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Reflexiones sobre los sucesos en la Europa oriental

Tras la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, y la extinción de la Unión Soviética el día 26 de diciembre de 1991, la Organización del Tratado del Atlántico Norte se quedó sin contraparte. Recordemos que la Alianza nació para frenar el avance de la amenaza comunista sobre Europa, y así lo graficaba su primer Secretario General de la OTAN, el británico Lord Ismay: la Alianza no era más que un invento anglosajón “para mantener a los rusos fuera, a los americanos dentro y a los alemanes abajo”.

No existiendo más dicha amenaza (Fin de la Historia y demases)… ¿Para qué continuar con la misma? Fue entonces la oportunidad en la cual la OTAN se reinventó, y en lugar de disolverse o quedar en “stand by”, Washington aprovechó el “momento unipolar” para hacer más amplio el escudo que pudiera utilizar contra las amenazas por venir. Fue así que en 1991 de sus 16 miembros a los 30 de la actualidad. Casi la totalidad (excepción hecha de Georgia y Ucrania) de los ex satélites de Moscú se incorporaron a las filas de Bruselas.

El anillo de seguridad que había entre las dos principales potencias nucleares se disipó, y ahora la Alianza construida por Washington para enfrentar a Moscú llega hasta las propias fronteras de Rusia.

Es claro que tras la desintegración de la URSS los rusos no tenían herramientas para evitar que el proceso se llevara adelante, pero también es cierto que la coyuntura no iba a ser la regla, y más temprano que tarde, Moscú volvería a levantar la voz y reclamar la “revisión” de lo hecho en su “ausencia”.

Hoy día, con más de 6.255 ojivas nucleares en su poder, y con unas fuerzas armadas entrenadas y con uno de los equipamientos más modernos del mundo, Rusia entiende que hay que volver a charlar sobre el estado de cosas desde 1990 a esta parte. Ahora mismo estamos siendo testigos de esa discusión. Sería sencillo tildar estas aseveraciones de ingenuas y fundadas nada más que en buenas intenciones.

Sin embargo, el arquitecto de la política de la contención a la Unión Soviética, George Kennan, fue uno de los primeros en señalar como “trágica” la expansión de la OTAN. Así se lo manifestó a Bill Perry (Secretario de Defensa del presidente Bill Clinton), quien hablara telefónicamente con Kennan el 2 de mayo de 1998 después de que el Senado de los EE.UU. aprobara la ampliación de la OTAN.

Kennan le manifestó: “Pienso que es el inicio de una nueva Guerra Fría. Creo que los rusos reaccionarán de a poco pero con creciente hostilidad, y que esto afectará su política. Creo que la ampliación de la OTAN es un error trágico. No había la menor razón para hacerlo. Ya nadie era amenaza para nadie. Esta expansión haría que los padres fundadores de este país se revuelquen en sus tumbas… Nos hemos comprometido a proteger a un montón de países sin tener ni los recursos ni la intención de hacerlo seriamente. La expansión de la OTAN la decidió muy alegremente el Senado, que no tiene el menor interés en la política exterior. Lo que más me molestó fue la superficialidad del debate y lo mal informados que estaban los senadores. Me indignó que se hablara de Rusia como un país que se moría de ganas de invadir Europa Occidental…”

Por otro lado, a mayor abundamiento, la República Popular de China ha ido en la misma senda. Más allá de que no se ha decantado abiertamente por la Federación Rusa (en la sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebrada el día 21 de febrero China se abstuvo) ha criticado abiertamente el proceso de expansión de la Alianza Atlántica ante la ONU..

Teniendo en mente la situación de “asedio” que Moscú vive ante este constante avance de los adversarios que ha sabido tener desde finales de la Segunda Guerra Mundial, y en el entendimiento de que muchos visualizan el accionar de la Federación Rusa como meramente defensivas, tenemos que recordar que no todo es “real politik”, y que es deseable que las relaciones entre las unidades políticas estén regidas por reglas, y no quede tan sólo librada acciones unilaterales y reacciones de los demás sujetos del escenario internacional, en clave de poder.

El tan mentado reconocimiento de las repúblicas populares de Dontesk y Lugansk es violatorio de normas tan elementales del derecho internacional como los principios de “Igualdad Soberana” (art. 2.1 de la Carta de la ONU), y el de “No Intervención” (con la consecuente violación de la integridad territorial ucraniana, borrando de un plumazo fronteras internacionales reconocidas y aceptadas, resoluciones 2131 (1965) y 2625 (1970) de la Asamblea General de la ONU).

El sofocamiento de rebeliones domésticas, en la medida que se respeten el plexo penal vigente y el estándar mínimo de los derechos humanos, es una cuestión de estricta índole interna del Estado cuestionado. Por otro lado, el ingreso de fuerzas armadas rusas al territorio ucraniano (supuestamente, para evitar la represión por parte del gobierno ucraniano a los grupos ruso parlantes del Donbass) es un caso de laboratorio de “agresión”, definida por el art. 3 de la resolución 3314 (1974) adoptada por la Asamblea General de la ONU, y por ello, estamos ante un caso de la violación del Principio que prohíbe el ejercicio o la amenaza del ejercicio de la fuerza en las relaciones internacionales (art. 2.4, Carta de la ONU). Entendemos que queda reflejada la gravedad de los sucesos.

Estados como el nuestro, débiles, deben tener siempre el Derecho como Norte. No olvidemos que hemos sido históricamente víctima de las acciones de fuerza por aquellos que tienen atributos o capacidad para ejercerlas. La real existencia de una comunidad internacional, y el privilegio del multilateralismo por sobre la suma de relaciones bilaterales demanda la escrupulosa observancia de las normas que regulan la convivencia pacífica de los sujetos del Derecho Internacional.

A no olvidarlo, obviando condenar acciones claramente violatorias de las más elementales normas del derecho por coyunturales simpatías con quienes las hubieran ejecutado. Por que cuando recurramos a la Comunidad Internacional al momento de sufrirlas, no encontraremos eco debido a nuestra inconsistencia.

Norberto Consani
Director
Juan Alberto Rial
Secretario
IRI – UNLP

*Artículo publicado originalmente en: https://www.clarin.com/opinion/reflexiones-sucesos-europa-oriental_0_3tRGLvhaRq.html