ISIS: diez años de terror
Máximo D. Alterman[1]
Transcurrían los días finales de aquel junio de 2014, en el cual, la mayoría de los medios de comunicación alrededor del mundo mostraban con asombro las impactantes imágenes que llegaban desde Mosul, la segunda ciudad iraquí más importante luego de Bagdad. En las mismas, un grupo de salvajes terroristas yihadistas irrumpían con todo a su paso, desmoronando los últimos vestigios que quedaban del ejército nacional de Irak (Levy, 2017: p 183).
Fue precisamente el 29 de junio de 2014 cuando, días después de aquel lamentable acontecimiento, aquellos terroristas que tomaron Mosul autoproclamaban la creación de un “Califato” –el primero desde la disolución del Imperio Otomano unos 90 años atrás-, bajo el liderazgo de un tal Abu Bakr al Baghdadi, quien se presentaría ante el mundo como “el imán y califa de todos los musulmanes”. Las zonas que comprendería dicho “Califato”, serían algunas partes de Siria e Irak, las cuales tomaron a costa de un derramamiento de sangre terrible guiados por una despiadada ideología con la cual justifican su accionar. De esta manera, darían nacimiento oficialmente al autodenominado “Estado Islámico de Irak y el Levante” -mayormente conocido por sus siglas en inglés correspondientes a “Islamic State of Iraq and Syria”. Hablamos de uno de los grupos terroristas más letales de la historia: ISIS.
Su brutal y rápida expansión
Tras haber declarado su “Califato” -en regiones pertenecientes a Irak y Siria-, las aspiraciones de esta organización terrorista en torno a la creación de un Califato de carácter mundial en donde regiría estrictamente la Sharia (Ley islámica), no se estancarían allí, puesto que -con el pasar de los años- la actividad terrorista de ISIS alrededor del mundo aumentaría de una forma inimaginable llegando a afectar no solo a la región conocida como Medio Oriente sino también a Europa, Asia Central y nada más ni nada menos que al continente africano, el epicentro del yihadismo al día de la fecha. Esto, en gran medida, ha sido facilitado por las diversas células o ramas que ISIS posee a lo largo y ancho del planeta. Entre ellas, podemos citar a ISWAP (Islamic State West Africa Province), ISIS-K (Estado Islámico del Gran Khorasán), ISIS-C (Estado Islámico del Cáucaso), entre otras organizaciones de índole terroristas que le han jurado lealtad al Califa de turno.
Todos estos grupos mencionados previamente han demostrado tener una gran capacidad operativa que les permite expandir la macabra ideología yihadista de ISIS mediante la perpetración de atentados terroristas en distintos países, como lo fue el caso de ISIS-K, quienes se adjudicaron uno de los ataques terroristas más letales de los últimos años.
Hablamos del atentado que tuvo lugar a principios de 2024, en el teatro “Crocus City Hall” de Moscú, Rusia, el cual dejó un saldo de 145 personas asesinadas y más de 500 heridos, tras un tiroteo masivo y la posterior explosión del recinto ubicado en la capital rusa. Lo detallado anteriormente, constituye uno de los tantos ejemplos que podrían citarse a la hora de hablar de la actividad terrorista de las filiales que ISIS tiene dispersas por el mundo. Esto, además, demuestra que la vocación holística del autodenominado “Estado Islámico” continúa agrandándose cada día, lo cual afirma aún más que ISIS lejos a quedado de ser una amenaza para la región de Medio Oriente y los países que integran dicha zona. Más bien, representa un peligro a nivel global y que, pese al esfuerzo de los distintos gobiernos locales y las coaliciones internacionales en materia de seguridad y prevención, el terrorismo yihadista esparcido por ISIS continúa siendo un fenómeno muy difícil de extinguir, al menos en el corto plazo.
