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8 de Diciembre de 1991: firma del Tratado de Belavesh

El Tratado de Belavesh fue un acuerdo internacional firmado por los presidentes Boris Yeltsin, Leonid Karavchuk y Stannislav Shushkiévich de Rusia, Ucrania y Bielorrusia respectivamente.
El acuerdo, firmado en Belavézshkaya Pushcha, declaraba oficialmente la disolución de la URSS y establecía en su lugar la Comunidad de Estados Independientes (CEI).
Como quedaban dudas sobre la autoridad del Tratado para disolver la Unión, el 21 de Diciembre de 1991, los representantes de todas las repúblicas soviéticas, incluyendo las tres que habían firmado el Tratado anterior y con excepción de Georgia, firmaron
el protocolo de Alma- Ata, que confirmó del desmantelamiento de la URSS y ratificó el establecimiento de la CEI. En esa misma fecha, Gorbachov presentó su dimisión como Premier de la Unión, declarando que el cargo se había extinguido. Inmediatamente,
transfirió sus poderes a Boris Yeltsin, que se convirtió en el presidente de la Federación Rusa.
Al día siguiente, el Soviet Supremo de la Unión Soviética se auto-disolvió. Este hecho es reconocido como el acto oficial por el cual se concretó la disolución de la Unión Soviética como Estado. A partir de entonces, una gran confusión se materializó en distintas organizaciones tales como el ejército y las fuerzas policiales, que continuaron ocupando sus respectivos puestos hasta principios de año de 1992.
Tras la disolución de la Unión Soviética, el 26 de Diciembre de 1991, Rusia fue reconocida internacionalmente como su sucesor legal en la escena internacional. Para ello, Rusia aceptó voluntariamente todas las deudas externas soviéticas y reclamó las propiedades soviéticas en ultramar como propias. Desde entonces, la federación de Rusia ha asumido los derechos y obligaciones de la Unión Soviética.
Desde la disolución de la URSS, los autores han debatido profundamente sobre este tema. Está claro que los motivos que precipitaron la caída son muchos y complejos, sin embargo, se ha buscado establecer cuál fue su causa primordial. A continuación
examinaremos brevemente las cuatro hipótesis más importantes.

El germen de la autodestrucción estaba en el sistema desde el momento de su gestación.

Según esta tesis, la destrucción sobrevendría más tarde o más temprano, pero era inevitable. En otras palabras, la URSS estaba destinada a desaparecer pues, tanto sus caracteres como sus lineamientos y sus mecanismos específicos, excesivamente rígidos, determinaban su discapacidad para adaptarse a los cambios y a las transformaciones de cada etapa histórica, sumiendo al sistema en una espiral de debilidad e inoperancia que terminó fagocitándose a sí mismo.

El factor Gorbachov

Para muchos autores, más allá de las buenas intenciones del premier soviético y de la legitimidad de su accionar, fueron sus decisiones y sus políticas las que precipitaron a la URSS en el abismo. Básicamente, porque un sistema tan rígido como el soviético no admitía cambios ni estaba en condiciones de flexibilizarse en ningún sentido. Cuando Gorbachov intentó transformarlo, sencillamente se quebró.

La Guerra Fría

Para los autores que suscriben esta postura, fue el enfrentamiento con los EEUU lo que desgastó – más allá de los límites – las capacidades económicas, tecnológicas e incluso políticas de la Unión Soviética. En efecto, tanto desde el punto de vista de los gastos y del esfuerzo que insumió a sus habitantes, como desde la perspectiva del poder, la Guerra Fría fue una prueba que la URSS no pudo superar y que, no sólo le significó el atraso y el debilitamiento económico, sino que consumió sus energías políticas, económicas y morales hasta agotarla.
Las infiltraciones del capitalismo y el atraso tecnológico.
En este caso se sostiene que, a pesar de todos los esfuerzos del régimen, el capitalismo se infiltró fronteras adentro y las poblaciones de la URSS alcanzaron a tener contacto con los productos, las ideas y las formas de vida de Occidente. Esta situación se agudizó a partir de los años 80, cuando la tecnología alcanzó altos niveles de desarrollo. Así, las malas condiciones de vida y las privaciones a las que el pueblo soviético se vio sometido durante décadas, contrastaron cada vez más con lo que parecía ser un mundo pleno de oportunidades; un mundo al que los habitantes soviéticos nunca tendrían acceso. Finalmente, el atraso tecnológico de la URSS fue decisivo y su referencia más palpable fue la carencia del desarrollo informático; una carencia que la dejó definitivamente, fuera del mundo.

A partir de entonces, el mundo entró en una nueva etapa histórica en la que se produjeron una serie de transformaciones, cuyos efectos persisten hasta la actualidad.