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Análisis de coyuntura n 55: Trump vs. Musk: entre aranceles y motosierras

AÑO 2025 / MES: julio / Nº 55

El Centro de Reflexión en Política Internacional fue creado en 1995 y tiene como objetivos principales: promover e impulsar una instancia de análisis, discusión y seguimiento de la política internacional argentina, analizada en sus diversas fases pasadas, presentes y futuras; y constituir un ámbito de capacitación, actualización y producción académica en Política Exterior Argentina.

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Trump vs. Musk: entre aranceles y motosierras

Por Sebastián Schulz

La política estadounidense atraviesa momentos convulsionados, marcados por enfrentamientos abiertos y permanentes entre figuras y sectores clave del poder económico y político. Estas disputas trascienden el bipartidismo clásico y han llevado al 40% de los ciudadanos estadounidenses a pensar que hay probabilidades de una guerra civil en los próximos diez años[1].

Uno de los choques más significativos del año se desató a principios de mayo de 2025, cuando el empresario estrella del sector tecnológico y hasta entonces aliado incondicional de la Casa Blanca, Elon Musk, criticó públicamente el paquete fiscal impulsado por el presidente Donald Trump, conocido como “Un gran y hermoso proyecto de ley” (One Big Beautiful Bill). Lo que comenzó como una discrepancia presupuestaria escaló rápidamente en una disputa frontal, con acusaciones cruzadas, amenazas de represalias económicas y rupturas políticas manifiestas.

El enfrentamiento expuso no solo las fracturas internas del bloque gobernante republicano, sino también la dependencia del aparato estatal respecto de conglomerados tecnológicos y el creciente desdibujamiento entre el poder privado y el poder público. En ese escenario, la confrontación entre Trump y Musk pasó a ser más que un desacuerdo coyuntural: se volvió una manifestación sintomática de las tensiones profundas que atraviesa la elite dirigente de los Estados Unidos.

Unidos, hasta que los aranceles nos separen

La relación entre Donald Trump y Elon Musk alcanzó su clímax en 2024, cuando el dueño de Tesla y SpaceX se convirtió en el principal donante de la campaña republicana, aportando más de 275 millones de dólares. Musk no solo respaldó activamente la reelección del magnate neoyorquino y promovió la restitución de su cuenta de X (antes Twitter), que había sido bloqueada tras el asalto al Capitolio en 2021, sino que incluso aceptó encabezar un organismo clave en la nueva administración: el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), creado por Trump para llevar a cabo una ofensiva contra el gasto público y la burocracia estatal.

Durante ese período, el empresario sudafricano se transformó en una figura simbólica del ajuste. Su participación en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en febrero de 2025, blandiendo una motosierra regalada por Javier Milei, fue leída como un gesto de apoyo al achicamiento del Estado. Pero esa cercanía simbólica e ideológica entró en crisis a los pocos meses, en gran medida por profundas contradicciones entre ambos bloques de intereses.

El enfrentamiento, incluso, escaló al plano personal (aunque lo personal no deje de ser profundamente político). A través de publicaciones en X, Musk acusó a Trump de tener “vínculos turbios con redes de pedofilia”, en una insinuación explosiva que muchos interpretaron como una alusión al escándalo Epstein. Aunque las tensiones personales estuvieron presentes desde la conformación misma de la alianza (dos masculinidades que buscan dominar mediante la imposición, poco habituadas a ceder protagonismo), la acusación rompió definitivamente cualquier posibilidad de reconciliación entre ambos y convirtió el enfrentamiento en una guerra abierta sin retorno.

Contradicciones estratégicas en el corazón del poder norteamericano

Como señalamos más arriba, el punto de quiebre entre Donald Trump y Elon Musk fue el paquete fiscal y presupuestario impulsado por el presidente estadounidense, conocido como “Un gran y hermoso proyecto de Ley”[2]. Esta iniciativa contempla una serie de medidas que incluyen recortes de impuestos, ampliación del gasto en defensa y migración, eliminación de subsidios a energías limpias, reducción de programas sociales como Medicaid y un aumento del techo de deuda que podría sumar hasta 3,3 billones de dólares al déficit estadounidense en la próxima década.

