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“Para Europa doblan las campanas”

Desde el 31 de enero, cuando a una pareja de turistas chinos en Roma se le ha diagnosticado el COVID-19, en 40 días en Italia se han encontrado 7375 casos, con 595 personas curadas y 366 fallecidos.

Hasta hoy, se han tomado las siguentes medidas, entre otras:

  1. Cierre total de Lombardia y otras 14 provincias italianas, con la presencia del ejército para controlar la difusión del virus.
  2. Suspensión de las actividades de universidades, escuelas, gimnasios, piletas, bares, discotecas, locales, cines, teatros y cualquier otra actividad que involucra una alta concentración de personas.
  3. Consejo de no viajar y tomar transportes públicos.
  4. Smart-working desde casa y clases virtuales para universidades y escuelas, incluidas las defensas de tesis que no se puedan prorrogar.
  5. Prohibición de ir al hospital si se tienen síntomas compatibles con los del Coronavirus.

No es mi intención escribir sobre la parte médica-científica o acerca de las medidas tomadas aportando juicios de valor en una situación de emergencia que resulta muy dificil de manejar. Me interesa más aportar algo más invisible acerca de la sociedad, algo de lo que no se habla, justamente porque todo el mundo mira a las estadísticas y a las medidas del Gobierno.

La emergencia del virus COVID-19 ha sacado a la luz muchas fragilidades del sistema europeo adentro del sistema mundo, que no se quieren ver, que no se quieren admitir, que no se quieren cambiar.

  1. Italia, otra vez, ha sido dejada totalmente sola, alejada, abandonada por los países “hermanos” de la Unión Europea: Francia y Alemania han acusado a Italia de efectuar demasiados hisopados COVID-19 (alrededor de 6500) en comparación con ellos (alrededor de 400), de generar “pánico sin razón” y de tomar medidas “demasiado duras”, afectando de manera irreparable a la economía. Algunos gobernadores de las provincias del norte de Italia, de acuerdo con estos países, han relajado ilegalmente las medidas del Gobierno nacional, consideradas “exageradas”. De hecho, muchos de estos políticos actualmente tienen Coronavirus y las provincias de referencia (sobre todo Lombardia) tuvieron un pico máximo del virus en pocos días que amenaza con colapsar al sistema sanitario nacional. De hecho, se prevé la dramática posibilidad de tener que elegir a las personas a medicar en base a la edad, dejando afuera a los “over-60”.
  2. Las Instituciones europeas no han tomado ninguna medida común, siendo la materia “salud” una competencia “de apoyo” (art. 6 TFUE), por lo tanto “la UE solamente puede intervenir para apoyar, coordinar o complementar la acción de los países de la UE: los actos jurídicamente vinculantes de la UE no deben requerir la armonización de las leyes o reglamentos de los países de la UE”[1].

Sólo el 6 de marzo, la Comisaria Stella Kyriakides ha declarado de manera muy general, la necesidad de una “solidaridad” entre los países UE, sin ninguna acción práctica o vinculación [2]. En cambio, se ha asegurado que ninguna ayuda se le dará a Italia[3]. No obstante, el artículo 168 TFUE [4] prevé la posibilidad de una complementariedad de los esfuerzos nacionales, en conjunto con las Instituciones europeas, para la temática salud, a través de acciones de la Unión para “garantizar un alto nivel de protección de la salud humana” (1° C.) y, la sección 5, que “el Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al procedimiento legislativo ordinario y previa consulta al Comité Económico y Social y al Comité de las Regiones, podrán adoptar también medidas de fomento destinadas a proteger y mejorar la salud humana y, en particular, a luchar contra las pandemias transfronterizas”. Parece que el COVID-2019 no encaja en esta situación.

Mientras tanto, la opinión pública está dominada por datos científicos contradictorios y la población no logra tener un equilibrio entre el pánico total y la desmitificación de la pandemia.

El tema es que cada uno ve a lo que renuncia (convivencia, cine, viajes, etc.) pero no logra entender que es lo a que el otro, el trabajador precario, el anciano, el enfermo, el niño con cáncer, el médico, los enfermeros, los inmunodeprimidos, los inmigrantes, los presos, no pueden aspirar: seguir viviendo.

Las estadísticas hablan de los fallecidos pero no de como fallecen estas personas: en total soledad, en “cuarentena” para usar las palabras eficientes de los periodistas.

Es la demostración social de cuánto el capitalismo se ha internalizado. El individualismo y la competencia exasperada nos han llevado a seguir para adelante, siempre, en cualquier situación, como síntoma de capacidad, de fuerza, creyendo en el mito del “self-made-man”. En nombre de la eficiencia económica (rectius de la especulación económica) se han progresivamente privatizado sectores fundamentales de los derechos sociales, como salud, educación, trabajo, energía, transporte, jubilación, en nombre de una financiación generada por la UE (acuerdos de Maastricht y Amsterdam). En este momento se demuestra la caducidad de este esquema y la falta total de un espíritu de la sociedad que enfrente las situaciones de emergencias comunes con solidaridad.

Ernest Hemingway para escribir su célebre novela “Por quién doblan las campanas” tomó como inspiración un poema de 1600.
Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la masa. Si el mar se lleva un terrón, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa señorial de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. (Meditación XVII de Devotions Upon Emergent Occasions, por John Donne, 1624).

Quizás le sea aplicable a Europa también.

Referencias:

[1]https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=LEGISSUM:ai0020

[2]https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/SPEECH_20_410

[3]https://www.repubblica.it/politica/2020/03/06/news/coronavirus_ue_divisa_sulle_mascherine_niente_aiuti_all_italia_speranza_serve_piu_solidarieta_-250487344/

[4]https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A12008E168


María Francesca Staiano
Integrante
Centro de Estudios Italianos
Departamento de Europa
IRI – UNLP