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Entre la teoría nudge y la participación ciudadana. La toma de decisión y la institucionalización medioambiental por Adriana Pagani

Departamento de Medio Ambiente y Desarrollo

Artículos

Entre la teoría nudge y la participación ciudadana. La toma de decisión y la institucionalización medioambiental

Adriana Pagani[1]

Nudges y green nudges

El entramado institucional de la gobernanza regional se ve afectado por la capacidad en la toma de decisión. Los nudges[2] podrían interpretarse como un eje transversal entre demanda de gobernanza – acción colectiva – confianza social en la toma de decisión y cooperación.

La teoría nudge surge con el premio Nobel de economía Herbst Simon. El pensador se remonta a considerar la incapacidad original del ser humano a tomar decisiones precisas y óptimas en cualquier marco problemático y de información limitada. De allí la necesidad del nudge, del “empujón”.

Los green nudges son estrategias de intervención sobre las decisiones y comportamientos de los individuos con respecto al medioambiente, proclives a inducir a una vida sana y de defensa de los ecosistemas, en resumen, de la protección, en ese sentido, de los habitantes del planeta. Recordemos que un nudge está directamente relacionado con la toma de decisión, entonces los individuos se encuentran contemplados en su comportamiento en dicho marco. Los green nudges estimulan políticas medioambientales no invasivas en donde se induzca a las personas a considerar decisiones medioambientales amigables, principalmente con respecto a sus actitudes. Actitudes basadas en el ahorro con respecto al consumo de recursos. Son tomas de decisiones que afectan directamente a todo el grupo social.

En estos objetivos son de considerar también las estrategias de comunicación e información entendidas como nudges provenientes de diferentes emisores: familia, amigos y, a su vez, redes sociales que permiten enfrentar problemas medioambientales que favorecen el cuidado del planeta.

Las instituciones educativas y los gobiernos, así como las corporaciones privadas deben alinearse con los nudges proambientales y encaminarse a la superación de las conductas sociales medioambientales. A su vez, las experiencias y aprendizajes de los individuos benefician la toma de decisiones con respecto a los problemas del área mencionada.

Las influencias históricas y culturales de las personas también influyen en la toma de decisión medioambiental individual que conllevan los green nudges. Estos concientizan acerca de la limitación en el uso de tecnologías de la información y la comunicación que implican un importante uso de energía, derramando así en una responsabilidad medioambiental. Así, responsabilidad y consumismo se encuentran directamente relacionados en la toma de decisiones individuales.

Este “empujón” entonces no depende solamente de los individuos, sino también de los gobiernos y de las grandes organizaciones y corporaciones que hacen a la aplicación de concientización medioambiental en la toma de decisiones.

Los green nudges y la participación ciudadana

Para alcanzar un buen gobierno es necesario incentivar la cooperación y la conciencia social, todo en el sentido de rearmar positivamente el entramado de la toma de decisiones.

Analizaremos este nudge en la institucionalización medioambiental. Para ello se recurre a contemplar su incidencia en la forma de pensar de la ciudadanía. Está directamente relacionada la eficiencia institucional con la confianza. Su cooperación completa la gestión pública. En este sentido, el nudge se comporta como estrategia válida para mejorar la actuación gubernamental.

En resumen, la estrategia del “empujón” encamina las conductas de los ciudadanos para alcanzar los objetivos de los programas políticos, en este caso medioambientales. Entonces, ¿Cómo optimizar el diseño institucional de la participación ciudadana en cuestiones medioambientales? Los nudges sirven como estrategias para modificar comportamientos hacia el incremento de la participación ciudadana.

La dialéctica innovación social – gestión pública sirve como variable de análisis en la toma de decisiones medioambientales. Son de considerar específicamente para ello el cabildo abierto, la ludificación, los laboratorios de experimentación e innovación, etc.

Se sumaría al ejemplo de cabildo abierto los presupuestos participativos, los foros ciudadanos[3] y cualquier otra institución equivalente en la que la participación ciudadana sea relativamente abierta y persiga el debate de ideas y la generación de propuestas. En otro nivel institucional se deben destacar la importancia de los consejos o comisiones ciudadanas, vecinales, sectoriales en las que los miembros sean electos por los vecinos o nombrados por los gobiernos o concejos deliberantes.

Entre las instituciones de participación ciudadana directa y semidirecta se reconocen las “bottom up” (susceptibles de ser activadas mediante el cumplimiento de requisitos tales como el aval de un número o porcentaje de firmas, por ejemplo, la iniciativa legislativa) y las “top down” (iniciadas por los gobiernos, tal como los referéndums consultivos). También debe considerarse el rastreo de debates acerca del diseño institucional.

Asimismo, la participación ciudadana “equilibra” las relaciones de poder en una comunidad política. Esto implica la coordinación de funciones que no implique superposición de niveles.

Tanto la sociedad civil como las audiencias públicas y la administración coparticipada ayudan a la formación de espacios propios que coadyuven en cuestiones propias medioambientales en la gestión de recursos naturales. Es importante fomentar la participación ciudadana de manera que la sociedad se involucre en las decisiones políticas que pudieran afectar negativamente en el desarrollo sostenible. Las consultas y audiencias públicas[4] son la vía adecuada para que la sociedad pueda hacerse oír.

Esto colabora en el ordenamiento territorial, que se ve favorecido por la participación de los ciudadanos en el nivel correspondiente.

Si bien lo expresado en la audiencia pública no es vinculante para la autoridad competente, tiene la validez de influenciar realmente en la toma de decisiones referidas al medioambiente. La legislación vigente oportunamente considerará la instancia obligatoria en la evaluación del impacto ambiental en la gestión a considerar. De esta forma se entenderán como semivinculatoriedad los resultados del instituto referenciado con respecto a la toma de decisión de las autoridades respectivas.

La institucionalidad de los nudges

Más allá de lo estrictamente pertinente al individuo los nudges buscan influenciar las actitudes personales en la medida que se incentiva una autoconciencia que se encamina a una mejora de su situación, en un sentido de “autogobierno”. Es decir, un sentido de pertinencia social que compromete al grupo con el interés común, en este caso, medioambiental.

Los nudges quedan enmarcados en normas y valores comunes.

Cuando los líderes se involucran en programas de mejoras comunitarias se observan los resultados en educación[5] y optimizaciones alimentarias.

Los científicos, a manera de grupos de trabajo, logran complementar las ciencias de la conducta con los sistemas de gobernanza. Así, las estrategias políticas y el pensamiento comprendido en las ciencias hacen que los nudges queden vinculados a la gestión pública.

Los laboratorios contemplan una relación entre innovación social y ciudadana que aportan a la coproducción de servicios públicos. Entonces, múltiples actores suman a mapear y solucionar inconvenientes con respecto a los desafíos de la gestión pública; en un principio en el marco de un proceso experimental. Sería importante entonces considerar en este contexto la construcción de un mapa de mecanismos participativos.

Pero el nudge presentó también críticas que llevan a reconocer sus limitaciones. Paradójicamente se cuestionan su relación con el bienestar general en tanto control, su eficiencia sobre el cambio conductual y su aporte al campo social y cultural.

En realidad, debe aceptarse que los nudges deben reconocer hechos ajenos a ellos, y que se imponen en la realidad, como los factores de poder evidenciados en lobbies, empresariado, intereses partidarios que presionan sobre las decisiones políticas (también en temas medioambientales).

Por lo tanto, un nudge debe entenderse como una estrategia complementaria a las políticas públicas, y no un fin en sí mismo. Los nudges deben ser claros y contar con la aprobación del público correspondiente. En un sentido de externalidad, una contranudge se identifica en algún acto privado que se ve afectado por los cambios en los otros.

Dice Arias (2016), acertadamente, que los nudges son una respuesta institucional al sujeto postsoberano. Éstos influyen en su entorno decisorio y son respetuosos de su autonomía.

En el caso latinoamericano se toma conciencia de los problemas medioambientales, energéticos, y puntualmente de residuos a los que los nudges pueden aportar como nuevas estrategias de solución que sumarían a los modelos de políticas ya existentes. Así, la innovación política enriquece antiguos postulados políticos con una nueva interpretación del ciudadano y su comprometida participación.

Desde la óptica experimental que conlleva un nudge hace más eficiente la administración pública, favoreciéndose el conversatorio entre los distintos funcionarios y los ciudadanos. A manera de dialéctica entre quienes confeccionan las políticas públicas y los científicos sociales, los diseños respectivos suelen mejorar a partir de éxitos y fracasos.

Los laboratorios de innovación suelen beneficiarse entonces de la experimentación y la actividad cooperadora. Entonces, puntualmente, los laboratorios de innovación ciudadana actúan más positivamente como do – tank que como think – tank. De esta manera aportan con soluciones creativas desde su perspectiva a los problemas públicos de índole medioambiental y quedan menos vinculados a las estrategias académicas o teóricas. Se aprende durante el proceso, y la formación de políticas están ligadas más a la experiencia.

Las sinergias que utilizan datos generados por los programas regionales y locales, así como la experiencia acumulada por lo impulsores de los mismos deben ser aprovechadas en la relación creada entre conocimiento académico y metodológico de evaluación de políticas públicas referidas a cuestiones medioambientales. En este ámbito, los espacios de discusión de indicadores de calidad institucional, calidad de vida vinculados al medioambiente manifiestan satisfacción democrática y calidad institucional, midiendo así los efectos de las políticas públicas en el marco de una óptica de sostenibilidad.

Debe destacarse además que se hace necesaria una base de datos que informatice y nutra a los laboratorios existentes en la región.[6] Los laboratorios son entonces un escenario apropiado para que los ciudadanos se apropien desde la comunicación de los problemas medioambientales relevantes para el ecosistema y empresariado garantizando soluciones propias del ámbito de los nudges.

Fortaleciéndose la autoconciencia en los ciudadanos que favorecerían a la actualización de políticas para cuidar del medioambiente, especialmente agua y energía, se vincula a objetivos de desarrollo sostenible. Los nudges así enriquecerán al desarrollo de normas cívicas.

La eficiencia de los nudges se restringe a ámbitos temporales, delimitados y pueden inspirar al derrame hacia otros escenarios, siendo aplicables a casos concretos.

Se rescata de los principios de la OECD (2017) para el diseño y conformación de nudges:

  • Diseño de una estrategia de múltiples pasos con un menú de opciones amplias para poder testear luego qué funciona, dónde y con quiénes.
  • Uso de la información y evidencia disponible para diseñar un plan y una muestra experimental donde aplicar nudges.
  • Comprobación de la posibilidad de replicar los resultados (validez interna y externa)
  • Monitoreo constante y evaluación de los efectos a corto, mediano y largo plazo.
  • Publicación de resultados a fin de ganar en transparencia y rendición de cuentas.

Reflexiones finales

Considero que los green nudges actúan como un “empujón” a la apertura de un espacio de discusión e intercambio que permite fortalecer el diálogo entre la academia y los promotores regionales y locales de programas participativos para la generación de indicadores de evaluación de la gobernanza en los niveles respectivos.

En resumen, la participación ciudadana es fundamental para defender intereses y derechos colectivos en lo que a ambiente sano refiere.

Es de observar también la necesidad de un cambio cultural que lleve a que la población se involucre realmente con los institutos de participación ciudadana, ya que no es muy visible. Es decir, que los ciudadanos se reconozcan en el proceso de toma de decisiones.

Finalmente, podemos observar una relación entre green nudges y participación ciudadana al reconocer su acertada incidencia en la toma de decisión política. Si bien no son lo mismo, se puede observar un puente entre ambos dirigido a la defensa de los derechos medioambientales desde el compromiso ciudadano, junto con el gubernamental.

Referencias bibliográficas

Arellano Gault, D. y Barreto Pérez, F. (2016). Gobierno conductual: Nudges, cambio de comportamiento inconsciente y opacidad” en Foro internacional. México D.F.

Escuder, M. L. (2008). Auditoría ciudadana en políticas públicas en Democracia directa en Latinoamérica. Prometeo: Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Güemes, C. (2017). ¿Nudge en América Latina? Incidir en el comportamiento individual, obtener resultados colectivos. En Revista del CLAD, Reforma y desarrollo.  Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo: España.

Moller Barbosa, A. (s.f.). Nudges proambientales: una revisión del Estado del Arte. Tesis de grado. Universidad EAFIT: Medellín.

Moreu Carbonell, E. (2018). Integración de nudges en las políticas ambientales. Monografías de la Revista Aragonesa de Administración Pública: Zaragoza.

Sabsay, D. (2008). La participación ciudadana en la toma de decisiones en el Derecho Público Argentino en Democracia directa en Latinoamérica. Prometeo: Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

[1] IRI-UNLP.

[2] Un nudge es cualquier aspecto de la arquitectura de las decisiones que modifica la conducta de las personas de una manera predecible sin prohibir ninguna opción ni cambiar de forma significativa sus incentivos económicos (Thaler & Sunstein, 2008)

[3] Espacio propicio para un entendimiento de gobernantes – gobernados. Constituye un escenario para autoevaluación y autocrítica de la sociedad en donde se reflexione y se propone una perspectiva de optimización de los intereses mutuos, en este caso, medioambientales.

[4] Se entiende a la audiencia pública como una instancia de participación en el proceso de toma de decisión, en la que la autoridad responsable habilita un espacio institucional para que toda aquella persona interesada exprese su opinión, respecto de ella. Es una reunión formal que crea obligaciones y genera responsabilidades (Sabsay, 2008)

[5] Se deberían conformar instituciones participativas con un verdadero carácter de “escuelas de ciudadanía”

[6] La base de datos permite explorar respuestas a los cuestionamientos relacionados con el medioambiente. La transparencia y acceso a la información se ven reflejados en las leyes de acceso a la información e instituciones de control como las auditorías o audiencias ciudadanas.