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India: pretensiones y tensiones entre autoafirmación nacional e identidad internacional

Una combinación de variables como son el alto perfil asumido en política exterior, periódicas manifestaciones públicas sobre preferentes opciones por el multilateralismo activo como instrumento de aporte a la estabilidad global y la proliferación de escenarios de tensión internacional que introducen constantes desafíos a su defensa y seguridad en una etapa de sostenida expansión económica, movilizan recursos políticos, diplomáticos y económicos estatales destinados a lograr objetivos sobre resguardo de la soberanía nacional, recuperación de espacios perdidos de influencia internacional, contención de apetencias chinas por proyectar poder e influencia sobre Estados periféricos, incrementar niveles de disuasión en el campo militar y maximizar beneficios derivados de un remanente “poder simbólico” y renovado poder real gracias a su creciente peso demográfico, expansión económica, heterogeneidad socio-cultural y poderío tecnológico.

Durante casi dos décadas y en línea con estos objetivos, un imaginario nacional bajo el liderazgo de la gobernante coalición liderada por el BJP que intenta rediseñar una nueva India, ha sido y es persistentemente sostenido mediante la promoción de un nacionalismo integrador y principios de acción interno-externas sobre autoafirmación nacional, en un país históricamente atravesado por profundos clivajes sociales y religiosos. En el plano interno, el éxito de esta concepción política que moviliza esperanzadoramente los sentimientos de actores sociales, económicos, profesionales y sobre todo los jóvenes, ha sido evidente al dar cuenta de ello sucesivas reelecciones en las que el BJP ha relegitimado su rol dirigencial en la persona del Premier Modi.

Pero este éxito en lo cuantitativo suele aparecer también vinculado a presumidas degradaciones cualitativas del tolerante “modelo indio” de convivencia religiosa y preservación de instituciones democráticas. Estas presuntas “fallas” o quiebres en la tradición político-religiosa del país suelen ser expuestas en debates, no sólo entre fuerzas políticas en competencia por el poder sino también a nivel intelectual, académico mediante argumentos que ponderan los éxitos alcanzados, pero al mismo tiempo advierten sobre actuales y futuros desafíos que la “nueva India” enfrentaría durante las próximas décadas en sus aspiraciones por encumbrarse – aún más como una potencia planetaria.

En esta línea expositiva, las disidencias y discordancias apuntan hacia varios aspectos concretos. En primer lugar, la pertinencia de políticas públicas que convaliden el alejamiento de atributos simbólicos fundacionales de la India como espacio civilizacional, siempre ponderado por su heterogeneidad, lingüística, cultura, etnia y tolerancia religiosa, que la han destacado como ejemplo de universalidad conviviente, normada y protegida por instituciones democráticas. Una India secular y laica que hoy parece desdibujarse. Específicamente, una de las preocupaciones más acuciantes surge al observar la activa política gubernamental sobre promoción del Hinduismo como religión dominante (Hindutva), enfoque que, sectores críticos, interpretan como un instrumento político ideológico disociado de fundamentos estrictamente religiosos y su tradición espiritual, contraria a los principios heredados de los “padres fundadores” de la India post independiente.

Otros ejemplos más recientes, observan en medidas tales como la revocación de la autonomía de Jammu y Cachemira, la aprobación de una Ley de Enmienda de Ciudadanía, o la posibilidad de implementar un Registro Nacional de Ciudadanos, avances sobre los derechos de minorías, la antesala del aumento en tensiones comunales y causales de potencial violencia interreligiosa iniciativas concatenadas que, para los críticos gubernamentales, representan posiciones políticas incompatibles con el pregonado espíritu democrático del país y ponen en entredicho la imagen internacional del país en el contexto de un entorno internacional desafiante, donde la globalización se enfrenta al nacionalismo económico y líderes fuertes (autoritarios) parecen conducir a la ciudadanía (masas) hacia una mayor introspección nacional al privilegiar intereses locales por sobre ideales globales y recurrir a la guerra para el logro de objetivos políticos.[1]

¿Una Vía India para sostener la estabilidad global?

