Revista de Relaciones Internacionales Nro. 14

Reseña panorámica sobre la visita del
Papa Juan Pablo Segundo a Cuba

 

 

Niurka B. Dreke Oramas *

* Abogada. Estudiante cubana de la Maestría en Relaciones Internacionales

Cuando en 1996 el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Cmdte. Fidel Castro Ruz, visitó el Vaticano e invitó a su santidad Juan Pablo Segundo a La Habana, la reacción de la población de la Isla fue de júbilo. Pero, a medida que se acercaba la visita, el entusiasmo crecía al irse conociendo, detalladamente, la vida de sacrificios y dedicación a las causas nobles que había llevado el máximo pontífice, publicada por los medios de difusión del país. Tanto en el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, como en los noticieros nacionales de radio y televisión, se brindaban amplias notas informativas que destacaban la labor del Papa desde que sintió su vocación de servicio hasta la actualidad. Todo ello provocó un gran respeto por su persona y por su personalidad excepcional.

 

El pueblo de Cuba no ignora la importancia de la personalidad del Papa en la vida política del mundo, conoce la influencia de su pensamiento en la Comunidad Internacional y, amén de las concepciones filosóficas que a unos los unen y a otros los separan de Su Santidad, habían razones de fuerza mayor que nos acercaban a esta figura. El pueblo cubano percibe y admira al Papa progresista, al Papa que ha reconocido algunos de los grandes errores de la Iglesia, pero principalmente al defensor de los desposeídos, de los marginados, al portador de un mensaje de paz y esperanza, al crítico del neoliberalismo y al opositor de la Ley Helms Burton y del bloqueo económico, financiero y comercial que los Estados Unidos tiene impuesto sobre Cuba desde 1960.

 

Es por ello que el pueblo de Cuba en general, creyentes y no creyentes, nos volcamos a las calles a recibir a alguien que no era un jefe de Estado más, sino al prestigioso luchador por las causas más nobles de la Tierra.

 

El acto de recibimiento fue masivo y popular. Desde hacía mucho tiempo no se congregaba tanta gente en las calles con el mismo objetivo. De más está decir la cantidad de agencias noticiosas acreditadas en la Isla que acudieron a la cita para cubrir cada detalle de la misma y la cantidad de turistas independientes que viajaron a la Isla, al punto de que se agotaron las capacidades hoteleras desde antes de la llegada del Papa con motivo de lo cual se dictó una Resolución que permitía a los propietarios de viviendas hospedar a los turistas que así lo desearan en sus casas, sin necesidad de cumplimentar los trámites establecidos normalmente para ello.

El programa oficial de la visita era bien intenso. En cuatro días el Papa ofició cuatro misas en las provincias de Santa Clara, Camaguey, Santiago de Cuba y La Habana, se reunió con las más altas autoridades eclesiásticas del país en la Catedral de La Habana, se reunió con los intelectuales en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y dos veces con el Presidente Fidel Castro en la sede del Consejo de Estado.

 

Así, se trasladaba de La Habana a las provincias y de las provincias a La Habana en aviones de Cubana de Aviación el mismo día, para oficiar las misas a la mañana y cumplir con el resto de sus actividades y compromisos protocolares a la tarde-noche, en la capital. El movimiento constante de su santidad y su buen ánimo fue algo muy apreciado por el pueblo, que reconocía y admiraba el esfuerzo que significaba y que hacía el Papa diariamente para cumplimentar su labor, teniendo en cuenta su avanzada edad.

 

Cada provincia se esmeró en atenciones para con el Papa, demostrando un calor del que emanaban coros y canciones entre los que recuerdo el de Camaguey salido de una mujer del pueblo a la que todos siguieron: "en Camaguey, en Camaguey, el Papa se queda en Camaguey " y el de La Habana: "Juan Pablo, Amigo, Cuba está contigo", a lo que el Papa respondió, al comienzo de su misa, rompiendo la rutina de su ceremonia: "Cuba, amigo, el Papa está contigo, lo que provocó una verdadera euforia en la población, tanto entre los que se encontraban en la Plaza de la Revolución, sede de la misa, como entre los que seguían, con toda atención, el acontecimiento por televisión.

 

En resumen si bien ya se respetaba al Papa como figura histórica antes de su llegada, durante su estancia en la Isla, el Papa se ganó el corazón de los cubanos que guardamos un recuerdo muy lindo del hecho histórico que constituyó su visita, porque, a pesar de que entre Cuba y el Vaticano se han mantenido relaciones diplomáticas al más alto nivel durante todo el proceso de transformaciones ocurrido desde 1959 y de que estas no se interrumpieron en la década del sesenta cuando muchos Estados rompieron relaciones con Cuba, lo cierto es que, a nivel interno, las relaciones entre el Estado y la Iglesia no fueron las mejores hasta mediados de la década de los ochenta.

 

Así, puedo afirmar, que otro aspecto que motivó la masividad en la participación popular en los actos fue cierta dosis de curiosidad que despertaba entre los cubanos este hecho, que era apreciado por algunos como una muestra de la normalización de las relaciones entre la Iglesia Cubana y el Estado Cubano. La visita del Papa no solo era apreciada como un hecho que tenía una repercusión hacia afuera sino también hacia adentro, aunque en este sentido debo indicar que desde comienzos de la década del noventa se asiste a una notable reactivación religiosa, manifestada en el incremento de los bautizos, en la concurrencia masiva, libre y abierta a los lugares de culto, en el uso de signos religiosos visibles y otros indicadores que demuestran que en estos momentos, la libertad religiosa en Cuba, es plena. La visita de Su Santidad vendría a ser el colofón de esa normalización ya existente.

 

Vale recordar que, a principios de la Revolución, la Iglesia Católica, por la estrecha relación de su jerarquía con sectores desplazados del poder por la Revolución y por su mentalidad anticomunista, reaccionó oponiéndose a las transformaciones revolucionarias y frenando el proceso de construcción de una sociedad distinta. Incluso, la Iglesia Católica en algunos casos se prestó para difundir mensajes desestabilizadores, trasmitidos por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana, CIA.

 

Esto no fue así en todas las agrupaciones religiosas. En Cuba se practican varios cultos religiosos, como resultado del establecimiento de concurrentes y sucesivos modelos socioculturales de donde ha emergido un proceso de síntesis cultural de notable mestizaje y sincretismo religioso.

 

Sería muy extenso hacer un análisis de los distintos modelos socioculturales introducidos en la isla y de sus diferentes expresiones religiosas, pero debemos mencionar el modelo occidental hispánico establecido en la época colonial, que ubicó al Catolicismo en el lugar cimero, como religión oficial y a la Iglesia Católica en una fuerte posición de poder vinculada a los intereses de la Corona española; y al modelo africano, introducido en el país en la misma etapa como resultado de la trata de negros que fueron llevados a la Isla en calidad de esclavos. De este modelo se derivaron varias expresiones religiosas que con el tiempo trascendieron a lo cubano, como la Regla de Ocha o Santería, la Regla Conga o Palo Monte, las Sociedades Abakuá o Ñañiquismo y otras.

 

Con la intervención norteamericana llegaron las Iglesias protestantes, evangélicas y el espiritismo, pero siempre la libertad religiosa estuvo condicionada por la situación privilegiada que, a pesar de las Constituciones de 1902 y de 1940, la Iglesia Católica logró mantener.( 1)

 

Con el tiempo estos cultos religiosos continuaron practicándose y extendiéndose en la Isla. Aquellos de los que formaban parte los sectores populares de la población no se organizaron en oposición a la revolución en 1959, sino que sus miembros se incorporaron a la actividad sociopolítica revolucionaria. No obstante en los Estatutos del Partido Comunista de Cuba, único desde 1959, se establecía que los militantes lucharían contra el oscurantismo religioso, lo que significaba que los religiosos no serían y de hecho no eran admitidos en sus filas, y en la Constitución Socialista, aprobada en referendo por el voto secreto y directo del 98 % de los cubanos en 1976, a pesar de que se proclamaba la libertad de culto no se situaba la moral cristiana como modelo y en la práctica en aquel momento el hecho de profesar alguna creencia religiosa era un punto en contra, ya que esto solía ser interpretado como una posición contraria al proceso socio-político que se estaba llevando a cabo.

 

El fundamento filosófico que inspiraba a la Revolución cubana en materia de religión era el ateísmo científico prevaleciente en los países del desaparecido campo socialista. Esto generó toda una serie de contradicciones entre las personas que por una parte profesaban una creencia religiosa y por la otra se sentían seriamente comprometidas con el proceso que se producía en el país. Es honesto admitir que a lo largo de los cuarenta años que va a cumplir la Revolución, se ejercieron prácticas discriminatorias sobre los creyentes, violándose los principios de libertad religiosa establecidos en la Constitución del país.

 

Es por ello que ningún cubano podía substraerse de la novedad de ver, en el escenario de las grandes marchas de reafirmación revolucionaria, en el seno de los grandes actos políticos de la Revolución, en la Plaza de la Revolución, donde hay una estatua de José Martí, nuestro héroe nacional y una gran efigie de uno de los más queridos luchadores por la Revolución cubana, el Comandante Ernesto Guevara, el inmenso poster del Sagrado Corazón de Jesús que abarcaba todo el frente del edificio de la Biblioteca Nacional de Cuba, también ubicado en la Plaza de la Revolución. Desde allí el Papa nos habló, desde allí muy respetuosamente nos criticó y desde allí oró por nosotros. Allí el Papa también se dirigió al mundo pidiendo la globalización de la solidaridad y denunció el bloqueo contra la Isla, catalogándolo de éticamente inaceptable.

 

El Papa hizo otra petición importante en su visita a Cuba. El Papa pidió: "Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra al Mundo". Estas palabras han quedado grabadas en la memoria de todos los cubanos, porque constituyen una alusión directa al cese del aislamiento en el que se ha querido confinar a la Isla por parte de los diferentes gobiernos norteamericanos. Esta apelación tiene una esencia más que económica. Significa que la Comunidad Internacional, expresada por medio de los organismos multilaterales económicos y políticos del mundo, acepten la entrada de Cuba en ellos y la inserten dentro de sus sistemas y mecanismos de integración. La política exterior del Estado cubano en la actualidad está volcada a fortalecer las relaciones con el área del Caribe. Dentro del Caribe Cuba aspira a formar parte del CARICOM, que es la Comunidad del Caribe, pero Cuba también ha expresado su disposición de reincorporarse a la OEA siempre que no se le impongan condicionamientos y se respete su derecho a la autodeterminación.

 

En este sentido se han alzado voces muy autorizadas como las del Presidente Ernesto Samper de Colombia y la de Alberto Fujimori, Presidente del Perú, y ahora en la Segunda Cumbre de las Américas realizada en Chile a fines de abril pasado, a pesar de que el asunto no estaba incluido en la agenda, hubo un reclamo casi unánime por parte de los gobernantes de acabar con el bloqueo y de que Cuba sea incluida en ese tipo de reuniones.

 

Esta vez el espinoso tema cubano surgió de los países del CARICOM. Barbados indicó a través de su primer ministro, Owen Arthur, que esta debía ser la última Cumbre de las Américas sin Cuba. El presidente peruano, Alberto Fujimori y el paraguayo, Juan Carlos Wasmosy, también criticaron la ausencia de Cuba a su llegada a la capital chilena. Por su lado el canciller chileno José Miguel Insulza, calificó de "contradictorio" el hecho de que mientras algunos países tienen relaciones bilaterales normales con Cuba, multilateralmente la región dé la impresión de que Cuba no existe. El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, al finalizar el encuentro dijo que no debía haber exclusiones y mencionó los logros de Cuba en salud y educación, y el primer ministro canadiense Jean Chretien, anunció durante el evento que viajaría a la isla a fin de mes, visita que efectivamente se materializó del 26 al 28 de abril pasado.( 2) Ver página siguiente

 

Probablemente las visitas recibidas en la Isla después del Papa no tengan que ver con la visita papal o tal vez sí. Lo cierto es que a partir de la semana siguiente a la visita del Papa a Cuba se ha iniciado un desfile de funcionarios y personalidades del más alto nivel de todas las regiones del mundo, y se han firmado una gran cantidad de convenios de colaboración en los sectores de salud y deportes fundamentalmente.

 

Entre las personalidades que han viajado a la isla, está el Presidente de Panamá Ernesto Pérez Balladares en visita privada, y en visitas oficiales: el Presidente de Cabo Verde, Antonio Manuel Mascarenhas Gomes Monteiro; el vicepresidente de la República Islámica de Irán, señor Sayed Mostafa Hashami Taba; el Presidente del Gobierno de Canarias Manuel Hermoso Rojas; el Canciller de Ecuador José Ayala Lazo; el Canciller del Principado de Andorra Albert Pintat; el viceministro turco de Relaciones Exteriores Korkmaz Haktanir; el vicepremier de Dominica Julius Timothy; el Canciller de República Dominicana Eduardo Latorre; el Ministro de Finanzas de Iraq Hikmat Ibrahím al-Azzawl, entre otros. También han visitado La Habana delegaciones de empresarios de diferentes países que han rubricado acuerdos de colaboración en diversos sectores, como la amplia delegación de empresarios españoles que fue recibida por Fidel, por el Ministro cubano para la Inversión Extranjera Ibrahim Ferradaz y por otros miembros del Consejo de Estado. Están previstas otras visitas a la Isla que hasta que no sean confirmadas no se anunciarán oficialmente.

