En este momento estás viendo 16 de Marzo 1968: Matanza de MY LAI

16 de Marzo 1968: Matanza de MY LAI

En la mañana del 16 de marzo de 1968, la unidad del teniente William Calley llegó en helicóptero a las cercanías del poblado de My Lai. Calley no era ni siquiera el oficial al mando; el capitán Ernest Medina era quien comandaba la compañía Charlie, y fue él quien, según muchos de sus subordinados, les aseguró que no quedaban civiles en la zona. Que, básicamente, podían disparar tranquilamente a todo lo que se moviera.

Los soldados de la compañía Charlie tampoco necesitaban mucho convencimiento. Habían llegado a Vietnam a finales del año anterior y llevaban meses persiguiendo a un enemigo invisible: no habían entrado en combate ni una sola vez, pero ya habían perdido 28 hombres a causa de las bombas trampa, los francotiradores y las minas. Los estadounidenses descargaban su frustración contra la población civil, a la que acusaban de colaborar con el Viet Cong o, en el mejor de los casos, de no ayudar a los estadounidenses a combatirlo. El pelotón del teniente Calley era particularmente brutal con ella.

La matanza de un destacamento de soldados de Estados Unidos en la aldea de Son My, en la zona de la costa vietnamita central que los estadounidenses denominaron My Lai. Una masacre en la que murieron un total de 504 civiles, entre mujeres, niños y ancianos, y que ha pasado a la historia como uno de los hechos más notorios de la guerra de Vietnam.

El piloto, Hugh Thompson, vio a civiles heridos y comunicó su posición a la compañía Charlie para que acudiera a atenderlos. Cuando volvió a pasar por allí y los encontró muertos, Thompson aterrizó su aparato junto a otro grupo de heridos. El oficial se enfrentó a Calley y organizó la evacuación de una decena de civiles, dando orden a su tripulación de disparar contra sus propios compatriotas si los atacaban.

El consejo de guerra que juzgó al teniente William Calley comenzó hace 50 años. El acusado ni siquiera se molestó en negar los cargos. se limitó a decir que había cumplido las órdenes de otros. Y como ellos fue condenado: el fiscal militar había pedido a los seis oficiales que formaban el jurado que se convirtieran en “la conciencia del país”, y ellos declararon a Calley responsable de al menos 22 asesinatos y lo sentenciaron a cadena perpetua.

En 1970, la ciudadanía estadounidense estaba profundamente dividida por la guerra que los tenía atrapados en Vietnam. Sin embargo, en algo parecían estar de acuerdo: el 78% de los estadounidenses consideraba injusta la condena al teniente Calley. Los conservadores que apoyaban la guerra decían que era solo un soldado obediente. Los pacifistas que querían salir de Vietnam consideraban que era el chivo expiatorio de las decisiones de los políticos y los generales que mantenían la lucha en Vietnam.

Durante el juicio, Calley recibía de sus admiradores 10.000 cartas y paquetes cada día. Unos músicos de Alabama llegaron incluso a grabar “el himno del teniente Calley”, del que se vendieron más de un millón de discos.

Con esta situación en mente, el presidente Nixon anunció que iba a revisar su caso y su condena. La Casa Blanca había recibido 25.000 telegramas en un solo día reclamando el indulto de Calley, pero el presidente hizo otra cosa: impidió su traslado a una prisión militar y le permitió cumplir condena en el apartamento que tenía en una base militar, donde disfrutaba de visitas y tenía permitido hacer deporte.

Cuando abandonó los calabozos, lo hizo entre aplausos. La justicia militar le redujo la cadena perpetua primero a 20 años y luego a 10, pero finalmente cumplió menos de cuatro. Ninguna otra persona fue condenada por la matanza de My Lai.

Hoy en día la relación de ambos países es fructífera. La masacre de My Lai quedó como un triste párrafo en la historia de ambos países.

Natalia Lazarte
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP.