DEPARTAMENTO DE ASIA Y EL PACIFICO

 

Presentación:

Jorge Di Masi

 

Documentos:

Cronología:

 

Presentación

 

El año 1997 será sin dudas inolvidable. En sus inicios, todas las expectativas estaban centradas en la devolución pacífica de Hong Kong por parte del Reino Unido a China Popular el día 1 de julio. Este acontecimiento tenía una doble importancia: En primer lugar, ponía fin a uno de los últimos casos de colonialismo en el planeta y luego, abría una expectativa grande sobre la transición de un territorio con un sistema capitalista abierto que pasaba a ser controlado por una nación que adoptó el "socialismo de mercado" como forma de organizar su economía. La opinión púbica internacional y los propios hongkoneses se preguntaban sobre el futuro de las libertades públicas y la democracia del Territorio. Los meses previos a la entrega transcurrieron con relativa calma y llegó el gran momento en que se unieron en una misma ceremonia el Presidente chino Jiang Zemin, el Primer Ministro británico Tony Blair y el Príncipe Carlos en nombre de la Corona Británica. La entrega se produjo en calma y en medio de discursos conciliadores -ver sección Documentos-; a medida que pasó el tiempo las expectativas se fueron apagando mientras los cambios se producían en paz.

Sin embargo, como la Historia está plagada de situaciones sorpresivas e incontrolables, al día siguiente el 2 de julio, ocurrió un hecho que desencadenaría la hoy instalada "crisis asiática": la devaluación del bath, moneda de Tailandia. Quienes esperaban un año tranquilo en la región, sólo interrumpido por el histórico regreso de Hong Kong, se vieron sorprendidos por la medida del gobierno tailandés, pero mucho más por las repercusiones que la misma tuvo, primero en su países vecinos del Sudeste de Asia, posteriormente a Singapur y Hong Kong y luego hacia el noreste afectando a Japón y Corea.

La crisis creció a partir de las debilidades que cada país había acumulado durante los años de progreso: Tailandia su burbuja inmobiliaria, Japón y su ineficiente sistema bancario, Corea con sus corruptas relaciones entre gobierno y empresarios, al igual que Indonesia que mostraba un cuadro mucho más agudo de fragmentación social y descontento político luego de muchos años con Suharto y su familia en el poder. Estas eran algunas de las características de modelos que necesitaban una corrección. Pero más allá de los ajustes que cualquier observador imparcial hubiera recomendado, existe detrás de las estructuras de poder en los países asiáticos, una carga de tradiciones, historias y creencias propias que deben ser consideradas al momento de realizar cualquier análisis sobre el tema.

La realidad individual de cada país condicionó su respuesta ante la crisis. La mayoría de los países pudo mantener la estabilidad y ya sea a través de ayudas externas y/o austeridades internas iniciaron el reordenamiento de sus economías. Hubo casos en los que explotaron situaciones de presión social muy grandes como en Indonesia donde el pueblo salió a la calle a demandar el fin del régimen y una solución a sus problemas económicos. Las consignas se mezclaban con otros anhelos de algunos sectores que reclamaron por una verdadera democracia o por la cuestión de Timor Oriental.

Japón, la principal economía de la región también sufrió los efectos pero con otras dimensiones. Hace ya dos años que el crecimiento de su economía es casi nulo y el sistema político no responde de manera adecuada a las demandas de la sociedad. El Profesor Nagatani Keizo señala que Japón sufre una crisis de autoestima, "…La peor parte del actual estancamiento económico de Japón es que los japoneses se han perdido a sí mismos. Es imperativo que ellos recobren la calma, tomen nota de lo que han hecho y cómo han llegado donde se encuentran y entonces estudien detenidamente a donde desean llegar." (Look Japan, marzo de 1998).

