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Foro CELAC-CHINA: cooperación y profundización de la iniciativa china

La II Reunión Ministerial del Foro CELAC-China (FCC), realizada los días 21 y 22 de enero de 2018 en Santiago, contó con la participación de 32 delegaciones, entre los que estaban el ministro de relaciones exteriores de China Wang Yi, además de la presencia de la presidenta Michelle Bachelet. El segundo foro estableció como lema: “CELAC-China: trabajando por más desarrollo, innovación y cooperación para nuestros pueblos”.

Esta reunión, continuación de la primera realizada en Beijing el 2015, dejó un amplio abanico de temas de interés sobre los cuales se delinearán las relaciones entre la región de América Latina y el Caribe, y China. Sin lugar a duda, entre ellas está la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), el mega proyecto omnicomprensivo que se inició en 2013 como una idea del presidente Xi Jinping, y que en la actualidad ya tiene forma y fondo.

No obstante, el FCC de 2018 no significó la imposición absoluta del ideario chino a ALC, pues larga fue la discusión intra-CELAC para analizar el cuerpo del texto que China presentó a los Estados miembros antes del foro. De hecho, en una primera instancia se planteaba que el lema del evento incluyese la frase: “Un Destino Común: la Franja y la Ruta”, que finalmente no fue aprobado por la contraparte latinoamericana y caribeña, ya que implicaba tácitamente una adopción de la región hacia la política exterior china como el marco para el propio FCC, careciendo de la bidireccionalidad necesaria.

Tal discusión fue compleja, pues dentro de la propia América Latina existe gran diversidad de visiones sobre cómo abordar la relación con China, donde se puede identificar “aliados ideológicos” de China, como Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela; “socios estratégicos” como Chile; otros con resquemor de la influencia china, pero carentes del peso político para no sumarse, donde se ubican los 11 países que reconocen a Taiwán; países más conciliadores de posturas divergentes como Uruguay; y países que aunque cuentan con alta dependencia de su comercio con China, no ven con buenos ojos la consolidación de China como aliado político de la región, por la propia pérdida de influencia intrarregional que puede acarrear, postura en la que se encuentra Brasil.

Declaración Especial sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta

Esta Declaración Especial fue la salida diplomática que realizó Chile y China frente a las aprehensiones de países como Brasil, que no consentían que la Iniciativa de la Franja y la Ruta fuese incluida en la Declaración de Santiago. Se soterraban los argumentos de Brasil y México acerca de no aceptar que el FCC se convirtiera en un marco para la influencia global china, y que la cooperación entre China, y América Latina y el Caribe no se transformara en un anexo del XIII Plan Quinquenal de China, pues ello significaría una forma de cooptación bajo la interpretación brasileña y de los países que reconocen a Taiwán. Sin embargo, esta visión desconoce la gran dependencia económico-comercial que poseen muchos de esos países (incluso Brasil, que, vendiendo materias primas ha generado un fuerte proceso de desindustrialización). Este intento sería más bien, para frenar influencias en áreas políticas.

Además, existe resquemor en ciertos países sobre las implicancias ocultas que podría tener la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Mientras China postula que el BRI es un “esfuerzo concertado”, y enfatiza en que se concibe desde sus principios de política exterior en la idea de cooperación ganar-ganar y mutuo entendimiento, además sostiene que la participación es voluntaria y de carácter flexible. Pero algunos países de América Latina y el Caribe, con una legítima suspicacia, han optado por moderar el entusiasmo sobre la Iniciativa, para evitar ser luego dependientes para votaciones multilaterales, un posible giro ofensivo de China en el sistema internacional, o presiones para los 11 países que reconocen a Taiwán, dejen de tener relaciones diplomáticas con la isla, y que es sin duda, un objetivo de China en ALC.

En la Declaración Especial, China consiguió un gran logro al introducir la idea de que América Latina y el Caribe forman parte de la extensión natural de la Ruta Marítima. No deja de llamar la atención la utilización del concepto “natural”, para referirse a la Ruta Marítima y que ALC sea circunscripta a ello. Junto a esto, China también logró incluir la discursiva de que el BRI está motivada por los principios de la cooperación sobre la base de consultas en condiciones igualitarias e inclusivas; y establecer que los proyectos conjuntos se sostienen en los principios de beneficios mutuos, cooperación, apertura, inclusión, aprendizaje mutuo y ganancia compartida. Todas, ideas que China ha propugnado en su política exterior durante la presidencia de Xi Jinping.

Sin embargo, no todo fue ganancia, pues la contraparte de ALC no se vio interesada en la creación de una Secretaría General para institucionalizar el FCC, y junto a ello, no aceptó que se desarrollara una “Asociación de Cooperación Integral” y la mención a estrategias de desarrollo en el marco del BRI, como al inicio intentó posicionar en la Declaración Especial. Y entre las ganancias de ALC estuvo poder incluir a los estudios de CEPAL como acciones.

Balance

El balance que deja esta II Reunión del FCC es positivo y auspicioso. Las buenas intenciones de la I Reunión en Beijing en 2015 se reafirmaron y ampliaron en Santiago. El transcurso del FCC logró más avances de los que se esperaba, y supo proyectar la situación de incertidumbre global, para afianzar un eje birregional. Chile tomó el rol protagónico que se esperaba como anfitrión, guiando las negociaciones cuando se tensaban, y dando el respaldo a China, su socio estratégico. También Cuba tuvo una participación destacada con su postura de “aliado chino”, pero con la flexibilidad que la región necesitaba frente a algunos temas en los que supo proponer formas y fondos que generaran consenso. Claro está, China fue el jugador global, y lo demostró en la conducción de Wang Yi en el Foro, y logrando aclarar las dudas que la iniciativa BRI generaba en ciertos países.

En resumidas cuentas, la influencia china en la región no es más un tema de futuro, es un tema del presente, y no es únicamente comercial, sino que omnicomprensivo. Pero entre los desafíos que quedan y a los que poco espacio se les dio, están el pujar por un balance comercial que equilibre la asimetría estructural que actualmente rige la relación. También evitar que la gran heterogeneidad intrarregional impida tener una postura común, siendo cooptados por la claridad china, que ve en estas instancias un espacio de ganancia, más aún si la contraparte es incapaz de adoptar visiones compartidas, aunque en esta ocasión, sí hubo consenso.

Lucas Pavez Rosales
Centro de Estudios Chinos