Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1997 Departamento de

 

DEPARTAMENTO DE AMERICA DEL NORTE

 

 Presentación:

Nora Luzi, Anabella Busso

  

Documentos:

Nora Luzi, Valeria Lieste

  

Cronología:

Alvaro Herrero (Argentina - Méjico), (Argentina - Estados Unidos); María Grisolía (Argentina - Canadá)

 

 

Presentacion

"Ahora, mirando al futuro, el paso más grande de todos, el umbral del futuro más alto que ahora debemos cruzar y mi prioridad número uno para los próximos cuatro años, es asegurar que todos los estadounidenses tengan la mejor educación del mundo."

William Clinton, discurso ante la sesión conjunta de las cámaras del Congreso sobre el estado de la Unión, 4 de febrero de 1997.

 

Casi 5 años han pasado desde que el Profesor Martín Weinstein del William Patterson College de New York pronunciara la primer conferencia organizada por el Departamento del Norte. Su tema de disertación fue "La Política Exterior de los Estados Unidos hacia el Cono Sur en el marco del Proceso Eleccionario Presidencial de los Estados Unidos". Se enfrentaban entonces en carrera presidencial el republicano George Bush y el demócrata William Clinton. No imaginábamos entonces que luego de un quinquenio, lo que fuera un proyecto de ámbito de reflexión sobre la política exterior de y hacia América de Norte lograría consolidarse y mantener un sólido crecimiento académico.

Los frutos obtenidos en este sentido han sido muy importantes y es lo que quisiera destacar en la presentación de este año. Debo entonces mencionar la excelente labor realizada por la Dra. Valeria Lieste como preparadora del equipo ganador del "II Congreso Interamericano de Derechos Humanos", organizado por el Washington College of Law of the America University (Washington) el año pasado, el galardón obtenido por el Dr. Alvaro Herrero quien ha sido premiado por el Rotary Club -en conmemoración a los 50 años de su nacimiento-, con el otorgamiento de una beca anual, la que consistirá en el financiamiento de un programa de Master en los Estados Unidos el año próximo. Finalmente el D.A.N. estuvo presente, a través de su Coordinadora, en el "1996 Summer Institute on the Making of the U.S. Foreign Policy", en la Universidad de Michigan, programa financiado totalmente por la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA). Provenientes de Bangkok, Beijing, Bonn, Bruselas, Caracas, Kiev, Lagos, Manila, Nueva Delhi, Panamá, Skopje, Tel Aviv, La Haya, Valetta, Yaounde y Buenos Aires, los becarios con formación en Relaciones Internacionales y Ciencia Política, discutieron durante un mes y medio acerca de la política exterior estadounidense.

Los lectores sabrán perdonar el orgullo con el que escribo estas líneas y quienes viven las limitaciones presupuestaria de la vida universitaria argentina sabrán comprender nuestra satisfacción por los pequeños grandes logros obtenidos.

Sin embargo y para terminar, si la Argentina pretende entrar en el próximo milenio en condiciones adecuadas de competitividad, resta mucho camino por andar. No basta con la existencia de capacitados recursos humanos en las aulas universitarias. El país debe garantizar las condiciones mínimas de desarrollo profesional para que la opción más ventajosa de los profesionales que egresan de la Universidad sea la permanencia y desarrollo en este país. Que nuestra prioridad número uno sea lograr dicha permanencia

El trabajo de investigación "El comercio en la Agenda Argentina-Estados Unidos: un espacio de negociaciones complejas" fue realizado por Anabella Busso junto a la Coordinadora del D.A.N., Nora Luzi. Por otra parte la sección Cronologías estuvo a cargo de Alvaro Joaquín Herrero que realizó las correspondientes Argentina-México y Argentina-Estados Unidos, mientras que la cronología Argentina-Canadá estuvo a cargo de María Grisolía. Asimismo la sección Documentos estuvo a cargo de Alvaro Herrero.

 

El comercio en la Agenda Argentina-Estados Unidos: un espacio de negociaciones complejas

A partir de 1989 el gobierno de Menem inició una política de acercamiento a Washington caracterizada por la mayoría de los autores como alineamiento automático. Dicha política tenía como objetivo lograr el apoyo de los Estados Unidos a la grave crisis económica argentina tanto en el plano bilateral como multilateral. En concordancia con esta idea la política doméstica y la política exterior se articularon con los grandes intereses estadounidenses a nivel global y regional, esto es la difusión de la democracia a nivel mundial, la expansión del modelo de economía de mercado y la vuelta a un sistema de seguridad colectiva. Desde la perspectiva argentina esta situación implicó -entre otras- trabajar sobre la reforma del Estado, la apertura de la economía, la adhesión a los acuerdos de no proliferación y la defensa de la democracia.

