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10 de mayo de 1968. Las Barricadas del Mayo francés

“La insolencia es una de las mayores armas revolucionarias”
Transcurría la primavera del 68 y la icónica ciudad de París fue sede de la más grande protesta estudiantil y obrera de su historia contemporánea.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el Estado francés se enfrentaba a la reconstrucción del país y, en este sentido, el progreso económico de los 60’s se vio atravesado por una realidad socio política muy agitada, que parecía ser la antesala de
una crisis.
En 1967, el Presidente Charles de Gaulle decretó la Reforma de Seguridad Social de los trabajadores lo cual, sumado al retroceso de la actividad industrial, generó la disminución de los salarios, el crecimiento de la tasa de desempleo, y por consiguiente, la precarización laboral y el aumento de la pobreza. Al mismo tiempo, el presidente impulsó un plan que afectaba considerablemente el acceso de vastos sectores sociales a la educación universitaria. Esto afectó duramente a los jóvenes.
Apenas anunciadas las reformas, comenzó a organizarse la resistencia, que fue protagonizada por obreros industriales, sindicatos, el Partido Comunista y estudiantes secundarios y universitarios, principalmente de izquierda. Todos estos grupos actuaban bajo la influencia de movimientos como el hipismo, que rechazaba fervientemente la sociedad de consumo y, por supuesto, el sistema capitalista que se resquebrajaba.
El viernes 3 de Mayo, un grupo de estudiantes se reunió en la Plaza de la Sorbona, dentro del histórico Barrio Latino, para protestar en contra del sistema universitario.
Este episodio terminó con decenas de detenciones pero, lejos de debilitar el conflicto, estimuló la reacción de miles y miles de estudiantes que se congregaron para protestar contra las autoridades. En este caso, el resultado fue un terrible enfrentamiento con la policía cuyo punto culmine se dio el 10 de mayo. De hecho, las revueltas de esa noche pasaron a la historia como “las Barricadas del Mayo francés” que sellaron definitivamente la alianza entre obreros y estudiantes. Al día siguiente, los manifestantes convocaron a una Huelga General para el día 13. En esa jornada, sólo en la ciudad de París, se manifestaron más de doscientas mil personas, y casi nueve millones en toda Francia. El país quedó literalmente paralizado.
Frente a esta situación, y después de un mes de intensas protestas, el gabinete del primer ministro Georges Pompidou se vio obligado a abrir negociaciones con los representantes de los huelguistas. Finalmente, y en mérito de los Acuerdos de Grenelle, se estableció un aumento salarial, la reducción de la jornada de trabajo y otras concesiones. Pero lo que determinó el cese total de las protestas fue el anuncio del presidente De Gaulle para realizar elecciones anticipadas.
Estas tuvieron lugar el 23 y 30 de junio y de esta forma, se puso fin a la volátil y peligrosa situación.
A pesar de que los huelguistas nunca se habían manifestado a favor de la toma del poder ni de una insurrección abierta contra el Estado, sí lograron efectivamente comenzar a erosionarlo.
Un elemento clave para entender la convergencia de sucesos que tuvieron lugar en este período es el que se expresa a través de la gran diversidad de pintadas y carteles que vistieron las calles:

„Sois jeune et tais-toi‟: (‘Sé joven y cállate’)

rezaba, irónicamente, uno de ellos. Este pequeño, pero significativo, acto representaba una enfática y decidida interpelación a la autoridad, la desobediencia y la rebelión frente al
statu quo.

María Guadalupe Pereyra
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP