NOAL
Declaración de Durban para el Nuevo Milenio 1
Nosotros,
los Jefes de Estado o de Gobierno del Movimiento de Países No Alineados renidos
en Durban, República de Sudáfrica, los días 2 y 3 de septiembre de 1998:
En los
albores del nuevo milenio, conscientes del simbolismo de estar en una playa
donde el primer resplandor del sol se eleva sobre el océano Indico, nos
pronunciamos de la siguiente forma:
Nuestro
Movimiento encarna las aspiraciones, las esperanzas y anhelos de los pueblos
del Sur por vivir en paz y seguridad.
Somos
aquellos que han soportado centurias de colonialismo, opresión, agresión,
explotación y desprecio. Hemos sido el pueblo invisible del mundo.
Recientemente, impulsados por nuestro Movimiento y por fuerzas progresistas,
vemos nuestro rápido emerger desde aquella condición. Esto ocurre no obstante
los importantes obstáculos colocados deliberadamente en nuestro camino y los
nuevos y totalmente inesperados desafíos que enfrenta la humanidad toda.
Ciertamente,
nuestro tiempo ha llegado
En las
últimas cuatro década y media el mundo ha sufrido importantes cambios desde los
días de la Reunión de Bandung. Pero aún los principios dados por los fundadores
del NOAL permanecen vigentes, y las ideas, metas y visiones entonces
articuladas continúan guiando nuestro Movimiento.
Este
período ha visto el derrumbe del viejo orden internacional basado en la rivalidad
de superpotencias y de la dominación colonial. Período que, enraizado en el
Norte, tuvo un impacto global
Ahora nos
encontramos en el umbral de una nueva era. Una era que nos ofrece una gran
oportunidad aunque plantea un especial peligro para el mundo en desarrollo.
El
Movimiento de Países No Alineados, extenso y representativo de la mayoría -con
su abundancia en géneros y diversidad biofísica- tiene un papel central a
representar en el control del avance de la humanidad. Puesto a prueba a través
de sus 43 años de experiencia, con una historia de orgullosos logros y tornado
más inteligente por nuestros reveses, el Movimiento está surgiendo como el
poder del nuevo milenio, haciendo lo posible por ser abierto, democrático y por
constituir un grupo de naciones con visión de progreso.
La Guerra
Fría ha terminado. La era que está al alcance de nuestra mano puede, si
actuamos con decisión y enfocados, ser una nueva era: la era de las naciones
emergentes, la era del Sur, la era de la renovación y del renacimiento, la era
de la esperanza justificada.
De todos
modos, es también el tiempo donde el fenómeno transnacional y los riesgos que
corren la soberanía, la independencia, la estabilidad y el desarrollo
económico, son peligros que prevalecen y constituyen los desafíos que el
Movimiento debe enfrentar y superar.
Esta puede
ser la era de los que en otros tiempos fueron oprimidos, el tiempo del Sur ha
llegado en el momento en que el viejo milenio se inclina ante el nuevo. Las
oportunidades están allí para ser tomadas. Las amenazas están allí para ser
contenidas.
Salimos de
la XII Reunión del NOAL prevenidos de las verdaderas dificultades que están
frente a nosotros, amenazas antiguas y actuales que enfrenta la humanidad,
tales como las drogas, el SIDA, el crimen transnacional, el hambre, el
terrorismo y la degradación ambiental. Observamos evidencias dramáticas a lo
largo del mundo, y en el mundo desarrollado en particular, de exagerado
etnicismo, de chauvinismo y xenofobia. Estos demonios están reemplazando
sutilmente al racismo más formal.
Vemos un
poderoso proceso que continúa marginando a muchos países de nuestro Movimiento.
Vemos las fuerzas gemelas de la globalización y de la liberalización aportando
consecuencias sociales y económicas de carácter adverso, que se agregan a las
ya pesadas cargas de la vida cotidiana en gran parte del Sur.
Aún cuando
la globalización ofrece la promesa de prosperidad, trae consigo importantes
desafíos a los países en desarrollo. Esa promesa de prosperidad no ha alcanzado
a una inmensa mayoría de la población mundial, especialmente en los países
menos desarrollados. En ello yace la semilla de un nuevo y peligroso proceso de
desarrollo desigual.
Debemos
hacer nuestro el desafío de una transformación fundamental de las relaciones
internacionales, a fin de erradicar la agresión, el racismo, el uso de la
fuerza, las mediadas coercitivas unilaterales y las prácticas económicas
desleales, la ocupación extranjera y la xenofobia, para alcanzar un mundo de
paz, justicia y dignidad para todos.
Esta
revolución por hacerse puede traer la liberación para los necesitados y
enfermos, justicia para el oprimido, auxilio para el deudor empobrecido,
igualdad para las mujeres, socorro para los niños y el fin de la discriminación
y de la ocupación extranjera y una colaboración naciente y digna con el Norte,
en la que participemos como iguales.
La unidad
de propósitos y estrategias entre las naciones del Movimiento es de importancia
crítica. La globalización puede ser una amenaza para las nuevas libertades
alcanzadas, a menos que los intereses del Sur sean cuidadosamente protegidos y
promovidos
Nosotros
debemos estar prevenidos contra las formas de la globalización que imponen
soluciones que ignoran los elementos históricos, culturales y psicológicos
peculiares de las economías nacionales o locales. La globalización no debe
pasar estos elementos por alto. Ella no debe significar uniformidad. Su impacto
debe ser canalizado no sólo por las naciones más grandes y poderosas, sino
también por las que representan a la mayoría de la humanidad.
La
liberalización no debe favorecer las políticas proteccionistas de los ricos y
poderosos, asegurando sus intereses vitales, mientras los débiles son
empobrecidos más allá de lo descriptible al ser forzados a «abrirse» al mundo.
Debemos
actuar positivamente para dar forma a nuestro futuro, defendiendo un nuevo
sistema de relaciones internacionales que sea tanto democrático como
representativo de todos -incluyendo particularmente a los países en desarrollo-
basado en el respeto de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas y la igualdad soberana de las naciones.
La
creación de un sistema basado en reglas multilaterales es un avance
fundamental, pero para ser exitoso debe llevar consigo el aval de una
participación activa de los países en desarrollo. Si hay confianza en el
sistema todas las partes se sentirán cómodas. Esa confianza nace de un
compromiso real y del respeto por los intereses de todos los países, grandes y
pequeños, ricos o pobres, débiles o poderosos. Las economías en desarrollo
deben negociar sus necesidades específicas dentro de este marco.
La
cooperación Sur-Sur es la mayor preocupación de esta Reunión. Es una estrategia
central para crear un nuevo ambiente global y para acelerar la erradicación de
la pobreza. El desarrollo del orden económico internacional ofrece una nueva y
mejor oportunidad para una mayor cooperación, en diferentes niveles, entre los
países en desarrollo. Debemos incorporar con decisión los asuntos de las economías
regionales en nuestras agendas nacionales. Y la cooperación comercial regional
así como la integración, deben ser alentadas mediante nuestras propias
estructuras.
La
cooperación Sur-Sur no implica ignorar el diálogo con el Norte. El mundo es
interdependiente como nunca antes. La seguridad y prosperidad del Norte
desaparecerá si existen pobreza endémica y privaciones en el Sur y si hay
sociedades en el mundo desarrollado que ven, con creciente inquietud, el
profundizarse de las desigualdades, el incremento de refugiados y la desgracia
ajena, el aumento del desempleo y el desmembramiento social.
Las
soluciones Sur - Sur, si resultan ser exitosas, requieren del efectivo
compromiso de los Gobiernos y de sus ciudadanos como socios en desarrollo.
Nuestro
Movimiento debe reafirmar su filosofía de la asistencia al desarrollo que se
mueve más allá de las relaciones signadas por la caridad y la dependencia
servil. Estados cliente sólo benefician a Estados amo. Debemos tratar el
financiamiento del desarrollo, de los flujos de capital y de su estabilización,
la movilización de recursos y las restricciones del comercio impuestas por los
países en vías de desarrollo. Es imprescindible que aseguremos una rápida
acción de alivio de deudas.
Para
alcanzar estos objetivos tenemos que asegurar la democratización de las
instituciones internacionales, con efectiva representación en los encuentros de
mayor relevancia de quienes estaban anteriormente excluidos. El viento de
cambio democrático debe soplar en las Naciones Unidas, particularmente en el
Consejo de Seguridad, en el Banco Mundial, el FMI y en todas las demás
organizaciones internacionales y regionales con el objeto de resolver las
necesidades de la mayoría del mundo.
Nuestro
Movimiento ha desempeñado un papel heroico en la lucha contra colonialismo, la
ocupación extranjera, el racismo y la explotación, y en el apoyo a la
autodeterminación. Necesitamos asegurar nuestra contribución a un nuevo orden
del mundo, libre de medidas coercitivas unilaterales, libre de armas de destrucción
masiva, especialmente de armas nucleares, un mundo basado en tolerancia y
coexistencia genuinas, un mundo basado en el respeto por la Carta de las
Naciones Unidas y la observancia completa de sus principios y propósitos.
Como lo
señalamos en el 50º Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, nada debe ser utilizado para enmascarar genocidios, graves violaciones
a los derechos humanos y crímenes contra la humanidad, ni deben ser utilizados
los derechos humanos como instrumento político para interferir en asuntos
internos. Debemos buscar un orden mundial de compasión para el débil, de
derechos humanos y desarrollo para todos.
Reconocemos
que los derechos humanos y la democracia no conllevan automáticamente, por sí
mismos, un mundo mejor. Requieren un ambiente de paz y desarrollo, de respeto
por la soberanía, por la integridad territorial, y la no injerencia en los
asuntos internos de los Estados. Los derechos socioeconómicos, incluyendo el
derecho al desarrollo, son parte inalienable de los verdaderos derechos
humanos.
Debemos
actuar para alcanzar estos objetivos como parte de la confianza pública que
debemos a nuestra gente. Debemos lograrlo de una manera unida y con claridad de
pensamiento.
Finalmente,
es la pobreza, más que cualquier otra de las amenazas devastadoras a las que
hace frente el mundo, la que debe ser erradicada. Erradicar la pobreza es una
posibilidad práctica y un imperativo económico para el bienestar global.
Mirando los mundos inmensamente diferentes de Bandung2 y de Durban puede
verse que la pobreza todavía existe. Esto debe estimularnos a erradicar la
pobreza en el Siglo XXI. Sea este el desafío y sea el espíritu de Durban
nuestra guía hacia el éxito.
Durban
debe marcar el punto de inflexión donde los hasta ese momento desposeídos, la
mayoría, reciban su herencia.
1
Versión no oficial, traducida al castellano del original en inglés.
2 En la ciudad de Bandung se realizó en el mes de abril de 1955 la
Reunión que dió origen al NOAL (N.de R).