Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1998

 

ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS
Secretario General

Memoria sobre la labor de la Organización - 1997

 

 

I. Perfil de una nueva era

1. Vivimos en una era de reestructuración. Tanto en el plano internacional como en el nacional, actúan fuerzas fundamentales que reconfiguran las modalidades de la organización social, los esquemas de oportunidades y restricciones, los objetivos que aspiramos a alcanzar y las causas del temor. Como en todos los períodos de transición, en la actualidad coexisten, en una tensión inquietante, expresiones muy diferentes de la situación humana: la mundialización se difunde pero aumentan la fragmentación y la afirmación de las diferencias; se amplían las zonas de paz a la vez que se intensifican diversas explosiones de terrible violencia; se está creando una riqueza sin precedentes pero sigue habiendo grandes bolsones de pobreza endémica; la voluntad de los pueblos y sus derechos integrales se celebran y violan al mismo tiempo; la ciencia y la tecnología mejoran la vida humana en tanto que sus efectos secundarios amenazan a los sistemas que sustentan la vida en el planeta.

2. No es imposible para la voluntad política inclinar la balanza en esta transición hacia una paz más segura y previsible, un mayor bienestar económico, la justicia social y la sostenibilidad del medio ambiente. Sin embargo, ningún país puede lograr esos bienes públicos generales por sí solo, del mismo modo que ninguno está exento de los riesgos y el costo que entraña prescindir de ellos. La diplomacia multilateral se inventó y se ha sostenido porque los dirigentes políticos, al igual que los pueblos que representan, reconocieron esa simple verdad. De hecho, el proyecto de organización internacional del siglo XX consiste fundamentalmente en encontrar el modo de extender los intereses y las preferencias nacionales, en una dimensión temporal y espacial, a fin de producir en mayores cantidades los bienes públicos que, de otro modo, el mercado político del comportamiento interestatal no produciría en cantidad suficiente. Las Naciones Unidas, con su composición prácticamente universal, su mandato amplio, su diversidad de actividades que abarcan desde las normativas hasta las operacionales y una presencia institucional a la vez mundial, regional y nacional, pueden y deben situarse en el centro mismo de esa empresa.

3. El 17 de diciembre de 1996 los Estados Miembros me confirieron el gran honor de elegirme séptimo Secretario General de la Organización. Desde que me hice cargo de mi puesto he tenido un objetivo primordial: alentar una mayor unidad de propósito, coherencia de esfuerzos y capacidad de respuesta en toda la Organización para que pueda contribuir con mayor eficacia a hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo. Cada una de las entidades que componen las Naciones Unidas ha efectuado ajustes para adaptarse a los cambios trascendentales del último decenio, y en estas páginas se resumen los progresos que han logrado en el año transcurrido. No obstante, a medida que avanzamos, la Organización debe aprender a utilizar mucho mejor su principal fuente potencial de capacidad institucional: los numerosos aspectos complementarios y sinérgicos que existen dentro de ella. El conjunto amplio de reformas que presenté a la Asamblea General el 16 de julio de 1997, y que la Asamblea examinará en su actual período de sesiones, fue preparado teniendo en cuenta ese objetivo.

4. Esta, mi primera memoria anual sobre la labor de la Organización, está estructurada de la siguiente manera. En el resto de la introducción se destacan brevemente algunas de las fuerzas fundamentales que están transformando el mundo en torno a las Naciones Unidas y que, por lo tanto, inciden en su programa. En el capítulo II se presenta una sinopsis de las actividades de la Organización en el año transcurrido, en la que se destacan, por temas, las formas en que las diferentes esferas de programas han procurado adaptarse a esas fuerzas y orientarlas de conformidad con los principios de la Carta de las Naciones Unidas y las prioridades programáticas fijadas por los Estados Miembros. En el capítulo III hago algunas reflexiones generales sobre la labor de la Organización e indico de qué modo y por qué mis propuestas de reforma institucional constituyen un paso necesario para que la Organización siga siendo un instrumento vital y eficaz de colaboración internacional en los momentos en que el mundo se acerca a un nuevo siglo y a un nuevo milenio.

5. Las diversas ramificaciones del final de la guerra fría siguen siendo un factor palpable en el mundo incluso hoy, casi diez años más tarde. Al terminar la rivalidad y el enfrentamiento militar entre las superpotencias se pusieron en marcha numerosos cambios progresivos dentro de los países y entre ellos. Al mismo tiempo, la comunidad internacional sigue luchando con las consecuencias negativas del derrumbe de la bipolaridad. Ejemplos trágicos de ello son los conflictos interétnicos que siguieron a la fragmentación de varios Estados multiétnicos, ya sea en Asia central o en la ex Yugoslavia. Algunos de los antiguos campos de batalla de la guerra fría indirecta en Asia y África siguen siendo presa de la inestabilidad. Algunos Estados que se mantenían unidos por su utilidad estratégica para una u otra parte en ciertos casos han soportado terribles padecimientos como consecuencia de ello, como sucedió, por ejemplo, en el Cuerno de África a principios del decenio y, más recientemente, en el ex Zaire. Es necesaria la ayuda de todos los Estados, especialmente de aquéllos que desempeñaron un papel principal en la guerra fría, para eliminar las distorsiones sociales, económicas y políticas que aquélla provocó y que aún subsisten.

6. Una segunda fuerza fundamental que interviene en la reconfiguración del mundo de hoy es la mundialización; quizás se trate de la fuente más profunda de transformación internacional desde que la revolución industrial comenzó a transformar el comercio exterior en un elemento habitual de la vida internacional. A partir del decenio de 1960, cuando se produjo una liberalización limitada de los controles de capital y fueron surgiendo las empresas industriales multinacionales, los mercados financieros se han integrado cada vez más y la producción de bienes y servicios se ha vuelto cada vez más transnacional. Las cifras revelan una parte de este fenómeno: las corrientes financieras internacionales superan al comercio mundial en una relación de 60:1, en tanto que cada año el crecimiento del comercio mundial en sí mismo supera el aumento del producto interno bruto mundial en más de un 5%. El otro aspecto de este fenómeno puede observarse en la organización de esas corrientes: se producen entre mercados que, en la mayoría de los casos, se han transformado en mercados únicos, y entre empresas o partes vinculadas que tratan al mundo, en forma sinóptica, como un mercado único.

7. La mundialización y la liberalización que la produjo han generado un período sostenido de expansión econó-mica, junto con la reconfiguración de la geografía económica internacional más rápida de la historia. La riqueza y la calidad de vida del mundo industrializado no tienen precedentes. En otras regiones, algunos países que hace tan sólo una generación luchaban contra la pobreza son ahora polos de crecimiento económico por derecho propio. En el transcurso de la próxima generación, la mayoría de las economías del mundo que crecen con mayor rapidez se encontrarán en lo que hoy es el mundo en desarrollo.

8. Sin embargo, la mundialización también presenta numerosos problemas de política. Entre ellos se cuentan los riesgos inherentes de los mercados que carecen de salvaguardias reglamentarias fundamentales, cosa que ocurre en cierta medida en los mercados financieros internacionales. La mundialización también limita la eficacia de algunos instrumentos normativos con los cuales los países industrializados habían tratado de alcanzar el pleno empleo y la estabilidad social en la era posterior a la segunda guerra mundial. Aún no hay consenso en cuanto a cómo sustituir la fórmula de avenencia neokeynesiana que rigió la política económica del capitalismo avanzado, pero sería insensato creer que el público de los países industrializados está dispuesto a volver sin más a una era en que las fuerzas del mercado no obedezcan a control alguno.

9. Los países en desarrollo enfrentan además otros problemas de política. En primer término, los beneficios de la mundialización siguen afectando relativamente a pocos de ellos. Aproximadamente el 40% de las corrientes de inversión extranjera directa a los países en desarrollo corresponde tan sólo a China; Asia oriental, en conjunto, absorbe aproximadamente dos tercios de ella. En cambio, África recibe apenas un 4% y ha disminuido la asistencia oficial para el desarrollo. Entre los países que las corrientes de capital mundiales dejan de lado se encuentran los que padecen la pobreza más persistente. Como se indica en el Informe sobre Desarrollo Humano de 1997, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la falta de recursos financieros mundiales no es un obstáculo para erradicar la extrema pobreza. Las políticas que protegen el crecimiento en el plano nacional, sumadas a la asistencia externa dirigida a fines concretos pueden hacer que los países actualmente marginados se transformen en participantes activos de la economía mundial. Considero que es una misión esencial de las Naciones Unidas contribuir a facilitarles una transición satisfactoria.

10. Además, los países en desarrollo se encuentran en la difícil posición de tener que reajustar el carácter de su aparato estatal en varias direcciones a la vez. El reconocimiento cada vez mayor de que el Estado no es en sí mismo un generador de riqueza ha llevado a la generalización de las privatizaciones y la desregulación. Pero incluso en los países en desarrollo con economías orientadas hacia el mercado el Estado tiene una función fundamental que desempeñar, cual es la de proporcionar un contexto propicio para el desarrollo sostenible. En el Informe sobre el Desarrollo Mundial, de 1997, preparado por el Banco Mundial, queda demostrada sistemáticamente la importancia crucial de un Estado eficaz a ese respecto, como lo ha venido indicando desde algún tiempo lo ocurrido en los denominados nuevos países industrializados. No obstante, resulta sumamente complejo encontrar un equilibrio adecuado, sobre todo en los contextos en que la sociedad civil es débil y las fuerzas transnacionales muy poderosas. Los diversos programas de «buena gestión pública» de las Naciones Unidas tienen por objeto prestar asistencia a distintos gobiernos a definir el equilibrio que mejor responda a sus necesidades.

11. En tercer lugar, la mundialización se fundamenta y sostiene en una notable revolución, por derecho propio, en la tecnología de la información, en particular en lo que se refiere a la integración de computadoras cada vez más poderosas con sistemas de telecomunicaciones que permiten un gran volumen de transmisiones de datos y comunicaciones orales de elevada calidad en tiempo real. De hecho, el adjetivo «mundial» se refiere no tanto a un lugar cuanto que a un espacio definido por corrientes electrónicas y un determinado modo de pensar. Los mercados de divisas internacionales son los más mundiales de todos en ese sentido, y lo que ha llegado a denominarse «la fábrica mundial» depende en la misma medida de esa infraestructura electrónica.

12. La revolución de la información ha tenido lugar sobre todo en el mundo industrializado, pero también ofrece un potencial incalculable a los países en desarrollo. Disminuye las restricciones que impone la distancia a la industria manufacturera y numerosos servicios y ofrece nuevos instrumentos en cuanto a capacidad administrativa, aprendizaje a distancia, telemedicina, una gestión más eficaz de los sistemas de microcrédito, producción agrícola y diversas otras aplicaciones. Se deberían emprender proyectos en gran escala para apoyar una mayor adquisición y utilización de las tecnologías de la información en los países en desarrollo.

13. La intensificación de las interdependencias mundiales en el plano del medio ambiente constituye una cuarta fuerza de transformación. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992, la comunidad internacional hizo suyo el concepto del desarrollo sostenible como clave para conciliar el progreso social y económico, que todos deseamos, con la protección de los ecosistemas del planeta, de los cuales todos dependemos. Muchos de esos sistemas, no obstante, sufren una presión cada vez mayor, y sufren consecuencias adversas que van desde el poder destructivo local de las inundaciones repentinas causadas por la deforestación hasta el calentamiento de la atmósfera, que es más lento pero indivisible en el plano mundial, y que se produce debido al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, como se puso de manifiesto en la «Cumbre para la Tierra + 5», celebrada en la Sede de las Naciones Unidas en junio de 1997, los progresos logrados desde la Conferencia de Río han sido desalentadores, ya sea en lo que respecta al cumplimiento de los objetivos de lucha contra la degradación del medio ambiente como a la prestación de asistencia tecnológica y financiera a los países en desarrollo. Cabe esperar que el período de sesiones que se celebrará en Kyoto, en el curso de este año, la Conferencia de las Partes en la Convención Marco sobre el Cambio Climático, tenga resultados más favorables.

14. Un quinto cambio fundamental en el mundo de hoy es la marcada expansión transnacional de la sociedad civil, posibilitada a su vez por una combinación de cambios políticos y tecnológicos. Esto tiene gran significado para las Naciones Unidas. El capital de inversión privado supera por un factor de seis la asistencia oficial para el desarrollo disponible, por lo que debe movilizarse aún más en bien del desarrollo. En los últimos años, las Naciones Unidas han comprobado que gran parte de su labor en el plano nacional, sea en el sector de los asuntos humanitarios, el desarrollo económico y social, la salud pública o la promoción de los derechos humanos, está estrechamente vinculada con las variadas y generosas contribuciones de diversas organizaciones y grupos no gubernamentales. En respuesta a esas crecientes manifestaciones de una sociedad civil mundial cada vez más vigorosa, las Naciones Unidas se están preparando para lograr la participación de la sociedad civil y transformarla en una verdadera asociada de su labor. Como parte de mis propuestas de reforma, he instado a todas las entidades de las Naciones Unidas a que se abran a las organizaciones de la sociedad civil y trabajen en estrecha cooperación con las que desarrollen actividades en sus respectivos sectores, y a que faciliten el aumento de las consultas y la cooperación entre las Naciones Unidas y esas organizaciones.

