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Medio Oriente se reconfigura ante la conducta disruptiva de Israel

El cruel y dilatado ataque de Israel sobre Gaza, así como sus frentes abiertos en Yemen, Líbano e Irán, en medio de un escenario internacional marcado por los conflictos bélicos y la carencia de un liderazgo estructurador de la gobernanza global, están afectando severamente las relaciones internacionales en Medio Oriente. A ello se suma la estrategia israelí de asesinar a líderes militares y políticos de Hamás, como ha sido el caso de Yahya Sinwar, Mohammed Deif e Ismail Haniyeh, este último en Teherán. Más recientemente, destaca el ataque israelí en territorio de Qatar sobre altas figuras de dicha organización, entre las cuales se encontraban los negociadores de las conversaciones de alto al fuego sobre la guerra en Gaza. Este último ataque tiene una especial trascendencia, si se considera que se trata de la primera incursión israelí en Qatar, un país clave en la mediación de las negociaciones de alto al fuego y sede de la mayor base militar estadounidense de la región, la base aérea de Al Udeid. Numerosos miembros de la comunidad internacional condenaron el ataque -incluido el Secretario General de las Naciones Unidas – que representa una grave violación de normas esenciales del derecho internacional.

A juicio de diversos analistas, el accionar israelí sobre Qatar estaría evidenciando una peligrosa tendencia en la región, donde Israel estaría agudizando sus ataques en el exterior con plena impunidad, en el marco de una pretendida búsqueda de lo que se ha dado en denominar como el “Gran Israel”, lo que podría involucrar la extensión de sus fronteras hasta territorios de Arabia Saudita, Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Siria. Para ello, ya no cuenta con el freno de Estados Unidos. Como nunca antes, lo que se consideraba el paraguas de seguridad auspiciado por Estados Unidos, sustentado en bases militares en el área, cooperación bilateral y suministro de armamento, estaría demostrando una completa obsolescencia y escaza coherencia con los intereses de este espacio geográfico -considerado un Complejo de Seguridad Regional, en los términos de Barry Buzan– por cuanto la cercanía con la superpotencia ya no sería garantía de seguridad, en medio de la configuración de un escenario internacional post hegemónico, marcado por la dispersión del poder y la incertidumbre estratégica.

Ante lo anterior, las autoridades políticas de la región están enfatizando en diversas instancias la urgencia de impulsar la unidad regional y la resistencia colectiva contra las estrategias geopolíticas de Israel. El ataque sobre Qatar estaría una vez más atizando la crisis en este espacio geográfico, al tiempo que impulsa una cierta unidad árabe-musulmana frente a un enemigo común, socavando al mismo tiempo los acuerdos de Abraham, celebrados con ahínco durante la primera administración de Donald Trump, el que ve alejarse su pretensión de alcanzar el Premio Nobel de la Paz. Ello, sin dejar de lado la evidente crisis que expresa el multilateralismo y la inoperancia que exhibe el sistema de seguridad colectivo de las Naciones Unidas, establecido en la Carta de San Francisco. El 29 de septiembre Donald Trump propuso un plan de 20 puntos para Gaza, que incluye el retorno de los rehenes y un discutible órgano de gestión de la Franja, presidido por Estados Unidos y con la participación de Tony Blair. El documento fue aceptado por Netanyahu, pero no contó con la participación de Hamas, movimiento que tendría que rendirse y entregar las armas. Así las cosas, es poco probable que esta iniciativa se concrete, por lo que la situación de Gaza está lejos de resolverse.

