En junio de 1982, el embajador de Israel en Gran Bretaña, Shlomo Agrov, sufrió un intento de asesinato ejecutado por hombres partidarios de Abu Nidal, terrorista palestino escindido de la Organización para la Liberación de Palestina. Días después del atentado, el 6 de junio de 1982, tropas israelíes penetraron en suelo libanés. A pesar de que el servicio de inteligencia israelí había advertido que los responsables del
atentado en Londres no fueron los miembros de la OLP, sino hombres leales a Abu Nidal,el gobierno israelí, bajo la dirección de Menahem Begin, actuó con la intención de sofocar los ánimos de lucha de la organización creada por Yasser Arafat. La idea era desplazara las milicias de la OLP, unos 40 kilómetros hacia el norte del límite libanes-israelí –hasta las ciudades de Tiro y Sidón–, ya que desde hacía años, se disparaban desde allí, cohetes katiusha sobre las poblaciones israelíes.
La guerra árabe-israelí de la década de los 40, provocó desplazamientos masivos de refugiados palestinos. Para el año 1975, había alrededor de 300.000 palestinos en El Líbano; entre ellos, se encontraban los integrantes de la OLP que crearon su propia base – dotada de 15.000 hombres, tanques, cañones y artillería – en la región sur del país. De hecho, puede afirmarse que la presencia israelí en el Líbano estimuló la gestación de grupos comoHezbollah, cuyo mensaje de combatir a Israel se mantiene inalterable hasta la actualidad.
La masacre en Sabra y Shatila en Beirut fue el legado de la invasión.
Posteriormente, se estableció un alto al fuego impulsado por fuerzas multinacionales, con la participación de Estados Unidos, para supervisar la retirada de la OLP del Líbano.
Sin embargo, el ministro de defensa, Ariel Sharon, denunció la presencia de centenares de milicianos encubiertosde la OLP, en los enclaves palestinos de Sabra y Shatila. Las fuerzas israelíes no entraron a esos campos para terminar con el supuesto remanente de guerrilleros, pero permanecieron inmóviles frente a los ataques desplegados por los falangistas cristianos viejos rivales de los palestinos.
La invasión de 1982 culminó diez años más tarde, cuando el ejército israelí se retiró completamente.
Mientras permanezca esa voluntad de guerrear en los corazones de los hombres, como diría Hobbes en el Leviatán, no será posible lograr la paz.
María Emilia Hassan
Colaboradora de la Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia