Rusia: cuadro de situación
Luis
María Sobrón *
*
Miembro del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación
La
devaluación del rublo en un 50%, la suspensión de pagos de las deudas privadas
externas, y el reescalonamiento de las obligaciones del Estado decretadas por
el gobierno de Serguei Kirienko el pasado 17 de agosto, sumen a la Federación
de Rusia en su más grave crisis tanto en lo económico-financiero como en el lo
político-institucional, desde el desmembramiento de la Unión Soviética en
diciembre de 1991.
Para
muchos, los años que lleva la etapa democrática rusa han sido la conjunción de
la anarquía, la privatización de empresas del Estado con procedimientos
corruptos, un creciente accionar de mafias enquistadas en el aparato estatal,
que, como secuelas del "ancien regime", encontraron campo propicio
para su accionar ante la falta de un Estado capaz de cumplir con su rol en la
sociedad.
Luego de
semanas de rumores sobre una posible devaluación, el gobierno se rindió a las
crecientes presiones internas y externas, ampliando la franja cambiaria (cuyo
limite superior era de 6.3 rublos por dólar) a 9.5 rublos.
Al día
siguiente, los puestos de cambio de divisas de las calles de Vladivostok y de
Moscú compraban dólares a casi siete rublos y los vendían a nueve o mas, aunque
hacia el fin de semana la cotización se ubicaba entre los siete para la compra
y los ocho Rublos y cincuenta Kopeks para su venta.
La
segunda medida fue la moratoria de noventa días en el pago de todas las deudas
contraidas con extranjeros, medida que pretendía salvar el sistema financiero
ruso, fuertemente endeudado en el exterior.
La
tercera medida fue la reestructuración de la deuda interna, suspendiéndose el
pago de los bonos del tesoro con vencimiento hasta diciembre de 1999.
Con estas
decisiones, el gobierno pretendía lograr tres objetivos, cosa que no ha sido
posible a la luz de los hechos que se desarrollaron como posterioridad.
Se
pretendía aliviar el presupuesto de la pesada carga de la deuda interna,
silenciar el descontento social pagando a las fuerzas armadas, los mineros,
médicos, y maestros, e intentar salvar el sistema financiero de la bancarrota.
Sería
ingenuo suponer que la crisis del 17 de agosto comenzó en un día, se hizo
evidente ese dia, veamos:
En mayo
se recortó el 25 % de lo gastos presupuestarios del año en curso, pero
igualmente los números no cerraban, las cifras eran las siguientes: 23.000
millones de rublos como ingresos brutos del Estado, gastos de funcionamientos
mínimos 26.000 millones de rublos, mas los vencimientos en Bonos a corto plazo
que alcanzaron los 30.000 millones de la misma moneda. Esto quiere decir que no
hay equilibrio entre los ingresos corrientes y los gastos, lo cual significa
que el dinero no alcanzaba y el Estado ruso debía encontrarlo en otra parte. Se
solicitaban préstamos por 30.000 millones de rublos cada mes a fin de poder
pagar los Bonos del Estado a corto plazo, más el porcentaje por los servicios
del mismo y tomar nuevos préstamos por 2.000 millones más para hacer frente a
los gastos corrientes. Metódicamente se aumentaban las deudas, se tomaban
nuevos créditos para poder pagar los anteriores contraídos, en una tendencia
exponencial.
Lo
paradojal era que el conjunto del endeudamiento, el externo y el interno, era
relativamente aceptable en términos del PBI, inferior al 50 %, si lo comparamos
v.g con los Estados Unidos de América que tienen una deuda (doméstica y
externa) superior a ese porcentaje con respecto a su Producto Bruto Interno.
Pero
Rusia se endeudaba, pues no encontraba otra solución, la discusión entre el
Gobierno y la Duma, con los naturales fuegos de artificio entre unos y otros,
suponía siempre que los ingresos eran inferiores a los gastos y el mecanismo
para llevar la ecuación a cero era recurrir al empréstito.
Cada
nuevo acreedor empezaba a temer que por haber sido el último en conceder
crédito no sería pagado y es así que comienza la crisis, con la desconfianza.
Los
inversores extranjeros demostraban que no querían conceder créditos, ya que no
sabían cuando el Gobierno compensaría los gastos presupuestarios con los
ingresos y cuando se empezaría a amortizar genuinamente la deuda, aunque fuese
simbólicamente para demostrar la voluntad de cumplir.
El
resultado fue encarecimiento del costo del dinero, los inversores nacionales
también mostraban su desconfianza comprando activamente divisas (dólares
estadounidenses o marcos alemanes) y un creciente descontento en la población
por el retraso en los pagos salariales.
La
inversión extranjera empezaba a disminuir retirando de los medios financieros
los instrumentos de crédito rusos o pedían un mayor interés por la renovación
de los anteriores o del dinero fresco que el Estado necesitaba, todo esto en un
clima enrarecido en el sistema financiero internacional: la crisis de los
mercados emergentes.
Rusia
ascendida hacia los extremos de sus propias posibilidades, cada semana tenía
que cumplir con el servicio de obligaciones a corto plazo estimadas en un
10.000 millones de rublos (1500 millones de U$D), lo que ponía al Estado ruso
de rodillas, pués la negociación a la que podían acceder era sólo a una rebaja
en los tipos de interés demandados por los acreedores.
La semana
posterior a ese 17 de agosto el presidente Yeltsin pide la renuncia del
Gobierno de Serguei Kirienko e intenta en vano capitalizar políticamente las
medidas de su ex Primer Ministro. El presidente midió su fuerza intentando
redesignar a uno de los políticos más avezados de la transición democrática,
Víctor Chernomirdin, quien fuera hasta marzo de 1998 el predecesor de Kirienko
en la jefatura del gobierno por más de cinco años.
La jugada
de Yeltsin despidiendo al joven tecnócrata, quien en sus cuatro meses en la
Casa Blanca intentó poner orden a la delicada situación, con particular énfasis
en la reforma al sistema tributario y sobre todo a que las grandes
corporaciones estatales paguen impuestos al tesoro nacional en correspondencia
con sus ganancias y a su inmenso patrimonio. Asimismo pretendió Kirienko
reesdistribuir la presión fiscal y hacerla más equitativa.
El
"leading case" lo constituyó GASPRON, la todopoderosa compañía
gasífera estatal del cual Chernomirdin fue su Administrador general en el
pasado soviético, quien pago 2.400 millones de U$D en julio, luego la crisis
consumió al gobierno y su política fiscal.
Pero la
designación de Chernomirdin no le fue posible al Presidente, la Duma del
Estado, cámara baja del bicameral parlamento ruso, donde el oficialismo es
minoría vetó la candidatura de éste en dos oportunidades, de las tres que constitucionalmente
el ejecutivo tiene antes de proceder a la disolución de la legislatura y la
convocatoria a elecciones parlamentarias.
En la
primera semana de septiembre con la crisis disparada, en la que el dólar
duplicaba su cotización nadie quería llegar a la disolución de la Duma, los
Comunistas y aliados, que constituyen con diferencia la primera minoría del
cuerpo, el Partido Yabloko bajo el líderazgo de Grigori Yablisnki, un auténtico
liberal en lo político y socialdemócrata en lo económico, llevaron las cosas a
un estado en que el presidente tuvo que retirar la candidatura de Chernomirdin
y buscar a un hombre capaz de aglutinar las voluntades de los extremos del arco
político.
La
persona fue Eugueni Primakov, el actual Primer Ministro de Rusia, quien se
ocupa hoy día tanto del Gobierno como del Estado ruso, dado la precaria salud
de Yeltsin y lo convierten fácticamente en la autoridad máxima de este país.
La designación de Primakov
El pasado
viernes 11 de septiembre la Duma de Estado aprobó la designación de Eugueni
Primakov como Primer Ministro de la Federación de Rusia cerrando así la primera
parte de la fase política de la crisis.
El actual
Premier contó con el apoyo de la casi totalidad del cuerpo en su respaldo, voto
en su contra el Partido Liberal Democrático de Vladimir Zhirinovski, de
relativo peso en la Duma, de marcado oportunismo político y lejos de ser tanto
liberal como democrático.
La
designación del entonces Canciller Primakov como Premier fue el paso obligado
que tuvo dar el Presidente dado que la Duma no votaría a Chernomirdin y la
disolución constitucional agravaría la situación política dando más fuerza al
caudal electoral del Partido Comunista si se convocaban a elecciones, según
consteste opinión de los sondeos realizados en esas fechas.
Primakov
se convirtió así en la bisagra política que utilizó Yeltisn para calmar los
ánimos de tirios y troyanos.
Comunistas
y Liberales, extremos del arco ideológico ruso coincidieron en que Primakov era
el hombre indicado para zanjar el problema, debilitando aún mas la deteriorada
figura presidencial, constantes problemas de salud y un eventual pedido de
Juicio Político todavía hoy en consideración de la Duma.
El actual
Premier no es la primera vez que le es funcional al presidente, durante la
mayoría del año 1995 Yeltsin recibió el cuestionamiento político hacia su
entonces Canciller por parte de la Duma. Andrei Kozirev representaba para la
oposición comunista un hombre al servicio de occidente, concretamente de los
Estados Unidos y falto de criterio independiente en el manejo de la política
exterior de la Rusia "democrática". Por más que esa lectura tenga un
sesgado ingrediente de "guerra fría" constituye el reflejo cristalino
de importantes sectores de la vida política rusa.
La
dimisión de Kozirev como canciller, pedida por Yeltsin, fue interpretada en
círculos políticos cono el "fin del noviazgo" con los Estados Unidos.
En cambio
Primakov como canciller, importaba la designación de un hombre importante del
"ancien regime", en su faceta gorbachoviana; miembro del Partido
Comunista Soviético, experto en temas de inteligencia, seguridad, política
exterior, periodista destacado en el extranjero, legislador y Presidente del
parlamento soviético entre 1989 y 1990.
Especialista
en temas de Oriente Medio, un arabista de prestigio, asesor de Mijail Gorbachev
en temas internacionales y su representante ante Saddan Hussein antes de la
Guerra del Golfo a finales de 1990, rol que cumplió con creces en noviembre de
1997, siendo el canciller de Rusia quien encuentra "la luz al final del
túnel" convenciendo a Tarik Aziz de acatar el mandato de la Resolución del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y permitir el trabajo de los
observadores internacionales de UNSCOM.
Cabe
destacar que los casi tres años de Primakov como Ministro de Relaciones
Exteriores le valieron un enorme prestigio interno y externo.
Rusia
pese sus grandes problemas sigue siendo uno de los grandes actores del mundo,
hay sentimiento generalizado en la clase política rusa de que realmente es un
país importante y que debe cumplir un rol de prestigio en el concierto de la
naciones y en la búsqueda efectiva de soluciones a los problemas internacionales.
Podria decirse que este sentir constituye una política de Estado.
Tal vez
sea interesante trazar un paralelo histórico entre el actual Primer Ministro y
ex Canciller con quien fuera en el siglo pasado Ministro de Relaciones
Exteriores del Zar Alejandro II, el Príncipe Alexander Mijailovich Gorchacov.
El
Príncipe Gorchacov fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores en el 1856
como consecuencia de la derrota rusa en la Guerra de Crimea, el Imperio ruso
que hasta esa derrota era una de las claras potencias del concierto mundial
sufrió no solo la derrota sino la humillación política por parte de sus
adversarios.
En la
guerra de Crimea se aliaron contra Rusia todos los imperios más importantes de
la época: Francia, Inglaterra, Turquía, la actual Italia, Austria, Prusia y
Suecia.
La
derrota rusa signada en los Acuerdos de Paz de París, que importaban al Imperio
de los Zares la prohibición de mantener flota y bases en el Mar Negro y
obligado por aquello, el reconocimiento a los Protectorados que las
"grandes potencias" hicieron de Serbia, Valajía y Moldavia.
En aquél
momento se ofrecían dos alternativas al Imperio, o acatar desde una posición de
servidumbre el orden impuesto por la derrota, encerrándose en sí misma y
abstenerse del juego internacional a escala de potencia. La otra la constituía
el aprendizaje de la derrota, con la inevitable transformación interna. La
asimilación del golpe de Crimea, implicaba aceptar la Paz y lentamente
recuperar los espacios perdidos en la arena internacional, esto es justamente
lo que realizo el Príncipe Gorchacov en los treinta años que estuvo como
Canciller del Imperio Ruso.
Alexander
Mijailovich Gorchacov pensaba que el diseño del mapa de adversarios y aliados
del Imperio Ruso no tendría que configurarse de una manera estática, todo lo
contrario, los creía móviles. Su política consistía en mantener en equilibrio a
las potencias sin que ninguna devenga en hegemónica. Un claro ejemplo de ello
lo constituyó la neutralidad de las grandes potencias en la Segunda Guerra
Ruso-Turca de 1877-78, que le permitieron al Imperio ruso la liberación de los
Balcanes, la derrota del ejercito turco y entrar en Constantinopla.
Ahora
veamos cuál es el pensamiento del actual Primer Ministro y ex Canciller, Eugeni
Primakov, sobre cual es el rol de Rusia: "...existen aquellos que creen
que una Rusia débil no puede llevar una política exterior activa...
A Rusia,
tomando en cuenta sus dimensiones, potencia y potencial, historia y
tradiciones, objetivamente le ha pertenecido uno de los papeles más importantes
en lo que a las relaciones interestatales se refiere.
A esto,
en mayor grado,contribuye la indudable falta de deseo de la mayor parte de los
países de aceptar el orden mundial sea definido por una sola potencia. Lo pude
notar durante mis visitas no sólo a los países árabes, sino también a Israel, y
no sólo a Cuba sino también a Brasil, a Argentina, así como a los países de
Centroamérica...
...El papel
internacional activo de Rusia resulta importante no solo desde el punto de
vista de preservar y fortalecer el la seguridad y estabilidad internacional. El
abandono de la confrontación ideológica, así como el fin de la confrontación de
bloques, se ha convertido en el punto de partida para seguir el camino hacia la
creación de un mundo estable y predecible a nivel global. Sin embargo a pesar
de su importancia histórica, esto no condujo automáticamente a la eliminación
de las zonas de conflictos regionales, aún más, las mismas se han ampliado. En
todas partes la gente se conmueve por la ola de terrorismo que se ha desatado.
La
capacidad de la comunidad mundial para superar los nuevos peligros, las
amenazas, así como los nuevos desafíos, depende directamente del papel activo
de Rusia. Esto se ha manifestado de forma directa y en virtud de la solución
que se ha dado a la fase muy aguda de la crisis surgida en torno a Irak, y
continúa manifestándose ahora, cuando se están haciendo esfuerzos para no
admitir que Kosovo se convierta en uno de los puntos mas calientes y peligrosos
del Globo" (1)
(1)Palabras
del entonces canciller Primakov en el homenaje realizado en abril de 1998 a
Mijail A. Gorchacov.
Este es
el perfil de quien hoy dirige directamente los destinos de Rusia, un confeso
admirador del Príncipe Gorchacov y el hombre en quien se visuliza como al
suscesor de Yeltsin en la Presidencia de la Republica.
"The party is over"
Durante
los últimos años, los avances de la economía rusa en su marcha hacia la
economía de mercado se manifestaban como irreversibles.
La
apertura del país al mercado mundial, la privatización de la mayoría de las
grandes fábricas y recursos naturales, el surgimiento de un sector privado de
propietarios y de una incipiente clase media, la aparición masiva de bienes de
consumo occidentales aunque a precios exorbitantes para la media de la
población, parecían indicar que el país se afianzaba y que muy lentamente
empezaba el camino del crecimiento.
Esas eran
las apariencias, pues cabe señalar que lo que sucedió en los últimos ocho años
fue un desangre de la economía y del país. En lo que va de la década, del país
se han retirado entre 150.000 y 200.000 millones de dólares, dinero suficiente
para renovar toda la industria rusa y ponerla a producir a pleno, segun la
opinion de expertos del Centro de Estudios Ruso-Americano de Moscú.
Un
endeudamiento interno y externo que hace diez años era casi inexistente y que
hoy sobrepasa los 150.000 millones de dólares.
Se estima
que entre lo que debe y lo que se fue, Rusia ha perdido en esta década un año
entero de trabajo, acorde con las mismas fuentes.
Una nueva
categoría social ha surgido, que se autodenomina como «nuevos rusos» variante
mas o menos ajustada de "nuevos ricos". Esta clase surgió de los
estertores del sistema soviético, integrada en su mayoría por gentes
enriquecidas gracias a los negocios que les permitía su condición de ser o
haber sido altos funcionarios del Estado.
Diferencias
entre distintas cotizaciones del dólar; entre precios internos y externos;
entre las tasas de interés negativas de los prestamos estatales cuando la
inflación llegaba a 2500 % anual, la privatización leonina de las empresas
estatales y de los millonarios recursos naturales, el manejo de los dineros del
Estado a través de bancos privados, la obtención de altísimos intereses con los
bonos del tesoro(Obligaciones Generales del Estado:GKO) y el acceso a los
dólares del Banco Central, durante la última devaluación, cuando esa moneda
estaba vedada a los otros participantes del mercado.
En el año
1992, los mejores ubicados en la estructura de la emergente sociedad
postsovietica se repartieron no menos del 75% del PBI.
Si el
Estado no quebró antes, fue gracias a los enormes ingresos provenientes de la
exportación de petróleo, de las privatizaciones, y del endeudamiento interno y
externo.
Para
cubrir el enorme déficit presupuestal (7.5% del PBI), se organizó una
gigantesca "pirámide financiera" homologable a la situación en
nuestro país a finales de los setenta y principio de los años ochenta.
El Estado
llegó a pagar tasas de interés de hasta 150% anual, absorbiendo gran parte de
los rublos del país, descapitalizando a la industria y otros sectores dinámicos
de la economía.
Los
gerentes de las fábricas o de las minas desviaban los dineros recibidos para
pagar salarios o materias primas hacia el sistema financiero.
El 70% de
las operaciones en el sector real de la economía se realizan por trueque, como
producto de la crisis y de la abrupta transición de una economía centralizada
en un ciento por ciento, a una economía de mercado.
Un
sistema económico totalemente diferente que no pudo contar en sus inicios con
los cuadros técnicos y la experiencia necesaria para poder llevarla a cabo
satisfactoriamente, ha devenido en una deformación de la misma, generando en la
población un ánimo adverso a las reformas económicas, pues sus resultados no se
hacen evidentes en el común de las gentes.
Varios
hechos también coadyuvaron para marcar el fin de la fiesta. La caída mundial de
los precios del petróleo de casi un 50 %, hizo perder al país más de cinco mil
millones de dólares este año, reduciendo sus reservas de oro y divisas, y privando
al presupuesto de su principal contribuyente.
Para dar
un ejemplo, en julio el Estado debería haber recibido 672 millones de dólares
de Lukoil, la principal petrolera del país, y solo recibió 24,3 millones de la
misma moneda. A ello se sumo la crisis del sudeste asiático; los capitales
golondrina que empezaron a retirarse de los mercados emergentes.
Los
17.000 millones de dólares que habían ingresado al país durante el año 1997,
atraídos principalmete por las altas tasas de interés pagadas por los bonos del
tesoro (GKO), emprendieron su retirada en busca de la tranquilidad de los
títulos públicos de los Estados Unidos y de varios países de la Unión Europea.
La Bolsa
de Valores entró en caída desde octubre del año pasado, entre tal fecha y la actualidad
el incipiente mercado de valores ruso perdio casi un 85% de su nivel de
inversiones y el promedio de operaciones diarias variaba en esa fecha entre los
cien y los ciento cincuenta millones de dólares, siendo el volumen diario de
operaciones a noviembre de 1998, de un millón a un millón y medio de dólares.
El
sistema bancario empezó a tambalearse durante el año 1997, los bancos del país,
cuya cifra era de 2.457 hace cuatro años, se redujeron a 1.598 este año, de los
cuales un 35% no operan efectivamente. El total de activos de todo el sistema
bancario es de 13.500 millones de dólares, dos tercios de los cuales están
concentrados en 30 bancos y se espera que la concentracion sea aún más fuerte,
en haras de la eficiencia que impone una economía de mercado como paradigma de
su sistema bancario.
Con estos
activos, se calcula que el sistema bancario ruso debe entre 12.000 y 16.000
millones, a la banca internacional, tanto pública como privada
Durante
el mes de noviembre de este año cada dólar de la Deuda Externa Soviética
renegociada con los Clubes de Londres y París, es decir aquella de la que la
Federación de Rusia reconoce "erga omnes" como sucesora de la Unión
Soviética, se cotiza a 0,08 centavos de dólar.
Estas
circunstancias, han permitido que el descontento social continue en aumento
progresivamente. Como en varias oportunidades anteriores, los mineros del Norte
y de Siberia protestaron cortando las vías ferroviarias del país, llevados por
un cierto grado de hambre y desesperación.
El Fondo
Monetario Internacional decidió otorgar a Rusia un préstamo de 11.300 millones
de dólares para impedir una devaluación del rublo, en julio de 1998.
La
primera parte de 4.800 millones fue recibida a cambio de la promesa del
gobierno de Serguei Kirienko de aplicar un duro plan anti crisis, de austeridad
presupuestal y financiera.
Menos de
un mes después, ante la alarma de las capitales occidentales, el Banco Central
se había gastado los 4.800 millones de dólares recibidos del FMI tratando de
sostener el rublo y pagando los onerosos intereses de la deuda interna estatal.
Rusia quema los puentes
La
devaluación fue un paso obligado realizado con gran retraso pero muy mal hecho
políticamente, puesto que era imposible continuar manteniendo el rublo, que se
encontraba hipervaluado con respecto al dólar estadounidense, el sistema
bancario se hacia de liquidez en base a los prestamos a corto plazo en divisas,
el esquema standard era el siguiente: tomaban créditos con intereses anuales en
divisas al 10% lo convertian a rublos pues tenían la tranquilidad de que el
Banco Central no variaría la paridad en más de un 8 u 9%, y colocaban los rubos
en bonos del tesoro a corto plazo con intreses del 30%, la ganancia pura en
moneda fuerte era de más del 14 % en meses.
El FMI
pensó que con medios técnicos podía estabilizar la moneda, pero no tomó en
cuenta la perdida de confianza en el gobierno. El factor psicológico fue
fundamental.
La
devaluación satisface en pricipio las demandas de los sectores bancario,
petrolero y gasifero, acosados por la carga impositiva del Estado.
Pero al
mismo tiempo significara un salto en la inflación, teniendo en cuenta que la
mayoría de los bienes de consumo son importado y castiga a la mayoria de la
poblacion.
Si en
1991 Rusia importaba 25.000 millones de dólares, en 1996-97 la cifra era de
70.000 millones de dólares al año, tanto como sus exportaciones.
La
devaluación tomó por sorpresa al FMI. Hasta altas horas de la madrugada del día
en que se anunciaron las medidas, los funcionarios del FMI esperaban las
explicaciones de los ministros del gobierno, que se decidieron a actuar sin el
acuerdo del Fondo.
El
reescalonamiento de los bonos del tesoro permitirá al gobierno aliviar el descontento
social, pues le permitirá disponer de una importante suma de dinero en rublos
devaluados para hacer efectivo el pago de salarios y apaciguar a mineros,
soldados, maestros y médicos.
Pero
desde el punto de vista de los inversores extranjeros, la medida es un
retoceso. Todos los poseedores de bonos del tesoro (GKO) con vencimiento hasta
diciembre de 1999 recibirán a cambio papeles que van a valer mucho menos,
pagaderos a cuatro años, con una rentabilidad mínima en dólares, lo cual es
inaceptable para los acreedores.
El valor
de mercado de esas obligaciones es a finales de noviembre de 1998, 4 centavos
de dólar, lo que implica una perdida neta de la inversión en un 96%.
El
gobierno alemán en su actual administración y el de Estados Unidos están
discutiendo con el gobierno ruso e insinuándole que si no da un paso atrás
verían cortadas las condiciones de financiamiento al gobierno central.
La
moratoria de 90 días en los pagos de las deudas contraidas en el exterior fue
pensada para salvar a los bancos de la quiebra, pero tampoco sirvió para evitar
el colapso del sistema bancario.
"Salvar
los bancos es salvar al país» tituló patrióticamente el diario Izvestia,
propiedad de Oneksimbank, uno de los tres bancos mas importantes, luego de que
se formara un «pool» de 12 bancos, que supuestamente recibiria ayuda del Banco
Central para evitar el pánico entre los ahorristas originado por el
congelamiento de los depósitos.
Las
medidas del 17 de agosto de 1998 constituyeron prácticamente un «default» o una
declaración de insolvencia patrimonial para hacer frente al pago de las
obligaciones contraídas.
La
impresión de la comunidad de negocios internacional radicada en Moscú,
indiscutible capital finaciera y económica del país, es que se están cortando
los puentes que los unen con el mundo externo, porque será muy dificil el
acceso al crédito sin una clara redifinición de las deudas pendientes, de la
politica tributaria y la reduccion paulatina del déficit fiscal.
Verbigracia,
los bancos alemanes que han sido uno de los mas afectados, pués en total
prestaron a Rusia alrededor de 56.000 millones de dólares, la mitad le
corresponde al Deutsche Bank y la otra parte al sector privado y público, serán
muy prudentes a la hora de invertir nuevamente en Rusia.
La
principal preocupación de los gobiernos extranjeros es que el gobierno asuma la
responsabilidad por las deudas en dólares de los bancos. La interpretación más
preocupante es que las acciones del gobierno fueron diseñadas para mantener los
poderosos grupos financiero-industriales del país a flote, y que harán poco
para estimular el desarrollo de un sector bancario responsable.
Se espera
que el Gobierno Primakov clarifique la situación y el rumbo económico a seguir,
que para muchos es incierto, la fórmula que parece traslucir en las primeras
medidas de la nueva adminstración es la de un Estado con un fuerte rol en una
economía de mercado de corte cepalino.
Las
perspectivas parecen sombrías. Al haberse cortado momentáneamente y en términos
relativos, el acceso al crédito interno o externo, el gobierno queda atado a
conseguir un superávit presupuestal, para poder pagar la deuda externa,
mantener a flote al escorado sistema bancario y evitar el estallido social.
El FMI
seguramente le exigirá mantener una política muy estricta en materia de gastos
para continuar recibiendo el crédito otorgado.
Parece
muy difícil que el actual gobierno siga los mandatos del FMI a pie juntillas
pues implicarían protestas sociales.
La era
Yeltsin, con sus negocios fabulosos, parece estar llegando a su fin.
Sin duda
el cuadro descriptivo de la crisis hace pensar que la Federación Rusa atravieza
uno de los peores momentos de su larga historia. Pero, aunque las perspectivas
parezcan sombrías considerando los problemas económicos a resolver, cabe
señalar un elemento fundamental de está última crisis: el comportamiento de sus
actores políticos. Ninguna fracción o bloque parlamentario en la Duma ha
planteado una salida fuera de los límites de la Constitución, lo que significa
un gran avance en la consolidación del sistema político a través de las formas
democráticas de gobierno.
Ahora
bien, la consolidación de una economía de mercado, contracara de un sistema
político fundado en el Estado de Derecho, dependerá de que las reformas
emprendidas para instalarla en la sociedad sean entendidas y comprendidas por
la mayoría de la población, pues quedan muchos que piensan "que todo
tiempo pasado fue mejor".
Quizás
ayudaría, para esto último, que los dirigentes encargados de ejecutar esas
políticas demuestren su probidad en los actos de gobierno, la transparencia de
los mismos y que el manejo de la "cosa pública" sea realmente
pública, sin ambigüedades.
Nota: Lo expresado en el presente trabajo no
refleja la posición oficial del Gobierno argentino sobre el tema. Sólo contiene
los puntos de vista personales de sus autores.