Revista de Relaciones Internacionales Nro. 5

EDITORIAL

 

"Con todas las convulsiones de la sociedad mundial sólo queda un poder que puede imponer el orden a un caos incipiente. Es el poder de los principios que trascienden las percepciones cambiantes de la conveniencia de corto plazo"

Boutros Boutros-Ghali, Secretario General de las Naciones Unidas

Después de que nos anunciaron con argumentos "filosóficos" el fin de la historia, o el nacimiento de "un nuevo orden mundial", hoy la comunidad internacional comienza a descubrir el gran desorden que se ha desatado con el fín de la guerra fría y del mundo bipolar.

Los hombres de Estado se comportan como "simples gestionarios" de las crisis y hoy lo que el mundo necesita son verdaderos estadistas que sepan comprender las nuevas realidades.

Primero se creyó que a partir de la caída de los regímenes comunistas, los valores occidentales iban a ser compartidos por el resto de la sociedad internacional. Hay, es cierto, una revalorización de las nociones de democracia, del respeto de los derechos humanos, de las libertades individuales tan caras a nuestros valores, pero existen otras partes del mundo que comparten otros valores, que provienen de grandes civilizaciones, como son las asiáticas y el mundo musulmán. Para algunos, como Samuel Huntington, Director del Instituto Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard y Zbigniew Brzezinski, las grandes líneas de batalla del futuro se producirán por el choque entre estas civilizaciones y Occidente.

Otra de las situaciones que marca la nueva etapa de la posguerra fría y que es producto del fin de la bipolaridad, es la explosión de los nacionalismos que reclaman su reconocimiento internacional. El Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros Boutros-Ghali, en la ciudad de Milán, durante la 66a sesión del Instituto de Derecho Internacional advertía sobre este fenómeno: "se pueden respetar las minorías, comprender las particularidades, aceptar las diferencias, pero sin caer en la fragmentación... Algunas entidades sociales, que a menudo se consideran diferentes de sus vecinos, en la mayoría de los casos por cosas ambiguas y hasta condenables, pueden obtener el reconocimiento internacional. La democratización de la sociedad internacional, que todos pedimos, es lo contrario de esta visión del mundo... La diplomacia multilateral que privilegia a los Estados como interlocutores es el mejor remedio contra los micronacionalismos".

Pero es necesario que esos Estados, de los que nos habla el Secretario General, coincidan con naciones integradas y no con inmensos bolsones de marginalidad y exclusión, que las transforman en sociedades duales. No es difícil de preveer que las desintegraciones en curso en numerosos países pueden conducir a catástrofes. Hay que impedir que surjan "nuevas Yugoslavias", antes de que sea demasiado tarde. Son las situaciones de miseria, de exclusión, de falta de un proyecto de vida en común, de reconocimiento de su propia identidad, las que los lleva a refugiarse en sus odios tribales, en integrismos, en la confianza en dictadores potenciales o en la emigración. De lo que se trata en definitiva es de construir nuevos proyectos de sociedad para los pueblos. Porque sin solidaridad, sin esperanza, ¿cuál es el sentido de la vida colectiva?

Otra pregunta clave en estos tiempos que corren es: ¿Cuál es el rol de las Naciones Unidas en una de sus funciones fundamentales como la de mantener la paz y la seguridad internacional? Mientras que las concepciones de seguridad entre los países del Norte han evolucionado y se han realizado progresos importantes (sirve como ejemplo, los avances en la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, reducciones sucesivas de armamentos nucleares, etc.), ningún progreso se ha realizado en el dominio de los conflictos internos, ni en las relaciones de seguridad entre el Norte y el Sur. Las amenazas no militares (migraciones masivas, agresiones al medio ambiente, integrismos, etc.) son hoy más serias que las amenazas militares.

El Consejo de Seguridad con su composición actual, ¿está en condiciones de responder a estos nuevos desafíos?

De la tan necesaria operación humanitaria de las Naciones Unidas en Somalía "Devolver la esperanza", en diciembre de 1992, con el fin de evitar la muerte por inanición de miles de seres humanos, producto de una de las más terribles guerras civiles contemporáneas, hemos pasado a la situación que muchos sectores consideran como una fuerza de intervención de nuevo tipo. ¿Es correcto que una operación realizada en nombre de las Naciones Unidas, integrada por más de 180 países, la planifique y ejecute casi totalmente uno solo país, Estados Unidos?. ¿Por qué no volver a la vieja regla que no permitía que formaran parte de las operaciones de paz las superpotencias?. En la futura reforma a la estructura del Consejo de Seguridad, se debería poner el acento en su mayor democratización, para evitar las críticas cada día más numerosas de diferentes partes del mundo que expresan que las Naciones Unidas tienen: "dos pesos, dos medidas" para juzgar ciertas situaciones internacionales.

Finalmente, algunas breves consideraciones al último lnforme sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que alerta sobre los riesgos que implican un crecimiento con desempleo, la exclusión de las minorías y el poder centralizado.

Las minorías obtienen sólo una pequeña parte de los "recursos", incluso en el país más rico. Si se divide a los Estados Unidos en poblaciones étnicas, la población blanca ocuparía el primer lugar en el desarrollo humano, pero la población negra ocuparía el lugar 31, y la de origen hispano, el lugar 35.

Las economías siguen creciendo pero dejan a la gente rezagada. El crecimiento sin empleo se está transformando en la norma, tanto en los países ricos como en los pobres. En los últimos 30 anos, dos tercios del crecimiento económico del mundo en desarrollo procedió de la inversión en capital y sólo un tercio del aumento de la mano de obra. Pregunta entonces el Informe: ¿quién está participando?

El poder político sigue radicado en las capitales nacionales, particularmente en el mundo en desarrollo. Como promedio, menos del 10% del gasto nacional total de los países en desarrollo se delega a las autoridades locales, en comparación con 40% que se delega en los países industrializados. Entre sus muchas recomendaciones, el Informe exhorta a que se descentralice activamente a fin de que el gobierno se aproxime más a la gente.

Como aportes a este quinto número tenemos:

El Profesor Bruno Bologna, miembro del Consejo Científico de la revista e investigador del CONICET, nos analiza el nuevo rol de la OEA ante los "nuevos" golpes de Estado latinoamericanos.

En el Departamento de Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur el diputado nacional Carlos Raimundi, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación, nos hace un análisis crítico del manejo del conflicto de las islas Malvinas por parte de nuestra cancillería.

En el Departamento de Medio Ambiente y Desarrollo, el Dr. Oscar Avalle, miembro del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación, nos aporta su experiencia del proceso de negociación multilateral sobre la temática ambiental, desde la posición argentina.

En el Departamento de Cercano y Medio Oriente, el Señor Abdelmalek Cherkaoui, Embajador de Marruecos en nuestro país, nos da su visión del mundo árabe.

En el Departamento de Europa, el Señor Rafael Pastor Ridruejo Embajador de España en Argentina, nos expuso sus ideas sobre la dimensión humana en el proceso de integración europea.

En el Departamento de América del Norte, el Señor Jesús Puente Leyva, Embajador de México en Argentina, nos destacó la importancia del NAFTA en la integración hemisférica y el Señor Peter D. Whitney, Consejero Económico de la Embajada de los Estados Unidos en nuestro país, nos describió los principales objetivos del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte.

En el Departamento de Derechos Humanos, la Dra. Vilma Savegnago, Coordinadora del Departamento, nos resaltó el rol positivo que cumple el Derecho Internacional Humanitario en los conflictos armados internacionales.

En el Departamento de Asia y el Pacífico, el Dr. Agustín Colombo Sierra, Director de la Fundación Andina, nos destacó la importancia de convertir a la región cuyana en un gran centro de proyección hacia el Pacífico.

Hasta el próximo número.

Prof. Dr. Norberto E. Consani