Recita la poesía antigua de Wang Bo (王勃), 海内存知己,天涯若比邻, “Aunque estemos en los confines del mundo, si compartimos una amistad verdadera, seremos como vecinos cercanos.” Así se ha mostrado el cuarto Foro ministerial China-CELAC, celebrado en Beijing el 13 mayo de 2025, una reunión entre amigos porque “No importa cómo cambie la situación internacional, China siempre será un buen amigo y un buen socio de los países de ALC”, “escribiendo juntos un nuevo capítulo de la construcción de la comunidad de futuro compartido China-ALC.” (Xi, 2025). La cumbre no sólo marca una nueva etapa en las relaciones sino-latinoamericanas, sino que encarna, de forma concreta y estructurada, la posibilidad real de construir una comunidad humana de destino compartido centrada en el ser humano. Este principio —recurrente en el discurso de Xi Jinping— adquiere en esta ocasión una dimensión filosófica y civilizatoria particular, que remite a la idea de Tianxia (天下) elaborada por Zhao Tingyang y a la teoría relacional de Qin Yaqing. Desde esta perspectiva, la cooperación sino-latinoamericana se configura como un intento de institucionalizar una forma alternativa de multilateralismo que no se basa en la hegemonía ni en la lógica amigo-enemigo, sino en la coexistencia, el reconocimiento mutuo y la generación de beneficios compartidos.
Durante la apertura del Foro, el presidente Xi Jinping (Xi, 2025) subrayó la profundidad histórica de los lazos entre China y América Latina, recordando los contactos marítimos ya en el siglo XVI y las múltiples formas de solidaridad manifestadas a lo largo del siglo XX. Pero es en el siglo XXI, particularmente tras la creación del Foro China-CELAC en 2015, que estos vínculos han adquirido una densidad institucional sin precedentes. El propio Xi reconoció que el Foro ha pasado de ser un “plantón tierno” a convertirse en un “árbol erguido”, metáfora que condensa el crecimiento sostenido y orgánico de la cooperación en múltiples dimensiones: política, económica, tecnológica, sanitaria, cultural y de seguridad.
El discurso presidencial planteó cinco programas clave: solidaridad, desarrollo, civilizaciones, paz y pueblos. Cada uno de estos ejes representa no sólo un ámbito sectorial, sino una orientación valorativa centrada en el ser humano como sujeto activo del desarrollo. El programa de solidaridad enfatiza la soberanía, la autodeterminación y el multilateralismo inclusivo generado a través de un “Estado de derecho internacional”, en línea con los principios desarrollados por Naciones Unidas; el de desarrollo apunta a una cooperación estructural basada en la Iniciativa para el Desarrollo Global y la Franja y la Ruta de alta calidad, generando una industrialización de nuevo tipo; el de civilizaciones propone un diálogo profundo entre tradiciones culturales y epistemológicas diversas, en línea con la Iniciativa de civilización global; el de paz consolida el respaldo a la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz e implementación de la Iniciativa para la Seguridad Global; y el de pueblos promueve el intercambio educativo, lingüístico, audiovisual y turístico a gran escala.
Estos elementos no deben verse como meros gestos diplomáticos, sino como la institucionalización progresiva de una racionalidad relacional y post-occidental en el plano internacional. Desde la visión Tianxia, el mundo no se divide en Estados soberanos en competencia, sino que se concibe como un todo ético-político articulado por relaciones horizontales y jerarquías éticas, donde la armonía prevalece sobre la dominación. Aplicado al caso del Foro China-CELAC, ello implica un marco cooperativo en el cual las asimetrías no se traducen en subordinación, sino en complementariedad dinámica.
La teoría de la relacionalidad de Qin Yaqing complementa esta visión al destacar que la política internacional no se construye a partir de identidades fijas e intereses dados, sino mediante interacciones continuas que generan significados compartidos. En este sentido, el Foro no es sólo un espacio técnico de cooperación interregional, sino un laboratorio de construcción conjunta de normas, valores y prácticas que redefinen qué significa “desarrollarse” o “cooperar” en el siglo XXI.
El caso del Puerto de Chancay, inaugurado recientemente en Perú, ilustra esta lógica: no se trata únicamente de una obra de infraestructura, sino de la apertura de un nuevo corredor transoceánico que vincula Asia y América Latina, reduciendo distancias materiales y simbólicas. De igual forma, los acuerdos de libre comercio con varios países latinoamericanos, el suministro de vacunas durante la pandemia, la cooperación en energía limpia y tecnologías emergentes, y las iniciativas de formación profesional reflejan una lógica de “ganar-ganar” (win-win) que se distancia del asistencialismo vertical o de los condicionamientos geopolíticos tradicionales.
La propuesta de una comunidad humana de destino compartido no es ajena a las tensiones globales actuales, caracterizadas por el resurgimiento del unilateralismo, el proteccionismo y la confrontación entre bloques. Xi Jinping fue claro al señalar que “no hay ganadores en las guerras arancelarias y comerciales”, y que las políticas de intimidación sólo conducen al aislamiento. Ante este escenario, la alianza China-CELAC puede entenderse como una apuesta geoestratégica por la autonomía del Sur Global, pero también —y quizás sobre todo— como una forma de resistencia ética que afirma la centralidad del ser humano, la justicia y la paz como principios irrenunciables, en línea con el derecho internacional y los programas de Naciones Unidas. También el presidente colombiano Gustavo Petro, Presidente de turno de la CELAC, se expresó claramente para un nuevo modelo de relaciones internacionales basado en el diálogo entre civilizaciones. Criticando la teoría del choque de civilizaciones de Samuel Huntington, hizo un llamado a la cooperación global centrada en la equidad, la diversidad cultural y la solidaridad, para una humanidad unida frente a desafíos como el cambio climático.
Entre los acuerdos más relevantes el ingreso oficial de Colombia en la Iniciativa de la Franja y la Ruta y los acuerdos entre China y Brasil, que se destaca como líder de la región latinoamericana para una “simbiosis” global entre China y América Latina. Brasil se confirma como país-clave protagónico de la región, también por su papel en los países BRICS+ y la presidencia del Banco de Nuevo Desarrollo de Dilma Rousseff.
En definitiva, el Foro China-CELAC 2025 nos invita a repensar la arquitectura internacional desde categorías relacionales y horizontes de civilización alternativos. Si el Tianxia propone un mundo inclusivo donde todos los pueblos encuentran un lugar legítimo, y si la relacionalidad sugiere que es en la interacción donde se forjan los vínculos significativos, entonces la alianza sino-latinoamericana puede ser vista como una anticipación concreta de otro mundo posible: uno donde la cooperación reemplaza a la competencia, y donde el destino compartido no es una consigna retórica, sino una práctica histórica en curso.
Maria Francesca Staiano
Coordinadora
Centro de Estudios Chinos
IRI-UNLP
Referencias bibliográficas
Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe (2016), Texto íntegro disponible en: http://spanish.xinhuanet.com/2016-11/24/c_135855250.htm
Qin, Yaqing (2012). Cultura y pensamiento global: una teoría china de las relaciones internacionales. “Documentos CIDOB” d’Afers Internacionals, 100, 67-90.
Staiano, M F. y Bogado Bordazar, L. (2017). Las teorías de las Relaciones internacionales con características chinas y su implicancia para América Latina. En “Relaciones Internacionales N° 53”.
Su, Changhe (2019), “Zhongguo daguo waijiao de zhengzhi xue lilun jichu [The Political Theoretical Basis of China’s Great Power Diplomacy”, Guoji Guangxi Lilun [International Relations Theory], Vol. 8, 2019.
Xi Jinping, Escribir un Nuevo Capítulo de la Construcción de la Comunidad de Futuro Compartido China-América Latina y el Caribe, Discurso en el Foro ministerial CELAC-China del 13 de mayo 2025, disponible en: https://www.fmprc.gov.cn/esp/zxxx/202505/t20250513_11622049.html
Zhao Tingyang, (2009) A Political World Philosophy in terms of All-under-heaven (Tian-xia), Diogenes, 221, Los Angeles, Londres, Nueva Deli, Singapore, pp. 5-18.