Musk consideró esta propuesta como una traición al ideario de austeridad que había motivado su colaboración con el gobierno, aunque probablemente la preocupación más importante del sudafricano sea el impacto que las eliminaciones de subsidios a energías limpias puedan tener en su empresa insignia Tesla. Denunció que la ley promovía la “esclavitud por deuda” y beneficiaba a “las industrias del pasado” (el petróleo texano, otro de los sostenes del poder trumpista), mientras amenazaba con destruir millones de empleos en sectores estratégicos como la energía renovable, la inteligencia artificial y la movilidad eléctrica. En un contexto de creciente competencia global (particularmente con China), el dueño de Tesla sostuvo que la legislación era “una abominación repugnante” y un “suicidio político para el Partido Republicano”[3].

El enfrentamiento puso de manifiesto un antagonismo estructural en el seno de la alianza gobernante. Trump representa a un empresariado nacionalista, con fuerte raigambre doméstica, vinculado a sectores tradicionales del aparato productivo y del complejo científico-tecnológico privado estadounidense, incluyendo grandes compañías petroleras, contratistas industriales, desarrolladores tecnológicos medianos y una parte del capital financiero enfocado en la economía nacional.

Su discurso de “América Primero” promueve la relocalización[4] y la repatriación forzosa de empresas que operan en China (entre otros países), con políticas arancelarias para penalizar la deslocalización. En su política de “hacer Estados Unidos grande de nuevo”, Trump busca recomponer las capacidades industriales que sustentaron la capacidad hegemónica del país norteamericano, apuntando al retorno de las grandes corporaciones que mudaron sus aparatos productivos a regiones más rentables en términos de mano de obra. Esta iniciativa quedó expresada cabalmente en el discurso de Trump en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2019, cuando señaló que “el futuro pertenece a los patriotas, no a los globalistas”[5].

Musk, en cambio, lidera un bloque tecnoeconómico híbrido, profundamente dependiente de los subsidios estatales estadounidenses, pero con su aparato productivo anclado parcialmente en Asia. Tesla fabrica más de 950.000 vehículos al año en su gigafábrica de Shanghái (más del 50% de su producción global) y buena parte de ellos se exportan a Estados Unidos y Europa. Si bien no responde a una lógica globalista clásica, su crecimiento depende de una doble condición: el soporte estatal estadounidense (en forma de contratos, exenciones impositivas y protección política) y la deslocalización eficiente de su producción hacia zonas de menor costo y mayor escala.

De hecho, muchas de las empresas de Musk (SpaceX, Starlink, Neuralink y The Boring Company) crecieron al calor de alianzas público-privadas con el Pentágono, la NASA, y agencias de inteligencia, que destinan miles de millones de dólares a sus desarrollos. Como destaca Financial Times, el peso que ha adquirido SpaceX en el control de los sistemas satelitales de EE.UU. constituye una señal de alerta sobre la concentración de soberanía tecnológica en manos de un único actor privado[6].

La aparente independencia de Musk respecto del Estado es, en realidad, una interdependencia estructural. Sin las compras públicas de satélites, lanzamientos orbitales, licencias y contratos, sus compañías perderían acceso a sus principales fuentes de ingresos estables. Al mismo tiempo, su expansión internacional se basa en formas avanzadas de relocalización productiva que colisionan con el núcleo duro de la agenda trumpista. Esta contradicción es uno de los nudos del conflicto actual.

En Anadolu Agency, la politóloga Rabia Ali señaló que este conflicto trasciende las alianzas electorales y afecta al sistema de defensa y exploración espacial de Estados Unidos[7]. Tanto la NASA como el Pentágono tienen relaciones contractuales privilegiadas con SpaceX, lo que genera un dilema: ¿puede el Estado prescindir de Musk sin comprometer su infraestructura estratégica?. The Washington Post, por su parte, alertó sobre la vulnerabilidad empresarial de Musk: sus negocios están tan expuestos a la ayuda estatal que una represalia presidencial (como la rescisión de contratos o la retirada de subsidios) podría desestabilizar su imperio financiero[8]. Steve Bannon, en este marco, llegó al punto de proponer la expropiación de SpaceX mediante la Ley de Producción de Defensa[9].

Más allá del conflicto entre dos personalidades (lo cual sin dudas representa una dimensión del conflicto), lo que se vislumbra es una fractura profunda al interior de la clase dominante estadounidense. Por un lado, el ala ultranacionalista y proteccionista del trumpismo (representada por Steve Bannon y los sectores MAGA); por el otro, sectores de una oligarquía tecnoeconómica transnacionalizada o en proceso de transnacionalización, representada por CEOs como Musk y, en menor medida, figuras como Peter Thiel o Jeff Bezos. Este choque no solo expresa diferentes intereses económicos (proteccionismo vs. globalización), sino también visiones opuestas sobre el rol del Estado, la deuda, el medio ambiente, la tecnología y el orden internacional.

La ilusión de las «Siete Magníficas»

Un punto importante en el conflicto tiene que ver con la disputa por la representación simbólica del poder tecnológico estadounidense. En diversos medios de comunicación y análisis internacionales, se ha buscado presentar al conglomerado liderado por Musk como una de las grandes plataformas del siglo XXI, a la par de Alphabet/Google, Apple, Meta, Amazon, Microsoft y Nvidia, bajo el mote de las “Siete Magníficas”.

Sin embargo, esta operación narrativa oculta la distancia real que separa a X de las clásicas GAFAM, tanto en volumen de negocios como en capitalización bursátil, donde si bien Tesla se destaca por su rendimiento en los últimos 5 años, todavía está muy detrás de sus competidoras en capitalización[10].

En este sentido, si bien el conglomerado empresarial de Elon Musk está en plena expansión, todavía es marginal frente a los gigantes del Big Tech con sede en Silicon Valley. En el caso de Musk, si bien tanto su influencia pública como sus ingresos reales son notorios, sus empresas todavía dependen en gran medida de exenciones fiscales, regulación estatal favorable y protecciones jurídicas provistas por el gobierno federal, muchas de las cuales fueron impulsadas durante el primer mandato de Trump.

American Party… ¿fin de la fiesta americana?

Lejos de quedarse en la crítica discursiva, Elon Musk anunció una fuerte ofensiva política a modo de represalia. En primer lugar, declaró que financiaría campañas para derrotar a los legisladores republicanos que votaran a favor del proyecto de Trump. En segundo lugar, deslizó la posibilidad de crear una nueva fuerza política, el “Partido de Estados Unidos” o “American Party”, con el objetivo de representar al “80% que está en el medio”, desilusionado del duopolio demócrata-republicano.

Aunque el anuncio de una iniciativa para romper el bipartidismo establecido hace más de 170 años pueda parecer testimonial, Musk cuenta con una plataforma tecnológica destacable, una fortuna personal cercana a los 400.000 millones de dólares y una capacidad de impacto mediático nada desdeñable. En sus redes, llegó a proponer afiches de campaña para estigmatizar a los “traidores fiscales” con imágenes de Pinocho y la leyenda “mentiroso”[11].

Uno de los primeros beneficiarios de su nueva estrategia fue el congresista Thomas Massie (Kentucky), un republicano disidente del trumpismo, a quien Musk prometió financiar en su campaña de reelección. Paradójicamente, este movimiento reavivó las fracturas dentro del conservadurismo republicano: mientras algunos sectores pseudolibertarios celebran el desafío a la ortodoxia republicana, otros lo ven como una amenaza a la cohesión del partido.

La furia de Trump: subsidios, deportación y “el monstruo DOGE”

Frente a las amenazas, denuncias y acciones de Musk, Donald Trump no tardó en responder con virulencia. A través de su red Truth Social, el presidente lanzó una serie de amenazas contra Musk, acusándolo de haber recibido “más subsidios que ningún otro humano en la historia” y sugiriendo que, sin ayudas estatales, “tendría que cerrar y regresar a Sudáfrica”. En un gesto simbólicamente cargado, advirtió que el propio DOGE podría ser utilizado en su contra: “DOGE es el monstruo que podría devorarlo”.

Trump también deslizó la posibilidad de retirarle contratos gubernamentales a Tesla y SpaceX e incluso llegó a considerar públicamente su deportación, pese a que Musk es ciudadano naturalizado estadounidense.

La disputa, como era de esperarse, tuvo evidentes repercusiones en los mercados. Las acciones de Tesla cayeron más del 20% en lo que va del año y un 13,5% en el segundo trimestre. Si bien el declive venía gestándose desde hacía algunos meses (producto de una caída sostenida en las ventas en Estados Unidos, Europa y China[12], y de una creciente competencia en el sector), el enfrentamiento con Trump profundizó el deterioro. Su participación en el gobierno, su cercanía con el expresidente y sus gestos provocadores generaron boicots, protestas e incluso quema de vehículos de Tesla, amplificando el desgaste de la marca[13].

A esto se sumaron las denuncias de problemas técnicos con los nuevos robotaxis autónomos y el avance de competidores como BYD en China y Volkswagen en Europa. Mientras tanto, el anuncio del fin de los subsidios federales y los créditos fiscales para autos eléctricos puso en riesgo hasta 3.000 millones de dólares anuales para Tesla, según estimaciones de JP Morgan[14]. En este contexto, Musk está ante un dilema de alto riesgo: si insiste con su cruzada política, puede perder influencia empresarial; si retrocede, quedará debilitado frente a Trump y su base.

