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Desafíos y crisis estructural: un análisis sobre las elecciones presidenciales en Nigeria en 2023 por Josefina Allegretti

Artículos

Desafíos y crisis estructural:
un análisis sobre las elecciones presidenciales en Nigeria en 2023

Josefina Allegretti

Introducción

La Región del Sahel se ha caracterizado por una fuerte convulsión política que ha devenido en una reciente serie de golpes de estado. Así, en el último año y medio se sucedieron acontecimientos similares donde las fuerzas armadas derrocaron gobiernos en Mali, Chad, Guinea, Sudán y, más recientemente, Burkina Faso y Níger. A pesar de esta tendencia regional, estados como Nigeria han logrado sostener sus regímenes democráticos, aunque crezca diariamente el descontento y la desconfianza en los procesos electorales, hecho que puede ser constatado con las elecciones de febrero del presente año.

Desde el año 1999 no hay intervenciones de las fuerzas armadas en Nigeria, las cuales en el pasado han sabido tomar el poder discrecionalmente, de manera inconstitucional y sin respetar los mecanismos de representación de la voluntad popular establecidos. Pero el hecho de que desde ese momento los gobiernos hayan sido elegidos siguiendo los procedimientos establecidos por la constitución nigeriana, no implica que las elecciones en este país hayan sido transparentes. El respeto formal de los mecanismos electorales no termina de cumplirse en la práctica, por lo que la democracia entra en tela de juicio ante el hecho de que los ciudadanos saben que votar implica aceptar con resignación la posibilidad de que haya actos de fraude.

Debido a la falta de percepción de cambio en la encrucijada que supone el fraude, donde votar es un ejercicio que hace a la democracia, pero cuyos mecanismos están corrompidos, muchos ciudadanos votan con gesto de intrascendencia por saber quiénes serán los ganadores independientemente de la expresión popular en las urnas. La manipulación de los resultados de las elecciones está generando cada vez más rechazo en la población, y nunca se ha sentido tanto la tensión y el descontento ante esto como ahora (Adichie, 2023). En este sentido, al momento de la publicación de los resultados electorales, la oposición se declaró en contra de estos: “El candidato que quedó segundo en las elecciones presidenciales de Nigeria, Atiku Abubakar, denunció el jueves fraudes a gran escala y una ‘violación de la democracia’ en el escrutinio que proclamó vencedor al candidato del partido en el poder, Bola Tinubu” (La Nación, 2023).

Se tenía la esperanza de que las elecciones de este año sean diferentes y marquen un antes y un después en cuanto a la calidad de la democracia. Aunque existía una convicción de que las prácticas políticas fraudulentas cambiarían este año, aportando a la construcción de la calidad democrática, esto no fue así. Inclusive, estaban quienes consideraban que los recientes golpes de estado en la región circundante del Estado africano forzarían al oficialismo a cambiar sus prácticas electorales. Sin embargo, como vimos anteriormente, las denuncias se reiteraron tras las elecciones y las sospechas de irregularidades siguieron en boga. Además de esto, son históricos los episodios de violencia armada durante los procesos electorales, y el caso de febrero de 2023 no fue una excepción tampoco. Se han denunciado enfrentamientos armados, intimidaciones y amenazas en el día de la elección presidencial. Ante ello, la ONU realizó un llamado a la paz y expresó su preocupación por la situación en Nigeria (El Mundo, 2023).

En función de lo expuesto con anterioridad, el objetivo del presente trabajo es analizar dos ejes problemáticos claves para entender la realidad electoral de Nigeria: por un lado, las acusaciones de fraude en el último proceso electoral presidencial; y por otro lado, la violencia política y la inseguridad que atraviesan el Estado nigeriano hace tiempo.

La ausencia de transparencia y la manipulación de datos.

Las elecciones en Nigeria siguen suscitando controversias hasta el día de hoy debido a las recurrentes denuncias por irregularidades en todo el proceso. El pasado 25 de febrero del presente año se votó por el puesto de presidente y de vicepresidente, hecho que generó un fuerte debate entre la población debido a las fallas observadas al momento del conteo de votos y por la violencia ejercida durante el mismo proceso electoral.

El candidato electo fue Bola Tinubu, quien pertenece al partido gubernamental “Congreso de Todos los Progresistas” (APC, en sus siglas en inglés). Según los resultados publicados, el líder político obtuvo 8,8 millones de votos (36%) frente a 6,9 millones (29%) de su principal rival, el líder opositor Atiku Abubakar, y los 6,1 millones (25%) de Peter Obi, el nuevo actor de la oposición que tenía potencialidad de realizar una buena elección (El País, 2023). No hubo entonces necesidad de segunda vuelta por haber obtenido al menos el 25% de los votos en dos tercios de los estados el candidato ganador. A pesar de ello, muchas personas, principalmente los líderes de la oposición denunciaron que el recuento de votos no había sido transparente y solicitaron la repetición de los comicios.

La tergiversación de los resultados y acusaciones de corrupción política han abundado y se puede observar que hacia el año 2022 había “temor en las mentes de los observadores y la clase media educada de que las elecciones del próximo año puedan ir al mejor postor” (The Africa Report, 2023) lo que pone en suspenso la preocupación por la compra de votos que ocurre en el país.

Además de eso, las causas de corrupción influyeron negativamente en la economía, lo que posicionó a Nigeria en un puesto cada vez más inferior en el ranking de Transparencia Internacional. Hoy en día, es claro que la corrupción sigue siendo un problema principal de las agendas políticas nigerianas y genera gran preocupación tanto a nivel nacional como internacional (Graffigna, 2023). Es por ello que muchas personas; tanto ciudadanos, como políticos, analistas internacionales y defensores de los derechos humanos, han comenzado a encabezar la lucha por la erradicación de este mal en el proceso electoral nigeriano.

Según expresa Chimamanda Adichie (2023), una vez que cerrasen las urnas se esperaba el inicio del conteo de votos, pero a pesar de ello la autora describe:

“Si los resultados se cargaban justo después de que concluyera la votación, entonces el partido gobernante, el Congreso de Todos los Progresistas (APC), que ha estado en el poder desde 2015, no tendría oportunidad de manipulación. La tecnología redimiría la democracia nigeriana”.

A pesar de ello, la evolución del proceso electoral no fue así. Se utilizaron nuevos mecanismos tecnológicos que habían sido desarrollados por la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC, por sus siglas en inglés), los cuales incluían mejores prácticas de seguridad cibernética y procedimientos operativos estándar; además de evaluaciones de la infraestructura de TIC antes de las elecciones generales y capacitaciones al personal para garantizar el uso efectivo de estas innovaciones (IFES, 2023). Sin embargo, las alteraciones de los resultados parecen ser evidentes.

Los aspectos que hacen a la transparencia y regularidad de las elecciones entraron en estado crítico la mañana del 26 de febrero. Esto ocurrió cuando se cargaron las hojas con los resultados a la página donde la comisión encargada subía todas las actas de escrutinio y fiscalización. Por ejemplo, al comparar los resultados con las fotos tomadas por los mismos votantes se descubrieron alteraciones. Además, muchas unidades de votación cargaron los resultados de las elecciones a la Cámara y al Senado, pero no de la elección presidencial. Primeramente, el problema central estuvo en la demora de la carga de los resultados que deberían haber estado disponibles con sustancial anticipación, considerándose posible ese retiro como una herramienta del oficialismo para manipular los datos. En segundo lugar, el problema estuvo en la fidelidad de las hojas cargadas a la página, ya que las mismas se encontraban tachadas, corregidas sobre la marcha y modificadas con diferentes tintas y con resultados borrados. Esta situación no sólo hizo clara la manipulación intencional de los resultados electorales, sino que además esta mancha sobre el proceso electoral fue totalmente explícita. Ante esto, Adichie estableció “lo que es manifiestamente obvio para mí y para muchos otros: es que el proceso no estuvo en peligro por deficiencias técnicas sino por una manipulación deliberada” (Adichie, 2023).

