Revista de Relaciones Internacionales Nro. 14

Soberanía Compartida: Concepto, Antecedentes y Factibilidad Politica en el Reino Unido

 

 

Guillermo Makin* y Colin Lewis**

La primer versión de este paper fue presentada a un panel presidido por el Dr. Norberto Consani en el III Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad Argentina del Análisis Político, (SAAP) en Mar del Plata, noviembre de 1998


* Guillermo Makin, Fellow Institute of Latin American Studies, Universidad de Londres y coordinador del Programa de Estudios de las Relaciones argentino-británicas entre el Instituto de estudios latinoamericanos de la Universidad de Londres y la Universidad Torcuato Di Tella.
**Colin Lewis, Senior Lecturer, London Schooll of Economics and Political Science, Univ. De Londres

Introducción

 

Una exploración de la literatura conceptual o jurídica sobre la soberanía compartida, en todas o cualquiera de sus modalidades efectuada por otra parte por Christopher Mitchell, tiene el inconveniente de no dirigirse a lo que entendemos como el aspecto fundamental; v.g. la factibilidad política, entendiendo por tal, la adopción de una forma de soberanía compartida por algún actor político relevante, uno de los dos partidos que se han turnado en el poder en el Reino Unido, siquiera un diputado o un ‘lobby’ de peso. Ya han sido publicados aspectos históricos de la forma en que algunos autores entienden que se abordaron o consideraron formas de soberanía compartida.

Observadores como Victor Bulmer-Thomas, director del Institute of Latin American Studies de la Universidad de Londres, consideran que la situación de no abordamiento del tema, por parte de los actores políticos relevantes, podía cambiar por una diversidad de factores, como cambios a partir de las elecciones de mayo de 1997; o que a partir de una propuesta, opere el liderazgo político y el tema adquiera la factibilidad política de la que ha carecido desde 1982.

Las elecciones de 1997 le han dado el poder a un gobierno laborista que, a un año de asumido el poder, ha demostrado su aseveración de que sobre Latinoamérica en general y sobre Malvinas en particular, seguirían, dijo Tony Lloyd 5 (ver página siguiente)  «la misma política de los conservadores».

Funcionarios del Foreign Office entienden que no sólo se ha cumplido esa promesa, sino que los ya no tan nuevos ministros tienen otras prioridades, y que, pese a la anunciada visita del Presidente Menem, tienen poco tiempo para temas latinoamericanos, reflejando el hecho de que sigue siendo una baja prioridad.

En cuanto a la factibilidad política, en la Argentina hay pronunciamientos sobre las diversas formas de soberanía compartida. Ya desde 1983, entonces con sigilo, pero desde entonces más públicamente, llegando el actor político más relevante, el mismo presidente Carlos Menen, el tema merece una atención que no ha tenido en el Reino Unido. El canciller Guido Di Tella asevera que hace falta una reforma constitucional para admitir la soberanía compartida y que el sentido de la aceptación por parte del Presidente es enviar una señal clara de que la Argentina es muy elástica. Con ese matiz entendemos, puede afirmarse que diversas formas de soberanía compartida son políticamente factibles para la Argentina.

Los antecedentes del uso de la soberanía compartida son bien conocidos: Andorra, la Isla de Man, algunos casos en la Polinesia y el de las islas Aland. Enunciarlas o discutirlas no es objetivo de este trabajo.

Está menos difundida con relación al tema de soberanía compartida una forma mucho más común y moderna, v.g. la regionalización o el establecimiento de mercados comunes regionales. También en estos casos es sabido que los miembros buscan evitar la repetición de guerras o acrecentar la factibilidad económica. Lord Shackleton sostuvo en su primer informe sobre la economía de las Islas, que las mismas no eran demográfica, ni económicamente factibles sin una relación fluida con el continente, preferiblemente sostenía, con Argentina, pero opinó luego que lo ocurrido en 1982 lo haría imposible. Sospechamos que esta forma de soberanía compartida merece ser explorada, primeramente porque no ha sido enunciada en el debate académico o político relacionado con el Atlántico Sur. En segundo término, porque las circunstancias, aún las conflictivas posteriores a 1982, han llevado, en nuestra opinión, con acuerdos de pesca parciales y con el acuerdo sobre hidrocarburos, a efectuar movimientos que no se contradicen con la soberanía compartida, antes bien, pueden llevar a que se comparta más soberanía.