El accionar disruptivo e impune de Israel está reformulando las relaciones en Medio Oriente e impulsando la unidad regional. Aun no se aprecian atisbos de un sistema de seguridad colectivo, pero los esfuerzos por incrementar la cooperación en esta materia, a nivel intra y extrarregional, resultan cada vez más evidentes. Un recuento pormenorizado a este respecto excede las posibilidades de esta columna, pero se pueden resaltar algunos hechos relevantes. El 15 de septiembre se llevó a efecto en Doha la Cumbre Islámica-Árabe extraordinaria sobre la agresión militar israelí contra Qatar. Durante el encuentro, las declaraciones fueron rotundas en condenar el ataque israelí y manifestar su solidaridad con Qatar, al mismo tiempo que valoraron los esfuerzos de este país y Egipto para lograr un alto el fuego inmediato y completo en Gaza y aliviar el sufrimiento del pueblo palestino. Junto a ello, cabe mencionar que el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Larijani, realizó una visita a Arabia Saudita, durante la cual se abordaron diversos temas, como la cooperación económica, de defensa y regional. En el ámbito de la defensa, Larijani señaló que “Se ha acordado que estos esfuerzos se llevarán a cabo a través de grupos de trabajo que, si Dios quiere, adoptarán una estructura más organizada en el futuro”.

También es destacable el acuerdo de defensa firmado el miércoles 17 de septiembre, entre Arabia Saudita y Pakistán. Si bien las autoridades respectivas han planteado que la firma del instrumento no se trata de una respuesta a países o eventos específicos, sino de la institucionalización de una cooperación de largo plazo, lo cierto es que resulta evidente que el mencionado acuerdo fue fuertemente impulsado por el reciente ataque israelí sobre territorito de Qatar. El documento se concentra en la cooperación mutua en materia de amenazas asimétricas, defensa aérea, inteligencia y ciencia y tecnología. Como señala Xavier Villar, analista español especializado en estudios islámicos, en una reciente columna en Tehran Times (20 de septiembre de 2025), es evidente que, más allá de su carácter estrictamente bilateral, el acuerdo tiene repercusiones para la geopolítica de la región en su conjunto, en un contexto internacional determinado por la retracción de Estados Unidos como garante de seguridad, donde los países de Asia Occidental y Sur de Asia estarían dando los primeros atisbos en la construcción de una nueva arquitectura de seguridad de carácter endógeno, con una rearticulación de las alianzas internacionales. En tal sentido, es relevante señalar que Pakistán mantiene fuertes vínculos con Irán y, a diferencia de otros países islámicos, ha resistido las presiones para adoptar una postura anti iraní, lo que podría abrir el camino a una eventual cooperación tripartita en materia de seguridad.

Lo anterior se da en un contexto marcado por un cada vez mayor reconocimiento internacional de Palestina, como ha sido el caso de Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Portugal y Reino Unido, en medio de una apertura del 80º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, fuertemente concentrada en la situación de Gaza. A finales de septiembre de 2025, ya han reconocido a Palestina 157 miembros de las Naciones Unidas, de un total de 193, es decir un 81%. También ha sido relevante la dilatada condena a Israel, expresada en numerosas protestas alrededor del mundo, al igual que en su momento se llevaron a cabo manifestaciones en contra de Hitler, en la década del treinta del siglo pasado. Ante ello, Benjamin Netanyahu no ha hecho más que endurecer sus acciones contra los palestinos. Lamentablemente, la palabra genocidio ha vuelto a estar en boga en el debate internacional. En la actualidad, Israel ha pasado a configurarse como un paria internacional, un descastado de la comunidad de naciones, como lo fue el Chile de Pinochet y la Sudáfrica del Apartheid. Desde luego, en la actualidad Israel debe estar entre los países con un menor soft power a nivel global.

El accionar de este país sobre su entorno regional, al margen del derecho internacional, está rearticulando las relaciones en Medio Oriente, aislando a Israel e incrementando la cercanía entre los países islámicos. El futuro de esta cooperación en ciernes es todavía incierto, se trata de una zona donde prisma el Realismo y las políticas del poder y la disuasión, y donde aún la conducta de Estados Unidos resulta determinante, por lo que todavía queda atisbar los lineamientos que ponga en marcha el impredecible Donald Trump, así como las reacciones de los actores regionales. Alcanzar un sistema de seguridad colectivo parece poco probable, en un contexto donde priman las desconfianzas y la inestabilidad, pero es indudable que los países están acercando posiciones, apreciando a Israel como su principal amenaza y fuente de vulnerabilidades.

Jorge Riquelme
Integrante
Departamento de Seguridad Internacional y Defensa
IRI-UNLP