Sobre la activación del TIAR por parte del Consejo Permanente de la OEA

Ni las más creativas películas de cine o series de televisión o de servicios de streamming hubieran imaginado lo que ahora se está viviendo en la región: muertos bien muertos y enterrados vuelven a la vida para reclamar ser tratados como vivos, más allá de lo que los zombies (tan populares en estos días) han hecho alguna vez en las pantallas (tanto grandes como pequeñas).

En el día del Maestro en nuestro país, la OEA insiste en no aprender más. El Consejo Permanente de la más importante organización regional aprobó por 12 votos (entre ellos, el de Argentina y el de la peculiar delegación venezolana), 5 abstenciones y 1 ausente (Bahamas, que tiene cosas más importantes de las cuales ocuparse en estos días) la convocatoria a los cancilleres de los países miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un instrumento de la Guerra Fría (fue firmado en 1947) impuesto por Estados Unidos y pensado para frenar el avance del comunismo en el Hemisferio y no como una válvula que permitiera el ejercicio de la fuerza ante el deterioro institucional o el abandono de la Democracia por parte de alguno de sus miembros.

Aún nada se ha resuelto. La reunión no se ha llevado a cabo. Pero el artículo que ha dado lugar a la convocatoria es el art. 6 del TIAR, el cual establece que

“Si la inviolabilidad o la integridad del territorio o la soberanía o la independencia política de cualquier Estado Americano fueren afectadas por una agresión que no sea ataque armado, o por un conflicto extra continental o intracontinental, o por cualquier otro hecho o situación que pueda poner en peligro la paz de América, el Órgano de Consulta se reunirá inmediatamente, a  fin de acordar las medidas que en caso de agresión se deben tomar en ayuda del agredido o en todo caso las que convenga tomar para la defensa común y para el mantenimiento de la paz y la seguridad del Continente.”

no puede menos que dejarnos atónitos. ¿Se dejó pasar la agresión británica con motivo del Conflicto en el Atlántico Sur y se convoca a esta reunión por la virulencia de la situación doméstica venezolana? ¿Es asimilable el giro autoritario del régimen chavista a los atentados del 11 de setiembre? ¿Cuál sería el Estado agredido y cuál el agresor?

A las improbables afirmaciones derivadas de estas preguntas, cabe agregar algunos datos adicionales. Denunciaron el TIAR Bolivia, Cuba, Ecuador, México, Nicaragua y la misma Venezuela, y es parte de la discusión doctrinaria del Derecho Internacional el hecho de que quizás el TIAR ha caído en desuetudo. Pero estas advocaciones de la OEA le han devuelto la vida. Esta no “tan” bella Durmiente será la estrella en los próximos debates por parte de nuestras Cancillerías.

Podrían decir que estamos exagerando… Que el instrumento en cuestión prevé la aplicación de medidas pacíficas, pero el simple coqueteo con la aplicación de la fuerza armada (esas medidas pacíficas son alternativas o previas al uso de la fuerza armada) da derecho a que se enciendan todas y cada una de las luces de alarma. Por otro lado, el TIAR fue pensado como un tratado destinado a prevenir y reprimir las amenazas y los actos de agresión contra cualquiera de los países de América, y tan así es que tras la adopción de la decisión, el Consejo Permanente de la OEA lo comunicó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Lejos estamos de avalar la deriva autoritaria de quienes han tomado de rehenes al pueblo venezolano estos últimos años. Pero cada problema tiene que ser solucionado con los instrumentos adecuados, y en este caso deberían ser los venezolanos quienes echen mano de las herramientas apropiadas para salir de este atolladero, con ayuda de la Comunidad Internacional, claro está. Parece obvio siquiera mencionarlo, pero es pertinente señalar que si uno sólo tiene un martillo, todos los problemas asemejarán a clavos. Y ya sabemos qué ha pasado a lo largo de la historia de nuestra Patria Grande cuando se justificó la intervención armada para el cambio de regímenes.

Juan Alberto Rial
Coordinador
Departamento de Seguridad Internacional y Defensa
IRI – UNLP