Malvinas: Balance y Perspectiva. Una alternativa de Solución?
ANEXO DOCUMENTAL
El Informe Rattenbach
Todos los datos contenidos en estos capítulos se basan en las declaraciones y documentos que llegó a conocer la Comisión y cuyos antecedentes figuran en las carpetas anexas al Informe Final. En cuanto al criterio que prevaleció para la aceptación y evaluación de tales elementos de juicio, cabe expresarlo así:
La Comisión desarrolló su labor en la mayor armonía, sin que prevalezca en ningún momento un factor preferencial en favor de cualquiera de las tres Fuerzas Armadas. Desde el comienzo se sentó en ella el principio de que en los informes y comprobaciones que pudieran dar lugar a sanciones dentro de estas fuerzas, había que proceder sin contemplaciones, porque la mejor forma de elevar el prestigio de ellas era proceder de esta manera. Igualmente se adoptó la norma de que la investigación encomendada a esta Comisión debía contemplar solamente la responsabilidad de personas, pero no de las instituciones, fueran éstas civiles o militares. Por último, cabe mencionar que en política exterior y economía la Comisión hizo intervenir a altas autoridades en tal materia, al igual que en asuntos jurídicos, en los cuales intervinieron también los auditores de las Fuerzas Armadas incorporados a la Comisión.
Capítulo I
Las fallas en la conducción de la guerra
a) Las fallas en el campo político
Al conocer el canciller a fines de 1981 y principios de 1982 la intención de emplear el poder militar, como alternativa en caso necesario, debió alentar a tres miembros de la Junta Militar sobre las consecuencias de tal operación en el ámbito mundial y los foros internacionales.
El 23 de marzo de 1982, al conocer la decisión de tomar las Malvinas por la fuerza, estuvo de acuerdo -según declaró- con esta guerra, pero con la condición, explicó, de las limitaciones que le habían expuesto, esto es, la de colocar a Gran Bretaña ante un hecho militar consumado y obligarla así a entrar en negociaciones. Pero, a pesar de su gran experiencia diplomática, no vio, ni hizo ver a la Junta, que tal condición podía a lo mejor no cumplirse, al negarse Gran Bretaña a entrar en negociaciones ante el hecho militar realizado y proceder a recuperar las islas.
Por otra parte, al conocer la gestión de aquella idea bélica, no hizo ver a la Junta que tal acción era inconveniente:
1.- Por la situación desfavorable del país en el mundo occidental debido al problema de los derechos humanos.
2.- Por nuestras obligaciones, al haber suscripto la carta de las Naciones Unidas y por el artículo 31 de la Constitución Nacional, que considera Ley Suprema de la Nación a cualquier tratado de esta clase.
3.- Por nuestra situación desfavorable en el Consejo de Seguridad, donde Gran Bretaña era miembro permanente con derecho de veto, lo cual no permitía esperar un acogimiento favorable de la acción militar argentina.
Además, el canciller cometió dos grandes errores: en primer lugar, al minimizar la capacidad de Gran Bretaña, tanto en lo diplomático como en lo militar, aparte de su moral y orgullo; en segundo lugar, al considerar como muy segura la actitud de Estados Unidos en el conflicto, sea como benévola, sea como neutral. Ambos errores, tan luego en un canciller, denotan un desconocimiento de la modalidad del pueblo y gobierno de Gran Bretaña, así como los vínculos obligatorios de Estados Unidos con este país, por su contacto permanente en la NATO, aparte de los factores raciales y emocionales.
Al haber estado de acuerdo el canciller con la iniciación de la guerra, con tal que llevara a negociaciones con Gran Bretaña y ver a los pocos días del 2 de abril que esa condición no se cumplía, y que, por el contrario, ahora se pasaba a la guerra defensiva permanente, no hizo ver a la Junta que tal evolución del conflicto no llevaría ya a la negociación y que, a medida que pasara el tiempo, iba a ser cada vez más difícil conseguirla.
Como miembro del cuerpo diplomático debió conocer la evolución que había sufrido el concepto de la soberanía en el mundo actual, esto es, el abandono de su carácter rígido y la adopción de una flexibilidad mayor, según los intereses de cada país. Sin embargo, al comienzo del conflicto se presentó a apoyar y repetir la conocida frase «la soberanía no se negocia». Posteriormente se produjo una mayor flexibilidad en tal exigencia, pero esto no es por obra de él, sino por la evolución paulatina de las negociaciones propuestas por Estados Unidos, Perú y las Naciones Unidas, que obligaron a la Junta a ir cediendo en ese sentido.
Casi todos los cargos hechos anteriormente al canciller son imputables también a la Junta Militar, porque ésta, como autoridad suprema de la Nación, era responsable también de la conducción de su política externa. Especialmente cabe señalar que los dos grandes errores cometidos con el canciller con respecto a la actitud probable de Gran Bretaña y Estados Unidos, también son imputables a la Junta.
b) Las fallas en el campo estratégico militar
Un error de conducción en la Junta Militar al principio del conflicto fue el de querer conducir a la vez el país y la guerra. Siendo los tres miembros de la Junta a la vez comandantes en jefe de sus fuerzas, cargos llevados muchas veces no sólo por razones profesionales sino también políticas, era lógico que no tuvieran la experiencia necesaria para dirigir una guerra tan particular como ésta. De tal manera hubiera sido mejor que se dedicaran solamente a gobernar el país y formaran una especie de gabinete de guerra, eligiendo para tal fin oficiales superiores, activos o retirados, de conocida capacidad profesional.
La conducción de la guerra por parte de la Junta se realizó así en forma desordenada por la falta de un objetivo estratégico militar claro, desde el comienzo. Es que, al tomar las Malvinas, se persiguió el objetivo de conseguir la negociación mediante una ofensiva corta, pero cuando no sucedió así se tuvo que cambiar de objetivo y pasar a la defensiva. Por tal motivo se planificó solamente la parte inicial de la guerra, en cambio la parte posterior, la mas complicada y la mas difícil, se dejó para más tarde y las circunstancias impidieron realizar tal planificación en forma adecuada, por lo que todo resultó así desordenado e improvisado. Faltó especialmente un plan de defensa estratégico de las islas, la organización de la logística en el marco estratégico y operacional.
Al no disponer la Junta la planificación para la toma de las Malvinas, el encargado de tal área, el Comité de Trabajo, no recibió de ella ninguna directiva política ni militar. Por otra parte, el referido Comité fue creado como un órgano de trabajo ad hoc, en lugar de hacer intervenir en esa tarea a miembros de los Estados Mayores de las tres FFAA o del Estado Mayor Conjunto, mucho más capases, por los medios disponibles, para tal labor.
Esta guerra se encaró con unas fuerzas armadas equipadas, organizadas e instruidas solamente para un conflicto regional, pero no para enfrentar a las fuerzas armadas de Gran Bretaña, organizadas también para hacer frente a una guerra transoceánica moderna. Tal error fundamental se mostró pronto a través de la desigualdad del armamento de ambos contendientes a las penurias y sufrimientos que se observaron en las tropas enviadas a luchar en las Malvinas.
En el campo estratégico hubo un error de concepto notorio al creer la Junta que unas islas situadas en el medio del mar y ubicadas a 600 km del continente, se podían defender principalmente con fuerzas terrestres, ya que los aeronavales no podían hacerlo con sus limitaciones técnicas. De tal modo, esa defensa iba a sucumbir pronto por el bloqueo aéreo y naval de que iba a imponer el enemigo. Y esto es lo que sucedió.
La acción conjunta de las tres Fuerzas Armadas se hallaba viciada desde un principio por las divergencias y rivalidades que existían en ellas desde tiempo de paz. La junta debió imponerse enérgicamente a los Comandos Superiores de las tres fuerzas y organizar debidamente el mando único allí donde las exigencias de la guerra lo imponían.
c) Las fallas en el campo operacional
El día 1ero. de mayo (conforme a su influencia en el campo estratégico), cuando la flota se halló desplegada alrededor de las Malvinas, esperando atacar al enemigo cuando éste desembarcara, y cuando el comandante del TOAS comprobó que tal situación ventajosa no existía y ordenó que la flota retrocediera, en esa ocasión el Comandante en Jefe de la Armada aceptó y aprobó que los buques se colocaran en aguas poco profundas, para que no fueran atacados por submarinos nucleares, como pasó en el crucero General Belgrano. Esta decisión, de carácter operacional, porque eliminó prácticamente a la flota en la defensa de las Malvinas.
En la Fuerza aérea, la falla en el orden operacional fue la de no cooperar en forma debida con el TOAS en sus requerimientos para ayudarle a defender las Malvinas. Si bien esta falta de acción conjunta se debió ante todo a la Junta (como se explicó anteriormente), en los comandos de más abajo de dicha fuerza también fue una falla visible: la de no querer subordinarse a las necesidades del bien común y tender cada uno a hacer la guerra por su propia cuenta.
En el Ejército, la misión operacional del general Menéndez de defender las islas no fue cumplida satisfactoriamente por la deficiencia en las medidas orgánicas, tácticas y logísticas que tomó. En primer lugar, no supo evitar la crisis orgánica de comando al llegar el comandante de la X Brigada de Infantería, que debió desplazar al de la IX Brigada de Infantería y creó con ello un descontento visible en los jefes de unidades de ésta, según declaraciones posteriores provenientes de esta fuente. En el orden táctico, aún admitiendo que el foco de la defensiva operacional iba a ser Puerto Argentino, no debió desparramar casi todos sus efectivos en una muy amplia posición defensiva , sino mantener a su disposición muy fuertes reservas para contraatacar al enemigo cuando éste estuviera a su alcance. Además, en este último sentido, debió oponerse enérgicamente a la sugestión proveniente del comando en jefe, de trasladar la III Brigada de Infantería a la Gran Malvina, donde ella no podía intervenir para nada en la defensa de Puerto Argentino: lo que realmente sucedió con los dos regimientos que llegaron a pasar a la otra isla. Por último cabe señalar que se defendió prácticamente del mando de las tropas combatientes frente al enemigo, delegando tal misión en el general Jofre, y permitiendo que este hiciera y firmara el plan de defensa final en lugar de hacerlo él.
Por otro lado, el general Menéndez no supo hacer ver a tiempo y con suficiente energía tanto a la Junta como al comandante en jefe que la misión de defender las islas Malvinas no podía realizarse adecuadamente sin el apoyo suficiente aeronaval, como lo expresó posteriormente en sus informes. También debió hacer ver a las autoridades que no debían seguir llenando la isla Soledad con más tropas si no podían asegurarles a la vez el abastecimiento necesario, sobre todo en munición y víveres.
El mismo General estuvo, al principio en el fondo, más preocupado por el gobierno militar que por la acción defensiva de las tropas. Por eso no supo adoptar desde el principio el puesto de comandante superior del conjunto de las tres fuerzas que operaban en el pequeño espacio de la isla sino bien tarde. Por último no supo vencer los escrúpulos de la amistad y pertenencia a la misma promoción con otros generales para imponerse a éstos enérgicamente en las órdenes que debió darles. Todas estas medidas de orden menor influyeron en la acción operacional del general Menéndez, lo que a su vez repercutió en el orden estratégico, tanto durante como al final de la campaña.
Una falla evidente se notó en la conducta del comandante de la III Brigada de Infantería, el general Parada, quien se ocupó muy poco de sus tropas. Aún cuando una parte estaba subordinada a la X Brigada de Infantería, debió haberlas visitado para preocuparse por el estado físico y moral de ellas. Lo mismo pasó con el Regimiento de Infantería 12, que se hallaba en Darwin y los regimientos 5 y 8 ubicados en Gran Malvinas, ambos a su cargo. Su traslado a Darwin le fue indicado por el general Menéndez verbalmente, antes de la orden del 26 de mayo, que confirmaba por escrito la necesidad de ese desplazamiento. Si él hubiese estado presente en Darwin, donde aparte del 12 de Infantería, había una campaña del Regimiento 25 y además problemas de la población, posiblemente la lucha del 27 y 28 de mayo se hubiera desarrollado en forma diferente.
d) Las fallas en la acción económica
El ministro de Economía llego a conocer la toma de las Malvinas recién en la mañana del 2 de abril, cuando el teniente General Galtieri anuncio este hecho en rueda de Gabinete. El secreto absoluto impuesto por dicho General en los preparativos de tal acción impidieron así que los distintos ministros civiles tomaran una serie de medidas previas recomendadas por el Comite de Trabajo en su documento de planificación principal en la DENAC.
1.- En el plano económico, este hecho impidió principalmente transferir a tiempo los fondos del país y de personas privadas desde Londres y Estados Unidos a un país neutral (por ejemplo, Suiza) y la intervención a tiempo en el mercado de cambios para evitar la fuga de divisas, sea por acción personal, sea por transferencia. Es cierto que ya el mismo 2 de abril por la tarde se prohibió a las casas de cambio que vendieran billetes extranjeros, pero recién el 5 de abril, con un retraso de tres días, se impuso el control de cambios total, con la consiguiente fuga de divisas también en los días intermedios.
Un retraso aún mayor, de 19 días, se observó, en la suspensión del derecho de repatriación de utilidades y capitales a las inversiones extranjeras. Otro retraso, aún mayor, esta vez de 26 días, se produjo cuando se anularon los certificados de importación no utilizados. Un día después se efectuó, con retraso también, otra medida: la de prohibir a los bancos realizar pagos al exterior sin autorización del Banco Central.
Una medida necesaria, pero también con retraso, se tomó el 3 de mayo, con 30 días de demora, al suspender la importación de bienes santuarios y automóviles. Por ultimo, bastante tarde también, se propuso al Gobierno la realización de una estadística y vigilancia de los bienes de propiedad enemiga, lo cual se llevo a cabo por fin mediante una ley especial.
Por qué no se realizaron estas medidas todas a la vez con el mejor atraso posible?. Esto se debe atribuir en parte a que el 15 de abril todavía el ministro de Economía sostuvo que la economía de guerra formalmente declarada y no había nada de eso. Es decir, que para él, en esa fecha, no estábamos aún en guerra.
Otra medida necesaria inmediatamente después del 2 de abril fue la de proponer al Gobierno la aplicación de penas corporales severas (arrestos, prisión, etc) para los infractores cambiarios y contrabandistas. Sin embargo, no hubo tal iniciativa por parte del ministro de Economía.
Todo este conjunto de medidas tomadas en la Argentina con tal lentitud llama la atención realmente frente a la acción enérgica e inmediata de Gran Bretaña, que no sólo bloqueó enseguida los fondos argentinos depositados allí, sino que consiguió también la adhesión inmediata del Mercado Común Europeo.
En resumen, el cuadro conjunto que ofreció nuestra economía estatal en esta guerra sin duda fue muy pobre. Influyeron principalmente en esto la incredulidad del ministro y de sus principales colaboradores (lo que se debió en parte al secreto impuesto en vísperas del 2 de abril), la falta de experiencia en una situación como esta, las omisiones injustificadas y la lentitud en las medidas principales. Este cuadro tan pobre se debió no solo a los funcionarios actuantes en el Ministerio de Economía, sino también a la falta de organización del país para la guerra, sobre todo en el marco económico. Aquí faltaron, aparte de las medidas señaladas, la existencia de una estadística referente a las necesidades de las Fuerzas Armadas y de la población, las medidas necesarias para regular el consumo de materiales necesarios para el esfuerzo bélico, las restricciones impuestas a la exportación de materiales criticlos y el aumento de la importación de estos sectores.
La guerra ha durado poco, relativamente, para que los errores señalados en la economía hayan mostrado sus influencias negativas en el resultado final del conflicto. Pero esto no quita que esos errores se manifiesten ahora, en la posguerra, con todas sus consecuencias. En resumen, por una serie de circunstancias, el acompañamiento de la economía a la acción de guerra no fue como hubiera sido deseable.
e) Las fallas en la acción psicológica
Así como faltó en el país una organización y preparación adecuada en lo económico para afrontar una guerra como esta, así también faltó todo lo necesario para realizar una acción psicológica adecuada a tal fin. En la época de paz solo había para esto un rudimentario departamento de acción psicológica en el Estado Mayor Conjunto, colocado bajo la dependencia de la Jefatura II- Inteligencia.
Ante todo, faltó en la acción psicológica la preparación emocional de la población nacional en caso de tener que aceptar la Resolución 502 del Consejo de Seguridad u otras negociaciones posteriores, por las cuales hubiera sido necesario retirar las tropas de las Malvinas.
Distinto es el problema de la orientación que adoptó esa acción al comenzar el conflicto, cuando empezó a difundir una serie de comunicados oficiales al respecto. En esto había que tener en cuenta el público interno y externo, además, por otro lado, los países amigos, neutrales y enemigos, y dentro de estos especialmente a Gran Bretaña. La orientación fundamental que adoptó el Estado Mayor Conjunto en todo esto fue «decir la verdad», a diferencia de la acción enemiga, que desde un principio se basó en la verdad o mentira, según convenía a sus intereses en el interior y exterior del país. Indudablemente la acción psicológica de Gran Bretaña es más adecuada para la guerra moderna, como lo demostró en la II Guerra Mundial y sirvió de base para su proceder en el conflicto de las Malvinas.
Un problema especial constituyó en esta acción el comportamiento de los medios de comunicación sociales masivos (prensa oral, escrita y televisión) a los que hubo que frenar frecuentemente por su espíritu «triunfalistico» exagerado.
Quizá fue esta conducta eufórica de los citados medios de difusión, en oposición a la conducta oficial (siempre mesurada), la que impidió desde el principio aceptar la Resolución 502 y varias negociaciones posteriores y la que produjo también esa gran desilusión en el país del 14 de junio y todos los días posteriores.
Dentro de la falta de organización del país para esta clave de actividades, debe citarse también el desorden que produjeron a veces ciertas autoridades militares y civiles, al dar por su cuenta informaciones a la prensa sobre cuestiones vinculadas a la guerra sin tener en cuenta la orientación que imprimía el Estado Mayor Conjunto en esta clase de noticias.
El criterio de la acción psicológica argentina fue prescripto al jefe de la Jefatura II por el jefe del Estado mayor Conjunto, pero este informó que a su vez recibió la orientación correspondiente de su autoridad superior, esto es, de la Junta. Sin embargo, la orientación básica de tal acción fue propuesta a esta, en realidad, por el mismo jefe del Estado Mayor Conjunto y solo aprobada por ella. De modo que el error de tal orientación debe ser imputado solamente al referido jefe.
Una actitud especial en este terreno, la de los periodistas nacionales y extranjeros que podían viajar a las Malvinas, escapó visiblemente al control del Estado Mayor Conjunto. En esa actividad se produjo, al volver ellos al continente un comercio de noticias y, sobre todo, que no pudo ser reprimido a pesar de las reclamaciones de la agencia noticiosa oficial al Estado Mayor Conjunto. Un caso notable de la falta de control de las actividades del periodismo extranjero fue la presencia constante en el país de la Agencia Reuter, órgano oficial del gobierno británico, durante todo el conflicto del Atlántico Sur.
Capitulo II
Los responsables
Junta Militar
Los tres miembros de la Junta Militar, o sea, el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Issac Anaya y el brigadier general Basilio Lami Dozo son responsables de las fallas señaladas anteriormente, a saber:
1) En el campo político externo : siendo ellos a la vez depositantes de la autoridad suprema de la Nación, son responsables también de la conducción de la política exterior.
2) En el campo estratégico militar de haber conducido la guerra como figura en las fallas respectivas.
3) En el campo operacional, intervino especialmente el comandante en jefe del Ejército, contribuyendo con ello a las fallas producidas en este campo.
4) En la acción económica en esta área impidieron tomar las medidas previas más indispensables al exagerar el secreto absoluto en la planificación de la operación inicial.
5) En la acción psicológica no supieron preparar debidamente a la población del país en caso de haber tenido que retirar las tropas de las Malvinas, como lo exigían la Resolución 502 y otras negociaciones posteriores; también son responsables de la orientación empleada en la acción psicológica al aprobar el plan que les fue sometido a tal fin.
Otros niveles: Jefe del Estado Mayor Conjunto
Las fallas enumeradas en el capítulo de la acción psicológica, sobre todo en la orientación de esta y el control del periodismo extranjero, deben ser imputadas al vicealmirante Leopoldo A. Suárez del Cerro.
Comandante del Conjunto Malvinas
En el campo operacional figuran varias fallas cuya responsabilidad corresponde al general Mario Benjamín Menéndez.
Comandante de la Br. I-III
Varias fallas señaladas en esta Unidad son imputables al general Omar Edgardo Parada.
CAPITULO III
Las medidas jurídicas correspondientes: Personal Militar
El Tribunal competente, en razón de las jerarquías de los intervinientes, en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que deberá instruir directamente la causa correspondiente, sirviendo estas acciones elevadas por la Comisión como cabeza de sumario. Ello en razón de que determinadas actuaciones puntualizadas en este informe podrían caer dentro del Código de Justicia Militar, en las previsiones de los Capítulos V (Negligencia) y VI (Infracciones diversas en el mando en comisiones o en el servicio), del Título V (Infracciones contra el servicio) y Título VI (Delitos contra el honor militar).
En los problemas de honor aparecerán también los vinculados con la capitalización del 14 de junio, en lo que atañe al honor nacional y el de las FF.AA. En tal caso deberá tenerse presente la responsabilidad que corresponde en ello también a los miembros de la Junta Militar.
Miembros del Gabinete Militar
Ministro de Relaciones Exteriores
El doctor Nicanor Costa Méndez es responsable de las fallas mencionadas en el campo de la política exterior.
Ministro de Economía
Las fallas comprobadas en el campo de la acción económica señalan las correspondientes responsabilidades del Dr. Roberto Teodoro Alemann.
Personal Civil
Los civiles responsables de las fallas oportunamente señaladas podrán ser encuadrados en el «Acta para considerar la conducta de aquellas personas responsables de ocasionar perjuicios a los superiores intereses de la Nación» del 18 de junio de 1976.