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20 de enero de 1957: reelección de Dwight Eisenhower en EEUU

Los años 50’ del siglo pasado estuvieron signados por acontecimientos inusitados que ayudaron a moldear la forma cuasi definitiva de los modelos políticos occidentales: asistimos, por ejemplo, a la segunda posguerra, mucho más cruenta y destructiva que la primera, en donde los Estados antes beligerantes debieron reconfigurar su perspectiva gubernamental en aras de encaminarse hacia la recuperación; también hemos de señalar que la primera etapa de la Guerra Fría se puso en marcha, con la Guerra de Corea y la carrera armamentística funcionando como cubiletes en donde los contrincantes mezclaban sus dados y hacían sus jugadas; la volatilidad de las dinámicas sociopolíticas de los países fuera de los bloques hegemónicos comenzaba ya a sentirse, para decantar luego en las grandes revoluciones que pusieron fin a los mandatos coloniales europeos en el Tercer Mundo la década siguiente (por lo menos en términos institucionales básicos). Así las cosas, uno tendería a pensar que los liderazgos de las grandes potencias tendrían una influencia más que importante a la hora de poner en marcha los mecanismos del nuevo sistema internacional vigente.

En nuestro caso particular del día de la fecha, luego de veinte años en los que el Partido Demócrata tuviera la hegemonía en la Casa Blanca, de la mano de Roosevelt y Truman, el republicano Dwight Eisenhower comenzó su primer mandato en 1953 como presidente de los EEUU. Cuatro años más tarde, el 20 de enero de 1957, renovaría su gobierno por un periodo más hasta 1961. En esta oportunidad, nos detendremos en unos pocos aspectos que hacen a la comprensión general de su gobierno, haciendo especial hincapié en lo que su figura como presidente representaba durante años tan significativos. El hecho de ser reelecto puede interpretarse como una afirmación del pueblo norteamericano de la vocación que creían reconocer para su país, su “destino manifiesto”: habiendo primero liderado a las tropas estadunidenses durante la Segunda Guerra con éxito, sobre todo durante el desembarco en Normandía, Eisenhower encarnaba el servicio a la patria como pocos en su tiempo. Siendo primer mandatario enumeraremos tres puntos que merecen especial atención: a nivel de política exterior, el cumplimiento de su promesa de campaña de terminar con la Guerra de Corea iniciada en 1950; finalizó tres años después, con la partición que dio origen a las dos Coreas que encontramos hoy. En lo doméstico, se definió como un conservador moderado que continuó con las políticas de reforma y apoyo social características del New Deal. En el contexto de la Guerra Fría, podemos distinguir una clara intención de contener el avance del comunismo en el mundo, librando por ejemplo la carrera espacial con la fundación en 1958 de la NASA.

No obstante lo anterior, un cuarto elemento merece ser observado con detenimiento: en su último discurso (tres días antes de asumir JFK), el presidente Eisenhower evidenció la existencia de lo que llamo el “complejo militar-industrial estadunidense”: en sus palabras, la relación entre la industria armamentística y el sistema militar guarda ceñidas aporías necesarias de ser tenidas en cuenta. Si bien dicho vínculo representaba para la época el eje transversal de la construcción del poder norteamericano, se corría el peligro de en un futuro no querer afrontar las consecuencias graves que ello podría acarrear. En su discurso, el presidente recalca que no hay que perder de vista que dentro de dicho complejo no se generen “influencias indebidas” que pongan en jaque a los “métodos y objetivos pacíficos” de la nación norteamericana.

En el complejo militar-industrial podemos reconocer la coimplicación entre Paz y Guerra. La aporía implícita de que solamente a través de la guerra se puede alcanzar la paz ha sido a partir de la Segunda Guerra Mundial el esquema de construcción del poder de Estados Unidos a nivel internacional. Reconocemos que debería ensayarse un examen de la actuación norteamericana a nivel global siguiendo dicha idea fuerza, para poder echar nueva luz (cuanto menos reflexiva) sobre el proceso a través del cual la acción política de un Estado en relación a los otros y al sistema que se supone los contiene es atravesada constantemente por la articulación de la violencia pretendidamente para instaurar un orden pacífico.

Nos resulta cuanto menos curioso que haya sido una figura como Eisenhower la primera que haya intentado llamar la atención sobre este tema, representando él mismo quizás un factor más de reproducción de dichos mecanismos.

Bibliografía

http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-3/fuentes/la-guerra-fria/el-complejo-industrial-militar-segun-eisenhower

https://www.bbc.com/mundo/noticias-42726723

https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20190327/47310082049/eisenhower-de-normandia-a-la-casa-blanca.html
Ignacio Alfredo Grassia
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP