Las relaciones Chino - Latinoamericanas
Post - Tiananmen
Eduardo Daniel Oviedo, Licenciado en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Master en Política Internacional, Universidad de Beijing, China. Investigador Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina.
1. INTRODUCCIÓN.
Las relaciones entre China y América Latina durante el período post-Tiananmen1 están íntimamente vinculadas con las características del sistema internacional y sus alteraciones. Su comienzo coexistió con la normalización chino-soviética (18-5-1989) y la ruptura de las relaciones estratégicas con los Estados Unidos de América. La desintegración de la Unión Soviética en 1992 y la finalización de la bipolaridad regionalizó la esfera del interés nacional chino con su consecuente repercusión en las relaciones políticas y económicas hacia la región.
Durante los años posteriores a 1989 existió un crecimiento sostenido en los indicadores del intercambio comercial, pero éstos siguen siendo muy precario si se los comparan con las potencialidades de ambos mercados y sus vínculos económicos tradicionales. Este avance económico se conjuga con un alto nivel de relaciones políticas y la siempre vulnerabilidad del Estado chino, manifestado en la existencia de dos gobiernos que, desde 1949, se autodenominan representantes del pueblo chino.
Desde una visión prospectiva, la formación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) en 1995 constituyó un nuevo sujeto de derecho internacional público que ofrecer mayor viabilidad a la inserción de los países atlánticos en el Asia oriental y, dada la sumatoria de poder de sus Estados parte, puede transformar en simétricas las relaciones con China y Japón.
Por eso, el presente trabajo plantea cómo la regionalización del poder de los Estados y las modificaciones al sistema internacional alteraron las relaciones de China con la región. Asimismo, se observa el desarrollo de las relaciones políticas y económicas, con atención al caso argentino, y las nuevas y posibles relaciones entre el MERCOSUR y los países del Asia oriental.
2. LA REGIONALIZACION DEL PODER CHINO.
La desintegración de la U.R.S.S. en varios nuevos Estados eurasiáticos puso punto final al sistema bipolar de relaciones internacionales (1945-92). La pluripolaridad2 asomó como la nueva característica del sistema actual y cada «polo» persigue el objetivo de fortalecer los elementos constitutivos del poder nacional respectivo, en especial el económico. La novedad fue la transición pacífica de un sistema al otro, con lo cual se observa un cambio cualitativo en la evolución histórica de los sistemas internacionales pues hasta la bipolaridad los cambios de sistemas eran producto de grandes conflagraciones bélicas que modificaban el posicionamiento de las unidades políticas en la respectiva estructura. Por ejemplo, la guerra entre la coalición y las fuerzas napoléonicas (1814-15), la de Crimea (1853-56); la franco-prusiana (1870-71); la Primera (1914-18) y la Segunda Guerra Mundial (1939-45).
La extinción de la U.R.S.S. como sujeto de derecho internacional y la consecuente formación de la Comunidad de Estados Independientes, planteó una reestructuración del equilibrio de poderes a nivel mundial. Este cambio de sistema también afectó a la región del Asia-Pacífico, a pesar de la sensación general de no finalización de la «guerra fría» que perciben los países del área.
En la práctica de dos superpotencias (EE.UU. y U.R.S.S.) y dos potencias (China y Japón) existentes durante el sistema bipolar se pasa a una nueva estructura donde Rusia, dada su situación política y económica interna, resignó parte del activo rol soviético en el Asia-Pacífico. En el caso de China, la regionalización de su interés nacional, producto del deterioro de las estratégicas relaciones triangulares chino-soviético-estadounidenses, la obligó a promover sus vínculos con los países limítrofes y próximos, motivada por la viabilidad de reemplazar parte del rol que ocupaba la ex-U.R.S.S. en la región. Es claro que los países del sudeste asiático observan con precaución los movimientos políticos chinos y perciben la sensación de un nuevo hegemonismo regional, manifestado en el desempeño de un rol más participativo y el despliegue de una diplomacia activa. Obviamente, el gobierno de Beijing niega y cuestiona esta llamada política de «llenar los espacios vacíos» y la «teoría de la amenaza china». Sin embargo, el avance de su influencia sobre el área es notorio y con probabilidades de alterar substantivamente el equilibrio de poderes regional luego del 1º de julio de 1997, fecha establecida para comenzar el ejercicio de la soberanía sobre Hong Kong.
Si bien es cierto que China tiene intenciones hegemónicas en su «patio trasero», difícil es que tales aspiraciones -momentáneamente- sean corroboradas en América latina. De hecho perdió su influencia sobre Nicaragua luego del proceso de elecciones que llevó al poder a Violeta Chamorro.
Por el contrario, Cuba es el caso más claro de transferencia de zonas de influencias. El gobierno de Castro, ante la desintegración soviética y el bloqueo económico, buscó apoyo en China para contrarrestar la política estadounidense hacia la isla. La frecuencia de las visitas de los dirigentes cubanos, la adquisición de las producciones azucareras y la culminación del debate ideológico que habían enemistado a ambos países desde la década del sesenta son manifestacione del cambio de la política china hacia Cuba.3 Con marcadas diferencias, ya que se trata de países con sistemas sociales disímiles, Perú buscó en los últimos años el apoyo económico chino, consolidando su influencia política. A pesar de estos ejemplos, América latina se ubica fuera del «cerco interno y externo» de seguridad china delimitado por estrategas orientales;4 con lo cual no constituye una región prioritaria para su política exterior.
3. LA INFLUENCIA SISTÉMICA.
Las relaciones entre China y América latina son parte de un juego de poderes más amplio que ha perdurado desde la bipolaridad, precisamente desde el establecimiento de la República Popular China en 1949. Este modelo comprende a los Estados Unidos, los países latinoamericanos, la República Popular, Taiwán e incluso, durante el sistema bipolar, a la U.R.S.S. En el ámbito económico Hong Kong (representado por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte) se suma a estas unidades interactuantes, en especial por su rol de re-expotador de productos chinos hacia la región.
Esta estructura de facto de unidades políticas interactuantes fue afectadas por los cambios dentro del sistema bipolar (1945-92) y el actual pluripolar (1992 en adelante). Sistemas internacionales diferentes condicionan de manera distintas a las unidades, limitando o ampliando su accionar dentro del mismo en función del principio del equilibrio de poderes respectivo.
Por ejemplo, el ingreso del gobierno de Beijing como representante del Estado chino en Naciones Unidas (1971) y el entendimiento5 estratégico chino-estadounidense de 1972 estabilizó el equilibrio de poderes a nivel mundial en momento en que éste se inclinaba hacia el lado soviético. La visita del presidente Nixon y la firma del comunicado de Shanghai del 28 de febrero de 1972 ponía punto final al hostigamiento recíproco que tuvieron ambos Estados desde 1949. Este cambio estratégico de influencia mundial repercutió en las políticas exteriores de los países latinoamericanos. Perú (1971), México (1972), Argentina (1972), Guyana (1972), Jamaica (1972), Trinidad y Tobago (1974), Venezuela (1974), Brasil (1974), Surinam (1976), Barbados (1977), Ecuador (1980), Colombia (l980), Antigua y Barbados (1983), Bolivia (1983), Granada (1985), Nicaragua (1985), Uruguay (1988) sucesivamente establecieron relaciones diplomáticas con la República Popular China. Así, los Estados latinoamericanos ejecutaban un cambio estratégico en la orientación de sus políticas exteriores como consecuencia de los márgenes de «permisibilidad sistémica».
El caso del establecimiento de las relaciones diplomáticas argentino-chinas fue producto de la política exterior «pluralista» que intentó el general Alejandro Lanusse, la cual había comenzdo en el encuentro con el presidente chileno Salvador Allende en 1971, y cuyo objetivo consistía en eliminar las «fronteras ideológicas»6 establecida por su predecesor, el general Onganía.Luego de la firma del comunicado conjunto de normalización de relaciones diplomáticas en febrero de 1972 el gobierno constitucional (1973-1976) estableció relaciones diplomáticas con Vietnam, la República Democrática Alemana, Corea del Norte y normalizó sus relaciones con Cuba, política exterior conocida con el nombre de «apertura hacia el este».7 Independiente del conflicto chino-soviético al seno del bloque socialista y la división del mismo, se puede decir que el establecimiento de relaciones con China es parte de esa apertura política hacia los países comunistas, íntimamente vinculada al marco general de viabilidad que ofrecía la distensión internacional de ese entonces.
La pluripolaridad dio origen a un nuevo triángulo estratégico donde China, Estados Unidos y los países latinoamericanos son partes integrantes, sin descartar cierto grado de influencia extra-continental. Por ejemplo, Rusia retorna a su política de cooperación con Cuba pero no goza de la influencia mundial que poseía la U.R.S.S. Los países europeos, en especial los ibéricos, han renovado sus tradicionales vínculos con la región en competencia con Estados Unidos, quien aun mantiene su hegemonía sobre la misma. Por eso, si bien el sistema es pluripolar el triángulo principal está constituido por Beijing-Taipei, Washington y las capitales latinoamericanas.
El triángulo de relaciones interestatales se complementa con la existencia de dos gobiernos -el nacionalista en la isla de Taiwan y del partido comunista chino (PCCh) en la parte continental- que buscan atraer a los países latinoamericanos para consolidar la representación política del Estado y la unificación nacional, bajo cualquiera de los dos modelos vigentes. Esto genera una situación de facto de dos gobiernos autodenominados representantes del pueblo chino que debilita el accionar internacional y acrecienta la vulnerabilidad del Estado chino.
Al existir dos gobiernos, los intereses estratégicos de China en América latina toman como prioridad el reconocimiento diplomático de los países de la región; rivalidad que ha perdurado desde la fundación de la República Popular China (1949) entre el PCCh y el partido nacionalista. Dentro de este enfrentamiento político-militar, la diplomacia «elástica» taiwanesa8 se ha estabilizado en pequeños estados centroamericanos y en el Paraguay a quienes provee de inversiones y ayuda económica. Al contrario, la República Popular mantiene el reconocimiento de la mayoría de los países latinoamericanos e intenta arrebatar de la órbita taiwanesa a esos Estados que aun no mantienen relaciones diplomáticas con China. Son esos pequeños Estados los voceros taiwaneses en las organizaciones internacionales. Por ejemplo, e 1993 y 1994 las representaciones de Panamá y Nicaragua propugnaron el reingreso de Taiwan al seno de Naciones Unidas.
Luego de los sucesos del 4 de junio de 1989 muchos gobiernos evaluaron sus políticas hacia China. Como consecuencia, algunos pequeños Estados restablecieron relaciones con Taiwan orientando sus políticas exteriores con la de derechos humanos estadounidense: por ejemplo, Granada, Belice en 1989; Liberia, Nicaragua,9 Guinea Bissau, Lesotho en 1990; Letonia en 1992 y Burkina Faso en 1994.10 Ante esta ofensiva diplomática, la República Popular China, en proceso de construcción económica, no tiene capacidad competitiva para afrontar la política de inversiones taiwanesas en países que reconocen al gobierno del Kuomintang. La única opción para evitar que Estados latinoamericanos u otros países en desarrollo restablezcan relaciones con Taiwan, consiste en atraer sus exportaciones manteniendo una situación de déficit comercial, como uno de los instrumentos económicos más válidos para oponerse a la diplomacia elástica.
4. LAS RELACIONES POLÍTICAS.
Bajo esta estructura de relaciones, la estrategia política de China hacia América latina acentúa los vínculos con los tres países más importantes de subsistema político regional: Brasil, Argentina y México. Estos tres Estados hegemonizan las decisiones políticas del resto de los países del área y orientan sus relaciones con China. Como ya se expresó, los Estados centroamericanos (con excepción de Cuba, Jamaica y otros Estados-islas) y Paraguay, en América del Sur, reconocen al gobierno nacionalista de Taiwan. Sin embargo, el advenimiento de la democracia en Paraguay prevé la posibilidad de un próximo establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China.11
En otro orden de ideas, China es un exportador de armas hacia sus regiones contiguas, como el Asia del sur (Bangladesh, Irán y Pakistán) y oriental (Corea del Norte, Myammar, Filipinas, Tailandia).12 Con respecto a América latina hay probabilidades de que haya sido proveedor de Argentina luego del conflicto por la recuperación de las Islas Malvinas hasta la alineación de este país con los Estados Unidos. Además, durante la gestión Menem el intercambio se amplió hasta incluir los vínculos en materia de seguridad e inteligencia. Perú es otro supuesto comprador. También hay indicios de ventas a Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia ya que sus altos mandos militares han visitado China, siendo probable, también, la comercialización de armas soviéticas.
Dado el control de dispersión que realiza Estados Unidos no es probable que los países de la región estén importando armas chinas de alto nivel tecnológico. Un ejemplo de ello es el desmantelamiento del proyecto misil Cóndor II en Argentina y el depósito del instrumento de ratificación del Tratado de Tlaltelolco realizado por este país el 18 de enero de 1994. En el caso de Brasil, es importante mencionar el desarrollo de las relaciones de cooperación en el campo de la industria aeroespacial.
Como ya se expresó, las relaciones económicas se interrelacionan con las políticas pues China mantiene un comercio bilateral desfavorable y la formación de déficits comerciales tratando de contrarrestar las inversiones taiwanesas en la región. Un ejemplo lo constituyen los Estados que aun reconocen a Taiwan con los cuales la República Popular mantiene vínculos comerciales. Asimismo, para un país que afronta el desafío de una población de más de 1200 millones de habitantes y ante la existencia de áreas despobladas en América latina, su política aprovecha las benevolentes legislaciones locales con el objeto de ampliar la inmigración a la región, incrementando los chinos de ultramar que son considerados el «puente económico» entre China continental y el resto del mundo. Esto tiene su precedente en la influencia que ejerce a través de sus emigrados en el sudeste asiático, especialmente en Malasia y Singapur.
China apoya los distintos intentos integracionistas regionales, tanto políticos como económicos, como una fuente de concertación de políticas de los Estados latinoamericanos ante los EE.UU. Sin embargo, esto se contradice con el alto grado de hegemonía estadounidense y la implementación de políticas neo-conservadoras en la mayoría de los países de la región. A pesar de ello, toda alternativa que lleve a la formación de una oposición al «hegemonismo» americano siempre es bienvenida por el gobierno de Beijing.
La culminación del sistema «bipolar» también disminuyó el conflicto entre países con regímenes socioeconómicos diferentes, eliminando un obstáculo en el desarrollo de la interrelación. Sin embargo, dentro del nuevo oligopolio mundial, los países latinoamericanos dan relevancia a las relaciones con Estados Unidos, Europa occidental y Japón. Los vínculos económicos con China se ubican en una posición secundaria. Así, dentro de la presente corriente de formación de bloques económicos, estos Estados buscan evitar que los países desarrollados coloquen a la región fuera de sus estrategias de desarrollo económico.
Precisamente para que las políticas de «reforma» y «apertura» de países latinoamericanos obtengan éxito, sus gobiernos fortalecen las relaciones económicas con los países industrializados en búsqueda del apoyo y la ayuda de éstos para la reorganización económica de la región. Por eso, sus políticas exteriores, a la vez que mantienen los actuales niveles en sus relaciones económico-comerciales y la mutua visita de altos dirigentes y funcionarios chinos, dan prioridad a las relaciones con los países desarrollados.
Independientemente de las buenas relaciones políticas del período post-bipolar, el problema de la competitividad de los modelos de crecimiento económico es un obstáculo a superar. Por ejemplo, la «apertura al exterior» china y la «internacionalización» de la economía argentina son estimuladas por las inversiones y las nuevas tecnologías provenientes de los centros financieros e industriales internacionales, implicando cierto grado de no complementariedad. La disputa y competencia por su atracción se ha podido observar luego de la crisis financiera mexicana de principios de 1995 puesto que parte de los capitales invertidos en la región se retiraron para ser depositados en la bolsa de Shanghai y de otros Estados del Asia oriental donde los riesgos, a pesar de tratarse en algunos casos de países socialistas, son menores a los vaivenes de las economías latinoamericanas.
El intercambio de visitas de alto rango es parte integrante de la política tendiente a contrarrestar la influencia taiwanesa en la región. La visita presidencial de 1990 además de ser un hito histórico (pues fue la primera vez que un presidente chino llegó a tierras latinoamricanas expresando el grado de interconexión del actual sistema internacional), se enmarcó dentro del contexto de esta política de oposición a la diplomacia taiwanesa. El Presidente Yang Shan Kun visitó México, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. En México propuso «los cuatro principios de las relaciones entre China y América Latina»13 mientras que en Uruguay esbozó «las cinco propuestas para promover las relaciones de cooperación amistosa».14
En noviembre de 1993 el Secretario General de PCCh y actual Presidente Jiang Ze Min visitó Brasil y Cuba. El deseo de Brasil de incorporarse al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fue «comprendido» por el gobierno chino mientras que en el caso Cuba, China se opone al bloqueo estadounidense,15 constituyendo un canal de respiro económico de la isla caribeña.
En noviembre de 1994, en el marco de la APEC (Asia Pacific Economic Cooperation) se entrevistaron los Presidentes de Chile y China. Jiang Zemin agradeció el apoyo chileno a la demanda china de ingreso al GATT (hoy OMC) mientras que el mandatario chileno hizo lo mismo respecto al apoyo chino para el establecimiento del sistema de reuniones de jefes de Estados en el seno de la Asociación. El mismo mes, Qiao Shi, Presidente de la Asamblea Nacional Popular, culminó su visita a Brasil y Argentina. El Presidente del Senado argentino expresó su apoyo en el conflicto que China mantiene con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte para recobrar la soberanía de Hong Kong, al tiempo que agradeció el apoyo político en la cuestión de las islas Malvinas.16
Los frecuentes contactos con países en desarrollo le permite un mayor margen de autonomía ante las presiones de las grandes potencias. Este es el objetivo de la política multidireccional de China profundizada después de 1989. Luego de la represión de junio de ese año, algunos países latinoamericanos -especialmente Argentina- tomaron una posición distante de la política de protección de los derechos humanos en China por parte de los Estados Unidos.
En el caso argentino la problemática interna de 1989 caracterizada por la doble inestabilidad: política y económica, ocultaba los debates internos sobre la política a seguir con China. En ese marco, tanto la administración del presidente Alfonsín como la de Menem no ejercieron protesta alguna u otro tipo de presentación. El silencio ante los acontecimientos, el problema del Tíbet, los derechos humanos y demás temas, manifestaba que el principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados seguía siendo uno de los más válidos para la regulación de las relaciones bilaterales; pero más real era que, frente a la inestabilidad económica argentina era necesario seguir defendiendo el interés económico nacional y las potencialidades de comercialización con el enorme mercado chino.
Distintos fueron los casos de Brasil y México. El día 5 de junio, la cancillería de Itamaratí publicó una declaración al respecto. Posteriormente, el día 9 de julio, el presidente Sarney se reunió en la embajada del Brasil en Argentina con el enviado especial a la ceremonia de entrega del mando presidencial al doctor Menem, Sr. Qin Yuang Jing. En dicha reunión el presidente del Brasil expresaba que «los acontecimientos ocurridos en Beijing sin duda no tendrán influencia en el desarrollo de las relaciones, continuarán desarrollándose y afirmándose las ya establecidas relaciones de cooperación amistosa entre los dos estados».17 Otro caso interesante a mencionar, es que en agosto de 1991 se publicaron las Memorias de Diplomáticos chinos, las cuales comprenden un capítulo relativo a las vicisitudes que afrontaron los dos gobiernos para alcanzar el establecimiento de las relaciones diplomáticas en 1974 y la autocrítica que debió realizar el gobierno brasileño frente al «incidente de las nueve personas».18 Al caso México se le suma el carácter semi-oficial que revistió la visita del Dalai Lama, invitado por la Universidad Autónoma de Mxico a pocos días de los acontecimientos.19
La posición argentina fue distinta de la de México y Brasil, y el silencio argentino manifestaba el deseo de continuar manteniendo relaciones amistosas con el gobierno chino evitando cualquier tipo de declaraciones al respecto. Varios acontecimientos vienen en ayuda de esta premisa.
A pocos meses de los sucesos, el 13 de septiembre de 1989, el gobierno argentino aprobó el Acuerdo para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Entrando en vigor a partir de 30 de octubre de ese año. Además, como ya se expresó, en mayo de 1990 -a poco menos de un año de los acontecimientos- el presidente Yang Shang Kun visitó Argentina. El marco histórico en el cual lo hacía, le brindaba al recibimiento características particulares. Posteriormente, la prescindencia de la política estadounidense de derechos humanos se manifestó en la visita que realizó el presidente Menem a China en noviembre de 1990. Siendo el primer jefe de Estado de países occidentales que visitó China luego de los acontecimientos de 1989. En esa oportunidad se firmó el protocolo sobre el sistema de consulta política, y otros compromisos en algunas nuevas áreas como la firma de un convenio consular y otros acuerdos de índole económica y científico-tecnológica.
Otro hecho relevante fue la participación del presidente de la Comisión de Defensa del Senado, el presidente y vicepresidente de la Comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados y otras personalidades en la celebración del 40º aniversario de la liberación pacífica del Tíbet, realizada el 28 de mayo de 1990 en la embajada de China en Argentina.20 La participación oficial demostraba el reconocimiento de la dominación china sobre la región en momentos que parte de la comunidad internacional apoyaba las acciones pacíficas del Dalai Lama con el objetivo de llevar a China a una mesa de negociaciones.
Por último, la cooperación se extendió al ámbito de la seguridad e inteligencia. La primera se manifestó en el intercambio de personal entre el Buró de Seguridad Pública y la Policía Federal Argentina, especialmente en materia de adiestramiento de grupos antimotines. La segunda, con el intercambio de las más altas autoridades en materia de inteligencia. En mayo de 1991, lo hizo el subsecretario de Inteligencia, Gerardo Conte Grand; y en septiembre visitó Argentina el jefe del Buró de Informaciones del Estado Mayor General del Ejercito chino, general Xiong Guang Ka y el director general de Informaciones de la Armada, Sr. Bai Wen Rin. Obviamente, estas dos áreas se mantienen reservadas pero demuestran que la cooperación se amplió hacia otras esferas, sin poder determinar los contenidos de las mismas pero manifestando un estado de cordialidad en las relaciones.
Los hechos mencionados nos demuestran que la política exterior de Menem hacia China tuvo prescindencia de la política de sanciones de los Estados Unidos.21 Por el contrario, la opinión pública y los grupos de presión obligaron a la administración Bush a adoptar sanciones en junio de 1989, las cuales materialmente -y no formalmente- comenzaron a eliminarse a fines de 1989. Corroborado, en el presente, por el cambio en la orientación política que debió imponer el presidente Clinton que, a pesar de su oposición a la política de Bush durante la campaña electoral, reconoció públicamente el fracaso de la política de derechos humanos.22
En cuanto a las áreas prioritarias de su política exterior, China da importancia a la experiencia de Argentina, Chile y Brasil en materia de investigación antártica y los uestos que los dos primeros ocupan como miembros originarios del Sistema del Tratado Antártico. En la parte comercial, es importante mantener un conducto directo de adquisición de materias primas estratégicas; por ejemplo, granos para alimentar un país superpoblado en el caso argentino. Así, se evita las situaciones de inestabilidad del mercado internacional de cereales o la vulnerabilidad ante la dependencia económica producto de posibles embargos cerealeros u otras políticas tomadas en algunos países desarrollados (especialmente EE.UU.).
China mantiene contactos militares de alto rango con gran parte de los países de América latina. En 1991, una delegación de la fuerza aérea china visitó Chile y Perú.23 En el mismo año una delegación de la policía armada visitó Argentina y Chile. El ministro de defensa peruano, el comandante de la fuerza aérea ecuatoriana, el comandante de la marina venezolana y el comandante del ejército boliviano visitaron China. En septiembre de 1993, lo hizo una delegación presidida por el ministro del ejército brasileño. En abril de 1994, la delegación presidida por el ministro de defensa chino Chi Hao Tian visitó Brasil, Uruguay y Chile.
Por último, China tiene relaciones con partidos políticos de países que mantienen o no relaciones diplomáticas; y en el ámbito cultural, fueron 120 los estudiantes de países latinoamericanos que se perfeccionaban en China durante 1991.
5. LAS RELACIONES ECONÓMICAS.
La política china de «reforma» y «apertura al exterior» implementada desde finales de la década de 1970 reafirma la construcción económica interna; modelo esencialmente exportador que atrae inversiones y tecnologías de los países desarrollados. En los años noventa, bajo distintos niveles, medios y modelos, los países latinoamericanos ejecutan políticas similares de reforma del Estado y apertura, siendo éstas no solo al «exterior» sino también al «interior». Para la prosecución del éxito de estas políticas económicas, los Estados necesitan de las «mismas cosas»; es decir, inversiones directas y transferencia de tecnologías, conformando el carácter no complementario y competitivo de los modelos económicos. Por eso, las inversiones de ambas partes en áreas geográficamente no próximas tienen un alcance limitado.
El problema chino de la superpoblación requiere el mantenimiento permanente de contactos directos con otras economías para la provisión de las cuotas de alimentos que no pueden ser saturadas con la producción local. De la misma manera, la carencia de recursos minerales y energéticos exige una política de expansión de inversiones chinas hacia el exterior.24 El gobierno de Beijing ha invertido en Perú, en el sector minero; en Argentina, en el área pesquera; y se ha convertido en el mayor comprador de lana uruguaya, decisión política adoptada luego del establecimiento de relaciones diplomáticas en 1988, con la consecuente caída de las exportaciones de lanas argentinas hacia ese país. Por el contrario, las inversiones de países latinoamericanos en China son escasas y de poca envergadura. Dos empresas argentinas han establecido oficinas permanentes en Beijing: Siderca, proveedor caños de aceros sin costura para la industria petrolífera, e Impsa, que tradicionalmente exportar grúas para industria portuaria y busca incursionar en otros rubros (por ejemplo turbinas hidroeléctricas). «No se registran inversiones brasileñas en China.»25
Desde la década de 1970 las importaciones y exportaciones chinas de y hacia América latina han aumentado vertiginosa y constantemente. Sin embargo, el comercio actual es insignificante en función del potencial de ambas economías. China mantiene déficit en la balanza comercial con casi todos los países latinoamericanos, especialmente con Brasil donde la brecha entre la exportaciones brasileñas y las chinas alcanzó en el año 1994 a 697 millones de dólares. Por otra parte, la identidad de los modelos económicos internos de Argentina y Méico se reflejan en los intercambios, siendo precisamente estos dos países los que mantienen saldos comerciales negativos, tendiendo más al equilibrio en el caso argentino.
Brasil es el socio comercial más importante en América latina, con superávits desde el año 1985 y alcanzando mas de mil millones de dólares de exportaciones en 1994. Un 60 % de su composición están concentradas en cinco ítems: aceite de soja, minerales de hierro y sus concentrados, laminados planos, fundición de hierro y urea. Las importaciones también están concentradas, siendo el petróleo su mayor componente.26
En 1994 las exportaciones peruanas se han colocado detrás de Brasil, indicando la importancia de las relaciones de «gobierno a gobierno». La fuerte alza de las exportaciones chinas hacia Panamá han colocado a este país en el segundo puesto del comercio global desplazando a Argentina, Estado que desde hace varios años enuncia la decisión política de insertarse en el Asia-Pacífico. En 1992 y 1993, Perú y Chile habían desplazado a las exportaciones argentinas de su segundo puesto recuperándose en 1994. El caso México es distinto pues sus exportaciones han disminuido desde 1991. También es relevante el comercio bilateral con Cuba, siendo uno de los más equilibrados hasta 1992. En 1993 y 1994 la relación comercial bilateral disminuyó, con una brusca caída de las exportaciones cubanas. Con Venezuela es ínfimo mientras que con Bolivia casi no existe relación comercial.
De aquellos Estados que no mantienen relaciones diplomáticas con China es importante el volumen del comercial global con Paraguay, en América del Sur; y la exportaciones chinas hacia Panamá, en América Central, manifiestan que el pragmatismo económico del gobierno de Beijing, por lo menos en el presente, es independiente de las relaciones políticas.
IMPORTACIONES CHINAS DESDE AMÉRICA LATINA
(millones de dólares estadounidenses)
1986 |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
|
Argentina | 348 |
329 |
415 |
567 |
313 |
305 |
200 |
220 |
269 |
Bolivia | - |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
Brasil | 710 |
453 |
797 |
940 |
514 |
346 |
519 |
863 |
1059 |
Cuba | 84 |
77 |
293 |
229 |
310 |
201 |
174 |
73 |
121 |
Chile | 182 |
112 |
151 |
179 |
37 |
107 |
409 |
282 |
183 |
Colombia | 2 |
3 |
18 |
4 |
4 |
2 |
23 |
1 |
1 |
Costa Rica | - |
- |
- |
- |
- |
4 |
10 |
1 |
1 |
Ecuador | 2 |
7 |
6 |
3 |
1 |
1 |
4 |
3 |
19 |
El Salvador | - |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
Guatemala | - |
- |
14 |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
Honduras | - |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
México | 99 |
74 |
163 |
149 |
98 |
149 |
114 |
125 |
94 |
Nicaragua | - |
- |
- |
5 |
- |
- |
- |
- |
- |
Panamá | 2 |
- |
2 |
- |
- |
1 |
3 |
10 |
4 |
Paraguay | - |
7 |
- |
25 |
2 |
20 |
25 |
2 |
2 |
Perú | 82 |
84 |
212 |
182 |
86 |
294 |
310 |
249 |
384 |
Uruguay | 64 |
52 |
123 |
111 |
71 |
118 |
93 |
67 |
78 |
Venezuela | 53 |
35 |
17 |
20 |
28 |
6 |
9 |
30 |
28 |
Fuente: INTERNATIONAL MONETARY FOUND, Direction of Trade Statistics Yearbook (1986-94).
De los diecisiete países que mantienen relaciones con China, doce Estados (Cuba, México, Jamaica, Ecuador, Perú, Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Venezuela, Uruguay y Bolivia) firmaron convenios comerciales; tres (Brasil, Argentina y México) convenios de transporte marítimo; y dos (Argentina y Bolivia) acuerdos de promoción y protección de inversiones. En todos, China acreditó agregadurías comerciales. En Panamá (país que tiene estrecha alianza con Taiwan), el ministerio de Cooperación Económico-Comercial con el Exterior estableció un Centro Comercial Chino.27 En distintas áreas, con Argentina, Brasil, México y otros países se celebran periódicamente las rondas de las comisiones mixtas, ampliando los contenidos e intentando llevar a cabo una cooperación más concreta.
EXPORTACIONES CHINAS HACIA AMÉRICA LATINA
(millones de dólares estadounidenses)
1986 |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
|
Argentina | 10 |
10 |
6 |
9 |
13 |
52 |
124 |
247 |
291 |
Bolivia | 1 |
5 |
3 |
5 |
6 |
4 |
5 |
4 |
4 |
Brasil | 256 |
243 |
72 |
84 |
105 |
68 |
65 |
192 |
362 |
Cuba | 96 |
79 |
156 |
212 |
252 |
224 |
200 |
177 |
147 |
Chile | 14 |
25 |
35 |
61 |
68 |
94 |
128 |
204 |
285 |
Colombia | 3 |
6 |
2 |
3 |
3 |
5 |
13 |
24 |
47 |
Costa Rica | 1 |
1 |
2 |
2 |
5 |
3 |
5 |
9 |
20 |
Ecuador | 5 |
3 |
3 |
8 |
2 |
14 |
17 |
42 |
37 |
El Salvador | 2 |
5 |
3 |
2 |
3 |
5 |
9 |
22 |
30 |
Guatemala | 1 |
3 |
5 |
4 |
5 |
11 |
17 |
25 |
40 |
Honduras | 2 |
3 |
3 |
4 |
6 |
5 |
10 |
21 |
26 |
México | 11 |
9 |
14 |
43 |
111 |
86 |
157 |
155 |
201 |
Nicaragua | - |
- |
- |
- |
- |
1 |
1 |
2 |
2 |
Panamá | 16 |
27 |
36 |
39 |
99 |
87 |
132 |
350 |
569 |
Paraguay | 3 |
3 |
5 |
4 |
10 |
17 |
11 |
29 |
68 |
Perú | 13 |
30 |
8 |
22 |
17 |
31 |
35 |
62 |
86 |
Uruguay | 1 |
2 |
2 |
3 |
6 |
10 |
18 |
32 |
35 |
Venezuela | 2 |
14 |
20 |
5 |
13 |
33 |
59 |
65 |
48 |
Fuente: INTERNATIONAL MONETARY FOUND, Direction of Trade Statistics Yearbook (1986-94).
La re-exportación de productos de origen chino vía Hong Kong28 y la intermediación de los Estados Unidos es otro dato que interviene en la relación comercial entre América latina y China. De la composición del comercio exterior chino (ver gráficos) se observa la importancia de Hong Kong. Puesto que esta cuestión con el Reino Unido aun no está políticamente resuelta, en hipótesis el traspaso de Hong Kong a China implicaría un cambio substantivo en el comercio exterior de esta última.
PORCENTAJE DE DISTRIBUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES CHINA
(en millones de dólares estadounidenses)
1986 |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
|
PAÍSES |
40.2 |
37.0 |
36.7 |
35.9 |
35.0 |
34.8 |
35.1 |
52.2 |
51.2 |
PAÍSES |
59.7 |
63.0 |
63.1 |
62.9 |
65.3 |
65.2 |
63.6 |
47.7 |
48.8 |
HONG KONG |
31.1 |
34.8 |
38.3 |
41.4 |
42.1 |
44.6 |
43.4 |
24.0 |
26.7 |
* Incluido Hong Kong.
Fuente: Elaboración propia en base a los datos del INTERNATIONAL MONETARY FOUND, Direction of Trade Statistics Yearbook (1986-94).
En efecto, el gobierno chino ha predicado durante mucho tiempo la importancia de los países en vías de desarrollo dentro de sus relaciones externas y se calificó a sí mismo como un país del Tercer Mundo. Sin embargo, las re-exportaciones vía Hong Kong oculta la verdadera relación comercial entre China y los países desarrollados. Luego del 1º de julio de 1997, termino para la entrega de Hong Kong a China, la exclusión de esta colonia como una economía en desarrollo dentro de su comercio exterior, disminuirá drásticamente las cifras de la relación comercial con estos países, concentrándose en el mundo desarrollado.