Esto no solamente supone una falta a la transparencia y regularidad del proceso electoral, sino también fue una falta para con la población, quien esperaba el cumplimiento de una ley nigeriana sancionada el año 2022. La misma, en un proceso determinado por la INEC, dio respaldo legal a la acreditación electrónica de votantes y la transmisión electrónica de resultados. El presidente de la comisión, el profesor Mahmood Yakubu, aseguró a los nigerianos que los votos se contarían en presencia de los votantes y se registrarían en una hoja de resultados, y que una foto de la hoja firmada se cargaría de inmediato en un servidor seguro. Cuando circularon rumores de que la comisión no cumplía su palabra, Yakubu los refutó con firmeza. En un discurso en Chatham House en Londres (un lugar favorito de los políticos nigerianos para pulir la influencia), reiteró que el público podría ver «los resultados de las unidades de votación tan pronto como estén finalizados el día de las elecciones» (Ugwu, 2023).

Ante los hechos mencionados anteriormente, se pueden destacar innumerables denuncias, tanto de instituciones domésticas como internacionales, sobre los sucesos que ocurren en cada elección en Nigeria. Varios observadores, como una misión de la Unión Europea, han declarado su oposición hacia el fraude electoral y las fallas en los escrutinios. Los partidos de la oposición, junto a organizaciones de territorio que representan distintos sectores de la sociedad civil, han reclamado que se celebren nuevas elecciones y se ha establecido que, desde hace tiempo, y especialmente con este proceso electoral, se perdió la fe en esta instancia clave del ejercicio de la ciudadanía y construcción de democracia (El Mundo, 2023). La organización Human Rights Watch estableció que las elecciones “se vieron empañadas por irregularidades, violencia en las urnas y la imposibilidad de cargar los resultados electorales de las unidades de votación en tiempo real” (Europa Press, 2023).

Entre conflictos y turbulencias: la violencia electoral.

La violencia en Nigeria es un factor que año a año ha ido deteriorando las condiciones de vida de la población y llega a afectar el clima político electoral, el cual es muy polarizado y ensangrentado por la misma, específicamente por la violencia terrorista. Todo esto no constituye hechos aislados, sino que en el país se sufren niveles de inseguridad sin precedentes. Desde 2019, se registraron una gran cantidad de incidentes y ataques contra oficiales del INEC por parte de terroristas del movimiento secesionista en la zona geopolítica del Sureste, además de actividad terrorista en los estados del noreste, y vandalismo en los estados del noroeste (IFES, 2023). El número de víctimas puede traer a la luz cómo la situación parece estar empeorando cada vez más, ya que los grupos armados mataron a más de 70 civiles en el estado de Benue, otros atacantes asesinaron a 5 personas en el sudeste y continúa el éxodo de jóvenes a Occidente debido a la alarmante situación nigeriana (Torres, 2023).

Algunos de los grupos mencionados anteriormente fueron parte de los incidentes que ocurrieron en febrero y que obstaculizaron el desarrollo de las elecciones. “Nigeria es el caso más claro de deterioro creciente de la inseguridad, la tensión social interior y el aumento de la violencia política” (Mella, 2023), algo que parece continuar con el correr de los meses, a pesar de las acusaciones contra este estado de situación.

El terrorismo en este país es ejercido por grupos yihadistas como Boko Haram y el Estado Islámico. El yihadismo es una ideología que se basa en un retorno a las prácticas más puras del islam y sus seguidores hacen uso del terrorismo en nombre de una yihad, que sería una “guerra santa” preconizando a Alá. Ambos grupos, Boko Haram y el Estado Islámico, se disputan territorios en el noreste del país africano, la lucha es por el dominio de la zona en torno al lago Chad. Nigeria es un lugar donde a los habituales secuestros masivos, ataques y masacres de bandas criminales que delinquen en todo el país, se suma ahora una nueva fuente de violencia: los enfrentamientos entre ambos grupos milicianos (DW, 2023). Se ha establecido que el número de conflictos armados ha aumentado gravemente con el tiempo, generando una gran preocupación a las autoridades.

