La Cancillería
Discursos de Cancilleres
Discurso del Sr. Canciller Rafael Antonio Bielsa
Día de la Antártida Argentina
Palacio San Martín
22 FEB 2005
Indice de discursos

Dr. Jan Huber, Secretario Ejecutivo de la Secretaría Permanente del Tratado Antártico,
Dr. Mariano Memolli, Director Nacional de Antártico,
Dr. Sergio Maruzzi, Director del Instituto Antártico Argentino,
Sr. José María PaoloAntonio, Subsecretario de Cultura de la Nación,
Sres. Miembros del Poder Legislativo,
Sres. Miembros de las Fuerzas Armadas,
Sres. Representantes de Gobiernos Provinciales.
Estimados presentes:

Hoy, martes 22 de febrero de 2005, se conmemora el Día de la Antártida Argentina y, consecuentemente, 101 años de la Presencia  Permanente de la Argentina en la Antártida.

La "Antártida Argentina" o el Sector Antártico Argentino, es una región que integra una vasta área que ocupa el casquete polar austral y en la que prevalecen condiciones ambientales muy particulares, las que tienen una influencia muy marcada en la presencia y actividades del hombre. Es una zona que está afectada a un régimen jurídico especial cuyo ámbito territorial abarca toda el área al sur de los 60º de latitud Sur.

La presencia argentina en nuestro Sector, data de la segunda década del siglo XIX; algunos afirman incluso que tuvo lugar a fines del siglo anterior, a partir de la actividad desarrollada por los buques que desde el puerto de Buenos Aires iban a las llamadas actualmente Islas Shetland del Sur en busca de sus presas. A fines del siglo XIX y principios del XX la ayuda prestada por nuestro país a expediciones extranjeras, en particular la de Nordenskjöld, de Gerlache y Charcot, fueron debidamente apreciadas, quedando como resultado tangible toda una serie de nombres argentinos puestos a accidentes geográficos: Isla Uruguay, Islas Argentinas, Roca, Quintana, entre otros.

En 1904 se inicia la ocupación permanente de la Antártida Argentina, con el izamiento del pabellón en Orcadas el 22 de febrero de ese año. Así, durante 40 años la Argentina fue el único ocupante permanente del Antártico.

La presencia argentina en la Antártida tiene actualmente 101 años initerrumpidos, un récord que de verdad nos enorgullece. Desde entonces, hubo numerosos actos de gobierno y administrativos en relación con nuestras actividades. Entre las disposiciones legales de mayor importancia debemos citar el decreto del Presidente Roca de 1904 por el que se establece el Observatorio Meteorológico Antártico Argentino, el decreto de 1951 que crea el Instituto Antártico Argentino, el decreto-ley 2191, que fija los límites del Sector Antártico y la ley 18.513 de 1969 que crea la Dirección Nacional del Antártico.

A estas disposiciones deben agregarse, desde la vigencia del Tratado Antártico, las recomendaciones aprobadas por el Gobierno argentino que fueron adoptadas en cada una de las Reuniones Consultivas antárticas.

El Tratado Antártico, firmado por 26 partes consultivas y 18 Partes Adherentes –países que representan en su conjunto el 64 % de la población mundial- ha permitido generar los mecanismos para que la Antártida sea considerado una región dedicada a la paz y a la ciencia.

Este mecanismo legal y político reconoce el interés de toda la humanidad que la Antártida continúe utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y que no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional.

Este Tratado reconoce la importancia de las contribuciones aportadas al conocimiento científico como resultado de la cooperación internacional en la investigación científica en la Antártida y establece una base sólida para la continuación y el desarrollo de dicha cooperación, fundada en la libertad de investigación científica en la Antártida.

La Secretaría Permanente del Tratado Antártico es el fruto de los esfuerzos mancomunados que todas las partes consultivas realizaron durante muchos años, con el noble propósito de procurar la mayor eficiencia de este importante instrumento de cooperación.

Como mencioné expresamente al dar comienzo a las actividades de la Secretaría del Tratado Antártico el 7 de septiembre de 2004, la Argentina ha estado siempre consustanciada con los principios y objetivos del Tratado Antártico, apoyándolos con firmeza en un marco de estrecha y franca cooperación internacional.

Esta es, entonces, una buena ocasión para reflexionar sobre el significado de esta vocación antártica. Argentina celebra, dijimos, una prolongada e ininterrumpida presencia en la Antártida. lo que significa, todo al mismo tiempo, que Argentina asume su vocación austral, reafirma su condición austral, recuerda su identidad austral. Sostenemos, con prudencia pero con firmeza, que Argentina encuentra con esta Administración su destino austral. Un destino austral que demuestre la superioridad de la constancia por encima de las duras limitaciones de la realidad. Una vocación así, sureña, austral, una decisión antigua y obcecada, que desde la lejana geografía salte por encima de la máxima aristotélica del arte de lo posible y que considere a la política como el arte de crear lo posible.

Permitámonos el atrevimiento, desde esta sensible ceremonia, de abusar otra vez del célebre Poema Conjetural de Borges, que ilustra los oscuros pensamientos de Francisco Laprida, quien, cercado por los montoneros de Aldao, piensa, "... al fin he descubierto la recóndita clave de mis años, la letra que faltaba, la perfecta forma que supo Dios desde un principio (...) yaceré entre ciénagas, pero me endiosa el pecho inexplicable un júbilo secreto. Al fin me encuentro con mi destino sudamericano".

Así, como los científicos y los militares que se sobrepusieron a la dura geografía austral, es un buen momento para darnos la libertad de pensarnos diferentes, aguerridos y –quien sabe- felices. ¿No habrá aquí, entonces, argentinos, entre tanta dureza de la geografía y tanta lejanía y tanto viento, un destino? Todo indica, así como Borges supo de ese Destino Sudamericano, que es hora de encontrarnos, todos juntos, en nuestro Destino Austral.