China: los efectos de la II Cumbre de la Iniciativa de la Franja y la Ruta a la luz de los 100 años de la Revolución del 4 de mayo.

Desde el 25 hasta el 27 de abril Beijing ha representado el centro del Mundo, hospedando la II Cumbre de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI), con el título “Belt and Road Cooperation: Shaping a Brighter Shared Future”.

En la cumbre participaron los representantes de más de 180  países, de los cuales 37 eran jefes de Estados. Asimismo, cabe destacar la presencia de los Premiersde Italia, Grecia, Portugal, Rusia, Arzebaijan, Austria, Chile, así como la ausencia de Francia, Alemania, Estados Unidos e India. La BRI involucra actualmente 126 países, y en particular 19 países de América Latina ya participan en la iniciativa, firmando Memorándum of Understanding (MoU) relacionados con la BRI. Muchos de estos decidieron adherir al “principio de una sola China”, dejando los lazos diplomáticos con Taiwan (República China) y reconociendo oficialmente a la República Popular China. La Cumbre ha propuesto nuevos desafíos y cambios en la articulación de los proyectos conectados con la BRI: la protección del medioambiente –en línea con el Acuerdo de París y con la Agenda 2030-, el perfeccionamiento de los procesos de financiación -para evitar la “debt-trap”- y el involucramiento de las organizaciones regionales – en consideración de las recientes críticasrecibidas por la Unión Europea, entre los más relevantes.

El megaproyecto de cooperación internacional, iniciado en el 2013 por el Presidente Xi Jinping, representa no solo una plataforma de desarrollo económico e infraestructural de China a través del reestablecimiento de las antiguas Rutas de la Seda, sino una proyección de China a nivel global, proponiendo un nuevo modelo de gobernanza global.Elnuevo patrón propone, de hecho, los valores chinos tradicionales, como el concepto de Tianxia, así como los principios de los rituales típicos del Confucianismo. Sin embargo, cabe destacar la difícil coexistencia de estos valores antiguos – así como propuestos no sólo en la práctica de la BRI sino también en los discursos del Presidente Xi y teorizados por profesores chinos como Zhao Tingyang, Qin Yaqing, Yan Xuetong, entre otros- y lo que representa hoy en día China, como evolución de la hibridación entre Oriente y Occidente.

El 4 mayo 2019 se celebraron los 100 años de la “Revolución del 4 de Mayo 1919”. Este acontecimiento nos sirve como ejemplo para entender la idiosincrasia de la actualidad china. Durante el 4 mayo 1919 más de 3000 estudiantes de 13 universidades de Beijingse reunieron en la Plaza Tian’anmen para protestar en contra de los valores tradicionales confucianos y también contra el Tratado de Versalles. En la protesta también se unieron personas de toda extracción social, desde los campesinos hasta los empleados de las fábricas y los borgueses, en muchas ciudades chinas.

El Confucianismo estaba visto como el enemigo número uno, como la causa del atraso cultural de China, como símbolo de la fuerte división social del territorio, como responsable del siglo de humiliación que  Occidente había infligido a China, como base de legitimación del poder imperial, recién terminado en el 1911. En la Universidad de Beijing era activo, entre el 1915 y el 1921, el Movimiento de Nueva Cultura que reunía los intelectuales más importantes de la época- la mayoría de los cuales tenía una formación internacional (en Japón, Estados Unidos, Europa)-escribiendo en la Revista de vanguardia Nueva Joventud (Xin Qingnian). Esta nueva generación de intelectuales había entendido que su papel no era “solo” relegado a una actividad literaria-artística, sino que estaban destinados a sacudir las conciencias de los chinos. De hecho, después de la Revolución Xinhai liderada por Sun Yat-sen, China estaba en las manos de los “Señores de la guerra”, así que los intelectuales entendieron la necesidad de una efectiva modernización de China. Por eso, empezó una gran aspiración hacia los valores occidentales, que proponían nuevos conceptos de igualdad, libertad, democracia, nacionalismo. Sin embargo, el 4 mayo del 1919 marca la definitiva desilusión de las élites intelectuales chinas hacia el Occidente, considerando que el Tratado de Versalles estableció la concesión de muchos territorios chinos a Japón, hecho de injustificable gravedad. La única “idea” extranjera destinada a penetrar en la vida de los jóvenes intelectuales chinos era el Marxismo, gracias a las explicaciones científicas que daba a las razones de atraso de China a través de la crítica al sistema capitalista-imperialista. De hecho, el Partido Comunista chino nació en el julio del 1921 por el fundador de la Revista Nueva Joventud, Chen Duxiu, y el director de la Bibliotéca de la Universidad de Beijing, Li Dazhao.

Por lo tanto, se entiende el cortocircuito que hoy en día vive China cuando se habla de valores confucianos, así como se percibe cierta desafección hacia los valores occidentales: ambos representan “croce e delizia”, una especie de “odi et amo”de las políticas chinas. En fin, la iniciativa de la Franja y la Ruta resume estos complejos lazoshacia la antigua tradición china y la modernidad occidental, y es por eso que se puede descifrar el cambio de China en su propuesta de una nueva gobernanza global: por un lado, retoma sus discursos confucianistas, aunque edulcorados por su trazado histórico e idealizados en una mirada casi descolgada de su humus cultural;por el otro, involucra a Occidente con la intención de impulsar una “nueva” perspectiva china, en un proceso de “hibridación recíproca” donde, esta vez, es Occidente el que no puede dejar de lado la presencia china.


María Francesca Staiano
Coordinadora
Centro de Estudios Chinos
IRI – UNLP