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1° de enero de 1912: Se Proclama la República China tras la caída de la dinastía Qing

En octubre de 1911, se produjo una revuelta en la ciudad china de Wuchang, lo cual desencadenó la secesión de casi todas las provincias que se declararon independientes del poder imperial de la dinastía Qing. Meses después, los manifestantes llegaron a Nankín y, el 1º de enero de 1912, fundaron la República China. Gracias a una serie casi interminable de negociaciones, el emperador abdicó y se evitaron los levantamientos campesinos y la intervención extranjera. Yuan Shikai asumió como primer presidente.
La nueva era republicana se inició con un cambio importante en el sistema de vida, ya que se promulgó una Constitución con elecciones parlamentarias y presidenciales.
Los primeros pasos de la nueva república fueron difíciles. Sin embargo, se crearon las primeras asambleas provinciales y el Parlamento nacional, en el que había mayoría del partido Kuomitang (Nacionalista).
En poco tiempo, el nuevo presidente – de origen militar – entendió que las discusiones del parlamento demorarían su gestión y concluyó que la única forma de gobernar China era a través de una reafirmación de la autocracia. Inició la persecución de sus opositores y la limitación de las libertades públicas. En 1913, abolió la cámara representativa, lo cual suscitó las protestas de las asambleas provinciales. Ante la posibilidad de un movimiento en su contra, Yuan clausuró también a estas asambleas y puso las provincias bajo el control de sus funcionarios.
Simultáneamente, el poder del presidente se fue deteriorando al no poder poner en práctica ninguna de las reformas prometidas. En 1915, intentó convertirse en emperador pero murió a los pocos meses.
Después de un corto interregno, los jóvenes revolucionarios – liderados por Sun Yansen- tomaron el poder.
Indudablemente, este fue un período de grandes cambios y, tanto Gran Bretaña como EEUU, tuvieron la intención de contribuir con el nuevo sistema, pero su ayuda fue insuficiente y tardía. Entre 1916 y 1927, los señores de la guerra continuaron siendo influyentes; sin embargo, desde el punto de vista cultural y social, hubo avances considerables.
En realidad, en esa época, existían dos Chinas: la de las ciudades portuarias y centros comerciales, cosmopolitas y modernas, donde estaban los bancos, las industrias y las universidades; y la del interior, la China de los señores de la guerra, agraria, pobre y atrasada.
Esta revolución no solo derribó el régimen imperial feudal e instauró un sistema republicano y democrático, sino que fundó la primera República de Asia y creó las condiciones políticas y económicas para la modernización de China.

Lic. Owen Mac Donald
Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP