Revista de Relaciones Internacionales Nro. 4

REFLEXIONES SOBRE EL ROL DE JAPON

EN EL MUNDO DE LA POST-GUERRA FRIA

Por Manabu Yamamoto

Japón se integró al mundo moderno en la segunda mitad del siglo XIX, después del aislamiento voluntario de dos siglos y medio. El imperialismo naciente coloreaba el ambiente donde se formaba el Estado moderno del Japón. Estimulado por el miedo a la amenaza extranjera, Japón desarrolló precozmente la política del poder dirigida hacia los vecinos y el poder militar. Gradualmente se difundieron los pensamientos y movimientos liberales, democráticos y sociales, sin embargo, la caída del sistema de la economía mundial a fines de la década del 20' y el vacío provocado por la guerra interna de China consagraron definitivamente la preponderancia de la corriente ultra-nacionalista.

El camino por el que el Japón transitó hacia la Guerra del Pacífico estuvo marcado por la irresponsabilidad de todos: irresponsabilidad de los elementos militares que complotaron invasiones en China, irresponsabilidades de los líderes militares que no intentaron detenerlos seriamente, irresponsabilidades de los líderes políticos que se amoldaron a los militares.

Así siguieron la miseria y la crueldad de la guerra y de la derrota. La derrota fue aceptada como una derrota no solo militar sino total, incluso cultural y filosófica. En la derrota la creencia ultra-nacionalista se desintegró sin resistencia, solo importaba la vida del hombre y de la mujer común, libres de todo mito de nación y Estado. La nación y el Estado debían crearse nuevamente a partir de cero, a través del esfuerzo de cada uno. Aquí se instalaron las bases de la democracia de la post-guerra. Esta época inmediatamente después de la guerra ofreció una gran oportunidad para el nacimiento de los diversos pensamientos universalistas, humanistas y sociales.

El pacifismo simbolizado por el artículo IX de la Constitución, que prohibe el uso y la posesión del poderío militar, junto con la democracia política y social, han constituido el pivote de la nación en la conciencia del ciudadano japonés.

Sin embargo, súbitamente la configuración cambió con la emergencia de la guerra fría en Asia. El gobierno instituyó las fuerzas de autodefensa, firmó el pacto de seguridad con los Estados Unidos y lo situaba en el centro de su política extranjera.

La coyuntura de la guerra fría y el sistema internacional de la época no permitía al Japón tomar la iniciativa en el campo de la gran política internacional. Entre la política extranjera del gobierno y el sentimiento del pueblo emergió una división que se reflejaba también en el cisma entre el mundo práctico y el mundo intelectual.

La política concentrada en el alto crecimiento económico con el mínimo gasto militar fue la única salida a esa tensión interna. El éxito de esa política le otorgó prosperidad y orgullo al pueblo japonés. Entre los límites impuestos por el sistema internacional, la diplomacia japonesa se esfuerza por desarrollar sus políticas propias especialmente en Asia y Medio Oriente.

Gradualmente, la escena cambió. El aumento relativo de la importancia económica del Japón, la disminución relativa de la importancia económica de los Estados Unidos, el aumento de la interdisciplina en el mundo entero, hicieron que el comportamiento del Japón influya sobre la comunidad internacional. Luego el fin de la guerra fría dio al Japón la oportunidad de ser un actor principal plenamente responsable de la marcha del mundo. El pueblo japonés está tomando conciencia de la necesidad de asumir esa responsabilidad. Es una larga distancia del mismo país que tenía constantemente obsesión de adaptarse al mundo exterior o enfrentarse a él. Por supuesto, necesita más tiempo para que la toma de responsabilidades se defina como consenso sólido del pueblo entero.

Desde décadas, los gobiernos sucesivos han aumentado el apoyo oficial a los países en vías de desarrollo. El presupuesto para el año fiscal 1993 destina U$S 8.500 millones a la cooperación para los países en vía de desarrollo. El Japón es hoy sin duda el primer país en ese campo. Además, el programa actual de reciclaje de capitales de más de U$S 65.000 millones de dólares en un período de cinco años (1987- 1992), anunciado en 1989, será seguido por un programa con una suma aún más importante. En la Reunión Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro el año pasado, el Primer Ministro Kiichi Miyazawa anunció la decisión de Japón de contribuir a la asistencia al medio ambiente con una suma de alrededor de U$S 7.000 a 7.700 millones durante un período de cinco años a partir del año fiscal de 1992.

En el campo de la seguridad internacional, el Japón contribuyó con 13 mil millones de dólares en la crisis del Golfo. El Japón juega un papel importante en la pacificación de Camboya. Envió allí una unidad de ingeniería de la fuerzas de autodefensa como contribución a las operaciones de preservación de la paz de la O.N.U. y también enviará próximamente una unidad de transporte a Mozambique.

Desde la crisis del Golfo se continuaron los intensos debates sobre la constitucionalidad y la conveniencia del envío de las fuerzas de autodefensa y también sobre la idea directriz del futuro de la nación japonesa.

A pesar de todo hay una unanimidad en la necesidad de contribución a la paz del mundo, no solamente financieramente sino también en personal. La diferencia radica en la manera apropiada de la contribución a ese objetivo y su implicación en la orientación futura del Japón.

La comparación de la orientación de la opinión pública en Japón con la de otros países es sin duda impresionante. En los Estados Unidos se trata sobre todo de mejorar la economía interna, su performance y competitividad, revertir la tendencia declinante de su posición económica y restablecer su posición de número uno en el mundo. Es un camino inevitable que los EEUU puedan continuar asumiendo su responsabilidad internacional.

La situación en Europa es más preocupante. El éxito limitado de los movimientos ultra-nacionalistas puede ser un síntoma aún más grave del cambio en la mentalidad popular. Espero que Europa logre defender la razón, su orgullo, contra la ansiedad y el miedo del otro. La situación en general en los países de Asia y Latinoamérica es reconfortante, ejemplificada entre todos por el caso de la Argentina. En Medio Oriente y Africa hay diversos signos. Podemos afirmar que la estructura de la paz del mundo aún es frágil.

El papel que un país juega en la comunidad internacional se forma sobre su visión del mundo, es decir, la manera de ver el mundo. Su visión está marcada necesariamente por su experiencia y su aspiración formada por aquella. Voy a enumerar las características de la visión del Japón a mi propia manera.

La primera característica de la visión japonesa del mundo es la importancia primordial de la paz.

La experiencia de la guerra formó un instinto fuerte hacia la paz. Los japoneses eligen el compromiso más que el respecto al principio, cuando éste provocaría conflictos.

Sin embargo, por otro lado, para establecer una paz durable la justicia importa también. El instinto japonés tiene que modificarse teniendo en cuenta esto y debemos trabajar para establecer un orden internacional basado en la justicia. En realidad el problema es que hay diferentes opiniones que se contradicen sobre la justicia en los casos concretos. La multiplicación de los conflictos étnicos que vemos hoy en el mundo de la post- guerra fría parece dar la razón al instinto japonés. Es necesario desarrollarlo y sofisticarlo para lograr una estrategia de paz estructurada.

La segunda característica de la visión japonesa del mundo es la importancia dada a la cooperación.

La época de la hegemonía de uno o dos países ya pasó. La balanza del poder entre unos pocos países también.

Los EEUU son el único país con un gran poder militar y la voluntad de ser el líder del mundo y continuarán jugando un papel importante. Los grandes países que son miembros del grupo de los 7 tienen una gran responsabilidad, de acuerdo con la importancia de sus economías. Sin embargo, los otros países también son actores en el orden mundial, y tienen responsabilidades según su potencial y su posición. El fin de la guerra fría nos impone la necesidad de establecer la cooperación internacional en las diversas capas, de todos los países.

La tercera característica seria, la importancia dada a la democracia política social.

La democracia política y social es la base de la estabilidad y del dinamismo del Japón. En comparación con otros países democráticas y desarrollados, Japón tiene una sociedad más igualitaria respecto a su nivel de vida, modo de vida, educación, cultura, conciencia social. A propósito del sistema político hay muchos defectos y recientemente el pueblo se impacienta de ver las reformas del sistema. Sin embargo, la confianza fundamental en la democracia queda indemne. Implementar la democracia auténtica y la sociedad igualitaria es la tarea común de los ciudadanos de todos los países.

La cuarta característica es la importancia dada al desarrollo económico. Es la condición de la estabilidad de la democracia y de la paz. El Japón está orgulloso de haber contribuido al alto desarrollo y a la paz en la región del Asia, ofreciendo capital y tecnología a través del apoyo oficial o la inversión privada.

La característica de la visión japonesa sobre el desarrollo se puede resumir en dos puntos: primero, la importancia de la competencia. El dinamismo de la economía japonesa proviene sin duda de la intensa competencia entre las empresas dentro del país. Segundo, el papel del gobierno de diseñar la visión del futuro, indicar los sectores del desarrollo futuro, apoyarlos con los diversos medios disponibles (créditos, medios en puestos, financiamiento de los estudios de punto, etc.).

La reforma de la asistencia japonesa está marcada por esa visión y ofrecida sobre la demanda del gobierno receptor. La asistencia japonesa es aprecia en general al ser libre de alguna intención política. Sin embargo, en 1991 el Gobierno anunció los cuatro principios de la asistencia oficial del desarrollo:

1) Atención al medio ambiente;

2) Evitar el uso militar de la asistencia y evitar conflictos internacionales;

3) Atención a los gastos militares y a la política sobre armamento del país receptor;

4) Atención a la democratización, economía de mercado, derechos humanos en el país receptor.

Esto es una evolución importante de la política y de la visión del Japón sobre la asistencia. Sin cambiar la característica básica de sus asistencia, el Japón quiere establecer una política de asistencia compatible con su responsabilidad global para la paz. La quinta característica de la visión japonesa es la aspiración esencialmente globalista.

El Japón se sitúa en Asia y esa posición fue percibida por largo tiempo como un pilar de su política exterior. En realidad, la interdisciplina económica entre los países del Asia Oriental y del Sudeste Asiático ha avanzado dramáticamente, en especial desde 1980. No obstante, también es verdad que el socio más importante para el Japón es siempre los EEUU y que la economía de aquellos países también depende sobre todo del mercado de los EEUU. Entonces el concepto de la región del Pacífico describe más fielmente la realidad de las interrelaciones donde se sitúa el Japón.

En la configuración del fin de la post- guerra fría, que necesitaba un control global, el fortalecimiento de la cooperación regional política es además una tendencia inevitable y necesaria. Japón promueve la cooperación regional en los foros del Pacífico.

Esto aún implica que el Japón se opone al bloque propiamente asiático, ya que la economía de los países asiáticos es estructuralmente abierta y dependiente de otras regiones. No exigirá el bloque asiático excepto si se le impone la formación de bloques cerrados en otras regiones. El Japón espera intensamente que la integración económica europea y la integración norteamericana o americana no se refiera a los bloques. Quiero añadir una observación sobre el papel cultural del Japón en el mundo del futuro. Eso proviene del hecho que el Japón es una nación con una cultura moderna extra- occidental. La visión japonesa del mundo es la visión del mundo multicultural. Cada cultura tiene su valor propio. Al mismo tiempo, la modernidad obliga a la apertura y la búsqueda de la universalidad. La cultura japonesa moderna está en perpetua formación dialogando con la cultura occidental y las otras culturas.

Las normas de la comunidad internacional provienen de la cultura occidental y esas normas reclaman la universalidad. Entonces, tenemos que profundizar la universalidad de las normas atravesando las limitaciones impuestas por su origen occidental. Es una tarea de largo tiempo a través del diálogo paciente y persistente entre culturas y con la determinación de no dejarlo jamás.

La importancia del papel del Japón, país más desarrollado con la cultura extra-occidental en ese diálogo es evidente.

Para finalizar, deseo hacer notar en especial la importancia de la opinión de los ciudadanos. Ultimamente es el pueblo el que decidió el curso de la historia. El ultra- nacionalismo antes de la guerra no fue extraño al sentimiento de frustración de ese sentimiento. Sin la opinión pública madura la política extranjera razonable y perdurable no sería posible.

Además la opinión pública de un país influye sobre la de otro país. Hace poco se notó la "Japan bashing", reflejada en el sentimiento de disgusto hacia los EEUU en Japón. Con la victoria electoral de Bill Clinton realizada por la aspiración popular al cambio, la admiración hacia los EEUU, capaces de cambiar, reemplazó súbitamente ese sentimiento.

No solamente la opinión popular en Japón sino también la opinión de los otros países, es vital para que el Japón continúe en el cambio de asumir la responsabilidad internacional.