15. En sexto lugar, y en estrecha relación con lo anterior, existe una tendencia cada vez más acusada hacia la democratización y el respeto de los derechos humanos. Los países de todas partes del mundo están limitando voluntariamente el poder arbitrario de los organismos del Estado así como los abusos y los costos sociales y económicos que engendran. En la actualidad hay unos 120 países que celebran elecciones por lo general libres y limpias, el total más elevado de la historia. Los beneficios sociales, económicos y políticos de los sistemas de gobierno basados en los principios de la dignidad humana y la voluntad de los pueblos se hacen sentir en la paz y la prosperidad interna y regional, aunque la transición a una democracia propiamente dicha a veces es lenta y puede estar plagada de dificultades.

16. Los mismos medios tecnológicos que fomentan la mundialización y la expansión transnacional de la sociedad civil también proporcionan la infraestructura para ampliar las redes mundiales de la sociedad «no civilizada», vale decir, la delincuencia organizada, el tráfico de drogas, el lavado de dinero y el terrorismo. Estos parásitos de la sociedad constituyen un séptimo factor que configura el programa internacional de la actualidad. Se trata de elementos que corrompen la política local y, en algunos casos, la nacional, socavan el poder judicial y representan una amenaza para la seguridad incluso de los Estados más poderosos. He actuado con celeridad para consolidar en una oficina de alto nivel en Viena todas las actividades de las Naciones Unidas encaminadas a luchar contra esos elementos, pero sigue siendo necesario redoblar los esfuerzos por controlarlos, para lo cual deberán forjarse nuevas asociaciones entre los organismos nacionales e internacionales.

17. Por último, y de forma algo paradójica, esas tendencias a la integración van acompañadas de tendencias hacia la fragmentación. En algunos casos, lo que aparenta ser fragmentación, de hecho constituye un paso hacia la descentralización en la elaboración de políticas y la administración impulsado por un deseo de lograr mayor eficiencia y eficacia y una mejor rendición de cuentas, lo que no es motivo de inquietud. En otros casos, como ya se ha observado, la fragmentación es consecuencia del derrumbe de la bipolaridad y ha llevado a luchas y conflictos dentro de las comunidades. La mundialización económica también ha traído aparejados casos de fragmentación porque las fuerzas del mercado pueden socavar los valores culturales autóctonos y a menudo lo consiguen. De hecho, la incertidumbre e inseguridad generales producidas por los cambios fundamentales suelen dar por resultado tentativas más intensas de redefinir y reafirmar las identidades colectivas.

18. En su mejor expresión, las políticas de identidad proporcionan un vigoroso sentido de coherencia social y orgullo cívico, que tienen efectos saludables para el desarrollo económico y el arreglo pacífico de controversias en el país y en el extranjero. No obstante, en los casos más negativos, las políticas de identidad llevan a que lancen denuestos contra los «otros» ya sea que los «otros» representen a un grupo étnico o tribal, una religión o una nacionalidad diferentes.

19. Esta forma individualista y excluyente de las políticas de identidad se ha intensificado en los últimos años dentro de algunos países y entre estos últimos. A ella se deben algunas de las violaciones más graves del derecho internacional humanitario y, en varios casos, de las normas elementales de humanidad, por ejemplo, la violencia genocida, ataques premeditados de combatientes de distintas facciones contra la población civil, incluidos a menudo mujeres y niños, la violación como instrumento deliberado de terror, y ataques contra los trabajadores y misiones que prestan socorro de emergencia. Las formas negativas de las políticas de identidad son una fuerza poderosa y potencialmente explosiva. Es preciso hacer todo lo posible por reconocerlas, enfrentarlas y limitarlas, pues pueden llegar a destruir las posibilidades de paz y progreso que promete la nueva era.

20. Los tiempos de cambio pueden ser tiempos de confusión. Es fácil que el proceso de elaboración de políticas se empantane en las trampas de la transición, en los momentos de discontinuidad en que cualquier paso equivocado puede acarrear graves consecuencias a largo plazo. La comunidad internacional tiene la obligación, para consigo misma y para con las generaciones venideras, de fortalecer los mecanismos multilaterales de que dispone, entre los cuales las Naciones Unidas son un singular instrumento de medidas concertadas, a fin de aprovechar plenamente los beneficios mutuos del cambio y al mismo tiempo controlar sus efectos adversos. Al adoptar las propuestas de reforma que presenté a la Asamblea General en julio, los Estados Miembros dotarán a las Naciones Unidas de medios que le permitirán desempeñar mejor la función que le corresponde para hacer frente a este desafío.