La Política Exterior Comienza por Casa por Renato Carlos Sersale di Cerisano

La Política Exterior Comienza por Casa[1]

Por Renato Carlos Sersale di Cerisano[2]

La política exterior argentina es un instrumento único para mejorar la calidad de vida del pueblo argentino, contribuir a enfrentar y solucionar nuestros problemas estructurales y, fundamentalmente, transmitir a nuestra sociedad y al mundo una visión clara, de largo plazo, de nuestros objetivos de crecimiento económico, de desarrollo sustentable, de nuestras características de país marítimo y bioceánico y de desarrollo de un Estado republicano moderno.

En ese contexto, y en función de las características estructurales de nuestro país para integrarnos al mundo del comercio y de las inversiones (internas y externas) a partir de las redes globales de valor agregado, será clave revertir – complementando las transformaciones internas – los problemas de “competitividad” que enfrenta el conjunto de la economía argentina.

. En la actualidad, el planeta se caracteriza por una competencia estratégica entre las dos principales potencias económicas (en la cual una sola hoy prima militarmente), por una competencia “destructiva” entre potencias militares, y por las potencias de segundo orden que también tienen aspiraciones globales y regionales. La geopolítica cuenta hoy más que nunca.

La pregunta es si en la actual coyuntura internacional la pertenencia al BRICS:¿contribuye en forma directa al fomento de las inversiones y al comercio internacional?,¿el marco de alianzas geopolíticas del BRICS es conveniente para la política exterior argentina?

La respuesta a la primera pregunta es que el BRICS no es un área de libre comercio, no incluye beneficios ni reducciones arancelarias ni facilitación de comercio para acceso a los mercados de los países miembros. Tampoco incluye confluencias regulatorias en materias diversas, tales como fitosanitarias, ni otras que reduzcan costos en las operaciones comerciales. Tampoco se hace referenciaa protección de inversiones.

En síntesis, parafraseando al autordel término, Jim O´Neill que inicialmente vio a los BRICs como una suerte de rock stars de la economía en el 2001 (al igual que lo fueron los países de la OPEP en la década del 70 o el G15 en los 80 y mediados de los 90)- luego desarrollada en su tesis en el 2011en su libro “The Growth Map”-, en una publicación reciente de Chatham House, el 27 de agosto 2023, se preguntó “¿significa algo la expansión de los BRICS? El mismo se contesta: “desde que en el 2009 los ministros de relaciones exteriores de Rusia y Brasil decidieron crear un grupo político BRIC formal, me he cuestionado el objetivo de la organización” y, continua “ni el G7 ni los BRICS (expandidos o más abiertos) tienen mucho sentido si se quisiera afrontar hoy los problemas globales”. Sin embargo, apuesta a un rol más importante en el G20 que tiene a los mismos miembros y una agenda global que incluye temas prioritarios (con compromisos de países) tales como el cambio climático, prevención de pandemias, crecimiento económico, comercio internacional y otros con compromisos reales de sus miembros y con una secretaria rotativa (por troika) que hace seguimiento de ellos.  Jim O´Neill también plantea las contradicciones internas del grupo, sobre todo entre India y China no solo por sus disputas territoriales sino por sus respectivos marcos de alianzas por afuera del BRICS mismo.

En lo que hace a la segunda pregunta, cabe tener en cuenta que la geopolítica hoy manda. Excepto las dos potencias que compiten estratégicamente a nivel global, existen potencias de segundo orden que tiene aspiraciones regionales, e inclusive interregionales en función de intereses y factores específicos, bien diferenciados.

Esto se traduce, en términos de negociación internacional, que el “Global South” como tal no existe, aunque el BRICS se presente como su interlocutor ante el G7. Nada saldrá de ahí. Experiencias anteriores ya lo demuestran así. Máxime si se tiene en cuenta que en ese grupo político existen intereses que no necesariamente se justifican en términos de los parámetros y principios con los cuales la Argentina pretende integrarse al mundo y que surgen de nuestra Constitución Nacional: el Estado de derecho, la democracia como sistema, la observancia de los derechos humanos, relaciones con todas las naciones, la promoción de la paz y el respeto del derecho internacional.

Se podrá decir que es mejor estar dentro de ese grupo de presión que estar afuera. La respuesta en todo caso es la contraria: porque estar atado a prioridades de otros que no se ajustan una política exterior que responda positivamente a las preguntas formuladas en anteriormente. Además, siendo más prácticos, los variados objetivos y “compromisos” que establecen en sus 94 párrafos de la Declaración de Johannesburgo, aunque vía algunos de ellos, si les permitan a sus cuatro miembros originales influir en los temas que le interesan, unos cuantos de esos párrafos meramente declarativos, no se condicen con las prioridades de la política exterior argentina dentro del marco de las Naciones Unidas y con otras tantas resoluciones adoptadas por sus Órganos y/o propuestas realizadas ante ellos. El realismo debe primar en la política exterior argentina basado en los marcos de alianzas que están determinadas básicamente por componentes regionales ya sea en materia económica como de seguridad.

En todo caso, el marco para discutir estos temas globales, son las Naciones Unidas, donde sí existe un sistema de representación de todos los países, y que en el caso de los países en desarrollo son el G77 (133 países) +China. El alcance de sus resoluciones es otra cuestión, pero si es el marco para discutir los temas que afectan al crecimiento económico y desarrollo sustentable de todos los países en desarrollo o emergentes (hacia donde es otra discusión) tal como fueron las profundas y extenuantes negociaciones sobre el Nuevo Orden Económico Internacional en los 70 y 80. O la creación de instituciones para fomentar el desarrollo de los países de menores ingresos a partir de la carta de Alta Gracia en adelante.

Asimismo, un análisis de los BRICS como lo que efectivamente es, un grupo político, llevaría a la política exterior argentina a desviarse de lo que debería ser su objetivo principal: el fortalecimiento del multilateralismo a partir de la aplicación de las reglas internacionales adoptadas por los distintos organismos del Sistema de las Naciones Unidas. La aplicación de las normas internacionales globales y no las que decide un grupo de países que tienen intereses propios y a veces contradictorios entre sí.

¿Es necesaria la pertenencia al BRICS para comerciar internacionalmente y para el fomento de Inversiones con China, Brasil, Sudáfrica? Vayamos caso por caso. ¿Al igual que con algunos de sus eventuales nuevos miembros Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos? La realidad indica que existen mecanismos bilaterales que no lo hacen necesario. Es más, afectarían la prioridad que se pretende lograr, esto es fomento del comercio internacional para lo cual este grupo políticos no tiene mandato, ni tampoco la institucionalidad necesaria en materia de inversiones, ya que existen mecanismos bilaterales con cada uno de estos países.

En el caso de China, la Argentina es miembro de la ruta de la seda, existen inversiones de ese país, es un importante socio comercial y con respecto al banco de inversión no solo no funciona aun,sino que su capitalización depende de un 40% de la República Popular China, país que solo presta a quienes tienen programas aprobados por el FMI. Tampoco se sabe cuáles son las condiciones de esos eventuales préstamos. Por otra parte, para acceder a préstamos del banco BRICS, no se necesita ser miembro y en caso Argentina quisiera serlo, deberá hacer un aporte de capital accionario. Por lo tanto: ¿porque no utilizar para proyectos de inversión en la Argentina, a la banca privada, los préstamos comerciales con garantías del Estado de contraparte, el BM, el BID y la CAF asociados a empresas locales, no solo de infraestructura sino de servicios vinculados?

La relación con Brasil pasa por cooperar para tener un Mercosur que funcione con libre movilidad de los factores, bienes, servicios, capitales y personas y sea un instrumento para negociar en América Latina y el Caribe(no solo de preferencias comerciales, sino de facilitación de comercio) con quienes tengan economías complementarias a las nuestras. En síntesis, la prioridad es el desarrollo y la construcción de un Mercosur viable, el cual poco tiene que ver con la participación en grupos políticos como el BRICS. Es más, una eventual participación argentina (ver la cantidad de grupos de trabajo se han formado según la Declaración de Johannesburgo) distrae de la prioridad MERCOSUR, incluyendo la relación con Brasil

En el caso de Sudáfrica(tal como lo ha expresado la profesora Gladys Lechini en un artículo de opinión del IRI  “A los 30 años de la recomposición de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Sudáfrica”[1]), se han desarrollado instrumentos de la cooperación bilateral en diversos ámbitos que hasta podrían catalogarse como un modelo de cooperación Sur-Sur, el cual debe aún profundizarse, incluyendo la cooperación sud-atlántica en materia de seguridad, contribuyendo a que el Atlántico Sur sea una zona de paz y cooperación.

En el caso de la India, además de los acuerdos bilaterales específicos que pueda hacer la Argentina, la complementariedad económica debe ser a través de un acuerdo de libre comercio con el MERCOSUR, sumado a la promoción de inversiones vía un acuerdo bilateral de nueva generación.

Con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, la complementariedad comercial y en materia de inversiones privadas es clara a nivel bilateral. Ya existe y será potenciada bilateralmente a través de acuerdos de protección a las inversiones y para evitar la doble imposición (ya presentados para su tratamiento en el Honorable Congreso de la Nación).

Retomando las dos preguntas principales y, en función de la evidencia arriba expuesta, resulta que las relaciones bilaterales con algunos de los países con mayor peso económico y complementarios con la Argentina dentro de este grupo político son los instrumentos ideales para contribuir a sus objetivos de crecimiento económico y desarrollo sustentable. Ello, a su vez, evitará quedar sujetos a posiciones que no solo no son consistentes con nuestros principios de política exterior, sino que desviarán la atención de tres prioridades que la política exterior argentina debe considerar seriamente: el inicio formal del acceso argentino a la OCDE; lograr un MERCOSUR que permita internamente la libre movilidad de bienes, servicios, capitales y personas y a la vez, sea una plataforma para la negociación de Acuerdos de Libre Comercio a partir de la integración comercial en las redes de valor con terceros; y, en términos geopolíticos, realizar las alianzas necesarias para que el Atlántico Sur sea una zona de paz y cooperación.

Solo con este enfoque podrá construirse previsibilidad, “transparencia institucional” y confianza hacia el resto del mundo que deberá traducirse en los niveles de crecimiento, en la generación de empleo, en nuestro desarrollo sustentable y en ser actores claves en las problemáticas que afectan al mundo, a nuestra región y a nuestro país en particular. La política exterior comienza por casa y en función de ello se hace el diagnóstico global que le permitirá cumplir sus objetivos y ser consistente con sus intereses.

Un último punto en lo que hace al procedimiento para la participación argentina. La participación en foros internacionales tiene implicancias de largo plazo que van más allá de los periodos de una administración.

Referencias:

[1]https://www.iri.edu.ar/index.php/2021/08/11/a-30-anos-de-la-recomposicion-de-las-relaciones-diplomaticas-entre-argentina-y-sudafrica/

 

[1] Publicado en Opiniones IRI el 31//08/2023. Obtenido de: https://www.iri.edu.ar/index.php/2023/08/31/la-politica-exterior-comienza-por-casa/

 

[2]Embajador de carrera de la República Argentina
Premio KONEX 2018: Diplomáticos.  Invitado por el Instituto de Relaciones Internacionales (UNLP)