El Tratado de Maastricht

 

CONSIDERACIONES FINALES. ALGUNOS INTERROGANTES SOBRE EL FUTURO EUROPEO.

 

Creemos necesario incluir, por último, algunas reflexiones y dudas que deja la actual situación europea.

Resulta incierto el número de naciones que podrá cumplir los requisitos para pasar a la tercera etapa, a la luz de la reciente crisis del SME, y en consecuencia la composición y fecha de inicio de la Unión Europea.

Tanto el "No" del primer referéndum danés como el "Ni" francés han planteado dudas acerca de la estabilidad del sistema. Y sobre la conveniencia del mantenimiento del sistema de tipos de cambio fijos.

Existe una alta proporción de ciudadanos europeos que dudan acerca del alcance y las consecuencias del Tratado. Incluso, podrían surgir algunos inconvenientes para su ratificación por parte del Reino Unido.

¿ Qué consecuencias podrá tener el creciente y cada vez más grave desempleo en la economía y en el ánimo de los ciudadanos europeos respecto del Tratado ? Si bien los acuerdos de integración y la recesión constituyen fenómenos independientes, el Tratado ve disminuida su popularidad por la falsa asociación que se hace entre ellos.

Por otro lado, ¿estarán los ciudadanos de los distintos Estados miembros (incluidos aquellos que tradicionalmente han incurrido en déficits fiscales pronunciados) dispuestos a sacrificar sus niveles actuales de consumo para, llegado el caso, adaptarse a las disposiciones del Tratado?

¿Prevalecerá el ideal de solidaridad de los países más desarrollados de la CE (con el sostenimiento de los fondos de cohesión), o éstos tomarán una actitud más egoísta, como la que ha adoptado la CE en su conjunto ante el mundo al negarse a reducir los subsidios agrícolas?

La renuencia de Francia a reducir sus subsidios agrícolas podría llevarla a un endurecimiento de sus relaciones con Alemania, tradicionalmente exportadora y para la cual una guerra comercial con los Estados Unidos seria muy perjudicial Una disolución del Tratado en estos términos podría resultar muy peligrosa.

Aparece como una posibilidad, que puede convertirse en necesidad, el hecho de que se introduzcan modificaciones al texto de Maastricht, además de las ya adoptadas con respecto a Dinamarca.

Lo que si resulta claro es que aunque Maastricht no fuese ratificado, lo que parece poco probable, este hecho no afectaría los logros alcanzados en la integración europea durante los últimos cuarenta años, incluso las coincidencias y discusiones respecto al mismo Tratado. Un posible rechazo al Tratado aparecería entonces como una postergación o como la desaceleración de un proceso que a esta altura parece irreversible.

- Si bien la UEM permitirá a Europa competir en igualdad de condiciones con el resto de los bloques económicos mundiales en la llamada "guerra económica" que se vaticina para el siglo venidero entre Europa, Japón y Estados Unidos, no se puede excluir que, contradiciendo los ideales políticos de los inspiradores de la Comunidad, la unión se consagre únicamente a estos fines económicos.

La desaparición como problema de la presencia amenazadora de la Unión Soviética y de la penetración del marxismo en la política europea (razones importantes del nacimiento y profundización de la Comunidad), junto al surgimiento de nuevos problemas, han conducido a algunos a pensar en que el Tratado ha ido demasiado lejos en el intento de profundizar la unidad y en que esta debe ser reconcebida. Episodios económicos como la salida de Gran Bretaña del MFPC, las devaluaciones ocurridas allí, en Italia, España y Portugal y los déficits fiscales generalizados (no derivados del Tratado, como vimos, sino del incumplimiento de sus principios), proyectan dificultades sobre el propósito de moneda y banca central común y llevan a que se hable de una posible CE de dos velocidades.

Algunos analistas sostienen que la nueva Europa unida se esta volviendo algo menos que la suma de sus partes, debido a una debilitante falta de liderazgo reflejada en su incapacidad para formular una política dará en temas como la guerra civil en los Balcanes o la recesión económica a nivel mundial. Al respecto se hace notar que los tres países que tienen el suficiente poder como para ser guías (Alemania, Francia y Gran Bretaña), cuentan con gobiernos relativamente débiles y están ocupados además en problemas internos. En tanto, los temas de seguridad están en manos de una confusa lista de organismos que cuentan con una idea muy poco clara sobre cuál es su misión en el mundo actual.

¿Que contribución puede aportar la Unión Europea a la definición de las nuevas reglas del juego relativas a la seguridad colectiva y la paz internacionales?¿Cual será la mejor distribución de los papeles que debe llevarse a cabo entre la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación de Europa (CSCE) (que agrupa a todos los estados de Europa, a los de la antigua Unión Soviética, Estados Unidos y Canadá), la OTAN, la Unión Europea Occidental (UEO) y la Unión Europea?

La moneda única podrá darle a Europa los beneficios del señoraje, pero no sin una dura disputa con el yen y el dólar, y llegado el caso, teniendo que compartir la supremacía con esas monedas.

En general, los autores del presente trabajo, basándonos en nuestras consideraciones económicas y políticas, somos optimistas respecto al futuro del Tratado. Creemos que las dificultades podrán ir encontrando a su tiempo, su debida solución (como en el encuentro de Edimburgo), y que el interés personal de los ciudadanos de Europa los llevará a concretar el bien público superior Unión Europea, como medio adecuado para máximizar su bienestar.

 

La Plata, junio de 1993.