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La importancia del Cuerno de África para la República Popular China por Enzo D. Sánchez

Departamento de África

Artículos

La importancia del Cuerno de África para la República Popular China

Enzo D. Sánchez

Introducción

China ha demostrado abiertamente su interés por el continente africano al llevar a cabo en reiteradas oportunidades instancias de encuentro con las naciones africanas para profundizar no sólo los lazos de cooperación, sino también económicos, culturales, comerciales y políticos. En junio del año pasado, la República Popular China dejó ver una vez más que la región del Cuerno de África resulta de suma relevancia para sus intereses a partir de la organización de “La primera Conferencia de Paz entre China y el Cuerno de África”, con el objetivo de solucionar los problemas que desestabilizan sectores primordiales en términos de política exterior.

Cabe resaltar que las relaciones sino-africanas se enmarcan también dentro de la disputa entre los Estados Unidos y la República Popular China por conseguir la hegemonía a nivel global; a tal punto que, dentro de la opinión pública internacional, se suele hablar de África como un continente a la merced China. Sin embargo, esto tiende a invisibilizar la potencialidad y la capacidad de decisión y agencia que pueden llegar a tener las naciones africanas.

En función de ello, el objetivo del siguiente artículo es tratar de vislumbrar cómo, en el marco de las relaciones sino-africanas, el Cuerno de África cumple un rol primordial para la satisfacción de los intereses geopolíticos chinos (Prieto Casado, 2020). El interés por los países del Cuerno, y el continente en general, comienza a principios del presente siglo y forma parte primordial de su política exterior. Así, la búsqueda de profundizar las relaciones con África es una política continua para el país asiático.

La llegada de Xi Jinping a la presidencia y sus efectos para el Cuerno de África: lo indispensable de las relaciones bilaterales

Con Xi Jinping, Secretario General del Partido Comunista de China desde 2012 y séptimo presidente de la República Popular China desde marzo de 2013, se abre un nuevo capítulo en la consolidación de una relación multidimensional con el continente africano.

Este nuevo liderazgo en el gigante asiático es un elemento imprescindible de ser considerado para el desarrollo de las relaciones sino-africanas, primordialmente, en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI por sus siglas en inglés). Dicha Iniciativa se presenta durante las cumbres de Astaná (Kazajistán) y Yakarta (Indonesia) en septiembre y octubre de 2013 respectivamente y “constituye el marco estratégico para las relaciones de China con los países de Asia, Oriente Medio, África Oriental y el Este de Europa, orientado a reforzar la conectividad mundial y fomentar un sistema económico global abierto.” (Hervás, 2022; 295); teniendo así consecuencias para el continente africano en lo que respecta al financiamiento de grandes proyectos de desarrollo de infraestructuras.

El proyecto BRI consta de dos elementos fundamentales: por un lado, bajo el nombre de “Cinturón Económico de la Ruta de la Seda”, China busca llevar a cabo la instalación de una red de transporte ferroviario para el movimiento de mercancías y pasajeros por tierra que se extiende desde China hasta Europa pasando por Asia Central. Sin embargo, para los fines de este artículo, resulta pertinente el segundo elemento dentro de la iniciativa china, el “Collar de Perlas” o “la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI”. Y, aunque incluye varias regiones, se concreta principalmente en el desarrollo de grandes infraestructuras en el Cuerno de África (Prieto Casado, 2020).

¿A qué nos referimos específicamente con el Cuerno de África? Este es un enclave estratégico que se encuentra en África Oriental. La región está rodeada por el Mar Rojo y el Golfo de Adén hasta llegar al Océano Índico. Los países que comprende, por su evidente forma cartográfica y por las características comunes que comparten, son Etiopía, Eritrea, Somalia y Yibuti. No obstante, muchas veces se habla del Cuerno de África en sentido amplio y se incluye también a Sudán, Sudán del Sur, Kenia y Uganda.

En ese sentido, debemos resaltar el aspecto “estratégico” con el que cuentan los países del Cuerno de África y que resulta imprescindible para la consolidación del “Collar de Perlas” chino, ya que China centra sus esfuerzos en promover nuevas rutas que conecten mejor y más rápidamente con otros países comercialmente interesantes; al controlar los puertos de los países que conforman el Cuerno e invirtiendo en la infraestructura necesaria, China tiene acceso directo al estrecho de Bab el-Mandeb que conecta con el Golfo de Adén y el Mar Rojo. Así, China lograría llegar al continente europeo sin la necesidad de tener que rodear el Cabo de Buena Esperanza y, a su vez, el Cuerno de África es, para Xi Xinping, un enclave perfecto para acceder al interior del continente (Prieto Casado, 2022).

Sin embargo, los cuatro países que estrictamente conforman el Cuerno tienen características a considerar en su particularidad y que, de cierta forma, resultan atractivas para la potencia asiática. Etiopía es el país conocido históricamente por las rivalidades con los italianos casi a mediados del siglo pasado, se ha convertido en el país más importante debido a su densidad demográfica, desarrollo económico y papel como estabilizador en la región. Aún así, si bien Adis Abeba logró ser una de las economías de más rápido crecimiento en África Oriental, la ausencia de una salida al mar afecta su progreso económico. Esta dificultad etiope fue saldada gracias a la construcción de un ferrocarril que une la capital de Etiopía y Yibuti, ferrocarril construido con el financiamiento de bancos chinos siguiendo el esquema capital-centro portuario; fue China quien diseñó el sistema, suministró los trenes e importó cientos de ingenieros especializados (Jacobs, 2017). Otro tema que pone en la mesa las relaciones Beijing-Addis Abeba es el conflicto de Tigray, conflicto que mencionaré más adelante al desarrollar el rol de Asmara para China.

Por otro lado, el segundo país del Cuerno mencionado con anterioridad, Yibutí, es el país más pequeño del Cuerno de África y se encuentra en un enclave privilegiado por su acceso al Mar Rojo (entre Eritrea y Somalia). Yibutí alberga bases militares de Francia, Italia, Estados Unidos y Japón y, desde 2017, también de China, siendo este el rasgo más importante para destacar en cuanto a las relaciones con el gigante asiático. Esta iniciativa también se vincula con la necesidad china de proteger las rutas marítimas vitales para sus necesidades energéticas, como justamente lo son las del Cuerno de África y las del Océano Índico, aguas que atraviesan la Ruta Marítima de la Seda.

Este fenómeno fue posible debido a que China se ha ido involucrando lentamente en las cuestiones de seguridad. Vale aclarar que esto último fue un proceso de carácter gradual, paulatino y que culmina, como se mencionó con anterioridad, con la apertura de una base militar en Yibuti con un fin crucial: servir de apoyo a las operaciones desplegadas en las operaciones contra la piratería en el Cuerno de África. Delage relata la evolución de la incumbencia china en asuntos de seguridad africanos.

La primera cumbre del FOCAC apoyó la declaración de África como zona libre de armamento nuclear, mientras que el plan de acción acordado en el segundo encuentro incluyó la coordinación con respecto a amenazas no tradicionales como el terrorismo, el tráfico de drogas o el crimen transnacional. A partir de 2012 China se comprometió con la estabilidad regional al declarar su apoyo a las iniciativas de la Unión Africana y a las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU. Un año más tarde, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, indicó que la seguridad sería uno de los tres pilares básicos de la cooperación china con África (Delage, 2022; 36).

Por otro lado, retomando el interés asiático por Yibuti, también debemos hacer mención de que China juega un papel importante en este país en cuanto a inversor. La promesa china fue convertirla en la “Singapur de África” y para ello invirtió y prestó más de $14.000 millones entre 2012 y 2020, por lo cual Yibuti le debe al régimen chino un 70% de su deuda; generando así temores de que la nación africana corra la misma suerte que un país no muy lejano a su ubicación, Sri Lanka, que se vio obligado a ceder el control de un puerto a las empresas chinas porque no pudo devolver los préstamos firmados con China (El Salvador, 2021).

