Revista de Relaciones Internacionales Nro. 10

Tailandia, nuevo mercado emergente y su inserción internacional

 

 

Jesús Fernando Taboada*

*Embajador de la República Argentina en Tailandia

Si aceptamos que la geografía condiciona la política exterior, cabe afirmar que el emplazamiento de Tailandia dentro del mundo asiático ha generado que su población adopte como norma de conducta una actitud proclive al diálogo y al buen entendimiento general.

Las dos grandes y tradicionales fuerzas culturales de la región, el hinduismo y el budismo representados por la influencia respectiva de los pueblos hindos y los chinos, en su lenta evolución migraron respectivamente enfrentándose en el territorio actual de Tailandia. De su encuentro surge la población del viejo Siam, que luego de luchas contra diversas hegemonías supo mantener su independencia y soberanía, preservándose incluso de las experiencias coloniales que llegarán a Birmania, Cambodia y Laos.

De esa autonomía y con ese condicionante geográfico, Siam evoluciona con una dinastía que se adapta a la modernidad y que utiliza el principio del equilibrio de los poderes para asegurar y garantizar una propia identidad que perdura incluso ante los momentos más álgidos de la expansión colonial. La sabiduría y previsión de sus reyes los lleva a adoptar la alternancia con países europeos de mediano nivel que determina un acercamiento a Estados con fuerte docencia intelectual pero escasa gravitación en las experiencias coloniales de la región y que evita la comprometida vinculación con potencias de vocación expansionista. Ello provoca una diplomacia que salvaguarda del enfrentamiento estéril y garantiza la unidad nacional. Una actitud dialogante que no aspiraba a ser una neutralidad total, permite que Tailandia mantenga su identidad sin la participación de potencias extranjeras siendo estos elementos constantes de su actitud internacional.

En fechas recientes, y a pesar de las alternancias políticas y de la indudable influencia que ejercieran las Fuerzas Armadas en la estructura del poder político, Tailandia se convierte en el motor del pacto del ASEAN que hoy constituye el vínculo de unidad económica que sirve de base para el desarrollo de la región.

La formación de este grupo regional, que ya cuenta siete miembros efectivos y la posibilidad de verse ampliado con el aporte previsto de Myanmar, Laos y Cambodia, debe mucho a la actividad diplomática de los dirigentes tailandeses, quienes sirvieron de impulso con su proverbial aporte al diálogo y al entendimiento regional.

A ello corresponde agregar que luego de las vicisitudes pasadas en la zona, guerra civil cruenta y genocida de Cambodia, avatares de Laos e irrupciones a la democracia en la vieja Birmania, Tailandia ejerce un rol moderador e influyente frente a la futura expansión de dichos países.

Las relaciones de Tailandia con los países de América Latina revela también la necesidad de acentuar una presencia que hoy no se muestra acorde a las potencialidades de ambas regiones. Una Argentina con economía recuperada, abierta y estabilizada que representa un interés al inversor internacional se encuentra en parecidas circunstancias a las restantes economías sudamericanas, caracterizadas en la década de los noventa por un reflorecimiento progresivo y generalizado. Ello determina que los olvidos o descuidos en acentuar las relaciones entre dichas regiones tienden a ser superados y corregidos. Recientes viajes de jefes de Estado y gobierno de países latinoamericanos por la región son reveladores del creciente interés en acentuar las respectivas presencias en aras de un mayor y fructífero intercambio.

La irrupción de Tailandia dentro de las economías pujantes del mundo constituye un hecho reciente y al mismo tiempo trascendente que no debe dejarse de lado por el interesado observador de nuestro Cono Sur.

Esta región del sudeste asiático está llamada a tener un rol cada vez más gravitante dentro del contexto de la economía mundial. La mayoría de los países industrializados lo aprecian así y hacen denodados esfuerzos para asegurarse una progresiva presencia dentro de este mercado complejo y diversificado.

Tradicionalmente la industria tailandesa estuvo vinculada al desarrollo textil, a una moderna gestión hotelera, a la producción de frutas y conservas de pescado y al armado de vehículos. En los últimos años, este panorama se ha ido extendiendo y hoy Tailandia es un eje central y activo en la producción de alta tecnología y su población ha ido adquiriendo mayores progresos económicos, extendiéndose un superior nivel de vida generalizado que permite el acceso en el mercado interior a una amplia gama de productos suntuarios terminados de alta complejidad. También se están modificando las costumbres de vida interna y ello es dable apreciar por la profusión de polivalentes centros de venta, hipermercados de gran lujo, que distribuyen productos proveniente de la más amplia gama de marcas europeas y estadounidenses. A ello se agregan centros alimenticios que progresivamente están reemplazando las viejas y tradicionales ventas ambulantes de comida por sofisticados bares que en uso de franquicias proceden a brindar una imagen "californiana" del sector.

La complejidad de su tránsito urbano, la masiva venta de vehículos (sector éste que mueve al año más de 11.000 millones de dólares, con ventas que en 1994 alcanzaron las 485.678 unidades) y la creciente riqueza general ha generado la necesidad de establecer complejas y modernas obras de ingeniería civil que transforman los alrededores de la ciudad con nuevas carreteras vinculantes a los nuevos parques industriales que proliferan motivando un progresivo consumo de materiales viales y de obras públicas que constituye otro polo de inversiones extranjeras.

A todo lo expuesto, debe agregarse que Tailandia, por su cercanía, centralidad y capacidad de distribución así como por presencia de grandes sectores empresariales, ejerce una natural gravitación en todo emprendimiento que tienda a efectuarse en las vecinas Cambodia, Laos y Myanmar. Países éstos, que luego de penosas experiencias de enfrentamientos y fracasos económicos, están dando claro ejemplo de un proceso de reconstrucción de sus economías por intermedio de una economía de mercado que llama y atrae nuevos esfuerzos por parte de los empresariados dinámicos y competitivos.

Argentina es consciente de la importancia de este mercado y las autoridades nacionales han hecho esfuerzos para desarrollar mayores vinculaciones en aras de incrementar un nivel de balanza comercial que no está acorde al progreso obtenido por ambas economías, especialmente luego del logro obtenido en conseguir una moneda estable y una notoria mejora del producto exportable argentino. En ese sentido cabe recordar que en noviembre de 1994 tuvo lugar un seminario en Buenos Aires y diversas provincias argentinas que bajo el tema "Los Tigres de Asia también compran" difundió las potencialidades de los diferentes países de la región.

Diversos países con similar calidad de exportación han acentuado en los últimos años sus esfuerzos para asegurarse una parte del mercado de la industria alimenticia aprovechando de su mayor cercanía, de las ventajas regionales y de su vinculación directa por la vía del Océano Pacífico. Así ha sido dable obtener un incremento de las respectivas balanzas comerciales mediante el aporte de vinos, frutas y productos alimenticios tendientes a completar la producción tradicional de Tailandia. Conviene señalar que a la modificación de modalidades gastronómicas se añade la presencia anual de casi siete millones de turistas que aspiran a mantener un régimen alimenticio internacional.

Por ello los esfuerzos se han centrado en la posibilidad de favorecer el ingreso de nuestras carnes, hasta ahora vedado por las limitaciones sanitarias que aplicaba Tailandia a los países con riesgo de fiebre aftosa. Una reciente visita, julio de 1995, de técnicos del Departamento de Sanidad Ganaderos de Tailandia a la Argentina permitiría identificar cerca de treinta frigoríficos en condiciones de exportar lo cual abre enormes expectativas al ingreso de productos cárnicos en este país.

La centralidad de Tailandia, que hace de Bangkok el aeropuerto obligado a todos los viajes que se emprendan por Asia, es otro elemento a tener en consideración para asegurar una mayor implantación de los eventuales interesados en participar en este despegue económico que irá seguido del despertar social.

Nuestras regiones que han tendido diversos senderos en sus respectivos desarrollos que acentuarán rumbos divergentes, es claro que ahora tienen la imperiosa necesidad de reconocerse y evaluarse como posibles participantes en un desarrollo conjunto que la irrupción del nuevo siglo acelerará con sus modernas y complejas exigencias. Asia, compleja y variada, tiene su despertar y los argentinos, ciudadanos del nuevo Mercosur, no podemos quedar al margen de su evolución. Un inmenso mercado potencial se abre y así como el descubrimiento de América implicó el traspaso del eje central de la historia desde el Mediterráneo al Atlántico hoy es dable apreciar la importancia creciente que adquiere la cuenca del Pacífico. Una experiencia nuclear francesa, por su unánime repulsa, constituye un nuevo principio de identidad en la región.

Sepan nuestros conciudadanos estar presentes en este proceso irreversible y promisorio.