Finalizado el primer mandato se había consolidado un marco político caracterizado por el acuerdo entre ambos países al que denominamos, siguiendo a Escudé, macro relación bilateral. Sin embargo, el inicio del segundo gobierno va más allá de los grandes acuerdos y en él, el gobierno nacional se enfrenta a la necesidad de discutir temas puntuales de la agenda externa, entre los que se destacan las cuestiones comerciales. La diferencia central en el esquema de negociación para abordar las macro y micro relaciones bilaterales consiste en que en el segundo caso no alcanza con la actitud unilateral de alineamiento por parte del país más débil, sino que éste debe lograr concesiones por parte de los actores estadounidense, tanto públicos como privados.

Esta realidad implica que Argentina deberá enfrentar la defensa de sus intereses con una fuerte voluntad política acompañada de una muy buena performance de sus negociadores. Valga la reflexión del ex Primer Ministro canadiense, Pierre Trudeau, cuando respondió sobre la problemática de convivir con los Estados Unidos: «Es como vivir al lado de un elefante tan amigo que uno hasta se acuesta con él, pero tiembla al menor movimiento». La relaciones comerciales de Argentina con Estados Unidos durante 1996 fueron un caso típico de micro-relaciones bilaterales y, además, estuvieron sujetas al movimiento del elefante.

 

Balanza Comercial.

El año 1990 marcó el inicio de una etapa de incremento comercial con los Estados Unidos, a punto tal que éste llegó a convertirse en el segundo socio comercial de nuestro país, pero el resultado de la balanza comercial devino ampliamente desfavorable a la Argentina. Este resultado puede ser explicado parcialmente por la desigualdad existente entre Argentina y Estados Unidos en cuanto a tamaño y competitividad de sus economías, la ausencia de una tradición exportadora en nuestro país y ciertas falencias en la política comercial argentina. Sin embargo, la causa principal del cuadro deficitario se encuentra en la política comercial aplicada por los Estados Unidos en función de sus necesidades domésticas.

Dicha política enfatiza la articulación y aplicación simultanea de estrategias ofensivas y defensivas destinadas a lograr una reforma estructural en las relaciones comerciales de Estados Unidos con sus socios tradicionales y con nuevos mercados. En este sentido, los mayores ejemplos los encontramos en la utilización de los instrumentos de política comercial previstos en la Section 301, Special 301 y Super 301 de la «Omnibus Trade Competitiveness Act of 1988». A través de ellos se autoriza la implementación de mecanismos dirigidos a sancionar a terceros países supuestamente infractores de reglas comerciales justas a criterio de los Estados Unidos; y principalmente, el recurso a las negociaciones comerciales, multilaterales o bilaterales, con la idea de posicionar exitosamente los productos y las empresas estadounidenses en el mercado global. En la misma dirección se inscriben, las facultades otorgadas al Representante Comercial para que supervise la evolución de la política comercial de otros estados y sus efectos reales y potenciales sobre los intereses estadounidenses en cuestiones como el comercio de bienes y servicios; protección de la propiedad intelectual; política de inversiones; etc., y eventualmente proponga la aplicación de sanciones sobre los países que se resisten a modificar sus políticas comerciales. En este sentido, las negociaciones con Carla Hills, Mickey Kantor y actualmente con Charlene Barshefsky se inscriben entre las más duras que ha debido enfrentar el gobierno de Menem.

Pasando al plano bilateral ya en el año 1994 se incrementó la preocupación del gobierno nacional sobre los resultados de la Balanza Comercial con Estados Unidos. Durante ese año la relación comercial registró un fuerte déficit para el lado argentino. Los datos indican que las importaciones nacionales fueron de 4466 millones de U$S mientras que las exportaciones se ubicaron en 1725 millones de la misma moneda, alcanzando un déficit record de 3741 millones (Ver Cuadro I en la sección Documentos). El único rasgo alentador en semejante rojo fue el incremento de un 43% de las exportaciones nacionales con respecto al año anterior.

En función del mencionado nivel de déficit, durante 1995 se incrementaron los instrumentos destinados a disminuirlo. Así fue como el diseño de estrategias de información y capacitación para una mejor inserción de los empresarios pymes en el mercado norteamericano, las reiteradas discusiones sobre propiedad intelectual y las negociaciones sobre la puesta en marcha de los acuerdos alcanzados en el cierre de la Ronda Uruguay (sobre carne, maní, pasta de maní, entre otros) destinados a mejorar el acceso de productos argentinos al mercado estadounidense, ocuparon el centro de la escena.

La Subsecretaría de Relaciones Comerciales Internacionales reelaboró su propuesta para mejorar el comercio con los Estados Unidos, hecha en 1994, a través del «Plan de Promoción del Comercio Exterior para los Estados Unidos 1995». Para ello se mantuvieron consultas con los Departamentos de Comercio Exterior de las provincias, las Cámaras y Asociaciones empresariales, y las empresas, a la vez que se incorporaron las conclusiones del Encuentro Nacional de Exportadores. Como resultado se decidió concentrar el esfuerzo para promocionar un determinado grupo de productos y se establecieron las herramientas de trabajo.

Sin embargo, 1995 finalizó sin encontrar una resolución a la Balanza Comercial negativa. Argentina exportó por valor de 1.803,5 millones de U$S e importó por la suma de 4.206,6 alcanzando un saldo negativo equivalente a 2.403,1 millones (Ver Cuadro II en la sección Documentos).

En 1996 las dificultades para solucionar el déficit de Balanza Comercial fueron superiores a las del año anterior, dificultades puestas de manifiesto en las cifras correspondientes: U$S 1958,2 millones para las exportaciones argentinas y U$S 4738,2 millones para las importaciones estadounidenses (Ver cuadro III en la sección Documentos). Al déficit se sumó la falta de cumplimiento de los acuerdos alcanzados con Estados Unidos en el cierre de la Ronda Uruguay y la continuidad de las presiones para modificar la ley de patentes.

Esta situación fomentó el diseño y aplicación de nuevas estrategias de negociación por parte del gobierno argentino las cuales se hicieron efectivas a partir de octubre de 1996 y cuyos resultados podrán eventualmente analizarse en el transcurso del presente año.

Esta nueva estrategia de negociación articula la opinión de la representación comercial argentina en Washington, la nueva gestión económica a cargo de Roque Fernández, la Jefatura de Gabinete y, posteriormente, permeó el discurso del Canciller Di Tella. Ella se basa en dos ideas centrales. La primera es no aceptar más presiones sobre el tema patentes, principalmente en lo que se refiere a la aplicación de una política de «linkage» que el Departamento de Comercio realiza con el resto de los temas de la agenda comercial bilateral. Los argumentos presentados por las autoridades nacionales se basan en que Argentina es un país democrático, cuyo Congreso ha votado una ley de patentes después de años de discusión, situación que inhabilita cualquier posibilidad del Poder Ejecutivo para volver a presionar sobre el Legislativo. Por otra parte, esta legislación es acorde con las pautas establecidas para propiedad intelectual en el marco del cierre de la Ronda Uruguay.

La segunda idea es poner sobre la mesa de negociación el peso de los números para demostrar que la economía argentina es más abierta que la norteamericana, tanto desde el punto de vista arancelario como para arancelario, cuestión que se evidencia en el superávit comercial de más de 10.000 millones de dólares acumulado por los Estados Unidos en el período 92/95.

Los principales argumentos técnicos y políticos de la iniciativa estaban volcados en un memo reservado del que sólo poseían copias los Ministros Fernández, Rodríguez, el Embajador Granillo Ocampo y el Representante Económico y Comercial en Washington, Carlos Magariños.

Además de las dos ideas centrales, el texto sostiene que es necesario modificar «la actitud argentina de satisfacer, en la medida de lo posible, los pedidos norteamericanos» situación que «parecía explicarse -en alguna medida- por el renovado impulso a la relación bilateral iniciada en 1989 y por las negociaciones para reestructurar la deuda externa»»Hoy parecen darse las condiciones para buscar otro equilibrio en la relación con los Estados Unidos» »Hoy no existe ninguna razón para considerar que los intereses de los lobbies comerciales norteamericanos están estricta o especialmente vinculados con los intereses financieros» «Dadas estas condiciones y reconociendo las diferencias en la situación del comercio bilateral, la presentación en sociedad de la nueva conducción económica podría aprovecharse para aumentar la presión con la intención de solucionar temas pendientes de nuestro país». Por otra parte sugiere la posibilidad de anunciar a los Estados Unidos que nuestro país puede «llevar estos temas a los organismos multilaterales de comercio» y agrega «Una actitud de este tipo podría, además de revertir la dinámica de la relación comercial bilateral, producir cierto rédito político» ya que se podrían alinear las posiciones con el Congreso y los productores argentinos «para dar batalla en estos temas».

La puesta en marcha de la mencionada estrategia de negociación se concretó entre a inicios de octubre de 1996, en ocasión de la visita que una delegación argentina -presidida por el Ministro Fernández- realizó a Washington. Sin embargo, por cautela, su aplicación estaba ligada con el nivel y carácter de las presiones con que los funcionarios norteamericanos recibieran a los argentinos. Pero, tal como lo imaginaba la delegación argentina, la acogida fue típica de Kantor: dura y precisa. Los reclamos sobre patentes, ley de confiabilidad y trabas a las exportaciones de textiles y calzados deportivos saltaron abruptamente a la mesa de negociación. En este contexto las respuestas de Fernández y Rodríguez respetaron estrictamente los contenidos del memo, inaugurando una nueva etapa en las negociaciones comerciales bilaterales.

