Revista de Relaciones Internacionales Nro. 8

Las Repúblicas Bálticas: Lituania, Letonia y Estonia.

El puente entre el Este y el Oeste.

 

Isabel STANGANELLI1

1 Profesora en Geografía, Investigadora de Institut für Ökologie und Unternehmensfürung e.V. an der European Business School, Alemania; Docente de Geografía de Asia, Africa y Oceanía y Adscripta de Europa y ex-URSS, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP; miembro del Departamento de Europa del Instituto.

Situación etno-demográfica de las Repúblicas Bálticas.

Introducción.

Las cuestiones étnicas están adquiriendo cada vez mayor importancia en el mundo. Las tensiones étnicas son particularmente evidentes en las regiones post-comunistas. Para la gente del Báltico, preservar su identidad nacional ha sido una de las mayores preocupaciones durante la última media centuria. Especialmente en Estonia y Letonia se temió la extinción étnica y cultural, debido al diezmado de la población nativa de estos países ocasionado por la guerra y dominio de Moscú, por la influencia de gran número de rusos y otras "minorías" del este, y por la política deliberada de rusificación.

Ahora que los estados bálticos son nuevamente independientes, estonios, letones y lituanos pasaron de ser minorías factibles de ser suprimidas, a ser quienes representan la nacionalidad de sus propios estados. Han sido acusados por Moscú de perseguir minorías, especialmente en Letonia y Estonia, pero si bien la base de dichas acusaciones descansa en políticas imperialistas rusas (como el deseo de conservar el ex-imperio) puede haber algo de verdad en ellas, puesto que existe el deseo de restablecer valores étnicos y culturales en el interior de los territorios: estonios, letones y lituanos insisten en que su lenguaje -y no el ruso- sea usado en textos oficiales y en que la cultura nacional de sus respectivos estados debe ser la cultura indígena. El aumento del nacionalismo en estas Repúblicas y la pérdida de los privilegios especiales disfrutados por los rusos bajo el régimen soviético han conducido al aumento de tensiones entre rusos y bálticos. La población báltica está al tanto de las consecuencias de los conflictos étnicos y busca evitarlas.

La problemática étnica en los tres estados está relacionada con aspectos históricos, espaciales y demográficos.

La mayor fuente de estudio es el censo de 1989, si bien los censos de 1959,1970 y 1979 también han sido utilizados. Todos ellos fueron supervisados por Moscú. Los censos realizados por los Estados Bálticos en las décadas del 20 y 30 permiten la dimensión histórica comparativa.

Características del censo de 1989.

Lo que sigue es un breve examen del censo 1989 a fin de determinar sus características y credibilidad. Es bien sabido que la Unión Soviética fue muy reservada en lo relacionado a toda la información y su tendencia a manipular y distorsionarla de acuerdo a los objetivos idelógicos. Los datos de los censos no fueron excepciones. Aún así los datos son sorprendentemente útiles.2

Los encargados de realizarlo entrevistaron y documentaron respuestas de unas 20 preguntas formuladas a toda la población. Uno de cada cuatro habitantes fue consultado en forma más detallada sobre empleo, país de origen y preferencias. A pesar de que en principio las respuestas eran voluntarias, puesto que el gobierno comunista tomó al censo muy seriamente, fue difícil dar respuestas falsas o no responder. Una vez obtenidos los datos fueron puestos bajo riguroso control gubernamental. Algunos datos pudieron entonces ser alterados y otros ocultados. Así en Letonia los datos sobre estructura étnica en las principales ciudades fueron mantenidos bajo riguroso secreto, a fin de ocultar la gran inmigración y rusificación, que llegó al punto de transformar a los letones en minoría en su propio país. Otro incentivo adicional paraocultar información fue la necesidad de oscurecer la localización y magnitud de las bases militares soviéticas y también la inserción de varios miles de soldados y personal con carrera militar en las ciudades y zonas rurales. Actualmente esos datos pueden ser examinados. Ellos revelan que se ha llevado cabo un censo paralelo sobre el personal militar realizado en ruso y no en letón. Más aun, los cuestionarios de este último censo fueron incompletos. A fin de esconder la localización del personal militar, esta población fue dividida geográficamente en diferentes localidades. Es sorprendente observar la existencia de pequeñas localidades rurales letonas en las que aparecen habitantes inexistentes en la realidad, no letones, jóvenes y de sexo masculino.

Con todas estas salvedades, el censo resulta bastante confiable. Comparando sus datos con los aportados por las municipalidades y otras organizaciones y censos anteriores, es posible concluir que el censo fue riguroso, con un error menor al 1%. Además se debe tener en cuenta que existen unos 10.000 habitantes ilegales dispersos entre las grandes ciudades y capitales de las Repúblicas, que no aparecen en los censos.

Las siguientes preguntas relacionadas con la cuestión étnica fueron formuladas en el censo: 1) Cuál es su nacionalidad (grupo étnico); 2) Cuál es su lengua nativa; 3) En qué otro idioma de la URSS puede comunicarse. Así por ejemplo, Letonia puede tener un individuo étnicamente polaco, con ruso como lengua de origen y letón como segundo idioma. Como veremos, estos elementos son importantes indicadores de los procesos de asimilación de la población.

Antecedentes históricos.

Los problemas étnicos en los Estados Bálticos son una herencia de la Unión Soviética. Antes de la anexión de 1940 sus estructuras étnicas eran bastante homogéneas (Tabla 1). Existían por supuesto minorías, pero no suficientes para causar problemas políticos internos de importancia. Más aún, las minorías convivían en paz. Durante los '30 todas las minorías tenían sus propios establecimientos escolares estatales y todo el espectro de organizaciones nacionales. Las leyes protegían el derecho a mantener los correspondientes idiomas. En ese tiempo, los Estados Bálticos estaban considerados entre los más democráticos en Europa en términos de derechos de las minorías, especialmente en Letonia, donde tenían mayores garantías que las que las normas internacionales requerían.

Tabla 1:

Estructura étnica de Estonia, 1935-93

Estonios Rusos Otros

1935 957.000 50.000 33.000

1940 924.000 50.000 20.000

1945 792.000 60.000 2.000

1950 825.000 200.000 22.000

1955 858.000 217.000 42.000

1960 891.000 233.000 43.000

1965 897.000 250.000 43.000

1970 898.000 310.000 50.000

1975 924.000 380.000 60.000

1980 930.000 396.000 100.000

1985 941.000 463.000 117.000

1990 957.000 449.000 117.000

1993 960.000 416.000 120.000

Estructura étnica de Letonia, 1935-93

Letones Rusos Otros

1935 1.467.000 165.000 230.000

1940 1.385.000 165.000 165.000

1945 1.110.000 110.000 110.000

1950 1.120.000 480.000 160.000

1955 1.165.000 500.000 220.000

1960 1.190.000 555.000 229.000

1965 1.220.000 610.000 260.000

1970 1.220.000 670.000 270.000

1975 1.220.000 780.000 330.000

1980 1.230.000 830.000 335.000

1985 1.240.000 810.000 380.000

1990 1.250.000 820.000 365.000

1993 1.250.000 820.000 330.000

Estructura étnica de Lituania, 1935-93

Lituanos Rusos Otros

1935 2.000.000 76.000 760.000

1940 2.140.000 80.000 610.000

1945 1.725.000 85.000 450.000

1950 2.000.000 150.000 450.000

1955 2.075.000 210.000 375.000

1960 2.150.000 245.000 335.000

1965 2.330.000 245.000 320.000

1970 2.460.000 295.000 320 000

1975 2.620.000 300.000 375.000

1980 2.675.000 300.000 400.000

1985 2.760.000 300.000 380.000

1990 2.900.000 360.000 360.000

1993 2.980.000 300.000 375.000

Antes de que las Repúblicas fueran incorporadas a la URSS, la población total ascendía aproximadamente a 5 millones, de los cuales menos de 1 millón eran minorías. Letonia poseía la mayor proporción, 18% del total, Estonia la menor, aproximadamente el 10%. A efectos de comparar se puede mencionar que en ese momento las minorías en Polonia constituían el 35% de su población y en Checoslovaquia el 31%.

Los rusos, y eslavos en general, fueron minorías menos significativas de lo que son hoy. Actualmente con unos 330.000 habitantes son el grupo mayoritario en Letonia.

Luego del colapso del poderío sueco y polaco y la captura de tierras bálticas por Rusia durante el siglo XVIII, hubo una política de dilución de esas regiones no rusas con rusos. Más aún, muchos creyentes de la Vieja Iglesia Rusa fueron perseguidos y huyeron a la parte occidental del Báltico. En Letonia oriental fueron garantizados privilegios sobre la tenencia de tierras a los creyentes de la Iglesia Ortodoxa Rusa, denegados a la población local mayoritariamente protestante. La migración rusa hacia el oeste fue alentada por los zares hasta la Primera Guerra Mundial.

La mayor disminución de las minorías ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial: a principios de 1939, casi el total de los 113.000 habitantes étnicos alemanes fueron obligados por Hitler a regresar a Alemania, pero durante el avance alemán, rusos y judíos habían retrocedido hacia el este junto con la armada rusa. Muchos de los judíos que permanecieron fueron aniquilados por los nazis durante la ocupación germana.

Para el tiempo de la segunda invasión soviética a los Estados Bálticos (en 1944-45), las minorías constituían el 10% del total de la población. Con la anexión esta proporción cambió radicalmente. No sólo unos 300.000 bálticos huyeron hacia el oeste, sino que la política de rusificación instaurada por Moscú llegó al etnocidio o limpieza étnica, introducción de población de la Unión Soviética en los Países Bálticos y la rusificación lingüística de la población.

El plan de etnocidio fue puesto en práctica el 14 de junio de 1941, cuando unos 50.000 estonios, letones y lituanos fueron deportados a Siberia, donde la mayoría de ellos murió. El ataque germano a la Unión Soviética a fines de junio de 1941 suspendió esta y otras prácticas durante tres años, para reiniciarse en 1944. (Es importante mencionar que entre 1943 y 1944 Moscú fue exitosa en la deportación de otras minorías, tales como chechenos, ingushes, kalmykos, tártaros de Crimea, y gran cantidad de alemanes del Volga: los últimos dos grupos se encuentran actualmente en proceso de retornar a sus hogares de origen.) El arresto y deportación de gente inocente, incluyendo niños, continuó hasta la muerte de Stalin en 1953. La mayor deportación masiva ocurrió en 1949, cuando aproximadamente 119.000 habitantes -solamente en Letonia- generalmente exitosos pequeños granjeros independientes y sus familias fueron detenidos y enviados a Siberia. Se estima que solo entre el 15 y 20% de ellos sobrevivió.