El ascenso de los magnates tecnológicos en la era de la tecnopolaridad

La disputa Trump–Musk debe leerse a la luz del creciente peso que han adquirido las corporaciones tecnológicas en las disputas geopolíticas. Como señala Ian Bremmer en sus trabajos sobre la tecnopolaridad, los Estados-nación y las empresas de tecnología ya no pueden pensarse por separado: los intereses de las corporaciones tecnológicas superan en muchas ocasiones en capacidad e influencia a los de gobiernos nacionales. En ese marco, figuras como Musk actúan simultáneamente como empresarios, donantes políticos, jefes de plataformas digitales y arquitectos del discurso público.

La “nueva gobernanza” global que emerge no es ya monopolio exclusivo de los Estados, sino un híbrido entre poder público y privado, donde los CEOs de las grandes tecnológicas (y los fondos de inversión global que las financian) participan directamente en decisiones sobre economía nacional, seguridad, infraestructura e incluso diplomacia. El caso Musk es paradigmático: dirige la red social X (ex Twitter), fabrica satélites con Starlink, transporta carga para la NASA con SpaceX y ahora aspira a condicionar al Congreso de EE.UU.

En este nuevo paradigma, el concepto de tecnopolaridad es interesante al dar cuenta del progresivo y tendencial traslado de soberanía a corporaciones tecnológicas globales, que tienen cada vez mayor incidencia en qué se dice, qué se consume, cómo se vota y hasta qué se investiga.

¿A guardar la motosierra?

El conflicto también tuvo efectos fuera de las fronteras estadounidenses. En Argentina, Javier Milei quedó en una posición incómoda: en su super ideologización de la política exterior[15], tanto Trump como Musk eran referencias clave. La foto con la motosierra, que parecía un símbolo de unidad entre libertarios y tecnoutópicos[16], fue luego motivo de arrepentimiento por parte de Musk, quien reconoció que empuñar la motosierra festejando los recortes estatales había representado “una falta de sensibilidad”.

De este modo, la fractura entre Elon Musk y Donald Trump refleja dos visiones distintas sobre el rol del Estado, ambas alejadas del ideario libertario que profesa Javier Milei. Musk defiende la intervención estatal en forma de subsidios a grandes corporaciones tecnológicas y el impulso a la transición energética desde el sector público. Trump, por su parte, apuesta por un nacionalismo económico basado en el proteccionismo, la industrialización dirigida y la aplicación arbitraria y unilateral de aranceles. Ninguna de estas estrategias coincide con la lógica de “Estado cero” que pregona el mileismo, que termina resultando más testimonial que replicable.

Trump vs. Musk: enfrentamiento sistémico

Como sostiene Morgenfeld, esta disputa se inscribe en el proceso de declive de la hegemonía estadounidense, que ya no logra articular consensos internos ni proyectar su proyecto estratégico a nivel global. En ese marco, las fisuras dentro del bloque de poder dominante abren espacios para que los países del Sur Global exploren alternativas de alineamiento y refuercen sus márgenes de autonomía estratégica[17].

En este marco, el enfrentamiento desatado entre Donald Trump y Elon Musk es mucho más que una disputa de egos. Expresa una crisis estructural en la política y economía de Estados Unidos: la fragmentación de las elites, la descomposición de las mediaciones institucionales y el avance de una política cada vez más digitalizada y dependiente del capital privado.

Elon Musk seguramente no podría ganar una elección, pero ha demostrado su capacidad de condicionar la agenda, erosionar candidaturas, sembrar inestabilidad y forzar a los partidos tradicionales a redefinir su perfil. Trump, por su parte, busca reafirmar su control sobre el Partido Republicano mediante una lógica de “amigos o enemigos”, incluso a costa de perder aliados estratégicos.

La guerra interna continúa y el desenlace está abierto. La manera en la que se resuelva probablemente marque el rumbo de la política exterior de los Estados Unidos, su estrategia arancelaria y sus alianzas locales.

 


[1] “Plurality of Americans Believe ‘Civil War’ Likely in Next Decade”. Newsweek, 17 de junio de 2025. https://www.newsweek.com/plurality-americans-believe-civil-war-likely-poll-2086771

[2] “The One, Big, Beautifull Bill”. The White House. https://www.whitehouse.gov/obbb/

[3] “Elon Musk calls Trump’s big bill ‘utterly insane and destructive’ as Senate debates”. The Guardian, 29 de junio de 2025. https://www.theguardian.com/technology/2025/jun/29/elon-musk-calls-trumps-big-bill-utterly-insane-and-destructive-as-senate-debates

[4] “Reshoring, cadenas globales de valor y tendencias actuales. Documento de trabajo”, por Gabriel Ríos Díaz (2023). Centro de Estudios para el Desarrollo y la Producción. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2021/09/reshoring_cadenas_globales_de_valor_y_tendencias_actuales.pdf 

[5] “Trump, en la ONU: ‘El futuro pertenece a los patriotas, no a los globalistas’”. El País, 24 de septiembre de 2019. https://elpais.com/internacional/2019/09/24/actualidad/1569343093_534218.html 

[6] “Musk-Trump feud is a wake-up call on space”. Financial Times. 12 de junio de 2025. https://www.ft.com/content/8cf3df35-439f-4cbf-9481-a4fad8cdd277

[7] “Trump-Musk feud: What does it mean for the American political landscape?”, por Rabia Ali. Anadolu Agency. 18 de junio de 2025. https://www.aa.com.tr/en/americas/trump-musk-feud-what-does-it-mean-for-the-american-political-landscape/3595600

[8] “Why Musk is vulnerable in conflict with Trump”. The Washington Post. 9 de junio de 2025. https://www.washingtonpost.com/technology/2025/06/09/musk-is-vulnerable-battle-with-trump/

[9] “Steve Bannon Urges Trump to Seize SpaceX and Deport Elon Musk”, por Ken Thomas. The Wall Street Journal, 6 de junio de 2025. https://www.wsj.com/livecoverage/trump-elon-musk-feud/card/steve-bannon-urges-trump-to-seize-spacex-and-deport-elon-musk-7GV6PBKSIhqveB3VeYKX

[10]Rendimientos de cinco años de las «siete magníficas» en mercado de valores”. La República. https://www.larepublica.co/globoeconomia/cuales-son-las-siete-magnificas-del-mercado-de-valores-3764587

[11]Anyone who campaigned on the PROMISE of REDUCING SPENDING, but continues to vote on the BIGGEST DEBT ceiling increase in HISTORY will see their face on this poster in the primary next year”. https://x.com/elonmusk/status/1939861925514682487

[12] “Las ventas de Tesla cayeron 13% en los últimos tres meses, mientras se reaviva la tensión entre Trump y Musk”. La Nación, 2 de julio de 2025. https://www.lanacion.com.ar/estados-unidos/las-ventas-de-tesla-cayeron-13-en-los-ultimos-tres-meses-mientras-se-reaviva-la-tension-entre-trump-nid02072025/

[13] “Arden ‘teslas’, arden ‘waymos’: por qué incendiar coches inteligentes es ya el símbolo de una época”, por Javier Salas. El País, 10 de junio de 2025. https://elpais.com/tecnologia/2025-06-10/arden-teslas-arden-waymos-porque-incendiar-coches-inteligentes-es-ya-el-simbolo-de-una-epoca.html

[14] “La abrupta y escandalosa ruptura entre Donald Trump y Elon Musk amenaza sus intereses: ¿Qué pierde cada uno?”, por Guillermo Azábal. Clarín, 8 de junio de 2025. https://www.clarin.com/mundo/abrupta-escandalosa-ruptura-donald-trump-elon-musk-amenaza-intereses-pierde_0_wYwWw0r2Pl.html

[15] “La política exterior de Javier Milei frente a Estados Unidos: un escenario de múltiples acoplamientos”, por Anabella Busso. Instituto de Relaciones Internacionales (UNLP), 27 de agosto de 2024. https://www.iri.edu.ar/index.php/2024/08/27/la-politica-exterior-de-javier-milei-frente-a-estados-unidos-un-escenario-de-multiples-acoplamientos/

[16] Análisis de coyuntura N 47 – Una política exterior tecnopolar: la estrategia del gobierno de Milei hacia las Big Tech, por Alejandro Simonoff, julio de 2024. https://www.iri.edu.ar/index.php/2024/08/01/analisis-de-coyuntura-n-47-una-politica-exterior-tecnopolar-la-estrategia-del-gobierno-de-milei-hacia-las-big-tech-por-alejandro-simonoff/

[17] Fractura expuesta en Estados Unidos: «Trump va a acelerar el declive hegemónico del país», por Leandro Morgenfeld. Página 12, 6 de junio de 2025. https://www.pagina12.com.ar/831965-fractura-expuesta-en-estados-unidos-trump-va-a-acelerar-el-d