Desde una perspectiva política esta nueva estrategia significó, además, poner distancia con lo que había sido la gestión Cavallo y si bien no fue publicitada oficialmente en sus primeros meses, actualmente ha ampliado su espacio de aplicación desde la diplomacia bilateral a la multilateral, tal como lo reflejan posiciones conjuntas de Argentina y Brasil en las negociaciones con Estados Unidos para la puesta en marcha del ALCA.

 

Las discusiones sobre el tema de la propiedad intelectual: más de lo mismo.

A inicios de 1996 el Ejecutivo Nacional vetó parcialmente la última ley dictada por el Congreso invalidando el art. 2 de aquélla por cuanto impedía al PEN la reglamentación de la ley por decreto. El veto se fundamentó en el principio de división de poderes. Al mismo tiempo el Jefe de Gabinete, Eduardo Bauzá acordó con los diputados crear una comisión tripartita para analizar los alcances de la medida. Tras este último veto la situación puede resumirse de la siguiente manera: quedó definitivamente derogada la ley 111 y con ello se suprime el sistema de reválida de patentes extranjeras. Esto implica que no se podrán convertir patentes extranjeras en patentes argentinas para productos farmacéuticos cuyas solicitudes fueran posteriores al 1 de enero de 1994. En marzo de 1996 se firmó el decreto reglamentario de la ley de patentes que prevé un plazo de cinco años para que las compañías argentinas comiencen a pagar royalties a los titulares de patentes de medicamentos, lo que era -y es- firmemente rechazado por los Estados Unidos. A partir de aquí se consideró concluido con ello todo proceso legislativo en lo que se refiere a «patentes».

En marzo de 1996 el PEN elaboró un proyecto de ley de confidencialidad, el cual procura proteger la información técnica que se entrega a los organismos de salud y sanidad vegetal para comercializar medicamentos y productos químicos agrícolas. No obstante los esfuerzos del gobierno nacional en el sentido de lograr la aprobación del proyecto en el Congreso durante 1996, el Parlamento tomó su tiempo antes de la aprobación del mismo.

 

Principales temas de la agenda comercial en la actualidad.

Una de las características comunes al tratamiento de los distintos temas de la agenda comercial durante 1996, fue la falta de predisposición del gobierno de los Estados Unidos para hacer efectivo el cumplimiento de los acuerdos comerciales sectoriales alcanzados sea en el marco de la Ronda Uruguay del GATT o en negociaciones comerciales fuera de aquélla. En la lectura política de esta actitud de Washington aparecen dos ideas fuerza. En primer lugar, la disconformidad respecto de la legislación argentina sobre propiedad intelectual. En segundo lugar, la decisión de continuar presionando a la Argentina para que modifique dicha legislación, a través de una política de vinculación de cuestiones que ata la efectivización de las concesiones obtenidas en el GATT a nuevos avances en el área de propiedad intelectual. Sin embargo, el gobierno argentino tal como se señalara anteriormente y a diferencia de lo actuado en etapas anteriores, decidió reclamar el cumplimiento de los acuerdos comerciales.

Analizando lo acontecido durante 1996 cabe recordar que, en el cierre de la Ronda Uruguay, Argentina negoció una serie de acuerdos bilaterales sectoriales con los Estados Unidos, destinados a obtener un mayor acceso al mercado estadounidense para determinados productos, entre los que se encuentran: carne fresca deshuesada; maní; pasta de maní; queso y tabaco.

Con relación al tema de las carnes, y después de un largo período de trabajo para combatir la fiebre aftosa en gran parte de territorio nacional, nuestro país obtuvo por parte de Estados Unidos el otorgamiento de una cuota de 20.000 tonelas para la exportación de carnes frescas deshuesadas. Esta situación es altamente significativa porque posee varias implicancias: el acceso al mercado del mayor importador mundial de carnes rojas (Estados Unidos importa alrededor de 1,1 millón de toneladas anuales) después de haber tenido vedado dicho ingreso por más de sesenta años; la superación de la tradicional división entre circuito aftósico y no aftósico con sus implicancias sobre el nivel de precios (en números aproximados la diferencia entre ambos circuitos ha variado entre el 30 y 50 %); la posibilidad de ingresar a mercados de países que siguen la política sanitaria riesgo cero de Estados Unidos (Japón, Taiwan, México, Canadá) y que hoy representan el 50% del comercio internacional.

La implementación efectiva de dicho acuerdo se encuentra supeditada a la conclusión de trámites legales y administrativos de carácter doméstico en los Estados Unidos, los cuales involucran específicamente al USDA (United States Department of Agriculture), al APHIS, FSIS (Food Safety Inpection Service), entre otros.

Las autoridades argentinas estimaron en 1995 que la finalización de los mencionados trámites no llevaría más de un año. Sin embargo, los Estados Unidos se han tomado un tiempo considerablemente mayor, resultando claro que la demora en la efectivización del ingreso de las carnes argentinas al mercado estadounidense obedece a razones de la política comercial de este país y no a cuestiones burocráticas. En este sentido, Washington ha realizado en múltiples ocasiones un linkage entre los temas de propiedad intelectual y el resto de los temas de la agenda comercial bilateral. A pesar de estos inconvenientes, el gobierno argentino ha mantenido el tema sobre la mesa de negociaciones a lo largo de 1996, existiendo posibilidades reales de que el acuerdo se concrete durante de 1997.

Otro de los acuerdos alcanzados es el incremento de la cuota argentina de maní confitería. Cabe recordar que Estados Unidos tiene un Programa de Maní el cual opera en la práctica como un impuesto sobre los productores argentinos. El acuerdo alcanzado implica una cuota inicial para 1995 de 26.341 toneladas métricas y se incrementa en 3512 tn adicionales por año hasta alcanzar las 43.901 tn en el año 2000.

Sin embargo, la puesta en marcha del acuerdo se ha enfrentado con un inconveniente derivado de la interpretación que hace Washington del Memorándum de Entendimiento, firmado entre Argentina y Estados Unidos el 24 de marzo de 1994. El gobierno nacional sostiene que el mismo concede a Argentina el derecho de la emisión de los certificados de origen, lo que implica poder administrar directamente la cuota obtenida. Por su parte, Estados Unidos alega que el Memorándum no requiere que el gobierno de ese país exija la posesión de dichos certificados como condición para la importación dentro de la cuota. Esta interpretación tiene varias consecuencias negativas para las exportaciones argentinas de maní.

La primera y más importante es que el acuerdo se está cumpliendo según la interpretación de Washington: no se requiere al momento del ingreso del maní certificado de origen argentino. Consecuentemente, la cuota de maní argentino es completada, en gran parte, con maní de otro origen vía un proceso de triangulación, en detrimento de los productores nacionales y del erario público. Esta situación queda en evidencia al analizar la divergencia existente entre los registros de la Aduana Nacional y los efectuados por las autoridades de Estados Unidos.

En segundo lugar, Argentina no pude garantizar el cumplimiento de las regulaciones de Estados Unidos referidas a la calidad sanitaria y fitosanitaria del producto.

En tercer lugar, se impide un funcionamiento adecuado del mercado, ya que los exportadores argentinos se ven imposibilitados de establecer contratos de mediano y largo plazo con eventuales compradores estadounidenses. Esto se debe a que ambas partes desconocen el valor del arancel que deberá pagar el maní al momento de su ingreso al mercado. El arancel será sensiblemente menor si el maní se ingresa como parte de la cuota asignada a la Argentina en el marco de las negociaciones comerciales multilaterales señaladas anteriormente.

Durante 1996 y hasta la fecha la cuota obtenida por la Argentina continúa siendo administrada por USTR sobre la base «primero llegado, primero servido», lo que menoscaba la concesión obtenida en el marco de la renegociación de concesiones previsto en el GATT. Por tal motivo, carnes y maní son temas pendientes de resolución y han estado permanentemente entre los reclamos que presentó el gobierno argentino al norteamericano.

En estrecha relación con el tema de maní, se encuentra la situación de sus derivados, en especial, la de pasta de maní.

Durante las negociaciones de la Ronda Uruguay, los Estados Unidos exigieron, a fin de otorgar nuevas concesiones respecto del maní, la consolidación de cuotas para sus derivados, que a la fecha eran inexistentes. El gobierno argentino consideró la aceptación de dichas cuotas teniendo en cuenta que la cuota establecida para la pasta de maní ascendía a 3650 Tn (lo máximo exportado hasta ese momento eran 3400 tn), el arancel a pagar bajaba al nivel que paga Canadá como beneficiaria del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y que incluía el establecimiento de una cuota para los países abarcados por el Sistema Generalizado de Preferencias (vale aclarar que al momento de estas negociaciones, Argentina gozaba ampliamente de los beneficios del SGP con los Estados Unidos).

Durante la Ronda Uruguay, Argentina logró una ampliación de 2000 tn en la cuota total de quesos de 4800 tn que ya poseía para el mercado estadounidense, obteniendo así un cupo total de 6800 tn. La cuota adicional que comenzó a regir a partir del 1 de enero de 1995, no será reasignada a otros exportadores sin previo consentimiento de la República Argentina.

Sin embargo, los exportadores argentinos no cubrieron totalmente la cuota asignada en la negociación internacional, situación que se vio agravada por la oferta, a precios más bajos, de quesos provenientes de países de Europa Oriental. Este hecho originó la posibilidad de concretar lo que se conoce como «globalización» de la cuota. La misma se presenta cuando los importadores no pueden cubrir la cuota asignada a un país con productos de dicho país y los importadores solicitan al USDA, la reasignación de las cuotas individuales de los países para permitir que la importación se realice desde cualquier origen. (Debe tenerse presente que la cuota de cada país es asignada a los diferentes importadores estadounidenses mediante las respectivas licencias de importación).

En este punto el gobierno argentino realizó una especie de intermediación, a la vez que solicitó al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) la demora de los plazos para la globalización de la cuota argentina de quesos, instó a los exportadores nacionales al cumplimiento de los niveles de venta comprometidos.

Argentina es el 13er. productor mundial de tabaco y el 10mo. exportador a escala mundial, sobre ese total la tercera parte de la producción y la mitad de las ventas se dirigían al mercado estadounidense. En 1993 Estados Unidos impuso a través de la Ley de Reconciliación Presupuestaria restricciones a las importaciones de tabaco, afectando las exportaciones argentinas en casi un 50% (en 1993 se exportaron U$S 62,5 millones que disminuyeron a U$S 38 millones en 1994). Ante esta situación Argentina negoció en el marco de la Ronda Uruguay del GATT una cuota arancelaria de 12.000 tn para el período 95/97, 11.000 tn en 1998 y 10750 tn a partir de 1999. El gobierno argentino consideró que si Estados Unidos era el que imponía restricciones arancelarias nuestro país debía obtener como mínimo la administración de la cuota a través de la emisión de los certificados de origen. Por tal motivo durante las negociaciones llevadas a cabo en Washington y ratificadas en Ginebra a través del Memorándum de Entendimiento y Cartas Anexas firmadas el 9 de agosto de 1995, Estados Unidos accedió a la petición argentina. Durante 1996 el gobierno nacional insistió a fin de que el compromiso se hiciera efectivo.

Argentina se abocó durante el año 1996 a la realización de estudios técnicos destinados a la definición de áreas libres de cancrosis y otras enfermedades de cítricos argentinos, con el objeto de ingresar en el mercado estadounidense aprovechando las condiciones que brinda la contraestación. El objetivo del gobierno nacional abarcaba una labor doméstica consistente en lograr que se aplicaran a la producción los tratamientos aconsejados por el IASCAV y una tarea externa dirigida a obtener una atención prioritaria del USDA en el momento en que el IASCAV estuviera en condiciones de presentar los informes correspondientes.

Debido a una modificación de la importancia estratégica otorgada al extracto de quebracho, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos inició una venta moderada de los stocks acumulados. Sin embargo en 1993 la política de gradualismo desapareció y los volúmenes ofrecidos en licitaciones públicas se incrementaron dramáticamente pasando de un promedio de 500 tn a 5000 tn en el año 1994. Como era de esperar esto afectó las exportaciones argentinas debido a la consecuente caída de los precios por debajo de las cotizaciones del mercado mundial, originando la pérdida de uno de los principales mercados para la colocación de dicho producto. En encuentros con representantes del sector las autoridades nacionales acordaron insistir en una presentación oficial con el propósito de evitar daños mayores y negociar una liberalización moderada de los stocks existentes.

No obstante ello la reciente decisión del gobierno de los Estados Unidos de cerrar bases militares afectará los intereses de las industrias de procesamiento de quebracho nacionales.

Referencia aparte merece la apoyatura gubernamental realizada a las empresas nacionales acusadas de dumping, tal el supuesto de la actual investigación sobre los tubos llamados OCTC, para la cual se había fijado el 28 de julio de 1995 un margen de dumping para Siderca y otras empresas de 1,36%. Como resultado de tales investigaciones la aplicación de un derecho antidumping del 1,36% a los tubos para la industria petrolera exportados por Siderca, se encontraba en 1996 a consideración de la Corte de Comercio Internacional de Nueva York, donde el Departamento de Comercio es parte interesada.

Teniendo en cuenta que el margen antidumping aludido está por debajo del mínimo del 2% fijado por la Ronda Uruguay, puede concluirse que estas acciones se enmarcan en el conjunto de presiones efectuadas por Washington, las que sugieren una evidencia más de disconformidad con la legislación nacional respecto de temas de propiedad intelectual.

 

La inversión norteamericana en Argentina.

Los capitales norteamericanos jugaron un rol muy significativo a lo largo de 1996. Sus aportes habían sido importantes durante la primera etapa de las privatizaciones, pero se desdibujaron en el marco de la suma de las inversiones europeas. Sin embargo, en la etapa pos-privatización Estados Unidos se ha convertido en el inversor extranjero por excelencia.

El marco jurídico de la relación económica bilateral en lo que se refiere a inversiones está dado por el Acuerdo de Promoción y Protección Recíprocas de Inversiones firmado en 1991 y cuya modificación efectuada por ley 24.356 incluyó al sector de minería como rubro amparado por aquél. Los datos brindados por el Centro de Estudios para la Producción dependiente de la Secretaría de Comercio, Industria y Minería indican que si se incluyen privatizaciones y sector financiero a partir de 1990 se han concretado inversiones por U$S 10.661 millones, otras por valor de U$S 6150 millones están en desarrollo y han sido proyectadas hasta el año 2000 en la suma de U$S 2977 millones. Entre los sectores que lideran el ranking de inversiones aparecen las comunicaciones; química y petroquímica; comercio; alimentos y bebidas; oleoductos y gasoductos; electricidad, gas y vapor; automotriz y autopartes; actividades extractivas y transporte aéreo (Cuadro IV). Reafirmando esta tendencia la embajada argentina en Washington señala que en números aproximados se han concretado unos U$S 8.000 millones en inversiones entre 1991 y fines de 1996, a lo que hay que sumarle unos U$S 2000 millones de capitales financieros.

Sin embargo, la continuidad de esta corriente de inversiones directas se mantendrá supeditada a la evolución de otros temas centrales de la agenda bilateral: la lucha contra la corrupción y la seguridad jurídica.

En función de lo dicho anteriormente cabe recordar que el año 1996 no estuvo exento de asperezas en la agenda económica bilateral, fundamentalmente en el área de privatizaciones. La disputa que años anteriores había agrupado a Cavallo y Cheek por una parte y a Senadores por la otra, cobró notoriedad con el perfil cada vez más relevante de la figura del empresario Yabrán, acusado por el ex-ministro de ejercer presiones sobre la ley de privatizaciones de la Empresa Correo Argentino en favor de las suyas y en detrimento de las extranjeras, particularmente de la Federal Express.

Iniciando 1996, el empresario telepostal hizo circular en los Estados Unidos un documento con el que pretendía reivindicar su buen nombre, dañado severamente según indica en aquél, por las acusaciones del Cavallo sobre su vinculación con las mafias.

Independientemente de las gestiones realizadas por Yabrán, la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, mantuvo su posición en torno a la necesidad de garantizar una competencia legítima e igualitaria para todas las empresas que pretendieran participar del proceso licitatorio. Consecuentemente, en mayo de 1996, Wenceslao Bunge- vocero oficial del empresario-, mantuvo una reunión con Ann Patterson a cargo de los Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, durante la cual elevó sus quejas por expresiones del embajador Cheek que habrían afectado intereses de Yabrán. Por su parte Cheek tomó con sorpresa y desdén la crítica presentada ante el Departamento de Estado, mientras Lee McClenny, encargado de Relaciones Públicas del área Latinoamericana del Departamento de Estado, manifestó su apoyo al embajador en relación a la propuesto.

Fuera del ámbito de las privatizaciones uno de los casos más conflictivos fue lo acaecido como consecuencia de la acción de corrupción descubierta en el caso IBM-Banco Nación. Si bien, el tema está aún en manos de la justicia, resulta evidente tanto el cobro de retornos por parte de funcionarios argentinos como el hecho que la sucursal y la casa matriz de IBM estaban al tanto de la operación. En este marco, la justicia argentina ha solicitado en dos ocasiones durante 1996 (junio y octubre respectivamente) a la autoridades correspondientes en Estados Unidos - invocando los términos del Tratado de Asistencia Jurídica Mutua en Asuntos Penales- información sobre el movimiento de cuentas bancarias en las que, según las evidencias, transitó parte del dinero ilegal. Hasta el presente no se ha efectivizado la respuesta estadounidense. Esta situación es preocupante en tanto marca una dicotomía entre la preocupación de la administración Clinton por combatir la corrupción y la falta de predisposición para brindar información para la resolución de un caso, donde además de argentinos, está involucrada una de las más famosas empresas norteamericanas.

Por otra parte y ya en la segunda etapa de privatizaciones, aparecieron algunos inconvenientes vinculados con la privatización de los aeropuertos. La primera parte de la operatoria fue un concurso para seleccionar la consultora encargada de diseñar los pliegos, bases y condiciones de la privatización. Dicho concurso fue ganado por la Unión de Bancos Suizos, mientras que Salomon Brothers -informada sobre la existencia de un fallo dividido entre los miembros de la Comisión de Selección- decidió impugnar la licitación, sin éxito. Superado este trámite, durante junio de 1997 se operó la apertura del período de la venta de los pliegos respectivos. Está por verse si las compañías estadounidense que habían manifestado interés participarán o no del negocio.

 

Negociaciones comerciales multilaterales: Area de Libre Comercio de las Américas.

De acuerdo a las declaraciones del gobierno argentino, el objetivo de crear un área de libre comercio para el año 2005 desde Alaska hasta Tierra del Fuego, involucra una acción previa muy compleja. En este sentido, 1996 dejó en claro el compromiso del gobierno argentino con el proyecto, el cual se vio reflejado en su activa participación en cada uno de los grupos de trabajo consolidados en la Reunión de Ministros de Comercio de Denver. Por otra parte desde el punto de vista político y jurídico, el gobierno nacional consideró que los planes de acción a seguir en el proceso de integración continental, en modo alguno podrán dañar o afectar los procesos de integración en marcha y de los cuales Argentina es parte, con especial atención al Mercado Común del Sur.

En cumplimiento del cronograma establecido como consecuencia de la Cumbre de Miami de 1994, el año 1996 fue testigo de la ll Reunión de Ministros de Comercio de los países integrantes del ALCA, la que se desarrolló en Cartagena (Colombia) en marzo de aquel año. A los Grupos de Trabajo creados en la l Reunión en Denver en 1995, (acceso a mercados, procedimientos aduaneros y normas de origen, normas y obstáculos técnicos al comercio, subsidios, antidumping y derechos compensatorios, normas sanitarias y fitosanitarias, economías pequeñas e inversiones) se sumaron los correspondientes a: servicios, compras gubernamentales, propiedad intelectual y política de competencia.

La idea de proteger Mercosur de eventuales efectos del proceso de integración continental en caso que éste se llevara adelante en los términos y los plazos que pretende Estados Unidos, ya había sido planteada a este país por los estados signatarios de Mercosur en al Reunión del 4+1 realizada en Asunción del Paraguay en mayo de 1995.

En esa ocasión se puso de manifiesto las dificultades que conlleva la puesta en práctica de las metas intermedias:» el Mercosur marcha con la velocidad que puede, no con la que quiere; Brasil tiene en curso una reforma constitucional que procura la apertura de su economía; Uruguay, como Argentina y Brasil han optado por los plazos de transición que les brinda la Ronda Uruguay, o bien no están dispuestos a negociar plazos más cortos si no hay una contrapartida comercial equivalente (caso de las medidas aduaneras o de protección de la propiedad intelectual)». Además, en la Reunión se sostuvo que el debate sobre cómo integrar las economías a nivel hemisférico involucra nuevas problemáticas tal el caso del medio ambiente y la cuestión laboral. Por tanto Argentina sostuvo: «Sin prejuzgar sobre una decisión definitiva debemos enfatizar que no es admisible que se pretendan erigir nuevas barreras al comercio so pretexto de argumentos ambientalistas o laborales».

Estas posiciones se plantearon nuevamente en la Reunión Hemisférica de Ministros de Comercio llevada a cabo en Belo Horizonte en mayo de 1997, contrastando con las que llevó Estados Unidos.

La delegación de este país nuevamente insistió en su propuesta y planteó, tal como ya había sido manifestado por funcionarios gubernamentales en distintos foros, que ALCA debía concretarse sobre la base de acuerdos regionales comerciales existentes. En este sentido cabe recordar que un mes antes de la Reunión en Belo Horizonte, en ocasión de realizarse un foro sobre ALCA en la Universidad de Georgetown, el Embajador Richard C. Brown, Coordinador de la Cumbre de las Américas en el Departamento de Estado sostuvo que la búsqueda de un área de libre comercio las Américas por parte de su país, «no es sólo una meta de política exterior, sino que representa nuestros intereses nacionales cruciales» y agregó que: «ALCA se basaría en acuerdos comerciales regionales ya existentes».

Por otra parte el Embajador señaló que quedaba mucho trabajo por hacer, básicamente prepararse para las Cumbres venideras, pues en ellas se deberá negociar y llevar a la práctica los términos del ALCA. Destacó que: «El punto de mayor desacuerdo en la actualidad es el ritmo y la secuencia « de dichas negociaciones.

Por su parte las delegaciones Argentina y Brasilera aunaron criterios y dejaron en claro que ALCA coexistiría con el Mercosur. Asimismo insistieron conjuntamente con los otros estados de la región para que la administración Clinton obtuviese del Congreso la autorización para negociar por la «vía rápida» (fast track). Esto significa que la región tiene en claro que sólo la negociación con el Poder Ejecutivo estadounidense permitirá la concreción del ALCA, pues una eventual intervención del Congreso en el texto del acuerdo implicaría años de negociaciones, discusiones y enmiendas las que no se condicen con la naturaleza del proceso en cuestión. Negociar sin fast track de por medio implica incluir indirectamente en la negociación a los lobbies estadounidenses con todo su potencial.

 

Nora Luzi

Coordinadora