Revista de Relaciones Internacionales Nro. 4
EL DESARROLLO DE AMERICA LATINA,
VIS A VIS LA ESTRATEGIA DE DESARROLLO DE JAPON
Y LA CUENCA DEL PACIFICO
Por Víctor Lópes Villafañe
La Cuenca del Pacífico, especialmente la asiática es ya una zona directa de influencia económica del Japón. Su economía es el centro de la dinámica regional, y lo que me parece más importante es que el cerebro planificador de todo este nuevo engranaje se encuentra en las redes burocráticas, como las oficinas del famoso Ministerio de Industria y Comercio Internacional (MITI), de la Agencia de Planeación Económica, y otras instituciones ligadas al desarrollo económico de Japón, que luego encuentran su expresión institucional en los canales políticos-administrativos creados ad hoc, tanto privado como público, para el desarrollo futuro de la Cuenca del Pacífico (me refiero tanto al Consejo económico que atiende los asuntos de los empresarios, como a la Conferencia en la que se expresan los puntos de vista de los gobiernos) (1).
En los últimos diez años, de acuerdo con el poderío japonés, se ha ensanchado el número de países que pertenecen oficialmente a dichos órganos, pero quizá lo más importante es que al margen de la estructura institucional, se ha dado una política cada vez más intensa de proselitismo para incorporar a muchos otros países, oficial y extraoficialmente, dentro de la división regional económica. Sobre todo ahora figuran de la parte asiática los países más atrasados de la zona, como Nepal, Bangladesh, Pakistán, y países con una presencia regional fuerte como sería el caso de la India. Por parte de América Latina, se ha mencionado la probable incorporación de México y Chile, y lo que no deja de ser sorprendente es la importancia de la zona para los políticos latinoamericanos, quienes prácticamente han tomado a Tokio, como la sede obligada de conversaciones luego de Washington. Aunque en la perspectiva histórica de las relaciones de América Latina con Japón, han sido México y Brasil quienes han ejercido económicamente y políticamente un cierto liderazgo.
Esta potencia pretende dar cuenta de la evolución económica de esta región, como el lado positivo de la misma moneda en la que negativamente se halla la América Latina. También pretende plantear la hipótesis de una ruptura estructural entre éste continente y los Estados Unidos, cuya economía en una de sus grandes vertientes se ha desplazado precisamente hacia la Cuenca del Pacífico. En este sentido, los Estados Unidos, aunque todavía físicamente en el continente americano, tienden a entrelazarse aún más con las economías del Pacífico, dejando cada vez en un rango inferior sus relaciones económicas con la América Latina. En cierto sentido, lo que planteamos es la des-americanización de la economía norteamericana, o su orientalización, como se le quiera ver.
La zona considerada como la del Pacífico asiático, ha mostrado la coexistencia de tres subgrupos de regiones que han mantenido un patrón de desarrollo que ha tendido a ligar cada vez en mayor grado sus economías, con Japón a la cabeza, como la economía más avanzada y sofisticada, siguiéndole la de los NIEs del Este de Asia, con una producción industrial importante y capacidad financiera, y por último la de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), como productores de materias primas, trabajo barato, y ahora en algunos casos, como Tailandia y Malasia, ya como productores de manufactura ligera.
Todas estas subregiones han sido tradicionalmente focos importantes para el comercio japonés, lo anterior probablemente como una explicación de las redes que en el pasado Japón había establecido como parte de su proyecto hegemónico, que culminó con la derrota de 1945. En la posguerra reabrió las relaciones comerciales con estos países, bajo el nuevo establishment que imponía en toda la región la política norteamericana de contención al avance del comunismo asiático. Para Japón esta zona siempre fue de vital importancia, para su nuevo despegue industrial. Así que durante las primeras décadas de la postguerra el comercio fue de aproximadamente el 20% de su total. En la última década este ha aumentado hasta representar el 25%.