 

Merece una atención especial la visita del Canciller cubano Roberto Robaina a España, donde fue recibido por el Presidente español José María Aznar. Esta visita se realizó en un clima de cordialidad y marcó la plena normalización de las relaciones diplomáticas entre España y Cuba. El Ministro de Relaciones Exteriores cubano también se reunió con su homólogo español Abel Matutes, a quien Robaina cursó una invitación para que visite la mayor de las Antillas. Otro hecho importante fue el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre Cuba y República Dominicana y entre Cuba y Guatemala. Estos Estados en pleno ejercicio de su soberanía decidieron restablecer relaciones diplomáticas con la Isla, las cuales habían sido interrumpidas desde hacía casi cuarenta años. Ante estos hechos las embajadas norteamericanas en ambos países emitieron declaraciones expresando su desagrado, lo que fue considerado por estos países como acto injerencista del gobierno norteamericano y respondido por autoridades respectivas de R. Dominicana y Guatemala.

 

Después de la visita del Papa también se han producido otros hechos importantes que son expresión de la correcta apreciación que está haciendo el mundo de las señales de apertura que está dando Cuba y al mismo tiempo de la comprensión del carácter antijurídico y extraterritorial de las leyes que pretenden aplicar los Estados Unidos a cualquiera que comercie con Cuba y de lo injusto que resulta el bloqueo, así como también del tratamiento selectivo, injusto y discriminatorio que hace el gobierno norteamericano cuando de Cuba se trata. Esto fue demostrado en la votación de la 54 Sesión de la Comisión de Derechos Humanos reunida en Ginebra, en la cual con 16 votos a favor, 19 en contra y 18 abstenciones, fue desestimada por primera vez en seis años consecutivos, la Resolución propuesta por Estados Unidos para condenar a la Isla por supuestas violaciones de los derechos humanos.

 

Desde 1992 se venía aprobando una Resolución contra Cuba que ha sido el resultado de la manipulación del gobierno norteamericano que utiliza este tipo de mecanismos internacionales en función de sus intereses políticos.

 

La viceministra cubana de Relaciones Exteriores María de los Angeles Florez en contacto con Prensa Latina desde Ginebra, informaba sobre los intentos norteamericanos de dilatar la votación, al constatar que la resolución propuesta por ellos no contaba con el apoyo de la cantidad suficiente de Estados como para que fuera aprobada. En este sentido la viceministra destacaba la labor neutral e imparcial del Presidente de la Comisión, el sudafricano Jacoc Selibi, quien preguntó a Cuba si estaba dispuesta a aceptar la dilación y ante la negativa cubana procedió a someter a votación la Resolución. También jugaron un papel importante las intervenciones de los representantes de China, Chile, México y Uruguay que, al explicar las votaciones respectivas impidieron la materialización de los actos de dilación, reflejando posiciones claras y objetivas.

 

El resultado de la votación no debe ser asociado con la visita del Papa. No niego que la visita papal traiga alguna reacción internacional favorable hacia Cuba. Pero este hecho deberá repercutir fundamentalmente en la visión que tienen algunos países sobre el tratamiento de las cuestiones religiosas en Cuba, sobre la libertad religiosa, que siempre ha sido puesta en dudas por las razones que grosso modo expliqué más arriba. Sin embargo, el mundo reconoce que el problema fundamental por el que atraviesa la Isla es resultado del poderoso vecino del Norte que no acepta un Estado socialista a sólo 90 millas de su territorio y por ello ha tratado de confinar a Cuba al más absoluto de los aislamientos, cerrándole puertas sin las cuales una economía no puede crecer ni desarrollarse, con las graves consecuencias que semejante postura ha traído para la población de la isla. Esto lo comprende el mundo, pero fundamentalmente los países del Tercer Mundo que conocen por experiencia propia lo que cuesta lograr la verdadera independencia.

 

Hoy se percibe un acercamiento del mundo hacia Cuba, pero esto no está dado por un mandato papal. Cuba se ha ganado, por sí sola el lugar que ocupa hoy en el mundo, y no hablo de simpatías ideológicas. Digo que, a pesar de la globalización, existen los límites y el mundo los conoce.