 

 

Factibilidad política y soberanía compartida:

 

Una dificultad real para que alguna fórmula de soberanía compartida alcance un grado de factibilidad política, es la ya mencionada menor entidad política del tema del Atlántico Sur en la política británica, un fenómeno que data de antes de 1982 y que no ha sido resuelto favorablemente, ni por el uso de la fuerza por parte de la dictadura militar, ni por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, ni por el flujo de inversiones y el todavía bajo nivel de intercambio.

Por entidad política se entiende menor importancia, consecuentemente el tema emerge con menor frecuencia en la agenda política británica. Es cierto que desde 1982 ha habido un cambio que en primer lugar resultó del uso mismo de la fuerza por parte de la dictadura militar argentina. Desde entonces el tema ya no tiene la baja prioridad del período anterior al conflicto, pero ya no emerge en encuestas ni en debates.

Un segundo aspecto de la razón de la baja entidad del tema Malvinas, teniendo en cuenta la entidad que el tema tiene en Argentina, es un aspecto «hegemónico» de la cuestión. Los británicos frecuentemente adoptan hacia las consecuencias de su pasado colonial una actitud hegemónica en el sentido que logran determinar el grado de importancia del tema; logran determinar los términos en que se desarrolla el debate, por esporádico que sea. De allí resulta la no negociación o la negociación en términos menos traumáticos para el Reino Unido.

En ese sentido los reclamos territoriales o reivindicaciones históricas son etiquetados como anticuados o nacionalistas; los británicos privilegian el pronunciamiento de los habitantes cuando es conveniente, es favorable al status quo y se trata de habitantes blancos y protestantes o por lo menos anglosajones. Poco se han preocupado por la autodeterminación de los habitantes de Hong Kong o de Diego García. Gibraltar es de una importancia estratégica que, aunada a la posición favorable al mantenimiento del status quo colonial por parte de una población más mediterránea que anglosajona, en conjunto lleva a que sea políticamente factible mantener la postura británica favorable a la autodeterminación sin pagar ningún costo político.

En el caso de los isleños el aspecto racial es crucial. Margaret Thatcher expresó en un programa de actualidad de la BBC, Panorama, transmitido por TV a pocos días del uso de la fuerza por la dictadura militar argentina, el sentimiento que sin duda es nacional: «son sangre de nuestra sangre» dijo, refiriéndose a los isleños y apoyando la razón por la cual se los debía, sostuvo, defender. Es sabido que no tomó tal punto de vista con respecto a Hong Kong. El poder de la China explica la diferencia. La comparativamente menor importancia política, económica y estrategia de Argentina permite a los políticos británicos negarse a darle entidad política al tema y efectuar o contemplar propuestas.

Sospechamos que cualquier estrategia argentina que tenga como objetivo lograr darle entidad política al tema de una negociación que incluya soberanía o fórmulas de soberanía compartida, debe tener en cuenta las precitadas características del debate político británico sobre estos temas

 

 

Antecedentes de soberanía compartida:

 

Una excepción notable a la actual ausencia de factibilidad política de alguna fórmula de soberanía compartida, fue la propuesta formal que realizó el gobierno británico se ‘leaseback’ o retroarriendo en 1981. Nicholas Ridley, entonces subsecretario de estado en el sentido argentino de la nomenclatura o ‘minister of state’ en el sentido británico, discutió la propuesta entre los Isleños con poco éxito, enfrentando la enconada oposición de los nativos que determinan la opinión en las Islas, el sector económicamente hegemónico, pero lo decisivo, fue la enérgica oposición de la Cámara de los Comunes, agitada por el lobby de los isleños.

En el informe posterior a las elecciones de 1983 la Comisión de RREE, nuevamente presidida por Sir Anthony Kershaw, reconoció al historiar las negociaciones anteriores a 1982:

«The most important of these were the possibility of a shared administration (or condominuim) and the possibility of a leaseback arrangement, under which both Argentine sovereignty and British administration could simultaneously be recognised».10 

Es importante tener en cuenta que si bien en el informe no concluido por las elecciones, el borrador indica una inclinación de la Comisión hacia una fórmula de soberanía compartida, en el informe posterior ya no operaba Walter Little como asesor, por ende, el hecho de que sobreviviera la fórmula del retroarriendo, indicaría que existió una convicción arraigada entre los miembros de la misma, con mayoría conservadora, en favor de una forma de soberanía compartida por lo menos antes del conflicto de 1982.

El informe de la Comisión de RREE de los Comunes cuya versión final incorporaba las conclusiones, era un documento más radical que propiciaba una fórmula de soberanía compartida; la propuesta en el marasmo de la campaña electoral no prosperó y la versión del informe posterior no contiene más que una propuesta en el sentido de mejorar las relaciones con Argentina y esperar que la democracia argentina se consolide.11 

En el informe presentado por la Comisión de RREE de los Comunes en 1996 el tema de la soberanía fue soslayado en primer término por la reacción que se suscitó ante la propuesta de Bulmer-Thomas de que los isleños efectuaran concesiones pero fundamentalmente porque propiciar fórmula alguna no era un objetivo según sostuvo su presidente, David Howell.. El informe acepta la consolidación de la democracia y las reformas económicas pero se congratula de que el conflicto territorial en el Atlántico Sur no ha impedido ni el intercambio comercial ni el crecido y novedoso flujo de inversiones.12 

En las conversaciones en el castillo de Longford en noviembre de 1996, la propuesta de las dos banderas fue repetida nuevamente por Alastair Forsyth, un banquero retirado que, por ende, no puede considerarse como un actor político relevante; propuso dicha fórmula que había enunciado por primera vez en un congreso de latinoamericanistas en febrero de 1996 en Londres. El mismo admite que nadie le saca el tema, ni entre miembros del gobierno conservador ni entre los isleños.

La propuesta de Forsyth de soberanía compartida13  no mereció comentario alguno de los presentes ni en febrero en el mencionado congreso, ni en noviembre en Longford. Lord Radnor, el dueño de casa durante las conversaciones en Longford, mencionó retroarriendo, la figura que propuso la Comisión de Relaciones Exteriores de los Comunes en 1983 antes de las elecciones, pero tampoco obtuvo eco alguno.

Desde entonces Forsyth pasó a ser más activo en el South Atlantic Council y reformuló sus propuestas en el sentido de que el Reino Unido y la Argentina tendrían una co-responsabilidad por la defensa y el bienestar de las islas con una presencia simbólica argentina.

 

 

Posición del Foreign and Commonwealth Office:

 

La insistencia de los funcionarios británicos en el sentido de que la soberanía esta excluida no es nueva. Baroness Young expresó ante la Comisión de RREE la doctrina británica que se encuentra detrás de dicha postura. Explicarla no significa entender que no es genuina o que esconde otra posición. Baroness Young expresó que la debilidad británica y los mensajes contradictorios de los años sesenta y setenta dieron lugar a la impresión de que se discutiría la soberanía y que tenían su cuota de responsabilidad en el conflicto armado de 1982. Por ende, lógicamente hay que decir algo distinto, repetida y firmemente para evitar una reiteración del error. 14  (ver página siguiente)

La cancillería británica en 1997 y después de asumido el gobierno laborista, sostiene que la línea es la conocida postura de que «el gobierno no está dispuesto a transferir o a compartir soberanía sobre las Falklands» (sic).

Añaden los diplomáticos británicos que los puntos de vista de los isleños «tienen importancia preeminente y que mientras los isleños quieran seguir bajo la soberanía del Reino Unido no existe posibilidad alguna de que la vayamos a cuestionar». La visita de Tony Lloyd en abril de 1998 a las Islas no aportó novedad alguna ni en las posturas del Foreign Office ni en la de los isleños. Antes bien, enfatizada la intransigencia insular queda abierta la pregunta de si el Foreign Office alguna vez se cansará de la misma. Notamos que tanto los políticos británicos, como los funcionarios del Foreign Office, tienen una paciencia casi infinita con la intransigencia insular y su capacidad de veto, que condiciona de una manera percibida como útil a la política exterior británica.

Concluyeron señalando en marzo de 1997 que «nadie levanta la propuesta de la soberanía compartida hubo conversaciones en Chevening este mes en las cuales los puntos de vista argentinos fueron escuchados pero en cuanto al Foreign Office se refiere, las conversaciones se efectuaron sobre la misma base de siempre, que no estamos dispuestos a transferir o compartir soberanía.»15 . Esta posición no varió con el gobierno laborista, como era de prever.

 

Laboristas:

 

Tony Lloyd, el vocero del laborismo sobre temas latinoamericanos (lo sucede a George Foulkes) reiteró la conocida postura laborista: «el laborismo entiende que la soberanía de las Islas es un asunto que depende de los habitantes de las Islas. No tiene sentido comentar cada vez que se dice algo en Argentina. Soberanía compartida no merece comentario adicional.»16  Desde que pasó a ser subsecretario de RREE la postura de Lloyd no es creativa y está totalmente subordinada a la de Robin Cook, el ministro de RREE del gobierno laborista. Las prioridades del gobierno laborista son otras: reforma constitucional, reforma impositiva, reforma del sistema nacional de salud, del de bienestar social, normalizar las relaciones con Europa que absorbe el 57% del comercio internacional británico contra un mero 2 % para toda América Latina contrastando con Nigeria o Arabia Saudita que por sí solos exportan e importan más que toda América Latina.

George Foulkes en 1986 sostuvo tanto en privado como en un trabajo filtrado a The Times que el laborismo opinaba que la inclusión del tema de la soberanía en conversaciones con Argentina era tan inevitable como deseable.17 

Tam Dalyell puede en ocasiones ser una figura tan solitaria como quijotesca, tanto en la Cámara de los Comunes como dentro de su partido, el laborista. Siempre entendió el peso de la influencia del lobby insular y nunca estuvo a favor de la guerra de 1982. Sin embargo su influencia por el respeto que inspiran sus prácticas parlamentarias, está lejos del desdén que utilizaron periodistas de la derecha para vilificarlo. En 1996 fue a la reunión argentino-británica en Salta y de nuevo su posición, quizás por estimarla peligrosa, fue distorsionada por David Pilling en el Financial Times, haciéndolo aparecer como favoreciendo la independencia de las Islas, postura que Dalyell dijo sólo haber enunciado para hacer ver su ridiculez18  . «los isleños deben acostumbrarse a una relación con la Argentina», sostiene Dalyell.

Conservadores

 

Lord Carrington, el ministro de Relaciones Exteriores de Thatcher que renunció cuando los militares argentinos usaron la fuerza, en una carta dirigida a uno de los autores en 1983 opinó que el retroarriendo chocaría con la oposición de los isleños. Jim Lester 19  opinaba en los años posteriores al conflicto que no era posible que la población insular determinara la política exterior británica, pero de hecho entre 1983 y hasta 1997 excepto en lo que se refiere al acuerdo sobre hidrocarburos, la posición de los isleños ha determinado la posición británica.

El resultado electoral de 1997 determinó especialmente cuando William Hague reemplazó a John Major en el liderazgo partidario, que el partido se marginara progresivamente por una aguda derechización y una caída muy profunda en su popularidad. Sus posturas son mucho más nacionalista y no cabe esperar mucho de un partido tan derechizado a partir de 1997 como el laborismo se izquierdizó a partir de 1979. Las encuestas confirman la popularidad de Blair y que los conservadores han profundizado su impopularidad desde mayo de 199720 .-

 

Isleños

 

Sukie Cameron, representante en el Reino Unido del gobierno insular, dijo: «para nosotros se trata de algo que se levantó en la prensa argentina. No es una propuesta que hayamos recibido tampoco porque no hay conversaciones sobre soberanía, si las hubiera la respuesta sería, por supuesto que no queremos la soberanía compartida».21  Su postura ante un gobierno laborista no ha variado y está agravada por una desconfianza marcada que induce a un endurecimiento en temas como posibilidades de viaje para argentinos, trabajo para argentinos en las tareas de exploración de hidrocarburos y comunicaciones. Siguen insitiendo en que para llegar a tales concesiones que Lloyd explícitamente deja en manos del gobierno insular, la Argentina debe renunciar a su reclamo. la salida obvia es un congelamiento del mismo con una extensión del concepto de paraguas, pero el ritmo de la exploración buscando hidrocarburos hace pensar que si se los encuentra en cantidades comerciallmente viables el rechazo insular se prolongará.

 

 

Conclusiones

 

Ni el gobierno laborista , ni los isleños, ni voceros oficiales de la oposición conservadora, quieren hablar de soberanía compartida, tal es el resultado de la amplia compulsa realizada por los autores en Londres entre los actores políticos relevantes.

En conclusión, con las elecciones británicas de mayo de 1997 nada varió. Tampoco la renovada mención del tema por parte del Presidente Menem y el ministro de RREE Guido Di Tella en 1998 han variado el panorama. La informal o no explicitada «propuesta» argentina de soberanía compartida no ha tenido, ni tiene, ni tendrá eco entre los actores políticos relevantes en el Reino Unido y en las islas en disputa.

 

Recomendaciones:

 

i. Esperar 2 años después de asumido el gobierno emergente de las elecciones mayo de ‘97

 

Las elecciones de 1997 resultaron en un gobierno laborista. Su agenda de reformas, especialmente en aspectos constitucionales dado que en lo económico y social el laborismo se ha centrificado notablemente, implica una serie de prioridades que hacen difícil que se aborde el tema soberanía, ya sea como ítem en una agenda o alguna figura de soberanía compartida. Es importante tener en cuenta la baja prioridad del tema Malvinas y la falta de entidad del tema de la soberanía compartida a menos que Argentina logre revertir dichas constantes de la política exterior británica. Este s un desafío que la Argentina no ha sabido afrontar.

 

ii. Interin:

¨ Seguir insistiendo en negociaciones, foros, entrevistas periodísticas etc.; política es docencia. Privilegiar el accionar ante el electorado británico ya que ningún gobierno británico será sensible a la opinión de organismos multilaterales. Acomodar el discurso al desenvolvimiento de experimentos de soberanía compartida en Irlanda del Norte y, si surgieran, en Gibraltar.

¨ Encuestas reiteradas cada 6 meses y simultáneas en Reino Unido, Argentina e islas procesadas por ente neutral. ILAS, junto con una encuestadora como MORI, o Gallup supervisaría el contenido de las preguntas e impulsaría su publicación en diarios argentinos, británicos y en las Islas. Las encuestas en las Islas por dar un resultado «cantado» paralizan antes de permitir un desbloqueo del tema.

¨ Organizar y patrocinar congresos, reuniones, seminarios, preferiblemente con participación pública para ir preparando las opiniones públicas.

¨ Propugnar informes parlamentarios en:

· Comisiones RREE Cámara de Diputados de la Nación/Senadores

· Comisión RREE Cámara Comunes después elecciones 1997.

 1 Christopher Mitchell, «Alternative Approaches to the Issue of Sovereignty in the Falklands/Malvinas Dispute», en Walter Little & Christopher Mitchell (eds.) «In the Aftermath: Anglo-Argentine relations since the War for the Falklands/Malvinas Islands», Centre for International Development and Conflict Management, University of Maryland, College Park, Maryland, USA, 1989, esp. pp. 36-49.

 2 Para la definición de actor político relevante, v.g. aquel que hace y deshace gobiernos ya sea por su capacidad de ganar elecciones, su potencial como miembros de coaliciones gobernantes u opositoras y por su habilidad de utilizar el chantaje político, ver Giovanni Sartori, «Parties and Party Systems, a Framework for Analysis», Cambridge U. P. Cambridge, 1976, pp. 121-22.

 3 Ver Peter Beck, «The Policy Relevance of the Falklands/ Malvinas past, Peter Calvert «The Malvinas as a factor in Argentine politics», y Guillermo Makin «The Nature of Anglo-Argentine Diplomacy, 1980-1990» en Alex Danchev (ed.) «International Perspective on the Falklands Conflict: a Matter of Life and Death», Macmillan/St. Martin’s Press. Inc. London & New York, 1992.

 4 Cf. testimonio de V. Bulmer-Thomas a la Comisión de RREE de la Cámara de los Comunes, Foreign Affairs Committee, First Report, «Development of United Kingdom Interests and Links in Latin America», London, Stationery Office, December, 1996.

 5 Entrevista a T. Lloyd 29-01-97 y con funcionarios del FCO que pidieron no ser identificados el 14-04-98.

 6 Donald Bullock y Christopher Mitchell, «The Aland Island Solution», en W. Little y C. Mitchell, op. cit. Cf. Martin Dent «Shared Sovereignty as a Solution to the Dispute over the Falklands/Malvinas», Bruce George and Walter Little, «Future Options for the Falklands/Malvinas» y Jorge R. Vanossi, «Provincialisation with a pact of Incorporation», en W. Little y C. Mitchell, op. cit.

 7 Lord Shackleton «1976 Report» Falkland Islands Economic Study, 1982, Chairman The Rt. Hon. Lord Shackleton, London, HMSO, Cmnd 8683, Septiembre, 1982 y entrevistas con G. Makin, 1983 y 1984.

 8 Clive Ellerby, «The Role of the Falklands Lobby», en Alex Danchev, (comp.) «International Perspectives on the Falklands Conflict», p. 98 sobre el rol del ‘lobby’ en el fracaso en las islas y en la Cámara de la propuesta de condominio efectuada por Ridley, esta última en la sesión del 2 de diciembre de 1980, ver Hansard de la fecha para calibrar la oposición aún en el laborismo por diputados como Peter Shore.

 9 «Falklands Islands Review», Report of a Committee of Privy Counsellors, Chairman The Rt. Hon. Lord Franks, HMSO, 1983, pp. 20 y ss.

 10 House of Commons, Fifth Report from the Foreign Affairs Committee, session 1983-84, «Falkland Islands», vol. I, párrafo no. 30, p. xix, HMSO, Londres, 1984.

 11 Second Report from the Foreign Affairs Committee, Session 1982-83, CH 378, Minutos of Procedimos Session 1982-83, CH 380, Minutos of Evidencie, London, HMSO, 1983.

 12 Foreign Affairs Committee, Fifth Report, Development of United Kingdom Interests and Links in Latin America, London: Stationery Office, December 1996.

 13 Entrevista por G. Makin en La Avispa, año 3, no. 16, marzo de 1996, p. 18 «Soberanía de dos banderas ¿ solución para Malvinas ?».

 14 Clarín 24-03-85 y 27-04-87.

 15 Entrevista de G. Makin con voceros autorizados del FCO, 29-01-97.

 16 Entrevista con G. Makin, 29-01-97. En anteriores entrevistas en noviembre de 1995 y en junio de 1996 Lloyd se manifestó siempre partidario de otorgarles a los isleños la auto-determinación pero a tratar de evitar tuvieran un poder de veto.

 17 The Times, 20-05-96, «Labour move for Talks on Falklands» es el titular en página 1. Además entrevista con G. Makin, Septiembre 1989.

 18 David Pilling, Financial Times, 07-11-96, p. 9. Entrevistas de G. Makin con Dalyell y nota de G. Makin en La Avispa, año 3, no. 24, noviembre de 1996, p. 21.

 19 Entrevista con G. Makin y E. Oliva, Clarín, 26-04-1984.

 20 Ver The Times del 27-04-97, nota de Peter Riddell, su principal comentarista político «Poll Popularity knows no bounds». Sobre loa evolución de la situación política británica que llevó a la victoria electoral del laborismo con una derrota del conservadorismo como no sufrieron desde 1832, cf. G. Makin «Nuevo Laborismo y Malvinas», Archivos del Presente, año 3, no. , Buenos Aires, Argentina, pp. 197-209 donde sin autorización del autor la revista en el «abstract» presume que el laborismo tendrá una actitud «más conciliadora, análisis que no compartimos.

 21 Entrevista con G. Makin 29-01-97.