Las presiones también vienen de afuera. Sus vecinos necesitan que asuma el rol de promotor económico regional, pero aquí Japón tiene algunos condicionamientos. Por una parte el de los Estados Unidos que rechazaron el Fondo que Japón quería crear para enfrentar el salvataje. Los estadounidenses "insistieron" para que fuera el FMI quien acudiera en rescate de la región. Dentro de las recetas tradicionales de este organismo aparece la apertura de las economías y eso justamente es lo que quiere lograr Estados Unidos desde hace años, el ingreso de sus compañias a sectores cerrados como en el área financiera, bancaria y de servicios en general.

En un reportaje que realizáramos al Profesor Víctor López Villafañe en Monterrey, México, el último mes de abril, nos indicaba que "La crisis…muestra las grandes contradicciones que existen en el sistema económico mundial, pues esta crisis está caracterizada por la utilización en exceso de capital que se acumuló en inversiones ociosas…Representa asimismo el dominio del sector financiero por encima de las estructuras industriales."

Las palabras del Profesor López Villafañe trae a la superficie uno de los elementos más importantes y nuevos en el sistema internacional cual es el de la fuerza -muchas veces destructora- de los capitales financieros que viajan en segundos de un lugar a otro del mundo condicionando las políticas de los gobiernos. A partir de esto queda en claro también la pérdida de capacidad del Estado-Nación para desenvolverse libremente. Esta crisis quizás lleve a los gobiernos a pensar en medidas eficaces para limitar dichos movimientos.

Como siempre sucede en los momentos de conflicto, aparecen las visiones lineales que pretenden buscar explicaciones rápidas y contundentes a situaciones cuya complejidad normalmente requiere un análisis más concienzudo. Estuvieron quienes hablaron del "fin del modelo asiático de desarrollo". Lo hicieron hasta con cierto regocijo pues lo que fracasaba era un sistema de relaciones intrasocietales, donde la coordinación de políticas entre el sector público y privado se mantenía como uno de sus ingredientes claves para lograr el desarrollo. El papel que ha jugado el Estado en todos los procesos de desarrollo que se dieron en la región ha sido crucial. Si bien existen distintos modelos de desarrollo en el Este de Asia, ellos comparten similitudes tales como la antes señalada, la promoción de políticas exportadoras, la inversión en educación, la incorporación de tecnología y el desarrollo basado en la industria.

Quienes están involucrados en las actividades económicas del área e incluso han sido testigos y protagonistas de las transformaciones, muestran un mayor optimismo. En el mes de enero de 1998, la revista Far Eastern Economic Review publicó una encuesta entre ejecutivos de las empresas líderes radicadas en Asia en la que se indicaba que el 79,5% creía que el "Milagro Asiático" no había muerto.

Gary Becker -Premio Nobel de Economía en 1992- afirmaba en la revista Business Week de febrero de 1998, que "Asia puede haberse sacudido pero no es una casa hecha con barajas". Más adelante sustentaba su afirmación diciendo que "Los ingredientes vitales (del éxito asiático) incluyen una fuerza de trabajo que trabaja duro, bien educada y entrenada, y una clase empresarial vigorosa que invierte en plantas eficientes y equipamiento. Cada país gasta más en capital humano que la gran mayoría de las naciones con el mismo nivel de ingreso per cápita".

El debate se extendió a los medios de comunicación y se escucharon muchas opiniones en un sentido o en otro. Una vez calmadas las aguas, y aunque la crisis no haya sido superada aún, es posible analizar con mayor detenimiento algunas de las claves del momento que vive la región:

- La crisis todavía no ha terminado. Aún tiene un final abierto y sus consecuencias afectan cada vez a más países. La crecimiento de la economía mundial ya ha sido afectado, mientras que hay problemas en el comercio y la producción.

- Hay un retroceso del paradigma de desarrollo asiático frente al modelo estadounidense. Por el momento, Estados Unidos ha salido fortalecido de la crisis, los capitales que salieron de Asia se dirigieron con preferencia a Wall Street en un "flight to quality" y generaron enormes transacciones que implican una concentración de la riqueza en ciertos sectores de poder de aquel país.

- China Popular resiste las presiones devaluatorias contra su moneda pero la decisión política del gobierno es mantenerla y sus vecinos así se lo piden. Este país puede emerger de la crisis como uno de los grandes ganadores y consolidar su carácter de potencia mundial.

- Los países del ASEAN se debaten en solucionar los problemas internos. Ha quedado en claro que la Asociación como entidad no ha sido capaz de articular los intereses de sus miembros para dar una respuesta unívoca a la crisis. Seguramente se verá afectado el cronograma programado para la implementación de la Zona de Libre Comercio (AFTA) en los primeros años del siglo próximo.

- Japón sigue manejando sus propios tiempos para arreglar los problemas. Hubo cambios en el gobierno y medidas de incentivo fiscal para aumentar el gasto pero no han resultado como se esperaba. Mientras tanto resiste las presiones norteamericanas por abrir sus mercados.

- El APEC no se ha mostrado como un instrumento útil en estas circunstancias. La Declaración de Vancouver -ver sección Documentos- muestra un tibio compromiso en la resolución de la crisis. Su respuesta fue en línea con los objetivos fijados en las reuniones anteriores sobre buscar liberalizar el comercio y las inversiones en la región.

- Para América Latina los efectos son variados. En el caso de México por ejemplo, la caída en los precios del petróleo está afectando los ingresos del gobierno. El panorama se ensombrece cuando se le suma la competencia de las manufacturas asiáticas -abaratadas por las devaluaciones- en el mercado estadounidense y el posible aumento de las importaciones al propio México. En el Cono Sur, las economías más afectadas en forma directa son aquellas más expuestas al intercambio con Asia como Brasil y Chile.

- En el caso de Argentina, durante años permaneció fuera de los beneficios provenientes del éxito asiático, su intercambio con la región siempre fue menor. Este elemento que siempre fue una desventaja, en el corto plazo puede beneficiarla pues su exposición no es tan grande. Sin embargo, lo más preocupante son los efectos secundarios: caída de los precios de los commodities (suma un promedio del 20%), aumento de las importaciones, caída de la demanda en los mercados vecinos, principalmente Brasil, cancelación de proyectos de inversión asiática entre otros.

 

Corolario

Hacia fin de año surgieron nuevas tensiones en la frontera Indio-Pakistaní que pusieron al Sur de Asia al borde de una guerra nuclear en los meses posteriores. Durante años predominó la variable de la cooperación económica por sobre las confrontaciones armadas, pero aún subsisten viejos conflictos irresueltos que de tanto en tanto hacen peligrar la paz. El mundo aún no ha logrado establecer un mecanismo eficaz para eliminar las armas nucleares y prevenir su uso. En esto las grandes potencias tienen una gran cuota de responsabilidad. La misma que deberán demostrar en la solución de crisis como la que se le ha planeteado al mundo a partir de julio de 1997. El sistema capitalista mundial está en problemas y existen actores que pueden aportar más que otros para poder mirar al futuro con optimismo. El mundo se ha complejizado y ciertos fenómenos resultan de difícil comprensión por eso el esfuerzo debe estar puesto en conocer bien los temas para poder actuar más adecuadamente frente a ellos. En especial cuando se está en un país cuyos márgenes de acción se han acotado tanto en la última década.

La crisis asiática llamará la atención del mundo durante algún tiempo más, sin embargo es necesario seguir en la búsqueda de nuevos caminos que nos permitan acceder a lo que hay detrás de la crisis y qué quedará después de ella. El futuro lo dirá.

Eso es lo que trataremos de debatir en la Sexta Semana de Asia y el Pacífico que organiza el Departamento los días 19 al 23 de octubre próximo, evento en el cual participarán destacados empresarios y académicos nacionales y extranjeros.

En estas líneas finales quiero agradecer a los miembros del Departamento que colaboraron en la realización de este Anuario, Sebastián Baglioni, Raúl Tempesta, Constanza Loustau y Nicolás Fondevila.

  

Jorge Rafael Di Masi

Coordinador