En el mismo camino, Eritrea, el tercer país dentro del Cuerno y que también tiene acceso al Mar Rojo, es receptor de una gran cantidad de inversiones y proyectos chinos. Hacia junio de 2022, el embajador chino en Eritrea anunció el inicio de la extracción conjunta de cobre, oro, zinc y plata tras las negociaciones con el entonces y actual presidente de Eritrea, Isaias Afwerki.

Esta iniciativa resultó de suma importancia para dicho presidente cuya popularidad y buena imagen se encontraban contra las cuerdas debido al conflicto de Tigray (región en Etiopía), dónde Asmara participó brindando apoyo a Addis Abeba al facilitar el paso de tropas y armas para atacar Tigray e incluso las Fuerzas de Defensa de Eritrea estuvieron involucradas en las acciones de las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (Mora Tebas, 2022). Dicho conflicto trajo consigo un embargo de armas de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y sanciones económicas por parte de la Unión Europea (UE). Y, si bien el ejecutivo tuvo posibilidades de hacer las paces con Occidente, Afwerki, es un maoísta de larga data; por ende, negó reunirse con la enviada de la UE para el Cuerno de África y aceptó la mediación del enviado especial de China, Xue Bing, en el alto el fuego de Tigray. Así, China logró fortalecer su andar como mediador en lo que respecta a los conflictos del Cuerno de África, alcanzando logros considerables como la liberación de cuatro prisioneros de guerra por parte del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT) (Le Journal de l’Afrique, 2022).

Podemos deducir que la intención de Beijing de pacificar la situación que, en mayor o menor medida, involucra a todos los países del Cuerno de África, surge al ver sus intereses económicos amenazados ya que en Tigray se encuentra la zona industrial china en Etiopía. China con su intermediación busca preservar la participación china en la economía etíope, mantener una buena relación con Addis Abeba en razón del papel central de Etiopía dentro del BRI y contener el conflicto en la región de Tigray para evadir su expansión a los países vecinos y evitar que pueda repercutir en la estabilidad de sus aliados en la región, especialmente el régimen de Ismail Omar Guelleh en Yibuti por, como mencionamos anteriormente, la presencia de la primer base militar china en el exterior (Mora Tebas, 2022).

Esto demuestra cómo en las relaciones Asmara-Beijing se combinan los aspectos políticos, diplomáticos y económicos. Incluso, en cuanto al último aspecto mencionado, en el mes de mayo del presente año, tuvo lugar un encuentro entre pares, es decir, entre Xi Xinping e Isaías Afwerki donde China alienta y apoya a las empresas chinas a invertir en Eritrea y está dispuesta a discutir con este país el fortalecimiento de la cooperación en múltiples campos como el de la infraestructura, telecomunicaciones, agricultura, minería y pesca, y continuar implementando adecuadamente proyectos como equipos médicos y expertos agrícolas de alto rango de asistencia en Eritrea (Embajada de la República Popular China en Venezuela, 2023).

En último lugar, pero no por ello menos importante, nos encontramos con Somalia, uno de los países más pobres del planeta y fuertemente afectado por crisis de hambruna muy prolongadas. Junto con este país, China firmó un acuerdo bilateral para impulsar el desarrollo socioeconómico a partir del cual Beijing donó dinero en pos de dicho desarrollo y con el objetivo de profundizar las relaciones entre ambos países y mejorar la calidad de vida de los somalíes (Xinhuanet, 2015).

Además, en base a las actividades publicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, durante el mes de septiembre de 2022 y al margen de la Asamblea General de la ONU, se reunieron el consejero de Estado y Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, con su par somalí, Abshir Omar Huruse. En esta reunión, se hizo énfasis en la amistad tradicional entre China y Somalia al ser este último el primer país del este de África en entablar relaciones diplomáticas con la Nueva China y, por otro lado, el representante somalí, postuló que su país adhiere firmemente al principio de una sola China, oponiéndose a la injerencia de cualquier fuerza externa en los asuntos internos de China y afirmó que el desarrollo de las relaciones con Beijing no es improvisado ni tampoco está marcado por intereses. Las palabras de Huruse nos permiten visibilizar como otro elemento fundamental dentro de la política exterior china a esta suerte de “condicionalidad” asociada al deber adherir al principio trascendental chino de la existencia de una sola China en su conflicto histórico con Taipéi.

En este sentido, también resulta interesante mencionar la aparente enemistad entre la República Popular y Somalilandia, un país que a principio de la década de los ‘90 se declaró como un independiente pero que aún carece de reconocimiento internacional ya que ni Naciones Unidas, ni la Liga Arabe, ni la Unión Africana, ni ningún país en general la reconoce como nación independiente. Somalilandia es un territorio ubicado al norte de Somalia, entre Etiopía y Somalia -Estado del que oficialmente forma parte- (Paredes, 2021). Las tensiones con Hargeisa afectan los intereses chinos ya que si bien en el año 2019 Mogadiscio y los barcos vinculados a la Asociación de Pesca de Ultramar de China llegaron a un acuerdo de derechos de pesca que establecía que dichos barcos podrían pescar atún y especies afines durante un año (con una cláusula de renovación automática) dentro de las aguas territoriales somalíes, Somalilandia estipuló que trataría a los chinos como piratas y pescadores ilegales si los encontraba operando en sus aguas (Miralles, 2022). Este hecho es importante si tenemos en cuenta que existen opiniones que comparan a Hargeisa con Taipei, ambos parecen ser Estados en pleno funcionamiento que declaran su independencia de vecinos más grandes (Somalia y China); y, a partir de ello, Somalilandia y Taiwán han estrechado sus relaciones y establecido oficialmente lazos diplomáticos en 2020 (Paredes, 2021).

A partir de lo desarrollado con anterioridad, es fácilmente deducible que las relaciones con los países del Cuerno de África son de gran importancia para Beijing. Para continuar garantizando la satisfacción de sus intereses económicos y políticos, China ha decidido llevar la expansión de su influencia un paso más allá a través de su mayor implicación en conflictos locales. De esta forma, en junio del año pasado, junto con el nombramiento del primer enviado especial para el Cuerno de África, Xue Bing, se celebró la primera conferencia organizada por China sobre la paz en la subregión.

Esta conferencia tuvo lugar en Etiopía y contó con la presencia de altos representantes de la región (Yibuti, Kenia, Somalia, Sudán del Sur, Sudán y Uganda) y el enviado especial de Beijing. En ella se buscó visibilizar las medidas de apoyo que ha tomado China para apoyar al Cuerno de África, afectado por los desafíos provocados a partir de la pandemia de coronavirus, la sequía, la guerra y las migraciones. A su vez, los representantes africanos se mostraron agradecidos por el apoyo chino para luchar contra la inestabilidad que afecta a la región, azotada por conflictos armados, ataques yihadistas, etc. Debemos tener en cuenta que en el Cuerno de África encontramos varios conflictos desencadenados en simultáneo: el gobierno central etíope lucha una guerra contra el FPLT que empujó a unas 9,4 millones de personas a necesitar ayuda humanitaria; Sudán del Sur, no sólo tiene problemas fronterizos con Sudán sino que también presenta dificultades para garantizar los servicios sociales más básicos y se encuentra inmerso en una guerra desde hace cerca de nueve años; el grupo yihadista Al Shabab, asociado a la red de Al Qaeda desde 2012, ataca con frecuencia la capital somalí con el objetivo de derrocar al gobierno central a fin de instaurar un Estado islámico; entre otros (Swissinfo, 2022).

Así, China aseguró que seguirá fortaleciendo su apoyo a los países de esta zona y cooperará en sectores como la seguridad alimentaria, el desarrollo tecnológico, las infraestructuras y la lucha contra el terrorismo (Swissinfo, 2022).

Reflexiones finales

África, y particularmente el Cuerno de África, no es una región que escape a la competencia hegemónica entre Estados Unidos y la República Popular China. Sin embargo, debido a la forma en la que Occidente decidió entablar relaciones con África desde fines de la Guerra Fría, podemos decir que Estados Unidos tiene mucho en lo que trabajar en comparación a su par asiático. Por un lado, las potencias occidentales a partir de la década de los ‘90 establecieron una agenda centrada en la gobernanza y las condicionalidades políticas con el objetivo de fomentar la democracia y la economía de mercado en el continente; habiendo así una condicionalidad política para el apoyo financiero, las iniciativas de alivio de la deuda o los programas de reducción de la pobreza. Por otro lado, las posiciones chinas, como mencionamos con anterioridad, otorgaban la posibilidad de financiamiento sin condiciones; elemento que resultó atractivo para los gobiernos africanos a partir de la necesidad de desarrollar sus economías. África, para Occidente, ocupó un estatus de low-profile. Esta situación se agudizó con la llegada de Trump al gobierno estadounidense y su política de América First que tuvo como consecuencia el aumento de la falta de interés (Hervás, 2022).

No obstante, con la administración Biden se busca contrarrestar la presencia de China. Un paso en ese camino, que involucra la región trabajada en este artículo, es la designación de David Satterfield, exembajador de Estados Unidos en Turquía, como nuevo enviado especial para el Cuerno de África; este anuncio coincide con el establecimiento de Xue Bing también como enviado especial. Así, queda demostrado la creciente competencia de las grandes potencias por la influencia en el continente africano y la relevancia de África para la definición de un nuevo orden internacional.

El interés chino por la región ha sido un proceso paulatino y progresivo que no tiene intención de detenerse en un futuro cercano. Este interés de la región ha logrado que China amplíe su margen de maniobra ya que no sólo se enfoca en asuntos económicos (aunque este sea el eje primordial que guía su política exterior hacia el continente) sino que ha decidido involucrarse en las cuestiones políticas, diplomáticas y de seguridad que afectan a la región.

Para Delage (2022), Beijing abandonó en los últimos años, su tradicional política de no injerencia cuando percibe que su participación resulta necesaria para la defensa de sus intereses y, en un contexto de competencia por la hegemonía internacional y la necesidad de consolidar áreas de influencia, envía un mensaje a los demás actores del sistema internacional sobre sus nuevas capacidades diplomáticas como potencia mediadora en conflictos internacionales.

Al mismo tiempo, si bien podemos deducir que las relaciones sino-africanas están previamente marcadas por una desigualdad y una asimetría, la decisión de los gobiernos africanos de diversificar sus relaciones internacionales y acercarse a Oriente, llevó a la transformación económica del Continente y, a su vez, permitió visibilizar la importancia que los países africanos tienen para los análisis geopolíticos al ocupar, en el caso de Cuerno de África, un lugar geográfico atractivo para los intereses de las potencias. Así, pese a sus problemas estructurales e históricos, África parece un lugar importante en el futuro al ubicarse como centro de competición entre las grandes potencias.

Para finalizar, es preciso instar a la reflexión en cuanto a si se debe considerar al accionar chino en el continente como un modelo más de Cooperación Sur-Sur o si se trata de un tipo de neocolonialismo. En ese debate, es pertinente no invisibilizar la capacidad de autonomía y decisión que pueden llegar a tener los países africanos como actores dentro del sistema internacional; se deben tener en cuenta todas las variables necesarias para un análisis internacional efectivo que permita dejar de lado un posicionamiento dogmático. Es fácil ver cómo a pesar de que China discursivamente busca separar su estrategia del tradicional colonialismo occidental, la misma se mueve en base a sus intereses nacionales y su necesidad de consolidar áreas de influencia, pero en ello también se debe mencionar las ventajas y beneficios en materia de infraestructura y crecimiento económico que han tenido los países que han recibido inversiones chinas en estas últimas décadas y, a la vez, la expectativa de intentar alcanzar una cierta estabilidad política en los problemas que aquejan a las naciones africanas a partir del rol de Beijing como mediador.

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