“Desde enero hasta mediados de diciembre de 2022, los grupos armados mataron a más de 10.000 personas y secuestraron a más de 5.000 en unos 3.000 incidentes ocurridos en al menos 550 de las 774 áreas de gobierno local del país” (Embajada Abierta, 2023)

Quienes más sufren la violencia de los grupos terroristas son las mujeres y niños. Los mismos sobrevivientes de estos episodios han declarado que los criminales mataban a niños que salían de la escuela y a mujeres embarazadas. “Las mujeres son las principales víctimas de Boko Haram, a menudo son usadas como arma de guerra” (ACNUR, 2021). Debido a los conflictos, los niños corren peligro de vida, también sufren el riesgo de perder sus hogares y de no poder recibir educación. En Nigeria, más de 65 mil niños han sido tratados por desnutrición aguda grave (UNICEF, 2023) “La violencia se ha intensificado en las últimas semanas, convirtiéndose en una crisis humanitaria de mucha mayor escala”, explica Manuel Fontaine, director regional de UNICEF para el oeste y el centro de África.

A pesar del esfuerzo conjunto de la fuerza militar y las autoridades, se puede observar la incapacidad de controlar el crecimiento de estos grupos radicales. No por gusto los tres candidatos a las elecciones de febrero de este año tenían al fortalecimiento de las fuerzas armadas como una de sus principales propuestas de campaña.

Cabe aclarar que todo este espectro de inseguridad se ve netamente impregnado en los procesos electorales que no escapan de la violencia, en los mismos no sólo sufren quienes asisten a votar, sino también el personal que participa del proceso para garantizar que los mecanismos electorales funcionen. Luego de las elecciones de febrero:

“se han publicado informes de violencia, de un tiroteo en una unidad de votación y de operativos políticos donde se robaron o destruyeron urnas. Algunos agentes encargados de hacer cumplir la ley parecían haberse confabulado para intimidar a los votantes; en Lagos, un policía se quedó de brazos cruzados mientras un portavoz de APC amenazaba a miembros de un grupo étnico en particular que creía que votarían por la oposición” (Adichie, 2023)

Ante estos hechos, el descontento popular es cada vez mayor y los levantamientos en las calles son consecuencia de todo ello.

El blanco de la violencia política son también las instituciones, que han sufrido ataques por parte de los criminales y otro blanco son los mismos funcionarios políticos, quienes corren peligro al participar en la vida pública. Se puede mencionar el asesinato de un candidato al Senado en el estado de Enugu como un hecho que evidencia la creciente violencia armada que sufren los políticos (Pérez, 2023).

El aumento de la inseguridad en Nigeria ha provocado el desplazamiento de miles de civiles a otras regiones. Según la ACNUR, hasta la fecha, 3.2 millones de personas han sido desplazadas por la presencia de los grupos armados y su actividad terrorista, generando una crisis de desplazamiento de gran magnitud (ACNUR, 2021). La agencia de la ONU para los Refugiados está preocupada por la violencia que impulsa a los ciudadanos a escapar a zonas como la vecina provincia de Marandi en Níger. Los refugiados, que se encuentran en situación desesperada, suelen huir de los atentados perpetrados en los estados de Sokoto y Zamfara, donde grupos de hombres armados atacaron varias localidades (ACNUR, 2020). La violencia causada por los grupos terroristas en Nigeria ha creado una crisis de gran envergadura. El impacto en la población es devastador, con pérdidas de vidas, violaciones de derechos humanos y desplazamientos masivos.

Al analizar el período previo a las elecciones de este año, se puede observar que el mismo se ha visto plagado de violencia. Como se mencionó anteriormente, varios hombres armados acabaron con la vida de un candidato a senador del Partido Laborista en el sureste del estado de Enugu, pocos días después de que presuntos rebeldes mataran a ocho policías. Algunas personas decían que no votarían por temor a represalias, mientras la comisión electoral de Nigeria había anunciado que 240 puestos de votación permanecerían cerrados por motivos de seguridad (Democracy Now, 2023). Los actos de violencia y las amenazas intimidan a los votantes y a los candidatos, coartando su libertad para ejercer sus derechos políticos y expresar sus opiniones. La violencia electoral en Nigeria se manifiesta de diversas formas, incluyendo ataques a políticos, partidos políticos y sus seguidores, así como altercados entre grupos rivales. Estos actos violentos a menudo se ven impulsados por tensiones étnicas, religiosas y políticas, así como por la competencia por el poder y los recursos.

La creciente crisis de seguridad presenta un gran desafío para el presidente electo de Nigeria, Bola Tinubu, quien llegó al poder prometiendo mejorar las vidas de las comunidades afectadas y abordar las causas profundas de la crisis al proporcionar empleos y garantizar la justicia.  Si no se aborda adecuadamente el problema de la violencia, la pérdida de confianza en el gobierno podría resultar en una desestabilización cada vez mayor, así como en un aumento de la injusticia.

Es menester destacar que la gran variedad de episodios de violencia que la población del país sufre en su día a día tienen graves consecuencias para el régimen nigeriano, debido a que todos estos hechos desafían la consolidación del poder del Estado, deterioran las condiciones de ejercicio de los derechos de los ciudadanos y ponen en jaque también la construcción de la democracia. Nigeria ha sido históricamente afectada por la violencia en diversos contextos, pero la violencia electoral en particular ha socavado el proceso democrático y ha debilitado la legitimidad de las instituciones gubernamentales.

Conclusiones

Los hechos que han ocurrido en Nigeria son un claro indicador de que, en la actualidad, el país continúa enfrentando desafíos significativos con respecto a sus procesos electorales y de que persiste una profunda desconfianza en la transparencia de las elecciones, debido al fraude y la violencia armada. La difusión del uso de la fuerza es cada vez mayor en el país y las víctimas sufren graves consecuencias debido a los ataques que ocurren diariamente. Es necesario abordar estos problemas de manera efectiva para restaurar la confianza de la población y garantizar los derechos civiles y políticos de la misma.

Bola Tinubu asumió ante un país sumido en una profunda crisis y con enormes problemas de inseguridad. Nigeria vive bajo la constante amenaza de la violencia yihadista en el noreste y de grupos de delincuentes armados en el noroeste y centro del país, donde llevan a cabo ataques y secuestros.

La violencia en Nigeria, tanto la perpetrada por grupos criminales y terroristas como la relacionada con los procesos electorales, ha creado una situación que afecta de manera significativa a la población. La presencia de grupos armados y el alto nivel de violencia que se sufre en el país hace años ha causado estragos en el país, provocando la pérdida de vidas, desplazamientos masivos y una crisis humanitaria en curso.

Además, la violencia electoral y el fraude recurrente en las elecciones han socavado aún más la estabilidad y la confianza en el régimen nigeriano, lo que ha obstaculizado la participación ciudadana y debilitado la cohesión social. Se deben tomar medidas concretas para prevenir y abordar la violencia durante las elecciones, asegurando un ambiente seguro y propicio para el ejercicio democrático. Es sumamente crucial que se fortalezcan las instituciones políticas y que se promueva una cultura de respeto, tolerancia y diálogo

Para mejorar la situación en Nigeria y poder prevenir que el uso de la violencia y el fraude se perpetúen en el futuro, resulta crucial que las autoridades nigerianas trabajen en conjunto con la comunidad internacional para abordar estas problemáticas de manera integral. Las autoridades nigerianas deben tomar medidas firmes para garantizar elecciones justas, transparentes y libres de violencia, y la comunidad internacional debe apoyar a Nigeria en sus esfuerzos por fortalecer el estado de derecho, proteger los derechos humanos y abordar las causas fundamentales de la violencia.

La superación de la violencia en Nigeria es crucial no solo para el bienestar de su población, sino también para la estabilidad y el desarrollo de toda la región de África occidental. Solo a través del compromiso y la colaboración tanto a nivel nacional como internacional se podrá construir un futuro pacífico y próspero para Nigeria, donde los derechos de todos los ciudadanos sean respetados.

Referencias bibliográficas

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