Las pérdidas, incluyendo las producidas durante la guerra, ascendieron aproximadamente al millón de habitantes, un quinto de la población total. Para neutralizar esa ausencia y diluir los nacionalismos bálticos, Moscú y los gobiernos locales por ella impuestos organizaron migraciones masivas dentro de las Repúblicas. Un desarrollo artificial y extensivo de industrias creó fuentes de trabajo que hicieron de ellas centros de atracción para los inmigrantes. A pesar de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, se mantuvo allí mejor infraestructura y mayor standard de vida que en el resto de la Unión Soviética. Por ello, más y más inmigrantes arribaron, principalmente de Rusia, aunque también de otras partes de la URSS (Tabla 1).

Una fuente externa adicional de inmigración fue la milicia soviética. Con la instalación de bases militares en las Repúblicas Bálticas, unos 200.000 oficiales y sus familias se transformaron en residentes permanentes. Cuando los militares soviéticos fueron desmovilizados, se les ofreció gratuitamente nuevos departamentos construidos por el Estado en cualquier ciudad de la URSS. Puesto que Moscú, San Petersburgo y la costa del mar Negro eran territorios cerrados y era difícil obtener permiso para establecerse allí, Riga se transformó en uno de los lugares favoritos dentro de la Unión Soviética.

Además de estos inmigrantes "legales" hubo otros que arribaron ilegalmente, especialmente cuando el imperio soviético se acercaba al colapso. Letonia resultó el destino más atractivo, absorbiendo cerca de medio millón. La gran mayoría de ellos no se encuentra especialmente interesado en una Letonia independiente.

Uno de los principales compromisos de los gobiernos locales fue asegurar viviendas, buenos trabajos y otros privilegios a los recién arribados. Tales gobiernos demostraron gran celo en el cumplimiento de estos compromisos con Moscú, debido a que el partido comunista local no estaba constituido por letones sino por rusos o ruso-letones provenientes de Rusia. Unos 10.000 letones habían emigrado a principios de siglo a Siberia en busca de tierras y durante la Primera Guerra Mundial se les sumaron refugiados de Letonia. Muchos de éstos volvieron a su país entre 1919-20, pero aproximadamente 200.000 permanecieron en Rusia. El porcentaje de comunistas entre ellos era elevado y ocupaban importantes cargos en el gobierno. Nacidos en Rusia, muchos desconocían el idioma letón. Una vez a cargo del gobierno de Letonia fueron entusiastas voceros de Moscú. El grado de colaboración con el Partido Comunista difirió en los tres estados y también las consecuencias. Antes de su anexión en 1940, los partidos comunistas locales fueron insignificantes, sumando las tres Repúblicas unos 2000 afiliados. Después de la anexión, los rusos coparon esos partidos. Puesto que tanto estonios como letones fueron reacios a integrarse al partido, terminaron siendo minorías en el gobierno. En 1953 solo el 29% de los miembros del partido eran letones. Por otra parte, los lituanos participaron más en el partido comunista y tuvieron control mayoritario en el gobierno. Durante las décadas del 50 y 60 -etapa crítica de la ocupación- el popular líder comunista lituano Antanas Snieckus logró, a expensas de la poderosa Moscú, preservar algunos intereses lituanos. Especialmente exitosa fue la estrategia de los comunistas lituanos para prevenir la industrialización -que no pudieron evitar Letonia ni Estonia- y con ella la inmigración. La consecuencia fue que Lituania conservó un 80% de población nativa en su territorio.

Durante un corto período a fines de los 50, los letones tuvieron un gobernante más benévolo, Eduard Berklavs. En la etapa conocida como "primavera", luego del terror del stalinismo, la inmigración desde Rusia fue detenida y se dieron los primeros pasos para restaurar el letón como idioma oficial. Infortunadamente todo esto cambió luego de la visita de Khruschov a Riga en 1959. Todos los comunistas, letones o rusos, fueron removidos del poder y algunos de ellos deportados a Siberia. Supuestamente dicho cambio político fue instigado por los líderes militares locales y comunistas ruso-letones, que pronto ocuparon los lugares vacantes. La consecuencia fue que el idioma desapareció rápidamente del uso oficial (en parte debido a que la nueva elite en el gobierno no lo hablaba). Al mismo tiempo muchas empresas adoptaron el idioma ruso y hasta fue impuesto en reuniones sociales. La norma era que, tanto en el trabajo como en reuniones sociales, si una o más personas del grupo lo tenían como único idioma debía hablarse ruso.

De esta manera estonios y letones se transformaron en minorías en sus propios países, bastando para dicho proceso 10 años en Letonia y 30 en Estonia.

La complejidad étnica en los Estados Bálticos se refleja en la mezcla de religiones. Solo Lituania tiene una religión mayoritaria, el catolicismo. Antes de la Segunda Guerra Mundial el protestantismo predominó en Letonia, con 25% de población católica, concentrada principalmente en eleste. Actualmente el porcentaje se mantiene, con un 10 a 20% adicional de rusos ortodoxos. Judíos y bautistas son fracciones pequeñas pero muy activas. El protestantismo es predominante en Estonia, pero gran variedad de otros grupos cristianos han incrementado su importancia.

La actual situación étnica.

Letonia es el único país europeo que no se ha recuperado del impacto de la Segunda Guerra Mundial. (Tablas 1 y 2).

Tabla 2.

Estructura étnica de la población de los estados bálticos en 1989 (miles de habitantes).

Lituania % Letonia % Estonia % Total %

Total 3.675 100 2.667 100 1.566 100 7.908 100

Lituanos 2.924 79,6 35 1,3 3 0,2 2.961 37,6

Letones 4 0,1 1.387 52 3 0,2 1.395 17,6

Estonios 1 0,0 3 0,1 963 61,5 967 12,2

Rusos 344 9,4 905 34 475 30,3 1.725 21,8

Polacos 258 7 60 2,3 3 0,2 321 4,1

Bielorr. 63 1,7 120 4,5 28 1,8 211 2,7

Ucranios 45 1,2 92 3,5 48 3,1 185 2,3

Judíos 12 0,3 23 0,9 5 0,3 40 0,5

Finlandeses, tártaros, gitanos, alemanes, armenios, moldavos, azeríes, uzbekos, georgianos, kazakos y otros, en orden decreciente, constituyen el 1,2% restante de la población de los estados bálticos.

Fuente: Comité ruso de estadística. Moscú, 1991-93.

 

Con 1.396.000 habitantes, Letonia posee menos población que antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando ascendía a 1.467.000, resultando aun mayor la cifra previa a la Primera Guerra Mundial. Si ambas no hubieran costado tantas vidas, hoy los efectivos de población superarían los cuatro millones de letones, aproximadamente la misma población que poseen Finlandia o Noruega. La disminución de la proporción de letones, proceso que comenzó en 1941, fue del 83% al 52% en 1989.

Igualmente dramático fue el descenso del porcentaje de la población nativa en Estonia: durante los últimos 50 años la proporción bajó del 95 al 61,5%.

En los tres casos las regiones rurales son más homogéneas que las ciudades debido a que los inmigrantes prefirieron establecerse en las capitales y grandes ciudades. Ese modelo data de los tiempos feudales, cuando existían fuertes barreras contra el establecimiento de la población en las ciudades. Estonios y letones comenzaron a predominar en éstas solo con la gradual abolición del feudalismo, a principios y mediados del siglo XIX. Durante la independencia, los grupos nativos eran mayoritarios en cada uno de los tres estados.

Bajo el comunismo, la política fue desarrollar especialmente las ciudades, prestándose entonces menos atención al campo. Eso no significó que no sufriera cambios. Moscú envió oficiales a desarrollar un sistema especial para erradicar el modelo tradicional letón y estonio de hábitat disperso de granjas familiares, sustituyéndolas por kolhozes y sovjoses. El desarrollo intensivo de la industria atrajo a los inmigrantes a las ciudades bálticas. Fueron construidas decenas de grandes fábricas, que no obstante ocupar gran cantidad de mano de obra no letona, permitieron a Letonia poseer una de las tasas de desempleo más bajas de la ex-URSS. Los directores de fábricas y empresas letones fueron sustituidos por personal ruso, que frecuentemente carecía de la educación necesaria. En 1961, solo el 25% de los directores de fábricas eran letones. Los inmigrantes constituyeron la mano de obra exclusiva en industrias tales como la manufactura de material de construcción, química y farmacéutica, extracción de carbón y otras. El resultado: 60% de los nativos y 83% de los no letones vive en ciudades. Los letones constituyen el 44% de la población urbana y el 71,5% de la rural. En 1989 eran minorías en siete de las mayores ciudades: Riga, Liepâja, Rezeknec, Daugavpils, Ventspils, Kràslava y Jelgava. Existe una relación inversa entre la cantidad de población letona en las ciudades y el tamaño de éstas. Una situación similar se observa en Estonia, donde la proporción de nativos es menor al 50% de la población total en seis grandes ciudades, mientras que en áreas rurales constituyen el 80% del total. Hasta en Lituania el porcentaje de lituanos en las ciudades es menor que en el campo: 76% frente a 83%.

Es útil observar información comparativa sobre la urbanización en el Báltico. Existe un exagerado desarrollo de las ciudades en Estonia y muy especialmente en Letonia. El 48% de la población urbana está concentrada en Riga, en tanto que en Tallinn habita el 43%. La proporción aumenta si se considera la aglomeración urbana.

La gran dimensión de las capitales en ambos países contrasta dramáticamente con la reducida magnitud de las segundas ciudades. En Letonia, Daugavpils tiene solamente el 7% de la población urbana. Tartu, en Estonia tiene 10%.

La composición étnica de las ciudades registra mayor variedad en Letonia. En ninguna de ellas se alcanza el 90% de nativos, en Estonia solo cuatro ciudades superan esa cifra, en tanto en Lituania todas superan el 90% de nativos. En el Báltico en conjunto, sobre 19 grandes ciudades con más de 40.000 habitantes, solo en nueve la población nacional es mayoritaria. De ellas, siete se encuentran en Lituania, dos en Estonia y ninguna en Letonia.

Los tres países tienen similares patrones étnicos. En ellos la población nativa disminuye en la frontera oriental adyacente a Rusia y Bielorrusia. También se encuentra por debajo de la media nacional en las grandes ciudades portuarias. En consecuencia la menor proporción de lituanos se encuentra en el este, en las regiones de Vilnius, Salçininkai e Ignalina3. En Vilnius en número de nativos es particularmente bajo, si bien ha estado aumentando, llegando actualmente al 50%. En Estonia las mayores concentraciones de población rusa se encuentran en la capital, Tallinn y en el noreste donde hay dos grandes ciudades: Narva y Kohtla-Järve, además de la pequeña Sillamäe, en las cuales los rusos se encuentran en rotunda mayoría. Los yacimientos de petróleo, única fuente de energía de Estonia, se encuentran en esta región. Casi todos los trabajadores de esta industria fueron enviados desde Rusia. En el resto del país, la población nativa constituye el 90%. Los lituanos superan el 90% de la población con la excepción de la región más oriental. En Letonia, los nativos son minoría en Riga y proximidades, en los puertos Liepâja y Ventspils y en la frontera oriental. Las regiones occidental y septentrional son predominantemente letonas.

En conjunto, la urbanización y la migración atraída desde otras repúblicas de la ex-URSS, explica el fenómeno étnico además de laconfiguración étnica específica. En las Repúblicas Bálticas, rusos, bielorrusos y ucranios constituyen una unidad étnica-cultural, basada no solamente en lazos idiomáticos, sino también en la circunstancia histórica de que muchos de ellos arribaron como parte de la gran ola de inmigración posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Crisol multiétnico.

Como regla, en naciones de gran mezcla étnica, existen concentraciones territoriales de grupos étnicos específicos. Es el caso de Bélgica, Suiza y Canadá. Hasta en Finlandia, la reducida minoría sueca se encuentra concentrada en áreas específicas. Obviamente cuanto más homogéneo el grupo, más homogéneo será su bagaje cultural, su paisaje étnico-cultural. Si bien esta generalización es válida en los estados del Báltico, también existen áreas de gran mezcla étnica, áreas realmente multiétnicas.

Como se ha visto, Lituania posee el mayor grado de homogeneidad; Letonia el menor. Aproximadamente dos tercios de los lituanos viven en lugares donde constituyen más del 90% de la población. Un tercio de los estonios y solo un pequeño porcentaje de letones vive en regiones equivalentes.

En cambio 37% de los letones viven en lugares donde son minoría. Para estonios y lituanos el porcentaje es de 13 y 6% respectivamente.

En Estonia y Lituania las minorías viven en forma más compacta que en Letonia, constituyendo distritos definidos y reconocibles en los que la presencia de la población nativa es solo un pequeño porcentaje. Así por ejemplo, los estonios constituyen en el noreste del país, en Narva, Sillamäe y alrededores, el 5%, mientras que los rusos son el 90%. Algo similar ocurre en Lituania: en los distritos Salçininkai y Vilnius la presencia lituana alcanza del 10 al 20%, con los polacos como grupo dominante4. Por otra parte, en la región oriental de Letonia no hay distritos en los que predomine la población nativa. Solo en las ciudades de Rèzekne y Daugavpils existe mayoría étnica y corresponde a los rusos (56 a 58%). Pese a estar localizados cerca del límite ruso, estas ciudades se encuentran separadas de Rusia por territorios en que los rusos son minorías.

La magnitud de la mezcla étnica o su inversa, la homogeneidad, se revela más claramente en áreas rurales. En los distritos rurales de Letonia la presencia de letones usualmente alcanza del 70 al 80%. En Lituania, 34 sobre 44 distritos poseen predominio de lituanos superior al 90%. En Estonia ocurre un proceso similar en 8 sobre 15 distritos. Por contraste, solo un distrito (Talsi) en Letonia alcanza el 90%.

El pluralismo étnico se refleja en la cantidad de casamientos mixtos entre grupos étnicos. No es sorprendente que, con uno de cada tres matrimonios interétnicos, Letonia tenga la mayor cantidad de ellos. Hasta considerando la ex-URSS en conjunto, Letonia tuvo uno de los mayores porcentajes de matrimonios interétnicos. Sin embargo, puesto que solo el 18% de los letones contrajeron matrimonio con integrantes de otros grupos étnicos, eso significa que la gran mayoría de los matrimonios se realizaron entre no letones. Los casamientos mixtos son menos frecuentes entre estonios y lituanos, 9 y 7% respectivamente.

Los hijos de matrimonios interétnicos eligen identificarse con los nativos del país en cuestión o con rusos. El elemento clave en su decisión depende del grupo dominante de la región que habitan. Cuanto menor es la proporción de población nativa, mayor posibilidad de que los hijos de tales matrimonios resulten aculturados dentro de la culturarusa. Una vez más, dicho proceso es mayor en Letonia, donde asciende al 40%, principalmente en Riga y en la región oriental.

Idiomas y educación.

El idioma es la más clara evidencia de la identidad báltica, mientras que la educación es el mayor soporte del lenguaje. Los datos del censo relativos a la nacionalidad, lengua nativa y educación indican asimilación de los bálticos dentro de la cultura ruso-eslava y en menor medida de éstos dentro de la báltica.

Si se observa a la población en conjunto, en Lituania existe un 96% de la población que se identifica con el grupo étnico e idioma nacional (Tabla 3), en Estonia la cifra es de 94%, en tanto que en Letonia es solo el 90%. Obviamente la situación es más estable en Lituania, mientras Letonia está experimentando la mayor asimilación. No es sorprendente que el proceso de asimilación en las tres Repúblicas sea mayor en las ciudades. Durante el dominio soviético la asimilación predominó en la dirección rusa, a pesar de que las nacionalidades titulares fueron absolutamente mayoritarias. Los lituanos fueron los más exitosos en preservar su idioma, con 99,5% de población reconociendo al lituano como su idioma nativo. Para los estonios dicho porcentaje es del 98,8% y los letones poseen el menor porcentaje con el 97,4. Abreviando, 2,6% de letones, es decir unos 36.000 hab. no reconocen el letón como su idioma nativo (Tab. 3). Muy frecuentemente esos individuos se identifican lingüísticamente con Rusia. En los países bálticos la política de rusificación no aportó una mezcla como la de Ucrania o en particular la de Bielorrusia. De todos modos, la mayoría de la población báltica se vio obligada a utilizar el idioma ruso. Los inmigrantes desde el este se mostraron reacios a expresarse en el idioma local, situación explotada por los regímenes comunistas locales. Aquellos que sugirieron sutilmente la conveniencia de hablar el idioma local, fueron acusados de fascistas-nacionalistas y amenazados con perder sus trabajos y hasta con el arresto. El resultado fue que muchos bálticos fueron forzados a aprender ruso, mientras pocos extranjeros tuvieron interés en aprender el idioma local (menos del 20% lo aprendieron; Tab. 3).

Tabla 3.

Estructura etno-lingüística de la población de las Repúblicas Bálticas en 1989. (%)

LITUANIA -PRIMER IDIOMA-(*) -HABLA IDIOMA-

PROPIO LITUANO RUSO LITUANO RUSO

Lituanos 99,6 - 0,3 99,8 37,6

Rusos 95,6 4,1 37,5 98,9 -

Polacos 85,0 5,0 9,2 20,6 67,2

Bielorrusos 40,5 2,5 53,3 19,5 88,1

Ucranios 51,1 3,0 45,3 19,8 87,4

Judíos 35,7 6,7 56,8 44,7 78,9

Otros 59,0 11,8 27,0 34,8 69,5

LETONIA -PRIMER IDIOMA-(*) -HABLA IDIOMA-

PROPIO LETON RUSO LETON RUSO

Letones 97,4 - 2,6 98,7 68,3

Rusos 98,8 1,1 - 22,3 99,8

Bielorrusos 32,7 2,2 64,8 18,0 54,5

Ucranios 49,5 0,9 49,4 9,8 93,2

Polacos 27,3 14,7 54,2 37,6 87,9

Lituanos 63,9 23,8 11,9 64,0 47,9

Judíos 22,5 2,0 74,9 29,0 92,4

Otros 56,5 6,0 34,6 23,2 78,2

ESTONIA -PRIMER IDIOMA-(*) -HABLA IDIOMA-

PROPIO ESTONIO RUSO ESTONIO RUSO

Estonios 98,9 - 1,0 99,6 34,6

Rusos 98,6 1,3 - 15,0 99,7

Ucranios 44,2 1,2 54,5 8,1 94,2

Bielorrusos 31,9 0,7 67,1 6,8 97,0

Finlandeses 31,0 40,8 28,1 74,1 67,0

Judíos 12,4 8,4 78,3 34,5 91,4

Otros 48,1 6,0 44,4 16,9 88,7

(*) La columna PRIMER IDIOMA indicaría la nacionalidad con la que el grupo en cuestión se identifica.

Fuente: Comité ruso de estadística. Moscú, 1991-1993.

El proceso de rusificación en Letonia y Lituania difirió del de Estonia, parcialmente debido a diferencias básicas en la familia idiomática. Puesto que el idioma básico del grupo báltico es el indo-europeo, fue fácil para los dos primeros países aprender ruso. Por su idioma finougrico, los estonios difieren radicalmente de los rusos, significando grandes dificultades para el conocimiento mutuo de ambos idiomas. Próximos a su dialecto, los finlandeses también colaboraron con los estonios para resistir la rusificación. No hablar ruso o mostrar desconocer el idioma, fue una forma común de resistencia a la ocupación en Estonia. Una práctica común de los letones en viaje por Estonia, era mostrar primero su condición de tales mediante una frase en letón, o utilizar ruso con acento extranjero. Durante la década del 70, cuando la cantidad de letones que hablaban ruso se incrementó, tal práctica se mantuvo en dos tercios de la población hasta la independencia formal a comienzos de los 90(Tab.3). Por otra parte, muy pocos rusos hablaban estonio, de las minorías en Estonia, solo uno de cada diez conocían el idioma, en tanto en Letonia la cifra era de uno de cada cuatro y en Lituania de aproximadamente un tercio de la población(Tab. 3)5.

No es sorprendente que el lenguaje de enseñanza en escuelas sea más complicado en Letonia. Durante el ciclo 1993-94, 55,3% de los alumnos fueron educados en letón. Durante el último lustro se incrementó dicha cifra -cuyo mínimo se registró en 1988(51,4%)- y se espera que en 1998 se eleve al 60%6. Esto se puede predecir debido a la alta escolaridad letona en los primeros cuatro cursos de la escuela primaria y al aumento de la tasa de natalidad. A principios y mediados de la década del 80 tal tasa entre mujeres letonas era del 50 al 52%, elevándose durante 1991-93 al 58-62%7. Se espera que cuando los nacidos este año estén en condiciones de asistir a la escuela, tal tasa haya ascendido por lo menos al 65%. Las condiciones podrían ser mejores si el gobierno letón estuviera en condiciones de asegurar la educación de más alumnos no letones, pero las escuelas se encuentran superpobladas en las grandes ciudades, especialmente en Riga, por lo que los no letones no son admitidos rápidamente en ellas. Durante el período soviético se planearon más escuelas rusas que las necesarias para alumnos rusos. En consecuencia al estar parcialmente vacías han tomado alumnos no rusos. Más aun, su existencia diseminada en todos los distritos con apenas un puñado de alumnos, ha llevado a la tendencia a utilizarlas para estudios en letón, incrementando el número de estudiantes estudiando en este idioma.

Otra tendencia ha sido la de enviar a los hijos no letones, y hasta rusos, a escuelas letonas. Hace algunas décadas tal situación hubiera sido impensable: la gran cantidad de población rusa y bielorrusa desplazaba al lenguaje y cultura letona8.

En educación superior la situación es similar. Existen instituciones como el Instituto de Aviación Civil, donde es imposible para alguien que hable solamente letón obtener su título. En las universidades, la cantidad de alumnos que hablan letón es ligeramente superior a la proporción de letones en el país, en incremento en los últimos tres años. Muchasinstituciones han decidido suspender completamente los cursos dictados simultáneamente en ambos idiomas, como la Academia de Agricultura desde 1992, o limitar la cantidad de alumnos en idioma ruso como la Academia de Medicina.

Puesto que durante todo el período de dominio soviético no se permitía a los letones ocupar cargos de responsabilidad en la industria, fue común que éstos evitaran realizar estudios técnicos, especialmente relacionadas con las manufacturas donde tendrían superiores rusos. Aun en 1993 en la Universidad Tecnológica de Riga menos de la mitad de sus estudiantes eran letones. Estos sí predominan en las humanidades, arte, y estudios relacionados con agricultura y recursos forestales.

En Estonia, como en Letonia, hay ligeramente más estudiantes en escuelas estonias(64%), que la proporción de estonios en la población. Solamente 54% de los alumnos de las ciudades estudian en estonio, mientras el 95% de los alumnos de zonas rurales lo hacen. En el noreste del país hay pocos estudiantes estonios, entre 1 y 2% en Narva y Sillamäe9.

La mayor parte de la educación en Lituania se imparte en el idioma nacional: aproximadamente el 85%. Más aun, no hay otras escuelas en la mayoría de los distritos. Solamente en Vilnius la situación es similar a la de Letonia. Los lituanos comenzaron a fines de los 80 a trabajar activamente para restablecer la educación en lituano en áreas donde predominaban los grupos polacos y rusos. Estos están realizando una rápida transición en los últimos años.

Etnicismo y política.

Las tensiones étnicas en los estados bálticos son más evidentes en cuestiones políticas. Cada grupo defiende vigorosamente sus intereses en el parlamento. Con una mayoría del 80% los lituanos son los más confiados y existe menor tensión entre los diferentes grupos étnicos. En cambio los letones y estonios tienen gran temor de garantizar a los inmigrantes completos derechos políticos (tales como ciudadanía y derecho al voto), que puede permitir en las próximas elecciones arribar al poder a un bloque político anti-independentista que pueda permitir a Moscú anexarse legalmente a los dos estados, algo a lo que se opone la mayoría de la población nativa. Es razonable que el negar la ciudadanía a una gran cantidad de la población pueda llevar a tensiones étnicas. Existen sin embargo signos de que nativos e inmigrantes pueden arribar a un entendimiento y ser capaces de arreglar lo que la historia del siglo XX ha desarreglado. Letonia es la que se encuentra en situación más crítica en términos étnicos, su independencia fue apoyada por una gran mayoría de no letones. Se estima que entre 30 y 40% de las minorías votaron por la independencia (que requirió 2/3 de los votos, cifra imposible de alcanzar sin contar con apoyo no letón), mientras que en Estonia la participación de las minorías fue del 15 al 20%. En Letonia, en el referéndum de 1990 no hubo un solo distrito o ciudad que votara contra la independencia. No solo en Riga o Rezekne, sino que en la misma Daugavpils, donde los letones son el 13%, se votó por la independencia de la URSS10. En Lituania y en Estonia, muchos de los distritos orientales decidieron abstenerse de votar. En los que lo hicieron, solo unos pocos apoyaron la independencia. Esta situación continúa causando tensiones en Estonia , donde las municipalidades de Narva y Sillamaë no tienen en cuenta las normas provenientes del gobierno central.

En Lituania el problema de las minorías no es tan doloroso como en las otras Repúblicas Bálticas debido a que la mayoría lituana alcanza el 80% y las minorías están repartidas entre los grupos polaco y ruso -con un 10% cada uno de ellos- que además no se unen para constituir un bloque de interés común de oposición al gobierno nacional. A diferencia de Estonia y Lituania donde el peligro de la extinción cultural ha sido un temor dominante desde la Segunda Guerra Mundial, los lituanos se han sentido seguros de su homogeneidad étnica y no corrieron peligro de transformarse en minoría política o cultural. En cuestión de ciudadanía fueron capaces de tomar la ruta sencilla de garantizarla sistemáticamente a todos los habitantes.

La situación es completamente diferente en Estonia y especialmente en Letonia, donde la amenaza para la existencia misma es muy real. Recientemente, bajo la Ley de Ciudadanía en Estonia, se permitió ésta a aquellos habitantes que fueran ciudadanos antes de 1940, por lo que el 28% de la población permanente se encuentra excluida, afectando especialmente a los rusos que se encuentran así sin nacionalidad rusa y poseyendo en cambio la ciudadanía de la URSS, carente hoy de significado. Esta situación podría ser fácilmente subsanada por Moscú si aceptara su responsabilidad por los actos cometidos por la ex-URSS, una responsabilidad que es comprensible que evite.

La Ley de Ciudadanía estonia requiere dos años de residencia, vocabulario mínimo de 1500 palabras en estonio y conocimientos elementales del sistema político nacional. Pese a las quejas de Moscú, el Secretario General del Consejo de Europa encontró que la legislación es una de las más liberales de Europa11. En aproximadamente un año unos 10.000 no ciudadanos han sido naturalizados, y el proceso continúa12.

El proceso de ciudadanía está muy ligado al de descolonización. Mientras las estructuras gubernamentales se encuentran predominantemente en manos de bálticos, son los rusos y otras minorías los que dominan las estructuras económicas, especialmente e Letonia. Una combinación de factores se encuentra en juego. Es probable, aunque difícil, probar que los rusos y otras minorías utilizan capitales y expertos heredados por haber tenido posiciones de poder en el sistema soviético: en el partido comunista, en gobierno, en industria. Es muy notorio que en los estados bálticos, la mayoría de los nuevos ricos son rusos.

Al mismo tiempo, en Estonia y Letonia, el desempleo es mayor en las regiones predominantemente rusas del este. Por ejemplo si la tasa de desempleo en Letonia es del 4%, en los distritos orientales es del 10%. En forma similar, en Estonia el desempleo en la región nororiental de Narva es varias veces superior al promedio nacional. Se debe aclarar que el alto desempleo en esas regiones no se debe al hecho de que los rusos sean mayoría sino a que esas regiones han sido postergadas en cuestión económica por largo tiempo.

La tensión estructural entre rusos y bálticos ha sido utilizada por Moscú para sus fines políticos13. Inmediatamente después de la independencia de las Repúblicas Bálticas, los políticos rusos comenzaron a acusarlas de violaciones a los derechos humanos de las minorías. Como consecuencia, varias organizaciones internacionales de alto nivel han visitado ambos países para comprobar la situación de los derechos humanos.

La información recibida y examinada por la comisión de las Naciones Unidas no revela la existencia de sistemáticas violaciones de los derechos humanos en Letonia. Las violaciones individuales que se han denunciado son limitadas y no relacionadas con políticas discriminatorias, debiendo y pudiendo ser remediadas en los niveles apropiados. Como elemento positivo se destaca que no se han denunciado hechos de violencia, discriminación en el empleo, exclusión de establecimientos educativos, desalojos de viviendas o expulsiones. (Boutros-Ghali 1992)14.

La acusación de violaciones a los derechos humanos por los nuevos gobiernos bálticos fue la base de los argumentos rusos para mantener sus tropas estacionadas hasta el 31 de agosto de 1994.

Desideratum.

En general se puede observar que gran parte de los últimos inmigrantes han abandonado las Repúblicas luego de una breve permanencia, en un rápido proceso de repatriación.

Una segunda tendencia observada es el incremento de natalidad en las tres Repúblicas, especialmente en Letonia, que aumentaría la cantidad de nativos letones.

La tercera está definida por la mayor permisividad de las leyes de ciudadanía, ocurrida durante 1994 en Estonia y principalmente en Letonia, si bien existen casos individuales que no realizan esfuerzos para integrarse y consideran la independencia de la región como un error autorizado por los líderes rusos, y que debe ser subsanado a la brevedad.

Existe el convencimiento de que el pasado no puede revertirse, y que el esfuerzo de integración, por doloroso que resulte -y lo es-, es el único camino hacia un futuro democrático y armonioso.

Notas

1Comisión de Estadísticas de Letonia para las Repúblicas Bálticas. Riga, 1993.

2Centre of National Researches of Lithuania: National Minorities in Lithuania. Centre of National Researches of Lithuania, Vilnius, 1992.

3Ibidem.

4Taagepeera, R.: Ethnic Relations in Estonia, 1991. Journal of Baltic Studies. 121-132, 1992.

5 Ministerio de Educación de Letonia. Material inédito. 1994.

6 Ibidem i.

7 Ibidem v.

8 Ministerio de Educación de Estonia. Material inédito. 1994.

9 Rudenshiold, E.: Ethnic Dimensions in Contemporary Latvian Politics: Focusing Forces for Change. Soviet Studies 44, 609-639, 1992.

10 Sheeny, A.: The Estonian Law of Aliens. Research Report 38, 7-11, 1993.

11 The Baltic Observer, news form Estonia, Latvia and Lithuania. Oct. 1994.

12Goble, P.: Ethnic Russians in the Baltic States: Some Dangerous Implications. In CSCE Briefing. 1992

13 Boutros-Ghali, B.: Summary of the Report in a Fact-Finding Mission to Latvia. United Nations, The Secretary-General 1992.

14 Stanganelli, I.: Relevamiento de información in situ. Letonia-Lituania, 1994.