

Al finalizar la Guerra del Pacífico, consideraciones ideológicas y estratégicas habían definido un tramado de relaciones bilaterales entre los países asiáticos aliados a Occidente con los EE.UU., descartando de plano la creación de toda iniciativa colectiva de seguridad regional. Es así como Japón y Corea se encuentran ligados a EE.UU. por sendos Tratados de Seguridad, y acuerdos complementarios acerca del despliegue de fuerzas americanas en sus territorios, a cambio de la extensión del paraguas nuclear norteamericano sobre estos países. A su vez, Tailandia, Filipinas, Singapur y Malasia conservan acuerdos militares de distinta índole con EE.UU.. Al margen de ello, gran parte de los países asiáticos veían al Tratado de Seguridad entre Japón y EE.UU. como un reaseguro de contención de eventuales actividades militares japonesas en la región.

Hacia los años noventa, comienza a producirse un paulatino descenso de la presencia norteamericana en la región del Pacífico Asiático: el cierre de sus principales bases militares fuera de su territorio, Clark Field y Subic Bay, fue una de las principales consecuencias de la evaluación del rol de los EE.UU. en Asia, iniciado en 1990 por la administración Bush en la Iniciativa Estratégica para el Este Asiático (EASI) donde se proponía un plan a diez años para la reducción de las tropas desplegadas en territorios extranjeros. Los presupuestos de aquella política debían buscarse en el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría; la entrada de Corea del Norte a las Naciones Unidas, y la conclusión de un acuerdo conjunto acerca de la desmilitarización de la Península de Corea, que fue acompañada por la firma por parte de Pyonyang del régimen de salvaguardas de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA); y, finalmente, el surgimiento de iniciativas de cooperación en materia de seguridad regional. Hasta ese momento, el phasing out de la presencia norteamericana en la región no aparecía tan traumático, y encontraba un innegable justificativo adicional en las conflictivas relaciones en el área económica con sus principales aliados estratégicos, en especial con Japón y Corea del Sur, descriptas anteriormente.

Los años recientes se han presentado en forma más traumática para las relaciones de EE.UU. con sus aliados estratégicos en Asia. Una vez más, el eje cooperación-contradicción se pone de manifiesto aquí. La crisis nuclear de Corea del Norte de 1994 y el recrudecimiento de las tensiones en la península coreana, las disputas territoriales en torno a las Islas Senkaku, Parcel y Spratly, la incertidumbre acerca del rol de China en la región, sumado al conflicto en el Mar del Sur de China, y a la siempre latente opción beligerante respecto de Taiwán, proponen nuevos escenarios a partir de los cuales se deberían replantear las posiciones estratégicas en el Este Asiático y constituyen incentivos para la cooperación entre los aliados de la posguerra. A estas fuerzas centrípetas se oponen presiones centrífugas que resultan de los mencionados conflictos comerciales, y de cuestionamientos domésticos a la perpetuación del orden de la Guerra Fría.

En febrero de 1995, el Departamento de Defensa de los EE.UU. elevó el reporte "East Asia Strategic Review" (EASR), conocido como el "Reporte Nye" en referencia a quién en ese momento fuera Subsecretario de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional, Joseph Nye (h), su autor intelectual. El "Reporte Nye" anunció cambios en la política de reducción de tropas en el Este Asiático: el Departamento de Defensa americano se comprometía a mantener el despliegue de tropas en territorio de Japón y Corea en el nivel actual de 100.000 efectivos por los próximos 20 años. De acuerdo con la opinión de Joseph Nye (h) "el reporte de la estrategia de la Administración Clinton para el Este Asiático es una clara manifestación de que nos mantendremos comprometidos con Asia. La identificación de un nivel estable de poderío militar no significa de ninguna manera la perpetuación de la Guerra Fría".5

La nueva posición norteamericana recibió críticas no solo en el propio seno de EE.UU., sino también en algunos sectores de los países asiáticos. Una de las críticas más estructuradas a la EASR fue desarrollada por la denominada "escuela revisionista" en los EE.UU.. Autores de la talla de Chalmers Johnson y E. B. Keehn, entre otros, remarcan en sus críticas la emergencia de intereses controvertidos entre EE.UU. y sus otrora aliados estratégicos en Asia, y proponen que es responsabilidad del gobierno norteamericano utilizar la palanca que les brinda la presencia norteamericana en Japón y Corea para forzar a estos países a reducir su superávit en la balanza comercial con los EE.UU.. Johnson y Keehn intentan demostrar que Asia se beneficia en el campo económico de la protección militar que le ha brindado el despliegue de tropas norteamericanas en la región, y que la principal perjudicada en esta estrategia ha resultado la economía norteamericana.6

Un debate similar se reproduce en Japón, donde académicos y políticos de renombre pretenden discutir lo que se considera como un legado de los acuerdos de la Guerra Fría. Ozawa Ichiro, Presidente desde diciembre de 1995 de Shinshinto (New Frontier Party), el principal agrupamiento opositor del Japón, sugiere que Japón debe convertirse en un país normal (futsuu no kuni, en idioma japonés), lo que significa una nación con un portfolio balanceado de poder político, económico y militar, usado en concordancia con sus aliados y bajo firme control de los líderes políticos; el debate acerca de la necesidad de convertir al Japón en un país normal reabrió los hasta aquí considerados temas tabúes relacionados con soberanía, nacionalidad y responsabilidad nacional que habían sido clausurados en los enfrentamientos de 1960 en torno a la extensión del Tratado de Seguridad con los EE.UU..

Los cuestionamientos más profundos a la Alianza militar con los EE.UU. fueron la consecuencia de dos hechos protagonizados por militares norteamericanos estacionados en el Este Asiático. En mayo de 1995 los medios de prensa coreanos se alzaron en ira a partir de una pelea callejera protagonizada por infantes norteamericanos con ciudadanos coreanos en una estación de subterráneo. El incidente revivió las demandas para que la policía coreana pueda detener e interrogar a soldados americanos cuando cometan crímenes fuera de sus bases. El segundo evento ocurrió en Japón en setiembre de 1995, donde una joven okinawense de 12 años de edad fuera violada por tres militares norteamericanos estacionados en la isla. El incidente desató una acalorada protesta de los habitantes de Okinawa frustrados por tener que soportar el mayor peso de la presencia de bases norteamericanas en territorio de Japón. Cerca de 85.000 okinawenses participaron en demostraciones públicas en octubre, y numerosos gobiernos locales a lo largo del país emitieron resoluciones contra la presencia militar en Japón. El gobernador de Okinawa Ota Masahide se negó a firmar los documentos de arrendamiento de tierras para bases americanas, generando un conflicto diplomático mayor.

 

A 50 Años del Fin de la Guerra del Pacífico

 

Luego de 50 años de la capitulación de la Armada Imperial Japonesa que puso fin a la Guerra del Pacífico, existen notorios indicios que el orden de la posguerra ha llegado a su fin. Japón, derrotado militarmente en 1945, se debatía en 1995 acerca de la necesidad y la forma de expresar su remordimiento por los padecimientos ocasionados a sus vecinos asiáticos.

En el mes de agosto de 1995, y luego de una tibia resolución de la Dieta en la que se ponía de manifiesto el remordimiento del Japón, aunque reafirmaba la existencia de diferentes visiones del pasado entre Japón y sus antiguos enemigos, el Primer Ministro, Murayama Tomiichi, apoyado por su gabinete manifestó una "sincera disculpa" por los crímenes y atrocidades sufridos por los países asiáticos, cometidos por Japón durante su ocupación colonial, al tiempo que se lamentó por la errónea política nacional perseguida por su país en el pasado. Las manifestaciones de Murayama fueron recibidas favorablemente por los países asiáticos; sin embargo en el frente interno la repercusión no fue menor: un grupo de líderes políticos del LDP, partido que participa en la alianza de gobierno que lideraba Murayama, encabezados por el Ministro Hashimoto, acompañaron a la Asociación Japonesa de Víctimas de la Guerra en una controvertida peregrinación al Santuario Yasukuni, centro de descanso espiritual de los muertos japoneses en la guerra y de los criminales de Clase A que fueran ejecutados por los Aliados.

La interpretación del pasado continuó siendo uno de los puntos de distanciamiento más importantes entre Japón y sus vecinos asiáticos. El propio Murayama, en una interpelación parlamentaria, generó profundo encono en las autoridades y en el propio pueblo coreano al manifestar que la anexión de la península por parte de Japón a principios de siglo era legítima, ya que resultaba de un tratado por el cual el gobierno títere de Corea invitaba al Imperio Japonés a hacerse cargo del país. La contienda aumentó de nivel cuando un miembro del gabinete japonés, Eto Takami, sugirió que la ocupación japonesa entre 1910 y 1945 trajo aparejado el progreso para la península coreana. Ante la presión externa, Eto fue obligado a renunciar el 13 de noviembre.

Como podemos apreciar, a pesar de los enormes esfuerzos de los gobiernos japoneses por revisar su historia y poner fin al recelo de los países asiáticos que sufrieran su ocupación colonial, Japón no ha podido despojarse del estigma de militarismo imperial que carga en los últimos cincuenta años de su historia. Una vez más vemos con claridad las líneas de quiebre que caracterizan las relaciones entre los países miembros de la región del Pacífico Asiático.

 

Pablo Martín Pinto

 

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1 Vietnam, Indonesia, Filipinas, Brunei, Taiwán y Malasia.

 2 World Trade Orga-nization (WTO), "Trade Review 1995", Ginebra, WTO, Noviembre 1995.

 3 The Japan Times, "Australia calls for free trade. Canberra won't sign APEC pact if far-ming excluded", Noviembre 9, 1995, y "A-PEC disagreements go unresolved", Octubre 13, 1995. En cuanto a la posición de Canadá: The Japan Times, "Ca-nada opposes APEC exclusions", Noviembre 8, 1995.

4 En agosto de 1967, Filipinas, Indonesia, Malasia , Singapur y Tailandia decidieron la creación de ASEAN. Con el decisivo apoyo de los EE.UU. los miembros del ASEAN participaban de la idea que la cooperación regional en el Sudeste Asiático contribuiría a la estabilidad, previniendo al mismo tiempo la infiltración comunista en el área. Posteriormente se incorporará Brunei.

 5 Joseph S. Nye, Jr., "East Asian Security. The Case for Deep En-gagement", en Foreign Affairs, Volumen 74 N°4, Julio/Agosto 1995, página 101.

6 Chalmers Johnson & E. B. Keehn, "East A-sian Security: The Pen-tagon's Ossified Stra-tegy", en Foreign Af-fairs, Volumen 74 N°4, Julio/Agosto 1995, página 111.