Primer Año de la Era Reiwa

El día de ayer se inició en Japón una nueva era. Tras la abdicación del Emperador Akihito, su hijo asumió el trono del Japón. Es el 126° tennou (traducido en occidente como “emperador”) de una misma dinastía. Lo novedoso es que desde la imposición del cambio de era con  la asunción de un nuevo emperador tras el fallecimiento del anterior – esto es desde el inicio de la Era Moderna en Japón, en 1868, con el Emperador Mutsuhito y la era Meiji –  en esta oportunidad, la sucesión se produce por abdicación. Incluso, Hirohito, abuelo del actual nuevo emperador Naruhito, asumió como regente durante los últimos años de vida de su padre Yoshihito, momento en el cual no podía hacerse cargo de sus deberes. Eran otros tiempos.

Naruhito, a los 59 años asume el trono, tal como lo dispone la Constitución del Japón, reformada en 1946 por las fuerzas de ocupación, como “…símbolo del Estado y de la unidad del pueblo, derivando su posición de la voluntad del pueblo en quien reside el poder soberano” (Cap.1, Art. 1). Así lo reafirmó en su primera alocución, en donde en primer término se refirió a la figura y ejemplo de su padre, que a lo largo de 30 años, cumplió cabalmente como símbolo de la unidad del pueblo y acompañádolo en los buenos y malos momentos.

Es importante destacar su formación en Historia, en la Universidad Gakushuin – en sus orígenes la institución educativa de la nobleza japonesa – en donde se especializó en Historia Medieval japonesa y luego estudios de posgrado en el Merton College en Oxford, Reino Unido, que culminaron con una tesis sobre el comercio fluvial del Támesis en el siglo XVIII.

Esta característica de su formación, ha permitido a los analistas interpretar de su alocución, la frase: “Al acceder al trono, juro seguir su ejemplo y continuar el camino señalado por su majestad, el Emperador Emérito, tendré en cuenta el camino recorrido por anteriores emperadores y me dedicaré a la superación personal.”,  el hacer alusión a tener presente los errores del pasado.

La historia cuenta y conocerla nos permite mirar más claramente el futuro. Que en esta nueva Era que se inicia en Japón,  la plegaria con que el nuevo monarca cerró su primer discurso de dos minutos,de que su pueblo alcance la felicidad, el desarrollo de su nación y la paz mundial, sea escuchada.

 

Cecilia Onaha

Coordinadora

Departamento de Asia y el Pacífico

IRI – UNLP