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¿No que no? ¿Y ahora Colombia? Posconflicto

El paupérrimo y antidemocrático umbral del 13% cocinado por el gobierno Santos y aprobado por la Corte Constitucional le dio el tiro por la culata a su gobierno que, con el innecesario, demagógico y orquestado plebiscito, solo requería de 4.536.933 votos de un censo electoral vetusto donde podrían participar 34.899.945 millones de colombianos, de los cuales casi 13 millones, le siguieron el dictado a la oligarquía dividiéndose entre el SI y el NO, dentro de una apócrifa democracia, corrupta y clientelista. Igualmente líderes políticos de izquierda, hicieron fila 4 años para comprar su cajita feliz en la franquicia de las castas dominantes de la burguesía burocrática, donde la abstención no fue patrocinada. Pues crispar los ánimos polarizados aumentaría la cristalización del umbral requerido.

Pero muchos que consideramos acertado terminar negociadamente el conflicto armado con las FARC, y que éramos parte del SI, decidimos no salir a las urnas, más que por estar en contra del acuerdo, por estar asqueados de la utilización politiquera de la paz, que no busca otra cosa que imponer sobre el campo una versión actualizada del modelo neoliberal, que le conviene a santistas y uribistas, quienes comparten, un mismo linaje político. Así como el triunfalismo e ironía de las FARC y la exclusiva fiesta internacional de los dueños de la paz en Cartagena, exacerbaron el NO.

El esperado 2 de octubre, el 18,5 del electorado votó NO, ganando con un insulso 0,5%, que se asumió como si se volviera a escriturar el país al uribismo. Pero cuando los de NO (50,23 % – 6.424.385 votos), que no son todos uribistas, intensos agobiaron con su bendita frase “Santos les está entregando el país a las FARC”, fueron quienes le atribuyeron a la guerrilla la decisión política del momento, y buscan con ellos la anhelada Asamblea Nacional Constituyente, que más parecerá una expo-feria comercial.

Mientras que a los del SI (49,76 % – 6.363.989 votos), les llegó la horrible noche, desolados lloraban en las calles como norcoreanos adormecidos y estremecidos como un pueblo huérfano, que no conoce bien la condición corrupta de sus padres. Desconcertados preguntaban: ¿cómo pudieron votar el no?

Mientras vemos ojos llorosos que representan la incertidumbre sobre el futuro de Colombia, vemos otros ojos brillantes de rapaces siervos de la extrema derecha, que aplauden a quienes amnistiaron a los descuartizadores paramilitares y de clara estirpe narcotraficante en 2005, sin si quiera preguntarle a un colombiano si le parecía o no.

Pero al igual que no comprendemos los verdaderos dolores de los norcoreanos, no sabemos bien si los sentimientos son auténticos o son producto de intensiones políticas, económicas y por supuesto mediáticas, esas que pagan las cifras amainadas, que hicieron milagroso al NO, que formaron los bandos de colombianos y que por más algarabía que hagan, no suenan más que el silencioso abstencionismo histórico nacional.

Un 64% del país nihilista, incrédulo e impotente observa a la oposición esquizofrénica del descarado Uribe que pide paz, pluralismo político y justicia, cuando antes denunciaba la demora de los diálogos. Propone un gran pacto nacional, en esta patria que sigue siendo boba y desmemoriada, y que en los últimos días pareciera que tuviese varios presidentes, o mejor, varios directores de junta, siendo Santos el más tímido, ya que no tuvo de otra que convocar a todas las fuerzas políticas del país. Inclusive la guerrilla que ratificó su intensión de paz, ya le está armando patota al oportunista y guerrerista de Uribe, mientras que Maduro mandó a reforzar la militarizada frontera con Colombia, y le recuerda a Santos, que no solo tiene un compromiso con los colombianos sino con la vestida y engalanada comunidad internacional.

La despolarización requiere de los abstencionistas tradicionales para las elecciones del 2018 y así derrotar a los eternos corruptos. El mundo verá a Colombia anclarse a su estructural violencia política del siglo XX, o evolucionar pacífica y democráticamente. ¡Siglo nuevo, vida nueva!

Diana Patricia Arias Henao
Dra. en Relaciones Internacionales
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Editora de la Revista Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad
Universidad Militar Nueva Granada, Colombia