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27-29 de octubre de 1922: la marcha de Benito Mussolini sobre Roma marca el comienzo de la Italia fascista

La entrada en Roma de 40.000 miembros de las unidades fascistas a fines de octubre de 1922, marcó el comienzo de 23 años de gobierno fascista en Italia. El mismo serviría de inspiración para posteriores regímenes autoritarios, como el de Franco en España y el de Hitler en Alemania.
En Milán, Benito Mussolini creó oficialmente el movimiento fascista como una fuerza nacionalista y anti socialista en marzo de 1919. Haciendo alusión a las insignias de los magistrados romanos de la Antigüedad, llamó fascios di combattimento a sus seguidores, simbolizando así el deseo de un orden político estricto. Mediante sus discursos, el líder expresaba su rechazo y resentimiento por los términos de los Tratados de Paz que pusieron fin a la Gran Guerra y en los que no se había concedido a Italia todo lo prometido previamente por los Aliados. Haciendo referencia a una “victoria mutilada”, las tensiones sociales crecieron en todo el país y el mensaje de protesta fascista fue ganando cada vez más adeptos, sobre todo entre las clases medias y altas. Pese a no haber ganado ninguna banca en las elecciones legislativas de 1919, en 1921, fue creado el Partido Nacional Fascista y ese mismo año obtuvo 35 escaños.
En un contexto de debilitamiento de la democracia parlamentaria italiana, los próximos años estuvieron marcados políticamente por las luchas obreras y las revueltas campesinas. Fue así que los sucesivos gobiernos liberales y conservadores se mostraron impotentes ante la
conflictividad generalizada. Asimismo, la violencia fascista ejercida por medio de los grupos de choque – los Camisas Negras – fue en aumento. Ganando cada vez más apoyos, Mussolini se consideraba redentor de la burguesía y ofrecía soluciones para remediar la
pobreza y el desorden social. Cuando el Partido propuso su candidatura como Jefe de Gobierno, la reacción de los sectores socialistas y obreros no se hizo esperar y convocaron a huelgas que fracasaron debido a la agresiva respuesta de los fascistas.
Fortalecido, el 24 de octubre de 1922, Mussolini amenazó con marchar sobre Roma si el gobierno no le era entregado inmediatamente. Cuatro días después, alrededor de 40.000 fascistas salieron de diferentes partes de Italia hacia la Capital con el objetivo de exigir el
poder. Por orden de su líder y futuro “Duce”, se debía recurrir a la violencia si era necesario.
Ante esta situación, el Primer Ministro, Luigi Facta pidió al Rey Víctor Manuel III que decretara el estado de sitio en la ciudad. El rey hizo caso omiso de esta petición y, para evitar un conflicto con las tropas gubernamentales, optó por otorgarle el gobierno a Mussolini. Al día siguiente, miles de Camisas Negras realizaron un triunfante desfile por las calles de Roma: los fascistas habían llegado finalmente al poder. Esta marcha marcó el fin del sistema parlamentario y el principio del régimen fascista. Empero, el modo por el cual Mussolini accedió al poder, paradójicamente no contrariaba la entonces constitución italiana, el Statuto Albertino.
La dictadura no comenzó formalmente de manera inmediata, pero sus bases quedaron establecidas. Los fascistas fueron tomando progresivamente todos los mecanismos del poder hasta que, en 1925, Mussolini obtuvo un poder casi ilimitado. Se creó una policía
secreta y se prohibieron los partidos opositores y se suspendieron las libertades individuales. De este modo, se abrió el camino para la instalación de los totalitarismos europeos de la primera mitad del siglo XX; una oscura etapa en la historia del continente.
Juan Martín de Chazal
Colaborador de la Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP