Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1994

żEXISTE LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA?

Por Silvia Garrido (*)

"Sabemos muy bien que tener un Estado sólido, honesto, un sistema jurídico serio, tener libertad de pensamiento y libertad para debatir, es tan indispensable como la economía de mercado.

El punto número uno consiste en reconstruir el Estado. Y el Estado significa un conjunto de personas capaces de tomar decisiones en el interés general del país a largo plazo y sin corrupción."

Alain Touraine

(*) Periodista y alumna de la Maestría en Relaciones Internacionales (U.N.L.P.)

Contrastando con el optimismo generalizado que provocó el retorno de la democracia política, a diez años surge, en el centro del debate de las fuerzas políticas representativas de todo el espectro ideológico, la problemática derivada de la crisis de representatividad de los partidos y la ingobernabilidad de las nuevas democracias.

Si bien se reconoce, que los partidos políticos son el pilar de la estabilidad en los regímenes democráticos; el aumento de nuevas fuerzas políticas, y la modificación de los sistemas de partidos tradicionales nos indican que estamos frente al surgimiento de distintos sistemas de representación en la mayoría de los países.

Estas identidades, aun no se han formalizado, ello se manifiesta a través de fuertes controversias entre los partidos, coaliciones ideológicas y bloques de intereses económicos.

Para la investigadora Liliana De Riz, existen dos grandes grupos:

"1) La ampliación del arco de partidos de la izquierda democrática y reformista en la década del '80.

Los grupos guerrilleros venezolanos de la década del 60, se transformaron en fuerzas prodemocráticas en la década del 80. El MIR boliviano llegó al gobierno aceptando la liberalización del mercado, los socialistas chilenos aggiornaron su discurso, el peronismo cambió drásticamente sus posiciones en la economía, grupos de la guerrilla colombiana conforman un partido convertido en segunda fuerza política nacional. Otros movimientos de izquierda en la región mantienen su compromiso democrático, pero rechazan la liberalización de la economía: es el caso del PT en Brasil, aunque Lula tiene problemas para homogeneizar el discurso de la campaña electoral, por estar a favor de la flexibilización laboral y en contra de la Reforma de la Constitución, y buscar un piso de gobernabilidad prometiendo a las Fuerzas Armadas aumentarles el presupuesto para modernizarlas y firmando alianzas con los sectores productivos o el caso del partido de Cárdenas en México con un perfil electoral distinto, después de la crisis en Chiapas.

2) La emergencia de una nueva derecha electoral.

Movilizada en torno de la agenda de la reforma económica, la nueva derecha electoral es un fenómeno a escala regional.

La consolidación de la democracia depende de la fortaleza de los partidos. La fortaleza de los partidos depende de la capacidad de formular políticas públicas con el consenso de la mayoría de la sociedad para gobernar.

En Argentina el Radicalismo expresa el debate entre corrientes que compiten entre sí, por el control del partido. En el Peronismo a partir del menemismo, refleja en las luchas internas cuotas de poder, sin que el Partido Justicialista logre una corriente alternativa que compita con el menemismo para poder zanjar la desorientación y el malestar de sus militantes.

En la sociedad la pérdida de confianza en los partidos, responde al descontento generado por el espacio que existe entre el desempeño de los políticos y la expectativas generadas. Esta es la oportunidad para replantear el debate sobre cómo llegar con el partido a la comunidad.

Hoy, amplios sectores del menemismo hacen del defecto una virtud y terminan en que el remedio para nuestros males, está en la Reforma de la Constitución que haga posible la reelección del Presidente Menem, que según ellos es el único que esta capacitado para llevar adelante esta transformación que ha emprendido y darle continuidad al modelo para cambiar el Estado."

Según este diagnóstico, acuerdos partidarios con esta institucionalidad nada pueden mejorar. Reelección significa aceptación de una forma y de un estilo de gobernar. Estamos frente al vacío dejado por las instituciones y los partidos, tal el caso de Argentina, donde el lugar ese vacío es funcionalmente ocupado el Presidente quien cuenta una mayoría holgada en el Parlamento y con una oposición que se reduce a un papel ornamental. Esa "crisis" se profundiza después del Pacto de Olivos entre el ex presidente Alfonsín y el actual presidente.

En ese contexto, la realidad nos muestra que una democracia débil deteriora la autonomía del Poder Judicial y genera impotencia del Parlamento para cumplir su rol constitucional.

En otros casos, la deficiencia del sistema, como en el caso de Brasil, se encuentra estrechamente vinculada a la existencia de partidos débiles con escaso arraigo nacional que necesariamente crean gobiernos de coalición para dar respuesta a la crisis. En ese mecanismo, la atomización de los actores políticos provoca una interminable serie de conflictos entre los propios poderes del Estado, que inciden muy negativamente en la eficacia gubernamental demandada por una sociedad que ve decrecer progresivamente sus niveles de bienestar.

Ante ese cuadro, el desafío, para los sectores críticos al modelo neoliberal dominante, se plantea en términos de la factibilidad de generar una alternativa que permita recrear un ESTADO ESTATAL.

Si las estructuras políticas, logran reducir las opciones y converger, en el diseño del rumbo y las políticas a seguir para hacer frente a la crisis de bienestar, la consolidación democrática en un Estado de partidos, aparece como el escenario futuro para una sociedad menos desigual que en el presente. Y por otra parte, se renovaría la propuesta que une al futuro de la democracia con la capacidad de modernización de las propias organizaciones partidarias.

EL AUTOCRATA

A pesar de los enormes sacrificios económicos realizados por la sociedad latinoamericana, se acepta, mayoritariamente, esta situación a cambio de orden y estabilidad en términos macroeconómicos, tal el caso de Argentina y Chile, por ejemplo.

La identificación de los sectores más desprotegidos con los "JEFES" les ha conferido un manejo del poder absoluto y la posibilidad de renovar las relaciones entre "patriarca" y sus "súbditos".

A diferencia de los partidos que llegaron al gobierno y "traicionaron a la causa", están aquellos que articulan los intereses populares y las capas medias, con ideología y organizaciones políticas de neto corte populista.

El fracaso del populismo dio por tierra la legitimidad de los partidos políticos y sus regímenes. Ante la imposibilidad del "patrón" de recompensar a sus "clientes", ellos se vuelcan a otro patrón que les conceda los beneficios esperados. Mientras tanto se mantienen alertas a la llegada de un salvador.

Bien sabemos que Latinoamérica ha sufrido varias quiebras, por la proliferación de grupos armados y de narcotraficantes; pero, en igual medida han sido rechazados los sectores militares que pudieron estimular planes golpistas -tal el caso de Venezuela y Argentina- condenados al desprestigio por sus reiterados y cruentos fracasos en los diversos intentos de "gobernar en situaciones de emergencia".

Entonces, ante el descalabro populista y el descarte de alternativas antisistena, en el marco de una situación externa propicia, las democracias recurren al LIBERALISMO como la única tabla de salvación.

A la mayoría de los gobernantes sudamericanos, se les permitió hacer lo contrario de lo prometido y asumir comportamientos tecnocráticos y autoritarios. Surge de esta manera en el continente, un caudillismo post moderno, elitista culturalmente, que suma a la clase media y a los cuadros intelectualizados de la sociedad, solamente amalgamados en la eficiencia de los planes económicos y sus intereses, con la cobertura de la reducción de la inflación y el equilibrio de las cuentas fiscales.

Se plantea una sociedad neocorporativa como forma de solución de los conflictos sociales, utilizando el procedimiento del acuerdo entre los grupos de presión, que nada tienen que ver con la representación política y en cambio, es una típica expresión de la representación de los intereses, que rompe con el antiguo estado benefactor y reduce el poder democrático.

"El ideal del soberano comparado con el Dios terrenal es el de ser, lo mismo que Dios, el omnividente invisible".

En el Estado Autocrático el secreto de estado no es la excepción sino la regla: las grandes decisiones políticas deben ser tomadas lejos de las miradas indiscretas del público. El más alto grado de poder del público, es decir, el poder de tomar decisiones obligatorias para todos los súbditos, coincide con la máxima concentración de la esfera privada del jefe.

Existen dos razones para que exista el secreto:

1) La rapidez en la toma de decisiones, que preocupan a los intereses supremos del estado.

2) El desprestigio por el común de la gente, considerada objeto pasivo del poder, dominado por pasiones que le impiden ser racional en la idea del bien común y son fáciles de convencer por los demagogos.

El poder oculto del autócrata no tiene nada que ver con su aspecto exterior. Cuanto más absoluto es el jefe, más debe mostrar al exterior signos inconfundibles de su poder: magnificencia de los vestidos, ostentación de los símbolos "vistosos" en sentido propio, ceremonias solemnes para hacer públicos los principales momentos de su vida privada.

Donde el poder supremo es oculto, el contrapoder tiende a ser oculto. La historia de todo régimen autocrático y la historia de la conjura, son dos historias paralelas que se reclaman mutuamente.

"En conclusión, en la democracia la demanda es fácil y la respuesta difícil, en cambio la autocracia tiene la capacidad de dificultar la demanda y dispone de una gran facilidad para dar respuestas ".

En Perú, Alberto Fujimori se propuso sacar al país de la crisis mediante la aplicación de vagas medidas asociadas con la heterodoxia, la concertación política y la apelación a profundos anhelos populares de "honestidad, trabajo y tecnología".

Su proceder ha encendido los más apasionados debates dentro y fuera del Perú. En poco tiempo se fue imponiendo entre sus conciudadanos y ganando terreno y espacio para su mensaje de reconstrucción nacional. Borró del mapa a sus opositores, conquistó al ejército, le declaró la guerra a muerte a la subversión y cerró el Parlamento. Fue como se erigió en AUTOCRATA.

En opinión de Juan Carlos Flórez -catedrático e historiador de la Universidad de los Andes de Bogotá- tres factores proyectaron a Fujimori al poder: un estado al borde del colapso, un país cercado por la guerrilla, el infinito desprestigio de la clase política y el desdibujamiento de los partidos.

El futuro de Perú, no es claro. El caudillismo podría ponerse de moda, no populista sino autocrático, con las fuerzas armadas a su lado, administrado por inteligencias académicas, con participación multiclasista y consultando la opinión del ciudadano, con el objeto de reciclar la legalidad del statu quo. Tal vez Fujimori sea menos un hombre y más un pueblo.

OTROS SINTOMAS DE LA CRISIS. NICARAGUA Y HAITI.

Las expectativas insatisfechas de amplios sectores sociales, también, dan cabida al resurgimiento de un síntoma que perturba gravemente la convivencia democrática en la región, y no es otro que la reaparición de grupos que desestabilizan por medio de la violencia organizada. Los casos más notorios son Nicaragua y Haití.

En Nicaragua, parece lejano aquel 25 de abril de 1990, cuando Violeta Barrios de Chamorro asumió la Presidencia de la República gracias al apoyo de una coalición antisandinista, sostenida por Estados Unidos, terminando con la hegemonía del Sandinismo que había tomado el poder, luego de derrocar a Anastasio Somoza.

De esa forma, el bloque opositor al presidente Ortega, integrado por antiguos dirigentes políticos, empresarios, hacendados que perdieron sus tierras y viejos colaboradores somocistas, que se agruparon en la llamada UNION NACIONAL OPOSITORA (UNO), lograban llegar a la máxima conducción de esa nación centroamericana.

La cohabitación en el poder fue empeorando por el inconformismo de los líderes de la UNO, quienes al mando del vicepresidente Virgilio Godoy en 1993, decidieron separarse del gobierno de coalición acusando a Violeta Chamorro de dejarse manejar por los sandinistas.

Las contradicciones, la intolerancia, la ambición de poder y la posición intransigente de los distintos grupos en pugna, terminó por radicalizar los argumentos de cada uno y sirvió de excusa para rearmarse y regresar al campo de batalla exigiendo las garantías, que se les había prometido tras dejar la lucha armada.

Así, resurgieron sectores violentos, mezcla de guerrilleros, ex militares, prosandinistas e incluso de alianzas de uno y otros, surgieron bandos que persiguen variados objetivos.

Entonces, la democracia nicaragüense volvió a ser jaqueada por sectores extremistas, como: a) los Recontras (antiguos contras) que se habían desmovilizado en febrero de 1990, luego del triunfo de Chamorro y por la presión de Estados Unidos; pero se reagruparon ante el incumplimiento del gobierno de otorgarles tierras y créditos para trabajar; b) los Recompas: integrados por los ex miembros del Ejército Popular Sandinista. A los ex militares también se les prometió tierras y créditos para producir, pero las dificultades y el desconcierto de los cesados por lo que consideraron un engaño, los llevó a desempolvar las armas y entrar de nuevo al ruedo de la guerra; c) los Revueltos, que no son más que una mezcla de ex contras y ex militares sandinistas, defraudados con aquellos que han gobernado Nicaragua desde 1979 hasta la fecha.

Pero no sólo los grupos armados son los encargados de minar la tambaleante democracia nicaragüense, los dirigentes derechistas asociados en la UNO y en el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), promueven a la población los llamados a la desobediencia civil. La meta es la destitución del Jefe del Ejército, General Humberto Ortega y del Ministro de la Presidencia, Jorge Lacayo.

Ante ese cuadro de desestabilización, y en medio de una seria crisis económica, la presidenta Violeta Chamorro intenta que la retórica solidaridad continental se constituya en ayuda concreta que le permita mantener el sistema democrático.

No menos grave, resulta la situación haitiana, donde la llegada de Jean Bertrand Aristide a la escena política dio un giro trascendental a la visión del conflicto en Haití. Pese a ello, los partidos políticos no consiguieron atraer a las masas populares. El pueblo en general no se sintió identificado con los líderes que se presentaban a través de las distintas fuerzas políticas.

Aristide, como sacerdote ligado al Movimiento Popular, se dió a conocer en el medio por sus luchas en contra del gobierno de Duvalier y de los Tontons Macoutes, y fue en varias ocasiones víctima de atentados.

Para ser candidato a presidente, según la constitución debía pertenecer a un partido político, se habló con el KONAKOM y con el candidato de este partido, Víctor Benoit, para que cediera el lugar a Aristide.

Finalmente, la figura de un hombre con trayectoria limpia, transparente, muy consistente en sus declaraciones y en su práctica política, consigue triunfar.

Pero, esa euforia inicial, tenía que verse nublada por un golpe militar.

La sociedad internacional trató de tomar cartas en el asunto para generar un acercamiento entre los antagonistas y resolver por vía pacífica y diplomática, los conflictos que afronta el país, pero no han tenido hasta ahora resultados positivos.

Tanto los militares, los Tontons Macontes y los Singlins Dou, se resisten a dejar el poder y quieren regresar a las formas más represivas de la práctica política en Haití. Sin una solución a tiempo, sólo se puede prever una insurrección que podría llevar a límites desbordantes, provocando más inestabilidad. El porvenir y la dignidad del país están ahora en manos de fuerzas retrógradas, que impiden una evolución nacional.

Quizás, la crisis de esta pequeña nación caribeña, permita recordar que "NO HABRA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA MIENTRAS LA LUCHA CONTRA LA EXTREMA DESIGUALDAD, NO SE CONVIERTA EN LA PRIORIDAD DE LOS GOBIERNOS Y DE LA OPINION PUBLICA".

Bibliografía consultada

DE RIZ, Liliana. "Los partidos políticos y el gobierno de la crisis en Argentina." en Revista Sociedad, Bs. As., 1993.

TOURAINE, Alain. "Mutaciones de América Latina" en Revista Sociedad, Bs. AS., 1993.

PORTANTIERO, Juan Carlos. "Revisando el camino: las apuestas de la democracia en sudamérica" en Revista Sociedad, Bs. As., 1993.

BOBBIO, Norberto. El futuro de la democracia Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1993.

Revista Latinoamérica Internacional. Santafé de Bogotá, Colombia, 1993-1994.

Revista Macro económica. México, D.F., 1994.