PORCENTAJE DE DISTRIBUCIÓN DE LAS IMPORTACIONES CHINA
(en millones de dólares estadounidenses)
1986 |
1987 |
1988 |
1989 |
1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
|
PAÍSES |
66.9 |
61.3 |
55.2 |
53.7 |
50.0 |
49.2 |
46.5 |
52.5 |
55.9 |
PAÍSES |
33.0 |
37.4 |
42.0 |
42.0 |
49.9 |
50.3 |
51.5 |
46.2 |
42.6 |
HONG KONG |
12.8 |
19.5 |
21.6 |
21.2 |
29.7 |
27.2 |
41.5 |
10.1 |
8.2 |
* Incluido Hong Kong.
Fuente: Elaboración propia en base a los datos del INTERNATIONAL MONETARY FOUND, Direction of Trade Statistics Yearbook (1986-94).
6. MERCOSUR Y CHINA
El establecimiento del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) a partir el 1º de enero de 1995 presentó una alternativa de mayor cooperación con China que, por sus dimensiones, se presenta por si sólo como un mercado atractivo.
La experiencia del MERCOSUR en sus relaciones con terceras partes se remonta al Acuerdo de Cooperación Interinstitucional con las Comunidades Europeas firmado en Santiago de Chile el 29 de mayo de 1992. El Acuerdo relativo a un Consejo sobre Comercio e Inversión entre los Gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y el Gobierno de los Estados Unidos de América (4+1), firmado el 19 de junio de 1991 en la ciudad de Washington, no puede -conforme a su texto- ser considerado como una acción del MERCOSUR sino como actos aislados de sus Estados parte.
La experiencia más importante en las relaciones externas del MERCOSUR sin duda ha sido el «Acuerdo Marco Interregional de Cooperación entre la Unión Europea y el MERCOSUR» firmado en Madrid el día 15 de diciembre de 1995. Este acuerdo entre quince Estados europeos y cuatro latinoamericanos manifiesta el primer compromiso jurídico entre una organización supranacional y otra intergubernamental de integración económica reconocidas, ambas, como sujetos de derecho internacional. Estos ejemplos, sean o no colectivos, pueden aplicarse a las relaciones con las organizaciones regionales del Asia oriental y en especial al caso de sus relaciones con China.
Una primera modalidad de acercamiento hacia la región consiste en la relación entre los países miembros del MERCOSUR y las organizaciones regionales del Asia oriental. Tanto Argentina como Brasil han declarado su intención de incorporarse a las diversas organizaciones de cooperación económica. Brasil ha sido considerado parte de la región por sus tradicionales vínculos con Japón.29 Argentina ha señalado su interés por ingresar a la PECC (Pacific Economic Cooperation Conference) pero su solicitud ha sido impugnada por los países de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático).30 Sin embargo, fue invitada en carácter de observador en el Décimo Encuentro, celebrado en Kuala Lumpur entre el 22 y 24 de marzo de 1994.31 Argentina y Ecuador presentaron sus solicitudes de ingreso en carácter de observadores a la III Reunión Ministerial de la APEC, que se realizó en Seúl en noviembre de 1991, lo que no fue aceptado.32 Es precisamente el ser un país ribereño y poseer una economía con fuertes vínculos con la cuenca del Pacífico el criterio de ingreso a la APEC.33 Menos aun podemos hablar de una participación en la ASEAN.
México, Perú, Colombia y Chile son miembros de la PECC; México y Chile participan de la APEC; Chile, México y Perú son miembros de la PBEC (Pacific Basin Economic Council) al ser todos Estados ribereños. En los casos de Brasil y de Argentina se torna difícil el acceso a las organizaciones económicas regionales al no ser países pertenecientes al área, siendo vetados sus ingresos por los Estados regionales, no así por los extra-regionales que intentan dar amplitud a dichas organizaciones. En conclusión, esta modalidad de relaciones se torna difícil de implementar.
Una segunda modalidad es la relación entre el MERCOSUR y los organismos regionales mencionados. Ésta aun no ha sido implementada pero al ser el MERCOSUR un sujeto de derecho internacional público puede, y de hecho está previsto en el Protocolo de Ouro Preto de diciembre de 1994, mantener relaciones y firmar acuerdo con otras organizaciones internacionales. En este caso se debería tener estrecho contacto con la ASEAN pues es el organismo regional de mayor institucionalidad. Asimismo, al no poder participar los Estados del Atlántico per se, el MERCOSUR sería un instrumento idóneo para el logro de ese objetivo a través de acuerdos inte-regionales.
Una tercera modalidad viable es la relación entre el MERCOSUR y los Estados nacionales del Asia oriental. En este caso las relaciones, en especial con China y Japón, se tornaría más simétricas que las relaciones vis a vis, presentando un mercado más atractivo y competitivo, ampliando, de esta manera, el poder nacional de sus Estados parte. Sin embargo, el modelo Norte-Sur pueden surgir de la relación Japón-MERCOSUR. Pero también se debe mantener el vilo sobre cómo se resuelven las cuestiones de restitución de la soberanía sobre Hong Kong y Macao en 1997 y 1999 a China, respectivamente; ya que estas modificaciones cualitativas del poder nacional chino puede transformar las «simétricas» relaciones económicas actuales en nuevas relaciones Norte-Sur.
La falta de coherencia en las políticas exteriores de los Estados parte del MERCOSUR hacia el Asia oriental puede perturbar la formación de una política comercial común hacia el área. Por ejemplo, la falta de unanimidad en las relaciones con China y especialmente la situación de Taiwan. Argentina (1972), Brasil (1974) y Uruguay (1988) han reconocido al gobierno de Beijing mientras que Paraguay aun mantiene relaciones diplomáticas con el gobierno de Taipei. Evidentemente, se torna difícil coordinar una política comercial común hacia China cuando los Estados parte no se han puesto de acuerdo en cual es el gobierno representante del Estado chino. Sin embargo, Paraguay mantiene relaciones comerciales con China continental y, como ya se expresó, los vínculos entre los partidos políticos paraguayos y el PCCh hacen prever que se está gestando un acercamiento entre las partes. En este caso se vuelve necesario el mantenimiento de las relaciones de Estados a Estados pues de otra manera existirían disidencias entre los miembros del MERCOSUR.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que el actual proceso de integración llamado MERCOSUR acentúa la problemática intra-regional. Las relaciones con terceros bloques económicos, regiones o países no son evaluadas al momento, a menos que se traten de relevantes vínculos, como en los casos de las relaciones con los países miembros de la ALADI, los Estados Unidos y la Unión Europea. Las cuestiones de asimetría interna y la consolidación de las preferencias aduaneras entre los Estados parte y otros problemas generados por el estado embrionario del MERCOSUR son cuestiones primordiales que hacen a su propia existencia. Por ende, los contactos con el Asia oriental no están en su agenda de prioridades.
7. PROBLEMAS ACTUALES EN LAS RELACIONES ECONÓMICAS
En las relaciones económicas entre China y América latina se pueden mencionar los siguiente obstáculos y problemas que imposibilitan una mayor fluidez en los contactos:
1. La magnitud comercial aun es escasa, concentrándose en pocos Estados. El comercio con China ocupa aproximadamente el 1 % del comercio exterior de la región y el 2 % del comercio exterior de China. Siendo que en 1994 el 72 % se concentró en Brasil, Chile, Argentina, Perú y México;
2. Con excepción de Argentina y México, China tiene déficit en la balanza comercial con todos los países;
3. Dadas las distancias tan pronunciadas, los ciclos de transportes marítimos son demasiado largos con lo cual se realizan pocas operaciones durante el año;
4. Carencia de un estudio de mercado que describa las necesidades y costumbres en el consumo;34
5. La política económica china es de «apertura al exterior» consolidando un modelo exportador, pero tal política es unidireccional pues no se dice nada de la «apertura hacia el interior» (falta de una liberalización arancelaria, dificultades para el contacto directo entre empresarios, etc.). Este obstáculo acrecienta la re-exportación vía Hong Kong.
8. LA RELACIONES COMERCIALES: EL CASO ARGENTINO.
En 1972 el comercio bilateral alcanzaba a sólo 300.000 dólares. Un año después se elevaba a 3.690.000. En 1978, cuando comienza la reforma y apertura china, el intercambio comercial ascendió a 91.900.000 dólares. Diez años más tarde, era de 365.050.000 dólares.35 En 1983 alcanzó el saldo más importante dentro la historia del comercio bilateral: 641.520.000 dólares.
En 1989 el comercio bilateral se expande gracias al alza de las exportaciones argentinas representando el 4,25 % del total de sus exportaciones, siendo un dato positivo al desarrollo de las relaciones argentino-chinas post-Tiananmen. Sin embargo, tales exportaciones cayeron casi un 50 % en los dos años subsiguientes. En 1992 las exportaciones argentinas bajan el 50 % con relación a 1991, el intercambio disminuye y surge un hecho inédito en las relaciones bilaterales: el déficit comercial argentino.
Desde 1972 las exportaciones argentinas superaron ampliamente las chinas motivando el déficit chino en la balanza comercial que perduró dos décadas. Este problema estuvo vinculado a la composición de las exportaciones y la necesidad permanente del gobierno chino de importar granos. Sin embargo, en los años noventa, dado los altos precios en relación a los del mercado internacional se manifestó una caída en la compra de los productos tradicionales argentinos. La administración Menem se opone a la política de subsidios y el gobierno chino prefiere adquirirlos en otros mercados a un costo inferior (por ejemplo en Estados Unidos, Canadá, Australia, etc.). A la caída de las exportaciones argentinas se sumó el alza de las exportaciones chinas, beneficiadas por la política de apertura económica cuyas bases fueron fijadas en el Plan de Convertibilidad (1991). A esto se suma el mejoramiento de la calidad y los bajos costos de producción de los productos chinos que han logrado ingresar en algunos sectores de la economía argentina.
En este contexto, se inserta la visita del ministro de Economía Domingo Cavallo a la República Popular China (noviembre de 1993) cuyo objetivo fue la búsqueda de colocación de los productos argentinos en la región del Asia-Pacífico, intentando subsanar las consecuencias internas provenientes de los desequilibrios producidos en la balanza comercial. Los escasos logros alcanzados llevó al fortalecimiento de los vínculos con Taiwan, como se desprende de la reunión entre ministros de Economías celebrada en Buenos Aires en 1994. La misma puede tener dos explicaciones: una, ejercer presión para que China se decida invertir en Argentina o adquiera exportaciones argentinas; dos, al no poder invertir China en Argentina ésta última decide fortalecer sus vínculos económicos con Taiwan. Ante la insistente presión del lobby taiwanés en Buenos Aires, es probable que el ministerio de Economía y ministerio de Relaciones Exteriores argentinos, que valora el rol de China como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, interpreten en forma disímil el interés nacional -medidos en términos económicos o políticos- influyendo en la determinación de la política exterior hacia China.
La segunda visita del presidente Menem en octubre de 1995 fue motivada principalmente por la búsqueda de apertura de estos mercados a las exportaciones argentinas. Sin embargo, las cuestiones políticas no estuvieron fuera de las conversaciones. Entre ellas el apoyo chino a la cuestión Malvinas, la apertura de un consulado argentino en Shanghai y el pedido de apoyo a China y Filipinas para acceder a los procesos de integración económica y libre comercio del Asia-Pacífico. Como ha sucedido en cada una de las visitas presidenciales siempre los objetivos fueron enunciados en términos económicos disminuyendo el carácter político de los mismos.
COMERCIO BILATERAL ARGENTINO-CHINO (1972-1993)
(en millones de dólares estadounidenses)
AÑO |
EXPORTACIONES ARGENTINAS |
IMPORTACIONES ARGENTINAS |
COMERCIO GLOBAL |
SALDO COMERCIAL |
1972 |
300.0 |
300.0 |
300.0 |
|
1973 |
3410.0 |
280.0 |
3690.0 |
3130.0 |
1974 |
90500.0 |
370.0 |
90870.0 |
90130.0 |
1975 |
41280.0 |
430.0 |
41710.0 |
40850.0 |
HASTA ACA
1
976 770.0 460.0 1230.0 310.0
1977 116770.0 1200.0 117970.0 115570.0
1978 89570.0 2330.0 91900.0 87240.0
1979 271190.0 16230.0 287420.0 254760.0
1980 159680.0 30240.0 189920.0 129440.0
1981 130050.0 22850.0 152900.0 107200.0
1982 129940.0 5600.0 135540.0 124640.0
1983 638610.0 2910.0 641520.0 635700.0
1984 74849.0 6075.1 68773.9 68774.0
1985 311004.1 4339.7 315343.8 306664.4
1986 361649.7 10781.7 372431.4 350868.0
1989 407203.9 15116.4 422320.3 392087.5
1990 240970.2 12115.7 253085.9 228854.5
1991 247512.6 55393.4 302906.0 192118.8
1992 128296.1 170416.4 298712.5 -42120.3
1993 162768.3 214811.5 377579.8 -52043.2
Fuente: 1972-1983 - SHENG Jue Ren comp., Comercio exterior chino contemporáneo, Tomo II, Ed. China contemporánea, Beijing 1992, pág. 385.
1984-1993 - PRIPE 27-7-1994
9. EL PROBLEMA DE LAS MIGRACIONES.
El tema de la inmigración china hacia América Latina es un problema que preocupa a la mayoría de los consulados y secciones consulares acreditadas en Beijing y una de las políticas chinas para la promoción del comercio bilateral.
En la década del sesenta, cuando aun no se había llevado a cabo la normalización de las relaciones sino-japonesas, Zhou En Lai propuso la política de «promover las relaciones oficiales a través de las populares».36 Si bien no podemos afirmar que el gobierno chino estimule la salida de chinos al exterior, oficialmente se considera que para la ampliación y promoción de los contactos en las áreas política, comercial y cultural pueden utilizarse las leyes migratorias benevolentes de los países latinoamericanos. De esta manera, a través de las relaciones civiles, promover las oficiales a distintos niveles y grados. En este caso, es importante el rol que cumplen, dentro de su comercio exterior (especialmente con los países del sudeste asiático) los chinos de ultramar o aquellos ya nacionalizados, constituyendo factores de poder de los gobiernos locales y un «puente económico» principal entre China y el exterior.
El caso de la inmigración china hacia Argentina nos puede servir de ejemplo. Encontramos que un porcentaje de los inmigrantes utilizan a la República Argentina como «trampolín» hacia otros países, a los cuales, por problemas de visado, no pueden inmigrar en forma directa. Así, luego de permanecer escaso tiempo en este país terminan radicándose definitivamente en Estados Unidos, Japón, Australia o países de Europa occidental. Otro porcentaje -tal vez el más alto- retorna a su país de origen, donde ya dejó de ser un simple ciudadano chino convirtiéndose en un «chino de ultramar», con todos los beneficios económicos y sociales que el gobierno del PCCh les brinda. El último porcentaje lo constituyen aquellos que han apostado vivir permanentemente en Argentina o, aquellos otros que, por distintas causas, no han podido «saltar» hacia otro países o no han podido retornar a China.
Existe un lobby chino en Argentina y Brasil como en el resto de los países latinoamericanos. Incluso en el Perú han alcanzado posiciones de poder, accediendo a cargos públicos luego de las elecciones realizadas el 1 abril de 1995. En el caso argentino se manifiesta en la política migratoria que los chinos la consideran indispensable para el desarrollo de las relaciones económico-comerciales. En este orden de ideas, las demandas para inmigrar a la Argentina saturó la capacidad de acción de la sección consular de la embajada argentina en Beijing a principios de los noventa. Esto fue motivo de varias presiones diplomáticas y de demandas de círculos pro-chinos e «intermediarios» vinculados a la «exportación» de nuevos coolies. La política brasileña y mexicana al respecto es más restrictiva.
10. CONSIDERACIONES FINALES.
1. La desintegración soviética, la finalización del sistema bipolar y el origen de la pluripolaridad política o «concierto mundial» han regionalizado el interés nacional de los Estados. La formación del regionalismo o zonas económicas protegidas es una manifestación de la extensión de sus intereses económicos nacionales a sus zonas contiguas o de influencia.
En el caso de China la nueva estrategia de desarrollar las relaciones con los países limítrofes y próximos, basadas en las políticas de fomentar las «relaciones cooperativas amistosas de buena vecindad» y el «pararse en el Asia-Pacífico», manifiesta la regionalización de la esfera del interés nacional chino, reduciéndolo, especialmente, a la promoción de las relaciones con los países del Asia-Pacífico, motivada por la oportunidad de reemplazar parte del rol que ocupaba la ex-U.R.S.S. En consecuencia América latina no es una zona prioritaria para la política exterior china, ubicándose la región fuera del cerco interno y externo de seguridad de China.
2. En las relaciones chino-latinoamericanas se observa la formación de un triángulo estratégico conformado principalmente por China, Estados Unidos y los países latinoamericanos. Dada la consolidada hegemonía estadounidense en América latina, las alteraciones en las relaciones bilaterales chino-estadounidense influyen directamente en el comportamiento de los gobiernos latinoamericanos. Este triángulo se complementa con la existencia de dos gobiernos que se autodenominan representantes del Estado chino, agravando su vulnerabilidad y acrecentando los márgenes de simetría a favor de los países latinoamericanos.
3. En el marco del nuevo «oligopolio mundial» los Estados latinoamericanos dan prioridad a los tradicionales vínculos con Estados Unidos, Europa occidental y Japón; ocupando sus relaciones con China una posición secundaria. Así, dentro de la presente corriente de formación de bloques económicos, estos Estados desean evitar que los países desarrollados coloquen a la región fuera de sus estrategias de desarrollo económico y aprovechar los beneficios de un crecimiento interactivo. Además, las buenas relaciones con estos países y regiones permiten alcanzar el apoyo y la ayuda necesarios para la reorganización económica de la región, en búsqueda del éxito de sus políticas económicas de «reforma» y «apertura». Por eso, si bien mantienen un mínimo de relaciones económico-comerciales y un alto grado de interacción entre líderes y funcionarios, sus objetivos prioritarios se orientan hacia las relaciones con los países desarrollados.
4. A pesar que en la década del ochenta las relaciones chino-latinoamericas se desarrollaron favorablemente, la posición de la región dentro de la estrategia externa china en los años noventa es relativamente inferior a la mantenida dos décadas antes. A principios de los años setenta, al intentar destruir la política de aislamiento de la llamada «Nueva China», el gobierno del PCCh necesitaba obtener el reconocimiento diplomático de los países del «Tercer Mundo». Obtenido el mismo, era necesario conservar cordiales elaciones y evitar que los gobiernos de la región tomaran una posición próxima al gobierno de la República de China. Pero, en un ambiente internacional donde el gobierno popular central aún no estaba consolidado como representante del pueblo chino, era necesario mantener los reconocimientos adquiridos hasta ese entonces. Por eso, el valor estratégico, no sólo de los países de América latina sino del resto del llamado «Tercer Mundo», ocupaba un lugar relevante dentro de la estrategia exterior china.
En cambio, en el presente, cuando la política china busca incrementar su poder acentuando la variable económica a través de la «reforma y apertura al exterior», el mercado latinoamericano no se presenta tan dinámico en crecimiento como la pujante zona del Asia-Pacífico, no siendo un objetivo económico prioritario. Por eso, en términos relativos a las necesidades políticas de China en la década de los setenta, la importancia de la región decreció dentro de su estrategia externa.
5. La culminación del sistema «bipolar» disminuyó el conflicto entre países con sistemas socioeconómicos diferentes, eliminando un obstáculo en el desarrollo de las relaciones entre China y los países de la región. El incremento de las visitas oficiales, la interrelación entre el PCCh y los partidos políticos de países de la región, la eliminación de los requisitos de visado para funcionarios públicos son producto de la nueva distensión y consecuencia inmediata de la conclusión del sistema bipolar. En este nuevo marco, los países latinoamericanos mantienen mutuo apoyo y cooperación con China pues valoran su rol como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y demás organismos internacionales. Desean en éste y otros foros internacionales armonizar políticas.
6. El MERCOSUR aporta una nueva modalidad de relacionamiento al vincularse con otras organizaciones de carácter regional del Asia oriental. Puede superar los obstáculos de los Estados atlánticos para lograr el acceso a organizaciones como la APEC, la PECC y otras, las cuales han marginado a los Estados parte del MERCOSUR por su falta de inserción en la Cuenca del Pacífico y su condición de no ser Estados ribereños.
La coordinación de las políticas exteriores es un presupuesto fundamental en las relaciones externas del MERCOSUR, y en especial para su política comercial. La falta de políticas comunes hacia países como China y Japón, al compartir la hegemonía regional, pueden llevar al fracaso de la interacción. Además, se debe tener en cuenta las oportunidades para equilibrar las relaciones asimétricas actuales con la región y evitar la formación de cualquier nuevo esquema de relación Norte-Sur. En especial el caso de China cuya asimetría se profundizaría como consecuencia de los cambios cualitativos y su ascenso dentro de la estratificación internacional de Estados luego de 1997.