Durante todo este período se pueden vislumbrar tres grandes etapas o momentos de la configuración del Pacífico y en especial del papel de Japón. En una primera etapa después de la guerra sólo Japón era el único país industrializado de la zona, pero en los 50s los países del Este de Asia (Corea, Taiwan, Hong-Kong y Singapur, que aunque pertenece a otra subregión, se le considera en este grupo de países) complementaron el ciclo de substitución de importaciones de manufactura ligera y empezaron a exportar en los 60s en lo que se considera fue el gran cambio. Lo importante de este período, fue el hecho de que se establecieron relaciones complementarias y competitivas entre Japón y estos países de reciente industrialización, y entre estos y los del Sudeste (Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas), quienes pasaron a suministrar insumos para la fase intensa de industrialización.
En una segunda etapa, que tiene lugar en los 70s, de nuevo cuenta con cambios importantes en la zona. Es la época en la que da inicio la industrialización ligera de los países del Sudeste, mientras que los del Este inician por su parte la industrialización pesada y empiezan a competir en algunos sectores industriales con Japón. Lo que es importante destacar de esta segunda etapa es que el desarrollo de toda la región es de una naturaleza externa, en donde especialmente los mercados de Estados Unidos y Europa se convierten en los más importantes para las exportaciones de los países del Pacífico.
Posteriormente se da una tercera etapa en la que la economía de la zona en si misma empieza a ser un detonante para el propio desarrollo del Pacifico, en un proceso en el que el mercado de Estados Unidos continua siendo un eje para el desarrollo de la zona. Se trata de una etapa caracterizada por la expansión del comercio intra-pacifico, debido fundamentalmente a la recesión de la economía mundial de fines de los 70s y principios de los 80s y al proteccionismo de los mercados mundiales. Por otra parte, es una etapa que coincide con la política del primer ministros Ohira del Japón para revitalizar el proyecto de cooperación del Pacífico.
Algunos aspectos importantes que habría que destacar de toda esta etapa serían los siguientes. Japón aumenta primeramente sus inversiones al los países del Sudeste, especialmente a Tailandia y Malasia, luego en un segundo momento lo hace preferentemente a los Estados Unidos. Un patrón parecido adoptan los NIEs del Este que al incrementarse sus salarios, deciden hacer inversiones en los países atrasados de la zona. Así, debido a este clima sucesivo de inversiones, comercio, y "ajuste industrial" en las zonas avanzadas, que repercuten en las atrasadas, es que se da un ambiente de crecimiento y desarrollo, en comparación con el tornado económico que vive América Latina en la década de los 80s(2).
El ajuste industrial, tecnológico y financiero de Japón es la premisa básica para comprender el fortalecimiento y los cambios que se generan en la zona del Pacífico. Este ajuste en realidad lleva ya casi década y media, y su comienzo estuvo ligado con la primera recesión mundial provocada por la crisis del petróleo, en 1973-74. En general se adoptó una política para promover la eficiencia y la productividad, a través de una reforma administrativa en el seno de las empresas privadas y la administración gubernamental, para la reducción de los costos. En los 80s el ajuste ha consistido fundamentalmente en el cambio tecnológico, preparar a las grandes empresas japonesas para los mercados sofisticados del siglo XXI, en la política del ensanchamiento del mercado doméstico, y en una estrategia de diversificaciones y penetración de nuevas regiones del mundo, a través de su poderío financiero. Muy importante de destacar ha sido la estrategia de no aumentar los gastos del Estado, y buscar nuevas opciones a los retos sociales de la nueva etapa del capitalismo japonés (fundamentalmente a través de hacer recaer de nuevo la cuenta del peso de los gastos sociales en los bolsillos de los trabajadores y las familias japonesas) (3).
Un aspecto importante de las cuentas comerciales y el papel del Pacífico es que durante todas estas etapas pero especialmente en la primera parte de la última, pudieron conservar y acrecentar sus exportaciones a los mercados mundiales. A pesar de que el comercio mundial ha declinado entre 1965-1985, Japón y las subregiones del Pacífico duplicaron sus exportaciones al mercado norteamericano de más del 20% en 1965, a más del 40% en 1985 (4).
Pero tal vez lo mas importante, sea que en esta triangulación mercantil norteamericano, Japón obtiene una doble tajada, ya que es el único que conserva grandes superávits con los Estados Unidos, y los NIEs asiáticos, que a su vez disfrutan de excedentes con los Estados Unidos, que resulta el gran perdedor.
Realmente un aspecto crucial para el comercio mundial será la apertura del mercado japonés como uno de los factores clave para el desarrollo de los modelos de industrialización inducida del Pacífico. Según un análisis, la etapa actual estará marcada por un declive en el crecimiento de las importaciones de los Estados Unidos y por un aumento de éstas por parte de Japón y los NIEs asiáticos. En un escenario conservador, la participación de Japón en el porcentaje mundial de importación pasará de 150 mil millones de dólares a 230 mil millones en 1995 (a precios de 1980)(5). Por otro lado, y tal vez más importante sea el hecho de que esta apertura esta dirigida básicamente a la importación de manufactura, lo que será un acicate más para el desarrollo no solo de las industrias manufactureras del Pacífico asiático, sino muy probablemente de algunas industrias de los propios Estados Unidos. Hay que recordar que los NIEs y los países de reciente industrialización del Sudeste, han aumentado la exportación de manufactura en el porcentaje total a los Estados Unidos y Japón. En los últimos años, las importaciones japonesas provenientes de los NIEs asiáticos han crecido un 30% medidas en yenes, o un 50% tomando como medida el dólar.
En lo referente al aspecto financiero, la devaluación del dólar frente al yen, al won coreano y el dólar de Taiwan, ha sido un gran propulsor de los reajustes de la zona y en especial, ha servido para apuntalar el papel de Japón como centro de dicho esquema.
Entre 1985 y 1988, el yen se revaluó frente al dólar en una 100%. En menores proporciones lo hicieron las otras maneras, pero este proceso monetario en el Pacífico, creó condiciones nuevas para dinamizar el ajuste industrial en todas las regiones. A partir de 1986, Japón aceleró su reestructuración industrial, al acercarse su moneda y aumentar sus costos de producción. Debido a esta situación decidió aumentar las importaciones de Corea y Taiwan, igualmente sus inversiones directas en el extranjero crecieron espectacularmente (un gran porcentaje, de alrededor del 40% fueron a los Estados Unidos). Algo similar aconteció con Corea y Taiwan. Al revaluarse sus monedas frente al dólar aumentaron sus importaciones de los países atrasados del sudeste asiático, así como sus inversiones directas a esta misma región, proceso que facilitó la relocalización de sus industrias. En otras palabras, la revaluación monetaria del yen y otras monedas del Pacífico, seguirán provocando grandes transformaciones industriales y comerciales en la zona.
Como consecuencia el comercio se ha entrelazado aún más, bajo una división especializada de los roles industriales y tecnológicos, y un mayor poder monetario del yen y otras monedas frente al dólar crearon las condiciones para una mayor integración e "interdependencia" de todas las subregiones en su conjunto. Clave para el funcionamiento del Pacífico en el futuro será el papel de Japón quien proveerá de la maquinaria y equipo a toda la red manufacturera que está siendo formada en Asia. Por esta razón, en el futuro el yen tendrá un papel clave en las transacciones comerciales y financieras de la región (en la actualidad cerca del 40% de las exportaciones japonesas a la región se estipulan en yenes). Así, la revaluación del yen, que se supone va a continuar durante los próximos diez años hasta alcanzar un valor de 100 yenes por dólar (de 150), hará para todos los países del Pacífico que tengan que importar los bienes fundamentales para el desarrollo de sus industrias de Japón, tener que utilizar cada vez más el yen como la moneda regional. De manera, por ejemplo si el won o el dólar de Taiwan, u otras monedas continúan en el patrón de convertibilidad del dólar, la revolución del yen, haría automáticamente más costosas esas importaciones que serán indispensables para su desarrollo económico.
Vamos a ligar ahora este desarrollo con la problemática de América Latina. Creo que no es redundante recordar el hecho de que la América Latina, es una zona directa de influencia norteamericana, pero y esto debe ser lo importante, existen ya cambios en los viejos soportes, sobre todo de orden económico, de la dependencia latinoamericana respecto de los Estados Unidos, que tendrán efectos sobre el futuro de sus relaciones. Especialmente la gradual pérdida de su inducción sobre el desarrollo de América Latina.
Los ochentas han sido años de profundas transformaciones económicas mundiales. En el estudio de las relaciones de los Estados Unidos, Japón y el Pacífico asiático, vis a vis las relaciones de Estados Unidos, con América Latina, me ha llamado mucho la atención el hecho de la conversión gradual de los Estados Unidos más como parte integrante del proceso económico del Pacífico que del desarrollo del continente americano. La vieja ligazón de los mercados latinoamericanos y el mercado norteamericano de mercancías fue perdiendo su vigor, siendo suplantado por el mercado de capitales, pero en el tránsito en el que los Estados Unidos han perdido la hegemonía financiera mundial. (6)
Frente a las recesiones de la primera mitad de la década de los 70s y principios de la de los 80s, los Estado Unidos expandieron su mercado de importaciones, y también promovieron el crédito. En el primer caso los países asiáticos aumentaron su peso en el mercado norteamericano, mientras que América Latina declinó su participación del 20% que tenía en dicho mercado en 1965 a un 13% en 1985 (7). En el segundo caso, o sea la deuda fue contraída principalmente por los países de América Latina. En el Pacífico, países como Corea que también contrajo una fuerte deuda externa, pudo reducirla con el aumento de sus exportaciones y con el crecimiento interno, producto del proceso de expansión de la región al que nos hemos referido. En resumidas cuentas, en estos últimos 20 años, se dieron cambios en los roles de las regiones del Pacífico y América Latina, con relación a los Estados Unidos. En la política para sacar de la recesión a la economía mundial, el mercado de norteamérica creció, favoreciendo a los países del Pacífico, mientras que AL tuvo una regresión en dicho mercado que la colocó en el porcentaje que tenían los países del Pacífico en 1965, incluyendo al Japón, y con una gran deuda por cubrir.
Este desplazamiento de la economía norteamericana a la zona del Pacífico, queda de manifiesto cuando se analizan los efectos que producen los desarrollos de las economías más poderosas, es decir la de Estados Unidos y Japón, sobre la región y subregiones, aquí ya incluyendo a la América Latina. En un estudio de prospectiva, se ha encontrado que 1000 unidades (un millón o un billón de dólares) de incremento en el PNB de Japón producirá un incremento de 34,3 unidades en el PNB de los Estados Unidos, 48.2 unidades en el PNB de Asia y sólo 4.5 unidades en América Latina. Por otra parte, un incremento similar en el PNB de los Estados Unidos, sólo inducirá un crecimiento de 9.8 unidades en el PNB de América Latina, de 40.3 unidades en el Japón y 29.1 unidades en el Pacífico asiático. En otras palabras, el crecimiento de los Estados Unidos, tendrá un efecto mucho mayor en Asia que en América Latina, y todo ello nos debe hacer replantear los viejos términos de la relación dependiente de la AL con los Estados Unidos. Es en este contexto, en el que deben examinarse los actuales problemas del continente latinoamericano, y el sorprendente desarrollo de los países de la cuenca del Pacífico (8).
Como última parte de este trabajo presentaremos un bosquejo de las relaciones del Japón con la América Latina, y cuál o cuáles podrían ser los roles a desempeñar en un nuevo proceso económico de la región o de algunas de sus subregiones.
En general se pueden apreciar dos o tres momentos en los últimos cuarenta años en dichas relaciones. América Latina pareció ser después de la postguerra, una región junto con otras como Africa y el Medio Oriente, muy importante en la estrategia económica para el abastecimiento de recursos naturales. Estas regiones aparecían como una alternativa frente al grave deterioro que habían sufrido las relaciones de Japón con sus vecinos asiáticos, como producto de la política fascista japonesa. Sobre todo América Latina fue un importante receptor de la inversión directa de Japón durante la posguerra, en 1965 le correspondió el 9.6% de su total en el mundo. En años posteriores ésta empezó a declinar, aunque siempre guardo un lugar importante, y en los últimos años ha cambiado su carácter, cuestión a la que nos vemos a referir más adelante.
Lo que es importante subrayar es que los intereses estratégicos de Japón han cambiado con el tiempo. Por razones políticas, como hemos señalado en la posguerra, la alianza con los Estados Unidos, y la búsqueda de mercados de materias primas fuera de Asia, provocaron un acercamiento con los mercados de América Latina. Pero estos intereses se modificaron, cuando los mercados del Pacífico asiático se integraron cada vez más a la órbita de Japón, y también por los cambios de la propia economía japonesa. Hoy por ejemplo, el gran ajuste industrial y tecnológico de Japón, crea un mercado diferente de necesidades, en el que por ejemplo, los mercados de materias primas ya no resultan el objetivo fundamental de su estrategia económica (ahora lo serán probablemente para las economías industrializadas de la zona que no cuentan con abastecimientos propios). El viejo esquema japonés de compra de materia prima y energéticos, para su industria manufacturera, y la exportación a los mercados exteriores, esta siendo sustituido por el poderío tecnológico y financiero. Por ejemplo, en los últimos 17 años Japón ha reducido en más de 40% su dependencia energética. En suma, las futuras relaciones de Japón y en general del bloque del Pacífico con América Latina, deberán estudiarse desde una nueva perspectiva, que tome en cuenta todos estos cambios, especialmente bajo la conversión de Japón como una potencia económica mundial, y la de América Latina, en el marco de la crisis con los Estados Unidos.
Toda la información económica y política nos indica que en general, las relaciones entre Japón y América Latina entran en una especie de período inercial en las décadas de los 70s y 80s, pero que ello no ha implicado un abandono o un fuerte relajamiento de contactos de diversa índole, en un período en el que cada región enfrenta la situación mundial bajo diferentes estrategias. Japón y la zona del Pacífico expanden hacia el exterior sus economías (aunque en realidad, especialmente en el caso japonés el slogan justifica un nuevo período de gran acumulación proveniente de la reducción de los costos de producción), y América Latina en su gran mayoría instaura políticas de expansión interna, utilizando para ello los créditos externos. En esta década, especialmente durante los últimos años, Latinoamérica intenta reorientar su patrón de desarrollo hacia los mercados externos, en una especie de adopción del patrón de desarrollo asiático, con escasos resultados hasta ahora (El caso de Chile fue una excepción, de temprana reorientación en el continente).
En cuanto al comercio, América Latina estuvo del lado de las regiones con las que Japón tuvo reducciones durante 1975- 1987, tomando en cuenta sus totales. En 1975 todo el comercio latinoamericano ocupaba el 6.4% en 1987, el 4.0% a pesar de que en volúmenes durante este período dicho comercio se había duplicado, de 7,289 millones de dólares a 15,115 millones. Pero de esta cifra México y Brasil juntos ocupaban el 50% del comercio japonés con América Latina. En general las exportaciones de América Latina permanecen estancadas durante la década, se mantienen entre 107,6 mil m.d.d. en 1980, y un 121.9 mil m.d.d. en 1988 (9). Y su declinación fue más importante en el mercado de importaciones de Estados Unidos como hemos visto, y la Comunidad Económica Europea, cuya participación cae de un 5.9% en 1960 a un 2.2% en 1987 (10).
Las exportaciones de América Latina hacia Japón se conservaron con un cierto dinamismo, desde 1981 (6,669 m.d.d.), hasta 1988 (8,313 m.d.d.). El comercio de Japón con el Medio Oriente se redujo de un 19.8% de su total, a un 7.8%, entre 1975-1987, y el de Africa pasó de un 6.9% a un 2.2% (11). Las más importantes reducciones en las exportaciones de América Latina, se dieron con los Estados Unidos, y después con la C.E.E.. El comercio de Japón con América Latina, aunque con una reducción de más de dos puntos porcentuales, fue una región que pese a la gigantesca crisis de estas décadas, pudo conservar las tendencias históricas en su comercio con Japón.
En cuanto a las inversiones de Japón en América Latina, esta región continúa siendo un recipiente importante para la inversión directa japonesa. Aunque lo había sido mucho más en el pasado, en 1980 representaba el 16.9% del total de la inversión y el 26.8% respectivamente. De esta inversión, Brasil ocupaba el primer lugar con el 47.1% y México el segundo con el 13.3%.
Pero en esta década se dan cambios muy importantes en la política de la inversión de Japón en el mundo, y también dentro de América Latina. La inversión en Norteamérica (principalmente Estados Unidos), representa en 1988 el 40.3% la de Asia se reduce al 17.3% y la de América Latina se conserva con un 17%. Cerrando el cuadro se encuentra la hecha en Europa con un 16.2% destacando la hecha en Inglaterra, que representa el 5.7% (12).
En general la inversión japonesa aumenta mucho en los países industrializados, pero lo hace de manera desigual, con un énfasis en ciertos países avanzados en donde el interés parece estar puesto en la manufactura (como sería el caso de Estados Unidos, e Inglaterra), mientras que hay un crecimiento notable de la inversión financiera (banca, seguros, comercio, inmuebles, etc.) que representa más del 70% de toda su inversión acumulada en el mundo.
Esto último tiene que ver mucho con los cambios en el patrón de las inversiones de Japón en América Latina. Entre 1987 y 1989 el crecimiento más importante de la inversión se da en el sector de finanzas y seguros en América Latina, rubro que pasa de 4,275 m.d.d. a 10,990, mientras que en el sector manufacturero el crecimiento es sólo de 4,833 a 5,437 m.d.d. . En este proceso Brasil es desplazado del primer lugar como receptor de inversiones japonesas, y su lugar lo ocupa Panamá que con el 6.9% del total mundial japonés pasa a ocupar el segundo lugar después de los Estados Unidos. México también pierde su tradicional segundo lugar en las inversiones japonesas en América Latina, lugar que pasa a ocupar Brasil, seguidos de las Islas Caimán y las Bahamas -en el Caribe- desde ahora un gran receptor de inversiones japonesas. Probablemente este gran cambio en el destino de las inversiones financieras y de los países seleccionados en América Latina para esta tarea, estén relacionados con el tremendo excedente de capital generado por la economía japonesa, y la imposibilidad coyuntural de hacer mayores inversiones productivas, o simplemente por el acicate de las ganancias rápidas y jugosas.
En la perspectiva histórica América Latina ha sido una región de importancia relativa para los intereses estratégicos de Japón. Es y podrá ser la región más importante después de las consideradas de primer rango para los intereses fundamentales de Japón, es decir, los Estados Unidos, Asia y Europa. Dentro de América Latina, es claro que países como Brasil y México siempre han ejercido un cierto liderazgo en dichas relaciones. En la coyuntura actual, algunos países del Caribe se han convertido en una especie de subsidiarias bancarias del Japón. Es probable que Japón dado los excedentes a los que nos hemos referido, y a lo que sería un nuevo desdoblamiento del desarrollo generado por la nueva situación del Pacífico, se vea obligado a hacer inversiones o a promover esquemas de ayuda para el desarrollo de regiones del mundo en los de su participación es incipiente o prácticamente nula, como sería el caso de Europa oriental y de muchos países pobres circundantes a la esfera del Pacífico. Pero también de incorporar a la región de América Latina en consonancia con los intereses estratégicos de los Estados Unidos, como una extensión más de la nueva red periférica para el desarrollo del capitalismo del siglo XXI (13).
Notas y Citas Bibliográficas
1) Se trata del Consejo Económico de la Cuenca del Pacífico, para los asuntos del empresariado del Pacífico, y la Conferencia de Cooperación Económica, para dar cabida a los órganos oficiales.
2) Las inversiones a las naciones de la Asociación del Sudeste Asiático (excluyendo a Indonesia), especialmente Tailandia y Malasia recibieron un total de $ 12 mil 500 millones de dólares en inversión directa extranjera en 1988, comparada con $ 2 mil millones en 1986 y $ 3 mil 600 en 1987. Las inversiones de Japón y los NIEs asiáticos representaron más del 50% de la inversión total, mientras que la de Estados Unidos representó más del 10%. Véase al respecto Shigeaki Fujisaki, et. al., "Three Decades of Development in the Pacific Basin: An Overview", en Takao Fukuchi y Mitsuhiro Kagami ed., Perspectives on the Pacific Basin Economy, A Comparison of Asia and Latin America, Institute of Developing Economies and the Asia Club Foundation, Japón, 1990.
3) Sobre las medidas para el ajuste en los 70s, puede consultarse el artículo del profesor Mitsuru Yamamoto: "La economía japonesa después de la crisis del petróleo", Relaciones Internacionales, N.30, 1982, Centro de Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad nacional Autónoma de México. Para un análisis comparativo en el que se analiza el reajuste japona vis a vis los países avanzados de occidente, y en el que se enfatiza la ventaja japonesa de no contar con un gran aparato estatal, reducidos gastos sociales, y sobre todo, escasa influencia de la clase trabajadora en las decisiones económicas y políticas, véase, Doug McEachern "Combining democracy with growth: the search for a formula", en Gavan Mc Cormack y Yoshio Sugimoto, Democracy in Japan, Hale and Iremonger, Sidney, 1986. Para el profesor Tetsuro Kato, el secreto del poderío japonés ha consistido en el reforzamiento de un régimen intensivo de superexplotación de los trabajadores japoneses (ultrafordismo), que ha descansado en el sometimiento de la clase trabajadora bajo la etiqueta de "las relaciones laborales armoniosas", véase "The age of JAPAMERICA?. Taking the japanese devellopment seriously", paper at International Symposium, "Cultural changes in the period of transformation in the capitalist world system: some reconsiderations", septiembre 19 - 20, 1988, Hitotsubashi University.
4) El porcentaje en el total de las importaciones de Estados Unidos provenientes de Japón pasaron del 14% al 25.46% y las de los NIEs asiáticos del 2.82 al 14.84 durante esos años. Véase Shigeaki Fujisaki, et. al, op. cit., p. 68.
5) Véase Takao Fukuchi, Noriyoshi Oguchi, "Proyetion of Pan- Pacific Area to the Year 1995", en Takao Fukuchi y Mitsuhiro Kagami, ed., op. cit., p. 68.
6) A partir de 1983 se inicia el proceso de regresión en el que América latina envía grandes cantidades de capital a Estados Unidos que junto con Japón se convierten en grandes inyectores de capital para la economía norteamericana. Véase Toru Yanagihara "Financial Flows in the Pacific Basin", en Ibid, p. 109 (Tabla 1).
7) América Latina pasó del 20.46% en 1965, al 12.62% en 1985, véase Shigeaki Fujisaki, et. al, op. cit., p. 30.
8) Yasuhiko Torii, "Asia- Pacific Cooperation and it`s Contribution: Historical and Future Perspectives, en Takao Fuchi y Mitsuhiro Kagami ed. op. cit, pp. 576- 577.
9) Véase Pablo González Casanova, "La crisis en América Latina como un fenómeno global", en México Internacional. 2, marzo de 1990.
10) Véase Rosalba Carrasco Licea y Francisco Hernández y Puente, "América Latina: lejos de la integración", en La Jornada, 23 de abril de 1990.
11) Porcentajes obtenidos a partir de los datos de "Japan: an International Comparison, ediciones 1988 y 1989, Keizai Koho Center.
12) Excelsior, 20 de diciembre de 1989.
13) El atraso de la estructura industrial de América Latina es casi ya comparable a la de los países de menor desarrollo del Sudeste Asiático. Con tasas negativas en los sectores de industria en general entre 1980-1986, las exportaciones del continente se concentran, debido a ese rezago en los sectores de productos primarios y manufactura de poco contenido agregado. Véase Akira Hirata y Hiroshi Osada, "Transformation of Industrial Structure and the Role of Trade and Investment", en Takao Fukuchi y Mitsuhiro Kagami, ed., op. cit, p. 95 (Table 1) y Shigeaki Fujisaki, et, al, op. cit, p. 28. Se trataría de una nueva perificación en la que AL pudiera quedar ligada la suministro de nuevos insumos industriales para los Estados Unidos, Japón y los NIEs asiáticos, así como ser recipiente de inversiones para el desarrollo de industrias cuyo costo sería mucho menor en AL, y convertirnos de nueva cuenta de mercados para el consumo de productos provenientes de esas regiones (aunque esto último implicaría una reversión de la inversión financiera japonesa, por un aumento en la productiva).