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A2022 Medio Oriente Presentación

Departamento de Medio Oriente

Presentación

Coordinador: Ignacio Rullansky
..Secretaria: Ornela Fabani
Integrantes: Cecilia Civallero
Said Chaya
Federico Fort
Leila Alcira Mohanna
Kevin Ary Levin
Maia Bornsztein
Alejandro Ostrovsky
Tamara Fernández
Rocío Ramos Vardé
Mercedes Urbonas Álvarez
Franca Ferrari
Ilan Buzny

El Anuario del Departamento de Medio Oriente del corriente período reúne aportes de miembros que recorren todos los niveles de formación. De manera transdisciplinar, el Departamento aporta avances de investigaciones en curso e intentar brindar una mirada pormenorizada a una serie de problemáticas de la más diversa índole, considerando cuestiones vincualdas a género, migrantes y refugiados, política exterior, procesos de autodeterminación nacional, cooperación e integración regional, seguridad y guerra, terrorismo, entre otros ejes. Sin mayores preámbulos, comentaré a continuación un resumen de cada aporte.

Por un lado, Alejandro Ostrovsky, estudiante avanzado de Relaciones Internacionales, analiza la centralidad de la diplomacia como insumo estratégico para el Estado de Israel, un país que lucha por conseguir el reconocimiento oficial de sus vecinos en el Medio Oriente, a la vez que navega los intereses de las grandes potencias en torno a la expectativa de neutralizar las aspiraciones nucleares de sus rivales, también regionales: eminentemente, de la República Islámica de Irán. Por otro lado, Rocío Ramos Vardé, también estudiante avanzada en la misma disciplina, recorre documentos producidos por la Organización Internacional del Trabajo y Amnistía Internacional para explorar las prácticas de soft power ejercidas por el Emirato qatarí en torno a la celebración del Mundial de la FIFA 2022. Concretamente, la autora se dedica a analizar cómo esta experiencia de soft power puede invisibilizar las prácticas de explotación laboral contra migrantes del Índico, que son contratados en condiciones de extrema precariedad.

Franca Ferrari estudia en su artículo los regímenes de sensibilidad y conmoción frente a refugiados y migrantes en razón de su origen y de los esquemas normativos de humanidad de las poblaciones receptoras de dichos flujos. La autora rastrea imágenes fotográficas producidas y distribuidas en redes y medios sobre migrantes y refugiados para evidenciar cómo la Guerra Ruso-Ucraniana ha suscitado debates en torno a la humanidad de grupos vulnerables. Sucintamente, el objetivo de este artículo es distinguir la emergencia de discursos sobre otredad cultural provocados a partir de los encuentros entre población nativa y refugiados ucranianos, en virtud de las prácticas de exclusión, rechazo y persecución que surge de los encuentros entre esas mismas poblaciones y refugiados provenientes del Medio Oriente y Asia Central.

En ocasión del 70 aniversario de la Revolución de Oficiales Libres en Egipto, Cecilia Civallero analiza genealógicamente la centralidad de este acontecimiento en el proceso de construcción de una identidad nacional y de un proyecto de institución de autodeterminación para dicho país. A lo largo de tan solo unas páginas, la autora rastrea distintos momentos en la historia de Egipto, desde su pasado bajo dominación otomana a su período de gobierno colonial. Luego, esto permite comprender la irrupción de la Revolución y sus efectos. Más aún, la autora conecta la adopción de la política tercermundista y panarabista de Nasser y las consecuencias de la Revolución con el presente del país.

Por su parte, Federico Fort presenta un artículo que continúa sus estudios de las prácticas de producción audiovisual del Estado Islámico y su relación con los procesos de identificación del grupo como un actor político. En esta oportunidad, el artículo aborda la presentación de fotografías de miembros de dicho movimiento y estudia el desdibujamiento de sus rasgos faciales a partir del blurring o blureo. El autor observa en el uso de esta técnica una estrategia comunicacional novedosa que puede interpretarse como el indicio de una transición a una etapa diferente en la historia de desarrollo del grupo.

Por su parte, la Secretaria del Departamento, Ornela Fabani, explora la continuidad de los Acuerdos de Abraham centrándose específicamente en la relación bilateral entre el Estado de Israel y Bahrein. Concretamente, el artículo indaga en los avances producidos en materia de acuerdos económicos y de seguridad durante el período y examina qué otros posibles efectos han derivado a partir del proceso de normalización de relaciones diplomáticas entre ambos países a nivel regional. Es decir, el artículo también comenta las características de los acercamientos entre el Estado de Israel con otros miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Asimismo, una novedad de esta contribución es que se analiza la profundización de dichos acuerdos a partir de la asunción de una nueva coalición de gobierno en Israel y a propósito de los desafíos de la pospandemia y de la Guerra Ruso-Ucraniana.

En mi caso, como coordinador del Departamento, mi aporte aborda la continuidad de determinadas políticas de seguridad implementadas por la nueva coalición de gobierno en el Estado de Israel. Efectivamente, me refiero a cómo la administración Bennett-Lapid sostuvo una cultura de seguridad establecida desde comienzos de nuevo milenio pese al desplazamiento de Benjamin Netanyahu en el Ejecutivo, considerado usualmente, el principal usufructuario de dichas políticas. En pocas palabras, el artículo indaga en las características del Operativo Amanecer, desplegado por Lapid y su ministro de seguridad, Benny Gantz, para dar cuenta de la solidez que presenta un ensamblaje de armas y dispositivos militares, de desarrollo tecnológico y estrategia. Brevemente, mi planteo es que ante una falta de resolución política para abordar la cuestión palestina recuperando un proceso de negociaciones efectiva, dicho ensamblaje de mecanismos de seguridad está actualmente produciendo un escenario de agotamiento en la economía de los enfrentamientos sostenidos a lo largo de las últimas dos décadas. Para cerrar, el argumento es que Israel y Hamas podrían acercar intereses comunes en virtud de dicho momento de extenuación.

Medio Oriente entre 2021 y 2022[1]

A lo largo de este período la región atravesó las vicisitudes del segundo año de la pandemia del COVID-19. La transición de 2021 a 2022 implicó, sin embargo, un progresivo camino de normalización en las condiciones sanitarias conforme las campañas de vacunación avanzaron y la pandemia fue contenida en la mayor parte de los países de Medio Oriente y Norte de África.

El segundo semestre de 2021 comenzó con una serie de novedades vinculadas al ejercicio de los ejecutivos. Por un lado, el longevo primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue finalmente desplazado del poder tras reiteradas instancias electorales en las que ningún candidato logró imponerse como líder. Las negociaciones entre Naftalí Bennett, otrora aliado de Netanyahu, con otros partidos de la oposición, consagró una coalición capaz de sucederlo.

Netanyahu gobernó el país desde 2009 y este hecho constituye, indudablemente, un hito. La coalición comprendió factores de la derecha religiosa nacionalista, el centro, la centro-izquierda, la izquierda y un partido árabe religioso. Semejante eclecticismo supuso desafíos no menores para dirigentes como Bennett y Yair Lapid, que se distribuyeron el ejercicio del ejecutivo en plazos rotativos, y para partidos que atraviesan crisis internas y con escasa experiencia en cargos ministeriales de relevancia.

Sea como sea, la coalición probó su fortaleza hasta el cierre del período y comprobó su cualidad para ejercer una política exterior unificada y sólida, recomponer los vínculos del país con la Unión Europea y Turquía, ampliar y profundizar los Acuerdos de Abraham, instalar una agenda relativamente progresiva respecto a las diversidades del país, aunque sin abordar en profundidad ni apuntar a modificar el racismo estructural que rige en Israel entre la mayoría judía y las minorías religiosas y étnicas del país.

Pese a que Naftali Bennett fuera reemplazado por Yair Lapid en forma anticipada debido a deserciones que provocaron un nuevo llamado electoral para noviembre de 2022, el mapa de alianzas se mantiene relativamente estable y las encuestas no sugieren resultados transformadores. En otras palabras, Netanyahu no cuenta actualmente con ventaja para reinstituirse en el poder y, por otro lado, por encima de sus diferencias, los miembros que aún pertenecen a la coalición reafirman compromisos.

Otra novedad significativa en este punto es la asunción de Ebrahim Raisi como presidente de Irán, hecho que significó el desplazamiento de un gobierno moderado por uno conservador, mucho más cercano a la política del Líder Supremo y más condicionado por la Guardia Revolucionaria. Son precisamente estos rasgos los que hacen actualmente de Raisi un líder incapaz de abordar la agenda del país sin la presión de los oficiales que controlan las principales empresas estatales o que administran y explotan concesiones público-privadas para extraer recursos naturales, ejecutar obra pública y proveer servicios públicos.

Al cierre del período, el país sigue afectado por una progresiva y grave crisis económica que supone un alto proceso inflacionaria y devaluatorio, un achicamiento significativo de la capacidad adquisitiva de la población y del consumo de productos de la canasta básica. Todo esto ocurre al tiempo que Irán es uno de los pocos países que apoya a Rusia en el contexto de la invasión a Ucrania.

Asimismo, durante el período, el gobierno iraní ha participado en nuevas negociaciones con el gobierno norteamericano y los líderes del G5+1 para reencauzar el acuerdo nuclear. Cabe aclarar que desde que el gobierno de Donald Trump anunció la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo, la capacidad de enriquecimiento de uranio iraní ha aumentado. Un punto que ha resultado un obstáculo para las negociaciones ha sido la inclusión de la Guardia Revolucionaria en la lista de actores responsables de actividades terroristas. Este también es un legado de la era Trump que, por cierto, el gobierno de Joe Biden mantiene. En efecto, Biden dio el visto bueno para levantar algunas de las sanciones contra Irán pero no da el brazo a torcer sobre este punto y el gobierno iraní tampoco, pues insiste en que se excluya a la entidad de dicha lista.

Al cierre del informe continúa en marcha la redacción de nuevas condiciones para restablecer el acuerdo nuclear. A pesar de los muchos obstáculos que permanecen entre las partes, la voluntad de alcanzar un acuerdo resulta un objetivo compartido. En un mundo atravesado por la guerra de Rusia-Ucrania y la crisis de consumo y en el precio de las commodities derivada de ella, ante el aumento de tensiones entre Estados Unidos y China, y considerando la continuidad de las guerras civiles en Siria, Yemen, Libia, la inestabilidad en países como Líbano e Iraq, y la irresolución del conflicto palestino-israelí, la reducción de la tensión entre Estados Unidos, sus aliados e Irán, surge como una aspiración deseable para Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea, Rusia, China e Irán.

Mientras tanto, la reconquista de territorio sirio por parte del presidente Bashar al-Assad continúa. Es más, en el mes de julio de 2021 se realizaron elecciones generales dentro de las jurisdicciones en control del gobierno nacional. Precisamente, Assad obtuvo el 95% de aprobación y fue ungido presidente por un cuarto mandato consecutivo de siete años. La transparencia y legitimidad del proceso electoral fue altamente objetada por organismos de Derechos Humanos y por gobiernos de distintos países. Es que en Siria, la violencia institucional y la agresión por parte de Damasco contra población civil sigue siendo un hecho cotidiano.

A lo largo del período se registraron enfrentamientos entre las fuerzas de Assad y sus aliados contra grupos rebeldes en Idlib y, además, ataques de al-Qaeda y de ISIS contra población civil y objetivos del gobierno. Asimismo, tanto el gobierno nacional como el propio gobierno norteamericano, ordenaron ataques contra líderes de dichas organizaciones. En este segundo caso, es decir, en lo que respecta a operativos comandados por los Estados Unidos, estos se realizaron no sólo en Siria sino también en Iraq.

Mientras tanto, la guerra civil en Yemen y en Libia continúa y aumenta la tensión entre Marruecos y Argelia que observan el Sahara Occidental y Malí como escenarios que les permitan expandir y consolidar sus influencias. El Norte de África enfrenta, además, un proceso de graves crisis de representación en Túnez. En efecto, la sostenibilidad de la democracia tunecina ve su mayor desafío desde su consagración con la Revolución de los Jazmines en 2011 y la sanción de una nueva constitución en 2014. Al cierre del informe, el presidente conservador Kais Saied ha aumentado los poderes del ejecutivo nacional a partir de un exitoso referéndum que echó por tierra la constitución revolucionaria, reemplazándola por una nueva, discutida en el mes de julio de 2022 y aprobada en agosto. Este proceso se dio no sin protestas y resistencias por parte de la oposición. Por el momento, el país aguarda un nuevo período electoral para noviembre de este año.

En Líbano, la crisis de representación política también continúa. En julio de 2021, Najib Miqati fue designado primer ministro tras las fallidas gestiones de sus antecesores Hassan Diab y Saad Hariri. Miqati asumió sin apoyo propio con apenas un par de diputados leales en la Legislatura. Contó, para asumir, con los votos de la alianza presidencial y el apoyo de los ex primeros ministros sunitas del país, incluido Saad Hariri, enemistado con el presidente Michel Aoun y sus aliados. La asunción de Miqati aportó cierta calma en un contexto económico marcado por la volatilidad, frente a una sociedad indignada por la falta de respuestas tras la explosión del puerto de Beirut en 2020, y logró conducir con éxito al país a las elecciones legislativas de abril y mayo de 2022.

Las elecciones de 2022 contaron con un ausentismo récord en el país, que se balanceó con la masiva concurrencia de los libaneses residentes en el exterior a votar a embajadas y consulados. Actualmente, más de un millón de libaneses vive en otros países, fundamentalmente en los países del Golfo Pérsico. La elección se caracterizó por el ingreso de trece candidatos «ciudadanos», independientes de las estructuras de poder clásicas en el país y sin financiamiento gubernamental, y la elección de ocho mujeres, en general de perfil reformista, en una Legislatura donde la inmensa mayoría de los 128 diputados son hombres.

Notas

[1] La redacción del Panorama de la región (2021-2022) contó con la colaboración de Said Chaya, integrante del (IRI-UNLP).