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El papel de la Iglesia Ortodoxa Georgiana en el surgimiento y consolidación de Sueño Georgiano

Departamento de Eurasia

Artículos

El papel de la Iglesia Ortodoxa Georgiana en el surgimiento y consolidación de Sueño Georgiano

Ignacio Hutin

Introducción

Las elecciones parlamentarias de 2012 en Georgia fueron un acontecimiento histórico porque su resultado constituyó la primera (y hasta ahora única) transferencia pacífica de poder desde la declaración de independencia moderna del país, con la disolución soviética en 1991. El gobernante Movimiento Nacional Unido (MNU), bajo el liderazgo del entonces presidente Mijeil Saakashvili, había estado en el poder durante casi nueve años, desde la Revolución de las Rosas de 2003. Sueño Georgiano (SG), el partido que reemplazó al MNU en el gobierno, había sido fundado como una alianza apenas un año antes de las elecciones por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, quien se convirtió en primer ministro.

La derrota del MNU fue algo sorpresiva (Livny, 2016). Sin embargo, puede explicarse por varios factores, entre ellos el descontento con las políticas autoritarias del gobierno (Berglund & Blauvelt, 2016), las consecuencias de la guerra ruso-georgiana de 2008 (Darchiashvili, 2018), las promesas de SG de implementar reformas sociales de gran escala (Nodia, 2020), las tendencias cada vez más iliberales y autoritarias de Saakashvili (De Waal, 2019), o la difusión de imágenes en video que mostraban a autoridades estatales torturando a prisioneros (Hale, 2014). Pero Nodia (2018) señala que una de las razones principales fue “una reacción contra sus reformas, que algunas personas percibían como una amenaza a la autenticidad de la cultura e identidad georgianas”. La Iglesia Ortodoxa Georgiana (IOG) fue uno de los actores más firmes en oponerse a las reformas prooccidentales (Boonstra, 2010; Nodia, 2020; Metreveli, 2016) y se convirtió en un apoyo relevante para SG en 2012.

Este ensayo analizará el papel desempeñado por la IOG en la derrota del MNU y en el surgimiento y consolidación de SG.

La relevancia de la IOG

Tanto en el siglo XIX, cuando Georgia formaba parte del Imperio ruso, como a mediados del siglo XX, cuando integraba la Unión Soviética, la IOG desempeñó un papel importante como uno de los componentes principales del proceso de construcción (o reconstrucción) de la identidad nacional. El otro era el idioma georgiano, estrechamente vinculado al primero, ya que su importancia y estatus “dependían en gran medida de que fuera la lengua de la Iglesia georgiana autocéfala” hasta el siglo XIX (Nodia, 2009). En ese período, para Ilia Chavchavadze, figura central del renacimiento nacional georgiano, la fórmula de la nacionalidad georgiana se componía de Patria, Lengua y, en tercer lugar, Fe.

Sin embargo, en la Georgia postsoviética, pertenecer a la IOG se convirtió en el principal marcador identitario. La religión adquirió así un papel mucho más prominente en la política, y la Iglesia pasó a ser la institución unificadora más importante en un escenario políticamente polarizado (Ibíd.), la única institución fuerte e independiente (Nodia, 2013) y con un rol especial reconocido por la Constitución de 1995. Al mismo tiempo, la Iglesia es aún hoy la organización social con mayor autoridad en Georgia, e Ilia II, el Patriarca-Catholicós, es la figura pública más confiable del país (Khakhutaishvili, 2024). La capacidad de influencia de la IOG trasciende lo espiritual no solo por su poder de movilización, sino también porque ha intervenido en debates sobre legislación estatal y política, llegando incluso a aparecer como una competidora del Estado (Dundua et al., 2017).

La IOG durante el mandato de Saakashvili

Saakashvili llegó al poder tras la Revolución de las Rosas de 2003 y la relación entre su gobierno y la IOG fue, al menos, ambigua. Las políticas de corte liberal y secular de estilo occidental impulsadas por Saakashvili generaron cierto conflicto con la Iglesia conservadora (Metreveli, 2016). Al principio, logró debilitar a actores sociales con peso que podrían haberse alineado con el Kremlin y que habían tenido mayor estatus durante el gobierno anterior de Eduard Shevardnadze, último Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, o incluso en tiempos soviéticos tardíos, incluida la IOG (Darchiashvili, 2018).

Sin embargo, el gobierno del MNU comenzó a mostrar crecientes gestos de acercamiento. El primero fue en 2006, cuando, para responder al descontento creciente dentro de la IOG, Saakashvili le concedió una exención fiscal exclusiva (Khakhutaishvili, 2024). Las protestas de 2007 y la guerra ruso-georgiana de 2008 desafiaron la popularidad del gobierno y aceleraron este proceso de acercamiento, mientras Saakashvili buscaba legitimidad. La confianza pública en la Iglesia aumentó después de la guerra y el gobierno intentó obtener su apoyo. Sin embargo, la Iglesia aún consideraba que el gobierno era “demasiado prooccidental” y desaprobó tanto la guerra como la decisión del MNU de romper relaciones con Rusia (Boonstra, 2010). En 2008 y 2009, la IOG recibió un aumento de fondos y le fueron transferidas propiedades inmobiliarias, mientras Ilia II asistía a la reasunción de Saakashvili. Esta asignación de recursos sin precedentes fortaleció a la Iglesia (Metreveli, 2016) y su influencia alcanzó un punto máximo durante este período (Khakhutaishvili, 2024).

A pesar del otorgamiento de recursos y concesiones, la relación se mantuvo tensa. Casi al final de su mandato, en 2011, el gobierno de Saakashvili permitió que otros grupos religiosos minoritarios pudieran registrarse como personas jurídicas de derecho público, una decisión que fue cuestionada por la Iglesia mediante protestas (Metreveli, 2016). Algunas de las reformas promovidas por el MNU, incluida la idea general de “liberalizar” la identidad nacional, generaron reacciones negativas por parte de círculos etnorreligiosos más conservadores, que defendían la religión como un elemento definitorio de la identidad e impedían avances en las reformas, mientras que la IOG recibía niveles de aprobación cada vez más altos (Berglund & Blauvelt, 2016).

El parentesco cultural entre Rusia y ciertos sectores georgianos, basado en la religión compartida, también implicaba que las actitudes hacia Occidente confrontaran necesariamente con el gobierno de Saakashvili. La conjunción entre “las actitudes antioccidentales y abiertamente o tácitamente prorrusas de la jerarquía eclesiástica” (Nodia, 2021) y el vínculo existente entre Moscú, la IOG —que había mediado durante la guerra de 2008—, los creyentes ortodoxos tradicionalistas y parte de los sectores anti-Saakashvili (Makarychev & Yatsyk, 2016: 112), dio lugar a una colisión aparentemente inevitable con la Iglesia, a pesar de los esfuerzos del MNU (Nodia, 2020).

Las elecciones de 2012

Incluso antes de la campaña, Ivanishvili ya se había mostrado cercano a la IOG al financiar la construcción de la iglesia más grande del país, la Catedral de la Santísima Trinidad en Tiflis (De Waal, 2019), y apoyar económicamente numerosas iglesias e iniciativas impulsadas por la IOG (Gorecki, 2020). Durante la campaña, el propio Ivanishvili —que anteriormente se había declarado ateo— apareció en entrevistas usando una cruz (Gold, 2018).

A pesar de una resolución oficial del Santo Sínodo que exigía neutralidad política, la IOG se posicionó como una fuerza antigubernamental y muchos sacerdotes persuadieron a sus feligreses para que votaran contra el MNU (Darchiashvili, 2018). Saakashvili, en efecto, temía que su deteriorada relación con la Iglesia tuviera un impacto negativo en los resultados electorales. Por ello, apenas un día después de la declaración del Santo Sínodo, el gobierno aseguró que no cuestionaría el estatus especial de la IOG ni iniciaría disputas vinculadas a propiedades (Gorecki, 2020). La reacción de las autoridades del MNU ante el creciente apoyo hacia Ivanishvili fue torpe, iniciando una persecución judicial contra el empresario y sus empresas (Hale, 2014), que incluyó despojarlo a él y a su esposa de la ciudadanía georgiana. Esta medida solo le valió una mayor simpatía pública, particularmente de parte de Ilia II (De Waal, 2019).

Aunque solo algunos altos clérigos expresaron abiertamente posturas prorrusas (Nodia, 2021), la posición general dentro de la IOG era favorable a mejorar la relación con Moscú. Este fue un tema central en las elecciones de 2012. Mientras el MNU presentaba a Ivanishvili como un títere de Vladimir Putin, SG afirmaba que Saakashvili había estado provocando deliberada e innecesariamente a Rusia, y que él era el responsable de la guerra de 2008 (Kapanadze, 2015). El programa de SG incluía la promesa de un acercamiento con Rusia, una idea muy alineada con los objetivos de la IOG (Darchiashvili, 2018). Por otro lado, SG también criticaba las reformas liberales impulsadas por el MNU (Mijalska & Kardaś, 2020), mientras que uno de los principales sectores que reaccionaba contra esas reformas y contra la construcción de una identidad georgiana más cívica que étnica era justamente la IOG (Brisku, 2018: 134).

Finalmente, en cuanto a política exterior, las posturas de la IOG eran de fuerte oposición hacia las instituciones europeas, contrarias a la integración occidental y más bien inclinadas al aislacionismo. Al mismo tiempo, el Patriarca georgiano sostenía que incluso respaldaba la orientación prooccidental del gobierno del MNU, agregando que “la Iglesia representa todo el espectro de la sociedad. Algunos clérigos aprecian el estilo de vida occidental; otros consideran que ciertos valores característicos de la sociedad occidental son inaceptables para ellos” (Brisku, 2018: 131-2). La Iglesia también se refería a “la ocupación rusa de los territorios georgianos como un problema de gran magnitud”, mientras seguía promoviendo una relación más cercana con Moscú (Nodia, 2020).

Es posible establecer un paralelismo entre este enfoque ambiguo —que formalmente respalda los objetivos proclamados de integración europea mientras rechaza ideas y valores asociados a ella— y el camino que siguió SG tras las elecciones de 2012 y 2013, y durante los primeros años de gobierno. La coalición entonces intentó adherir a políticas occidentales mientras incorporaba a grupos nativistas y conservadores, y los consideraba aliados. Muchos de estos grupos están vinculados formal o informalmente con la Iglesia (Ibíd.).

En resumen, SG ganó las elecciones de 2012 con un apoyo no oficial, “pero mal disimulado” de parte de la IOG (Silaev & Sushentsov, 2014), lo cual fue, en última instancia (y quizás paradójicamente, considerando su cierto desprecio hacia las instituciones y mecanismos de estilo occidental), una de las razones que condujeron a la única transferencia pacífica y democrática de poder en la historia de Georgia.

La consolidación de Sueño Georgiano

Tras las elecciones de 2012, Ivanishvili se convirtió en primer ministro y SG ganó las elecciones presidenciales de 2013, consolidando su poder. Ese mismo año, el 17 de mayo, un evento organizado para conmemorar el Día Internacional contra la Homofobia fue violentamente dispersado por grupos liderados por la Iglesia, que atacaron físicamente a manifestantes LGBT y dejaron 28 personas heridas. Los cuatro principales responsables fueron absueltos tras ser respaldados por la IOG (Gold, 2018). Un año más tarde, el 17 de mayo se convirtió en el “Día de la Pureza Familiar y el Respeto a los Padres”, una festividad oficial reconocida por el gobierno desde 2024 (Khakhutaishvili, 2024; Makarychev & Yatsyk, 2016: 109).

El año 2014 marcó un punto de inflexión porque, por un lado, se aumentó la financiación pública a la IOG a 25 millones de laris georgianos al año, una suma cuyo uso no está sujeto a rendición de cuentas estatal (Reisner, 2018). Pero, por otro lado, Georgia firmó el Acuerdo de Asociación y el Área de Libre Comercio Profunda y Completa (DCFTA) con la Unión Europea, e Ivanishvili presionó al Parlamento para que aprobara una ley antidiscriminación apoyada por Europa que prohibía el acoso por motivos de orientación sexual e identidad de género (Gorecki, 2020). Sin embargo, la reacción de la IOG llevó a que se introdujeran cambios significativos al proyecto original (Lebanidze & Kakabadze, 2023).

El segundo hecho relevante ocurrió en 2019, cuando, en el marco de la Asamblea Interparlamentaria de la Ortodoxia, los líderes de SG invitaron a Sergey Gavrilov, miembro del Parlamento ruso, a dirigirse al Parlamento georgiano. Esto desató protestas que fueron violentamente reprimidas (Lebanidze & Kakachia, 2023). Aunque el gobierno implementó algunas reformas después de la llamada “noche de Gavrilov”, este fue el inicio de un giro tanto en la retórica gubernamental como en la eclesiástica: la IOG fue abandonando progresivamente su (parcial) postura proeuropea, mientras SG se realineó con un discurso más conservador y antiliberal (Khakhutaishvili, 2024).

Aunque bajo SG se aceleraron los esfuerzos por promover a la IOG y estigmatizar a quienes no forman parte de ella (Berglund & Blauvelt, 2016), hay una influencia creciente de Ivanishvili sobre la Iglesia que supera los intentos previos (Khakhutaishvili, 2024). Al mismo tiempo, las autoridades han intentado deliberadamente dañar la reputación de la Iglesia, fomentando escándalos y enfrentamientos dentro de la institución, mientras mantienen la relación y protegen legalmente a miembros del clero (Chedia, 2021).

Conclusiones

La IOG ha desempeñado un papel muy relevante en los procesos de construcción nacional en Georgia, ya que el cristianismo ortodoxo se convirtió en el principal marcador identitario en el período postsoviético. Esta relevancia se tradujo en que distintos gobiernos y candidatos buscaran el apoyo del liderazgo eclesiástico para legitimarse, aprovechando la vasta y extendida red de feligreses. Saberse necesaria, combinado con los beneficios recibidos a cambio de su apoyo, incrementó el poder e influencia de la IOG hasta niveles sin precedentes. Para 2012, tras la guerra contra Rusia en la que actuó como mediadora, la Iglesia había alcanzado su punto máximo de influencia, y era previsible que su apoyo jugaría un papel fundamental en la elección del nuevo gobierno.

Al mismo tiempo, la derrota militar, ciertas actitudes cada vez más autoritarias de Saakashvili y las reformas modernizadoras de corte occidental —parte de un proceso bastante vertical— generaron tensiones y reacciones adversas de grupos conservadores, incluida, al menos parcialmente, la IOG. Ivanishvili supo capitalizar este rechazo en 2012, manteniendo al mismo tiempo una ambigüedad suficiente como para no perder (al menos en un principio) el apoyo del sector mayoritario de la población que aspiraba a la integración europea y euroatlántica.

Sin embargo, el fuerte y relevante papel de la IOG en la política y la sociedad georgianas tiene sus límites. Si los sectores de poder político se fortalecen lo suficiente como para liberarse del peso de la influencia eclesiástica, es posible que la relación deje de ser necesaria. Por otro lado, y quizás más probable, esta intensa interacción e influencia puede volverse cada vez más unilateral, al menos en el aspecto estrictamente político. Y puede ser la IOG la que deba someterse progresivamente al gobierno y adaptar su discurso a la voluntad de quien ostente el poder. Se trata de un delicado equilibrio de influencias en el que tanto las élites políticas como la Iglesia buscan obtener algo: apoyo, legitimidad, poder, estabilidad.

Esto lleva a preguntas evidentes: entre el gobierno y la IOG, ¿quién apoya a quién? ¿Quién depende de quién? ¿Quién se beneficia de quién? ¿Quién usa a quién? ¿Es necesariamente y en todo momento una relación en la que ambos ganan? La IOG fue un apoyo relevante en 2012, pero, una vez consolidada su posición, Ivanishvili tuvo que enfrentarse a este equilibrio precario, como todos los gobiernos georgianos anteriores. Un poder político en ascenso frente a una influencia constante y aparentemente perenne. Esta alianza delicada podría no durar para siempre. Aunque SG necesita el apoyo y la legitimidad que le brinda la IOG en tiempos de crisis, la Iglesia sigue siendo la única institución independiente y fuerte del país, y, por lo tanto, una Espada de Damocles que pende permanentemente sobre el poder secular de un partido político ambicioso y dominante.

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