No obstante, pese a tensiones internas y profundos disensos políticos, una India resiliente ante el cambiante entorno internacional, intenta sostener principios de acción internacional que sirvan a la construcción de una “aldea global” apostando por el ejercicio de una diplomacia multilateral que revalorice instituciones de gobernanza global hoy más débiles ante un soberanismo militante que parece predominar en el diseño de vínculos externos y la construcción de imágenes del adversario. (The New World Disorder and The Indian Imperative, Shashi Tharoor y Samir Saran, Aleph Book Company, 2020)

Premisas que operan, por ejemplo, para atenuar y contener apetencias expansivas chinas tanto hacia países fronterizos, zonas en disputa (Jammu y Cachemira) o a nivel macro en el Indo Pacífico, motivo por el cual India optó por recuperar, rediseñar y construir nuevas alianzas sobre defensa mutua y desplegar una diplomacia sur-sur mediante su inserción en foros interregionales de diálogo y cooperación (IBSA, BRICSA).

En este orden, la India también reconoce la necesidad de dotar el devenir del siglo XXI y posar la estabilidad global sobre “una visión moral” de los asuntos internacionales. Formas de entender el presente y futuro mundo que surgen del seno de arraigadas tradiciones filosóficas y políticas pero que requieren una adaptación y ajustes a las actuales condiciones sistémicas, constituyen el principal aporte para la deseada nueva gobernanza global. Ejemplo, el principio guía sobre “el mundo entero asumido como una familia”, impone prudencia y favorece la oferta de incentivos aplicables a la resolución pacífica de controversias.

En esta construcción propia y global, juega y jugará un papel aún más determinante una India económicamente desarrollada, democrática y tolerante, cuyo renovado poder serviría para elevar su status y representatividad ante el sur global en general y “potencias medias” de Asia, África y América Latina y el Caribe en particular. Una India que aporte originalidad a la resolución de dilemas sobre desarrollo sostenible, tecnologías emergentes y mundo laboral, mitigación del cambio climático, transferencia de tecnologías, desarme, migraciones internacionales, define nuevas interpretaciones sobre viejos dilemas humanos será cada vez más necesaria. Una India que aporte una narrativa interpretativa y una diagnosis particular sobre actuales y futuros dilemas globales, debería sostenerse entonces, sobre la persistencia de tradicionales valores y no alejarse de ellos. (China’s ‘New Era’ Changes the Game for Global Actors, Diana Choyleva) con el fin de ejercer un poder blando sobre la base de atributos ejemplarizantes que a lo largo de su historia la dotan de especificidades modélicas con gran influencia en países en desarrollo.

Conclusiones.

Es en este entrecruzamiento de tensiones entre discordancias internas y pretensiones externas que la India evoluciona durante la actual etapa histórica. El país no desiste en sus objetivos por convertirse en «uno de los países líderes» del mundo lo cual ha logrado ya en el plano demográfico, y lo intenta en el plano económico; la India ahora ocupa la quinta posición en la economía mundial superando a la que fuera su metrópolis colonial Gran Bretaña[2] y lidera en industrias de servicios y altas tecnologías, siendo reconocida mundialmente en segmentos específicos como el aeroespacial e IA.

En el actual contexto de retroceso del multilateralismo y multiplicación de conflictos, la India intenta desempeñar un rol destacado como agente pacificador sostenida en su dinámico proceso interno de desarrollo. Como resultado, las ganancias de reputación internacional persisten, pero deben ser cuidadas si aspira ascender en la jerarquía de poder mundial.

Sergio Cesarin
Coordinador
Cátedra Libre de la India
Departamento de Asia y Pacífico

Referencias

[1]El arresto en marzo de Arvind Kejriwal, uno de los políticos más importantes del país, líder del partido Aam Aadmi, que gobierna la capital india y el estado de Punjab y principal rival de Modi, fue interpretada como parte de acciones de persecución política; el líder del Partido Aaam Admi (AAP) o Partido del Hombre Común, fue acusado de aceptar sobornos; la AAP es parte de una amplia alianza de partidos de oposición llamada INDIA, principal rival del gobernante Partido Bharatiya Janata (BJP). Kejriwal fue el segundo jefe de un partido de oposición detenido luego de Hemant Soren, líder del estado de Jharkhand, puesto bajo custodia acusado de una presunta estafa de tierras.

[2]      Deloitte, Bengaluru, World Trade Center, Karnataka: Powering India’s growth, Marzo 2024, file:///home/user/Descargas/in-ad-india-karnataka-investment-destination-noexp.pdf