La cuestión sucesoria
Por otro lado, desde su creación y a lo largo de estos diez años de vida –o muerte-, el autodenominado “Estado Islámico” ha sufrido la pérdida de, al menos, 4 líderes que supieron auto adjudicarse el título de Califa –todos estos asesinados en manos del Ejército de los Estados Unidos-. En orden cronológico, en primer lugar aconteció la muerte del primer líder de ISIS, Abu Bakr, al-Baghdadi (2019); continuando con sus sucesores: Abu Ibrahim al Hashemi al Quraishi –quien fue el Califa hasta su asesinato
en 2022-, sumado a otros dos cortos períodos al mando de Abu al Hashan al Qurashi (2022) y Abu al-Hussein al-Husseini al Qurashi (2022-2023) respectivamente; tras llegar finalmente a quien, al día de hoy, se desempeña como el quinto Califa del autodenominado “Estado Islámico”, Abu Hafs al Hashimi al-Qurashi. No obstante, hemos sido testigos de cómo, tras el asesinato de cada uno de estos respectivos líderes, ISIS ha logrado sobreponerse a la aparente dificultad que significaba un estado de acefalía, encontrando un nuevo sucesor y así nombrar –velozmente- al nuevo Califa que tomaría las riendas del grupo yihadista. Esto deja en evidencia que la controversia que podría existir acerca de un vacío de poder tras la muerte de un líder de ISIS, aparentemente no representa problema alguno para una organización terrorista de la talla del autodenominado “Estado Islámico”. Dado que, al igual que la mitológica Hidra de Lerna, cada vez que cortan una cabeza surge una nueva en su lugar. Mientras que los tentáculos de este enorme monstruo que es ISIS, al día de hoy, se mantienen más activos que nunca.
Tal como repasamos a lo largo de este breve ensayo, ya son varios los grupos terroristas que le juraron lealtad y se encuentran bajo las órdenes del nuevo “Califa de todos los musulmanes” –como se hace llamar el líder de ISIS-. Sin embargo, queda muy notorio el hecho de que esta organización yihadista no personaliza la idea de su “Califato” enfocándose en un líder en particular, sino que su ideología y objetivos se extienden mucho más allá de eso. De esta manera, lo escrito previamente deja aún más claro que, en este tipo de organizaciones terroristas, la muerte o el asesinato de un cabecilla no es un problema que los afecte demasiado, ya que siempre que cortan una cabeza surgen más en su lugar, como si de la mismísima Hidra de Lerna se tratara.
Una década de terror
Tal como afirmamos previamente, en 2024 el autodenominado “Estado Islámico”, cumplió 10 años desde su establecimiento. Y si bien, todo lo descrito previamente demuestra que –tras unos largos 10 años plagados de terror, sangre y guerra- la situación de ISIS ha cambiado y mucho debido a la enorme pérdida de territorio que supo atravesar esta organización terrorista, sumado a la larga lista de líderes que han sido asesinados en el transcurso de los años, entre otros factores que han resultado ser determinantes en un escenario sumamente complejo como lo es Siria tras la caída del régimen de Bashar al Assad y la toma del poder por parte de Abu Mohammed al-Golani -líder de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) a fines del año pasado.
Sin embargo, todos estos episodios parecen no haber sido suficientes como para haber sacudido las estanterías de un grupo yihadista de la magnitud de ISIS, puesto que este continúa manteniéndose activo en distintas partes del planeta. Lo que nos deja parados en un difícil panorama en donde, el Terrorismo –y particularmente lo que conocemos como ISIS- parece ser un fenómeno extremadamente complicado de tratar, y mucho menos de erradicar –al menos, en el corto plazo- dado que se trata de un mal con una capacidad de solidez y resiliencia lamentablemente increíble, basándose en una macabra ideología guiada por la fe, la espada y un objetivo en concreto: expandir esa yihad que tanto proclaman y por la que ya llevan luchando 10 años. Una década plagada de sangre y terror.
Bibliografía
Esparza, J.J. (2015). Historia de la Yihad. Catorce siglos de sangre en el nombre de Alá. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: El Ateneo
Levy José (2017). Terror Alerta ISIS. Una amenaza para toda América. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Planeta
Prieto Ana (2015). Todo lo que necesitas saber sobre terrorismo. 1 edición- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós.
[1] Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Maestrando en RRII en la Universidad de Belgrano.