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Entre la fragmentación y la estabilidad: el dilema del gobierno israelí en tiempos de guerra

El 02 de julio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Israel habría aceptado las condiciones necesarias para alcanzar un acuerdo de 60 días que pondría en stand by la guerra en la Franja de Gaza.

El comunicado aún no fue confirmado ni por Israel ni por Hamas y, de concretarse, representaría el tercer acuerdo de alto al fuego desde los ataques del 07 de octubre 2023. Las negociaciones de los últimos meses mediadas por Estados Unidos, Egipto y Catar no lograron avanzar hacia un marco general. A excepción de la liberación del último rehén estadounidense con vida el 12 de mayo, el último acuerdo se formalizó el 19 de enero de este año.

En los últimos meses, la contraposición de intereses entre Israel y Hamas obstaculizó cualquier concreción de un cese al fuego de largo plazo. Por un lado, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sostiene como condición para finalizar la guerra la erradicación total de Hamas de Gaza – tanto en términos políticos como militares –, el exilio de sus dirigentes, el regreso de todos los secuestrados y el control de la frontera por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Por su parte, Hamas exige el fin permanente de las operaciones militares de las FDI en la Franja, el ingreso sostenido de ayuda humanitaria y la liberación de un número aún indeterminado de detenidos en Israel.

El fin del conflicto mediante un cese permanente de las hostilidades ha generado divisiones dentro de la coalición de gobierno israelí, donde el primer ministro se enfrenta a un delicado juego de equilibrios para evitar su quiebre. Los sectores que históricamente se han opuesto a cualquier forma de “rendición” y que reclaman la ampliación de las operaciones pertenecen al ala nacional-religiosa, encabezada por el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. Actualmente, los dos partidos que representan a este sector suman 13 bancas en la Knesset, en una coalición oficialista que cuenta con una mayoría de 61 sobre 120 escaños.

La coalición de gobierno se ha sostenido gracias a las sucesivas reestructuraciones impulsadas por Netanyahu, en función de las necesidades políticas de cada momento. Desde los ataques de Hamas, este líder político supo convocar aliados temporales que le permitieron alcanzar medidas concretas. Entre ellos, destacan la incorporación de Benny Gantz al gobierno de unidad nacional en octubre de 2023, quien renunció en junio de 2024 por diferencias estratégicas, y la posterior integración de Gideon Sa’ar como ministro de Relaciones Exteriores en septiembre, que lo que ayudó a evitar la disolución del gobierno tras la salida de Itamar Ben-Gvir en enero de 2025.

En un contexto de guerra en múltiples escenarios, con frentes abiertos en Gaza, Líbano, Yemen, Irán y Siria, la estrategia desplegada por el primer ministro ha alternado entre la atención a los frentes externos y las prioridades internas. La capacidad para reorganizar el tablero de su coalición le permitió mantener una estabilidad precaria, apelando a la unidad nacional ante la apertura continua de esos frentes. Además, la presión ejercida por la sociedad israelí y los partidos de oposición no generó mayores repercusiones. Figuras como Yair Lapid y Benny Gantz, carecen del poder político suficiente para impulsar una moción de disolución de la Knesset que cuente con mayoría.

En virtud de esto, el ámbito que presenta mayores dificultades para el gobierno y la coalición en el poder en Israel sigue siendo el interno, que incluyen el pedido de continuar la guerra en Gaza; las amenazas de los partidos ultraortodoxos, condicionadas al pedido de una ley que garantice la exención militar para sus estudiantes; las tensiones entre Itamar Ben-Gvir y las agencias de seguridad; el intento de despido de la Fiscal General; así como los casos de corrupción que involucran a Netanyahu y a sus asesores. Sin embargo, a pesar de que los partidos religiosos nacionalistas continúan amenazando con una salida anticipada, el último cese al fuego evidenció que Bezalel Smotrich optó por mantenerse en la coalición a cambio de concesiones, como la ampliación y legalización de asentamientos en Cisjordania, proyectando una postura más pragmática respecto de Itamar Ben-Gvir.

Todo ello, se inscribe en un escenario marcado por un renovado interés de Estados Unidos, que, tras los recientes logros en sus operaciones militares contra Irán, busca avanzar hacia una estabilización de Gaza, un objetivo compartido y promovido por sus aliados en el Golfo. En este contexto, Netanyahu se enfrenta al desafío de equilibrar las demandas internas de su coalición con las expectativas internacionales, especialmente con miras a la reunión programada con Trump en la Casa Blanca el 7 de julio próximo.

Camila Farías
Integrante
Departamento de Medio Oriente
IRI-UNLP